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Mi vida es un rompecabezas

Comedia. Drama. Romance Mucho tiempo después de su curso de Erasmus en España, Xavier está casado y tiene dos hijos, pero aun así sigue encontrando la vida muy complicada. Cuando su mujer se traslada a Nueva York por razones de trabajo, incapaz de soportar la situación, decide seguirla con los niños. Tercera entrega de la saga que comenzó con "L'auberge spagnole" y "Las muñecas rusas". (FILMAFFINITY)
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Críticas 23
Críticas ordenadas por utilidad
14 de mayo de 2014
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por tercera vez, el actor, director y guionista francés, Cédric Klapisch, rescata a su personaje más emblemático para ¿cerrar? su particular trilogía que arrancó con la fascinante Una casa de locos y Las muñecas rusas. En tres actos, el galo ha logrado narrar la evolución personal de los personajes y, en especial, el tránsito de la juventud a la madurez de un escritor como otro cualquiera, sencillo y que, eso sí, no para de correr y correr por la vida, saltando todos los obstáculos que se le presentan y que, por otro lado, consiguen sacar más de una sonrisa.

Como si de un puzzle se tratara, Klapisch lanza desde los títulos de crédito las piezas que componen la obra, llevando a cabo una laboriosa mezcla que poco a poco se va montando hasta lograr dar con la respuesta que Xavier -fantástico Romain Duris- ansía desde que apareció por primera vez en pantalla: es la vida un drama, una comedia o una mezcla de ambas. Lo bueno es que, al final, cada uno sacará sus propias conclusiones y eso es un auténtico acierto del realizador francés.

Al igual que en sus predecesoras, la presencia femenina juega un papel vital en la cinta y, por añadidura, en la vida de Xavier. Repiten Audrey Tautou (Amelie, La espuma de los días), como Martine, cuya transformación resulta de lo más hilarante, protagonizando parte de los momentos más cómicos del filme; Cécile de France (El niño de la bicicleta, Más allá de la vida), que da vida a Isabelle, inseperable amiga de Xavier, lesbiana y la que tal vez más de los cuatro protagonistas se niegue a madurar; y Kelly Reilly (Sherlock Holmes, El vuelo), metiéndose en la piel de Wendy, exmujer de Xavier, quizá la menos evolucionada de todos, lineal desde que la vimos por vez primera en Una casa de locos, histérica y que se marcha a la gran manzana con sus hijos, lo que provoca el éxodo de Xavier y destapa el tarro que se consume a lo largo de la cinta. Tres mujeres radicalmente opuestas unidas por su relación con nuestro querido escritor.

La peculiaridad de esta trilogía radica, esencialmente, en el choque entre culturas. Lo vimos en la primera y segunda entrega y aquí, como no podía ser de otra forma, vuelve a repetirse. En esta ocasión, el rocambolesco rompecabezas de historias y personajes tiene un toque asiático al situarse gran parte de la trama en el barrio chino neoyorkino, la popular Chinatown.

Con recursos como la voz en off de Duris, planos desenfrenados y giros de cámara oportunos, Klapisch despierta al espectador cuando el sopor empieza a relucir. Una película que seguirá enamorando a los que quedamos prendados de Una casa de locos y que entretendrá y despertará más de una sonrisa a aquellos que, por primera vez, se aproximan a una historia que habla del intercambio cultural, la amistad, la paternidad y el eterno paso de la juventud a la madurez. En definitiva, un delicioso rompecabezas chino a la francesa.

Más datos sobre esta y otras películas en www.argoderse.com
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Argoderse
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17 de mayo de 2014
13 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque esta película forma parte de una trilogía que tendremos que revisar (más cosas para "vacaciones"...) Se trata de una historia que funciona perfectamente sola y que narra el rompecabezas existencial de Xavier ante su separación y traslado a Nueva York para estar al lado del sus hijos. Esta primera pieza se completa con la aparición de una amiga lesbiana que le pedirá un favor "especial" y finalmente, la primera novia también separada y con dos hijos, que pasan una época de vacaciones la ciudad. Todo ello aderezado con la escritura de un libro ( Xavier es escritor ) y un matrimonio de conveniencia con una chica china para solventar los problemas con los molestos funcionarios de inmigración .

La gran virtud del director Cédric Kaplisch está en que las numerosas piezas encajan perfectamente, aportando algo a la rocambolesca historia y añadiendo un tirabuzón más a las filigranas que debe hacer el protagonista (un espléndido Romain Duris) corriente arriba y abajo para estar en todos los escenarios que esta etapa de madurez "responsable" le obliga a participar. El director no duda en utilizar formatos cinematográficos múltiples e innovadores (animación, recortes, pantallas ordenador, Google Maps, ... ) que conjuntamente con numerosas escenas retrospectivas (flashbacks) ligadas por una voz en off en primera persona da un atractivo dinamismo que te mantiene atento aunque la proyección sea a la hora de la fatídica siesta.

El grupo de las tres mujeres que por algún motivo están ligadas a Xavier están a una altura magnifica destacando Audrey Tautou (Amelie) en el papel de Martine, Cécile de France en el papel de Isabelle (El niño de la bicicleta) mientras Kelly Reilly en el papel de Wendy quizás es el más antipático y llano .

Estamos ante una admirable comedia que conecta con las vivencias cotidianas de una forma espontánea y emotiva , sin tiempos muertos y con una desenfrenada continuidad que da como resultado un producto sencillo, digerible, vitalista y cercano sin resultar banal ni soso. Se aproxima de una forma abierta y bastante contundente a temas tan trascendentes como la globalización, las múltiples formas de familia, la inmigración, la diversidad en todas sus vertientes, la educación de los hijos o la importancia de la amistad.

Muy recomendada para pasar un buen rato con un puzzle de relaciones vertiginosas de una madurez recién estrenada y compleja .

Mi puntuación: 8.
http://bit.ly/1bTcqzG
M_Pelegri
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19 de mayo de 2014
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque en el género de la comedia no abundan las sagas, Cédric Klapisch remata (o no, quién sabe) con ‘Vida nueva en Nueva York’ su trilogía sobre los viajes físicos y existenciales de Xavier Rousseuau (Roman Duris), que iniciase en Barcelona con ‘L’auberge espagnol’ (‘Una casa de locos’, 2002) y siguiera en París y San Petersburgo en ‘Les poupées russes’ (‘Las muñecas rusas’, 2005).

Xavier es ahora un escritor consagrado, sobreviviendo en Nueva York y enfrascado en su nueva novela, paralela a su vida. Si en la primera entrega, la excusa era un Erasmus en Barcelona, y en la segunda una boda en San Petersburgo, aquí el motivo de Xavier para viajar es mucho más fuerte: su mujer, Wendy (de la que se enamoraba en el anterior film) le ha pedido la separación y se ha llevado a sus dos hijos con ella desde París a Nueva York. Xavier no dudará en seguirlos para estar junto a sus hijos, lo que le obligará a cumplir una especie de sueño americano obligado, incluso aunque deba moverse en los límites de la ley (de extranjería).

“La gente va del punto A al punto B. Yo voy en muchas direcciones”, nos dice al principio su voz en off. A pesar de una traducción solo imputable a cuestiones de marketing, el título original ('Casse-tete chinois', traducible como 'rompecabezas chino'), ya da una idea de la cuestión central de toda la trilogía: lo complicada que es la vida para Xavier, o al menos lo complicada que él la percibe, las tribulaciones de un tipo (y toda una generación) que ha llegado a la cuarentena pero no ha madurado, abrumada por la responsabilidad, que busca certezas en un mundo cada vez más inestable, cambiante y global.

Fragmentada y por momentos algo videoclipera (la música, esas infografías en pantalla muy en la línea actual que en mi opinión rompen el relato), no me cabe duda de que estamos ante un film moderadamente original, simpáticamente existencial y decididamente inspirador. Uno casi querría ser Xavier en su lucha por salir adelante en esa Nueva York de la que el film nos muestra su lado menos glamouroso.

Completan el rompecabezas el carisma de Romain Duris, y la simpática relación con las mujeres de su vida (Cecile De France, Kelly Reilly y Audrey Tautou), alguna solución humorística muy original (Xavier donando semen en el hospital, o hablando con el novio de su ex), y las interesantes reflexiones de la voz en offque enmarca el relato, e incluso del mismo Schopenhauer y su “teoría de los bordados”. Además, Klapisch demuestra cierta habilidad para ponernos al día aunque uno no haya visto las anteriores entregas.

Y el detalle: Xavier y Martine (Audrey Tautou) hablando español para salir de un apuro. Esta última se diría que con cierto acento sudamericano.
CourierNew12
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16 de mayo de 2014
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cédric Klapisch es un tipo amable, y su simpatía está impregnada en todas sus películas. Director, guionista, narrador de historias. Creador, en definitiva. Su talento y obstinación le han convertido, ya entrados en este siglo, en uno de los referentes intachables dentro de la comedia francesa. Asegura que la misma goza de una buena salud envidiable y que, pese a ello, puede jactarse de trabajar un estilo muy particular que le ha hecho distinguible dentro de este marco genérico. Nueva vida en Nueva York supone el broche de oro a una trilogía que él mismo ha denominado Los viajes de Xavier, personaje interpretado por su actor fetiche y amigo Romain Duris, donde el autor desenvuelve un relato en banda abierta sobre la juventud, la desorientación y la asunción de madurez.

El realizador se muestra continuista con sus anteriores films Una casa de locos y Las muñecas rusas no solo en el apartado narrativo, como prioritario nexo cinematográfico de una temática y unos personajes concretos, sino también en el procedimental. Así el francés se desliga de la comedia socarrona de liviano entretenimiento y traza una parábola de la vida más cotidiana y tangible, con caracteres que cruzan los deseos y las motivaciones más implicadas con el ciudadano medio. Quizás sea esta la mayor virtud de Klapisch: conectar emocionalmente las vivencias y los paisajes de un modo sencillo y espontáneo, haciendo gala de una frescura nada desdeñable. Desde la primera entrega, tendente a la aventura Erasmus y el descubrimiento de una Europa en moderna reconstrucción, hasta esta tercera se ha producido una evolución que cierra el círculo de unos seres que, simple y llanamente, buscan su camino en la vida.

Especialmente destacado resulta el ritmo interno del montaje y del relato en Nueva vida en Nueva York, pues el frenetismo y la vivacidad de sus actos y sus puntos de giro apenas dan para un respiro. Es difícil contabilizar la existencia de tiempos muertos en el cine de Klapisch, pues su humor fino y sutil acompaña el drama inherente de una existencia abocada a un espejismo de desengaños, amores, desamores y reencuentros del rumbo perdido. Formalmente, la película enlaza guiños con sus dos títulos precedentes, favoreciendo la sonrisa sobre aquellos que tengan un poco de recuerdo en la memoria. El resultado continúa antojándose saludable, hedonista y fácilmente digerible, pues el director galo apuesta, ante todo, por hacernos pasar un buen rato a costa de nuestras definiciones mas identificables.

En la segunda mitad de la película, la vertiente más cómica y certera del slapstick cohesiona unas partes que se funden con tanta armonía ayudadas, en buena medida, a un elenco actoral que se mueve como pez en el agua, dejando a entrever incluso alguna referencia externa, cargada de mala baba, sobre el derribo del encasillamiento de Audrey Tautou en su mítico rol de Amelie Poulain. Estos flashes de comicidad no hacen sino denotar el buen rollo que sus creadores han tenido por bandera durante el proceso de creación del film. Un intento este, el de Klapisch, por revitalizar y renovar un molde argumental que, pese a su originalidad, no deja de estar, valga la redundancia, demasiado moldeado y encorsetado.

Nunca es tarde para descubrir la comedia de Cédric Klapisch. En cualquier caso, aquellos y aquellas que ya gozaran con las dos primeras entregas de esta inesperada trilogía completarán así un recorrido que define no solo el espíritu de la buena comedia francesa sino también el rastro por una implicación referencial que, como espectadores, buscamos de manera inconsciente y solo unas pocas veces se nos recompensa. A veces, para resolver muchas de nuestra dudas o de nuestras preguntas, tan solo hay que esbozar una gran sonrisa.

Crítica para www.magazinema.es
@WeisGuerrero @MagaZinema
Weis
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12 de febrero de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
LO QUE ME GUSTA

- Me gusta la New York de Klapisch, sus terrazas, su barrio chino, sus apartamentos, sus puentes y sus bicis paseando bajo los rascacielos. Es una Nueva York un poco hipster pero mola.

- Me gustan los personajes: el tipo perdido en la gran ciudad, el taxista chino, la sobrina china del taxista, la amiga lesbiana, la novia de la amiga lesbiana, la niñera de las lesbianas, el inspector de inmigración... Los reconozco, me suenan, están en la calle y puedo identificarlos.

- Me gusta muchísimo Romain Duris. Creo que ha ganado un montón desde aquella mamarrachada casposilla que fue para mí "Una casa de locos", el principio de la trilogía. Aunque presiento que si volviera a ver ahora aquella película, en plan precuela después de haber visto esta tercera, me gustaría mucho más.

- Me gusta cómo mueve Klapisch la cámara, por la ciudad y por los interiores. Me gustan las conversaciones por Skype con el editor, me gusta hasta la voz en off, con lo poco que me suelen gustar a mí las voces en off. Me gustan aquí porque sirven para contar una buena historia y porque no chirrían ni tratan al espectador de subnormal. Sólo aportan información adicional y punto.

- Me gusta que no haya mensaje moral ninguno. No se juzga a ningún personaje. Ni al protagonista, ni a la ex, ni a la amiga lesbiana y zorrón... pero sí se presentan con todos sus defectos, sin complacencia. Somos así y es lo que hay. Decide tú si te gustamos o no. Chapeau por Klapisch.

LO QUE NO ME GUSTA

- No me gusta Audrey Tautou. Ya, ya sé que iba en el pack de la trilogía y que había que cargar con ella, pero es el personaje menos convincente, el más forzado y el que menos cuadra en la historia. Y mucho me temo que es por la actriz y por ese toque Ameliè que lleva consigo a todas partes.

- No me gusta que no funcione la química entre Duris y Tautou, lo que puede ser debido al punto anterior o a que realmente no pegan ni con pegamento. En un momento dado el protagonista dice que para mantener una relación necesita pasión y que eso no existe entre ellos, y es cierto, no la hay. Lo que nos lleva al tercer punto.

- No me gusta la forma un tanto forzada en la que se llega al desenlace. No creo destripar nada si digo que es un final feliz, de los que dejan buen sabor de boca, ya que al ser una comedia romántica es lo que espera el espectador. Pero precisamente el hecho de que en ningún momento haya funcionado esa química entre los protagonistas hace que el desenlace no termine de ser creíble.

CONCLUSIÓN

Tenemos una buena historia, un buen comienzo y un nudo argumental interesante pero falta algo fundamental, esa química, ese feeling, esa chispa que debería saltar entre los dos personajes principales y que en ningún momento surge, lo que lleva a un final bonito, agradable, dulce y elegante pero con muy poca credibilidad. Una pena porque el conjunto queda muy deslucido.
Talía666
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