McQ detective implacable

McQ es un excelente policial con una ambientación fresca y dinámica. En una trama de intriga con tráfico de estupefacientes, McQ es un veterano policía que tendrá que enfrentarse a la consabida corrupción policial para dar con los autores de la muerte de su amigo y compañero.

Un rol interesante para John Wayne que, como podemos suponer, los que le admiramos, agradecemos poder contemplarlo dando vida a un personaje rudo y obstinado, aunque en este caso, lejos de su clásica estampa de vaquero en el far West.

En modo alguno es una película de compromiso, es sencillamente, una buena película con un argumento trabajado, con sus giros dramáticos y las licencias habituales de este género para dar espectacularidad, sin dejar por ello de disfrutar de personajes creíbles. Ofrece lo que tiene que ofrecer un policial de este tipo, no hay que buscar más ciencia ni más excusas pobres. Es un trabajo que habla de la profesionalidad absoluta y de la honradez de todos los responsables, empezando por la dirección a cargo de John Sturges, un veterano de inolvidables películas de acción, entretenidas y de incontestable categoría, como ésta.

McQ, película de su tiempo.

Sturges nos ofrece un potente film sobre el mundo policial, al estilo de los que se hacían por esa época: lleno de narcotraficantes (que explotan los beneficios que le reportan estas nuevas sustancias, al igual que años atrás hacían lo suyo sus congéneres con el alcohol en los tiempos de la ley seca), policias corruptos y sobre todo mucha acción, con interminables persecuciones en coche y constantes tiroteos.
Mientras tanto Wayne se adapta como puede a los nuevos tiempos. En donde antes había praderas y ranchos ahora hay avenidas y rascacielos y los rudos y despiadados forajidos son ahora narcotraficantes sin escrúpulos.

Entretenida aunque en ocasiones ridícula película, en la que John Wayne interpreta el papel de un rudo policía, enfrentado a una férrrea organización mafiosa, papel que curiosamente, volvería a encarnar un año después en la apreciable "Brannigan".
El paso de los años se hace evidente, y pese al innegable carisma de Wayne, éste no logra convencer a los espectadores con su papel, relegando el protagonismo en actores menores pero de gran calidad como Eddie Albert, o John Agar.
Se agradece la dirección del gran John Sturges, en uno de sus trabajos menos logrados.

Policíaco del montón dirigido por John Sturges, curtido, como Wayne, en el western, y cuyo mayor aliciente es ver al legendario Duke en plan Harry el Sucio (personaje que el propio actor había rechazado años antes y acabó encarnando un mucho más joven Eastwood).

El problema es que Sturges, un director muy válido, no es Siegel, bregado en el cine de polis chuscos, y el propio Wayne tenía ya 67 años después de una intensa vida, por lo que se le ve lógicamente renqueante y achacoso. No se le ve tan desgraciadamente terminal como en su despedida, "El último pistolero" (1976), pero lo cierto es que aquí ya sólo podía apalancarse en el bar a beber y perseguir delincuentes en coche, ni hablar de corretear (por no mencionar su peluquín rubio, que parece Jaime Morey en su decadencia).

Ambientada algo más arriba (adviértase la ironía) de San Francisco, en Seattle, tampoco es que tenga especialmente acción ni demasiadas escenas que digas "joder, qué tipo más duro", por lo que este híbrido entre "Harry el Sucio" y "The French Connection" está lejos de las mejores apariciones de Wayne, aunque tiene su punto. La salva la banda sonora de Bernstein y la mencionada persecución de coches en la playa.

A finales de los 60 empezaron a rodarse películas de corte policiaco que luego en el 71 encontrarían su definitivo estilo con "Harry el sucio". La cual fue criticada de demasiado violenta, y a Clint Eastwood como una máquina de matar.

John Sturges sigue en la línea de su precedente, y es de todo menos violenta.
John Wayne hace el personaje de siempre; rudo y de métodos de dudosa reputación. Jamás pensé que llegaría a verlo en persecuciones de coches.

La película no está mal, hay momentos en que es intrigante, pero está muy lejos de alcanzar la de Don Siegel.