Candy Corn

Estamos ante una de esas películas que es toda una declaración de intenciones. Desde el primer minuto ya vemos que Candy Corn desprende amor por el slasher ochentero. Desde la similitud de los títulos de crédito a los de la mítica cinta de John Carpenter, Halloween. Hasta la melodía a piano que escucharemos a lo largo de todo el metraje, obra del propio director es un claro homenaje a un estilo y una seña de identidad propia de las cintas de terror que tanto disfrutamos casi cuatro décadas atrás.

Justo un día antes de celebrar la noche de Halloween un grupo de matones tiene por tradición avasallar al pobre freak del pueblo. Jacob Atkins es asaltado mientras se prepara para actuar en un circo ambulante. Las cosas llegan demasiado lejos y Jacob acaba muerto. Pero gracias al Doctor Muerte, el joven muerto volverá de su tumba para llevar a cabo su venganza.

Estamos ante la película debut del director Josh Hasty, el cual ya había tenido contacto directo con el mundo del terror, pues no hace mucho fue el encargado de dirigir In Hell Everybody Loves Popcorn: The Making of 31, un documental sobre el rodaje de 31, de Rob Zombie. Ese amor, que otras grandes cintas de género desprenden, es el mismo que tiene Candy Corn, pues Josh Hasty, el cual además es el responsable del guion, se nota que ha puesto toda la carne en el asador.

Los fans del terror ochentero estamos de enhorabuena, pues como no me cansaré de decir, Hasty nos ha traído un nuevo ícono del terror, pues Jacob Atkins, el personaje interpretado por Nate Chaney tiene tanto potencial como para protagonizar una saga propia. Además Chaney no está solo, pues la cinta cuenta con un elenco de lujo. Tenemos a Tony Todd (Candyman), P.J. Soles (Halloween) y Pancho Moler que encarno a Sick-Head en la antes mencionada 31.

Haciendo un repaso a todo lo que nos aporta el film, pues tenemos a un nuevo asesino, un puñado de matones dispuestos a morir de las maneras más sórdidas posibles, una gran banda sonora obra de Michael Brooker y el propio director y sobretodo cariño por el slasher y ganas de agradar a los fans del terror. En el apartado técnico podríamos encontrar una de los pocos puntos negativos, pues durante las muertes tenemos algunos efectos digitales que pueden no agradar a los paladares más refinados.

Tal vez no aporte nada nuevo a un género del cual ya las hemos visto de todos los colores, pero si de algo estoy seguro de que para disfrutar de una buena película de terror tampoco es necesario que el director invente la rueda. Candy Corn es una cinta que no debéis dejar escapar porque posiblemente estamos ante una de las grandes sorpresas de este 2019.

https://www.terrorweekend.com/2019/09/candy-corn-review.html

Pedazo de truño en forma de slasher que lo tiene todo. Aura de telefilm, actuaciones nefastas, guión/diálogos de besugo y encima es lenta. Ojo, dura menos de 90 minutos y se te hace larga. Las escenas 'violentas' son risibles. Se ve que no tenían un puto duro y tiraron p'alante con lo que les salió a la primera. En fin. La pregunta es.... porqué mi parienta y yo decidimos ver este truño? Fácil, fue lo primero que encontramos en Amazon Prime y no queríamos pasarnos media hora escogiendo una película. Pero tampoco queríamos ver los anuncios de la TV tradicional.

Recomendada? Para nada. No sirve para reirse, no sirve para pasar el rato, no sirve ni para dejarla en la pantalla haciendo solo ruido mientras te dedicas a limpiar el salón. Un truñaco como hacía tiempo que no me echaba a la cara. De verdad, no la veáis.

Miento, sí que sirve para algo. Me ayudó a dormir

Una peli bastante correcta, alrededor del día de Halloween.
He de reconocer que me la tragué entera. Para los aficionados al terror transcurre a buen ritmo y se hace amena.
Hay cosas en el transcurso de la peli que no quedan claras del todo y tienes que creértelo y mirar para otro lado.
El por qué del final tampoco es que sea muy convincente.
El Director parece joven y, aunque no termina de convencer con esta peli, parece que va en buen camino.
Un peli fácilmente digerible para los aficionados a este género y/o amantes de la sangre.
No llega a sorprender en un campo bastante trabajado ya.
Para mí, pasable.

Si existen tres elementos adscritos al cliché fantasterrorífico desde hace tanto como la proliferación del propio género dentro del imaginario popular es la explotación 'monstruosa' de la deformidad o la discapacidad de su protagonista, la concurrencia de la feria ambulante y el vudú: ya sea por separado o, como en este caso, dentro del mismo relato sobrenatural urdido bajo el pretexto de la resurrección de un freak previamente estigmatizado en vida para avivar su sed de sangre en la muerte. Aunque tal vez sea precisamente el modus operandi de la reanimación instigada por la magia de un hechicero -Pancho Moler, ('31', 'American Horror Story'-, sirviéndose del ojo por ojo del zombie ejecutor con sus verdugos, lo que inicialmente nos remite a la olvidable pero guasona 'Zombie Nightmare' (1986, Jack Bravman), siempre y cuando le ceden el espacio algunos guiños inevitables -esa fugaz aparición diurna del asesino, la tipografía de los créditos- a la franquicia slasher del 31 de octubre por antonomasia.
También contribuye a acrecentar el interés la participación de la triada de iconos de la casquería integrada por el siempre imponente Tony 'Candyman' Todd, Courtney Gains -eterno Malachai de 'Children of the corn'- y la preencarnación germana -en vida y septuagenaria, pero preencarnada a fin de cuentas- de Rebeca Valls en el grindhouse de los 70's y 80's: la pizpireta PJ Soles ('Carrie', 'La noche de Halloween'). El resto de personajes secundarios (y su reparto) son lo bastante hostiables y están lo suficientemente mal interpretados como para que desees verlos cascar rapidamente.
Terror malsano (y divertido, por supuesto) deliciosamente alentado de folklore e idiosoncrasia rural del medio oeste estadounidense.

Josh Hasty nos presentó en 2019 un efímero producto destinado para ver en Halloween, que combina distintos tipos de supercherías de la magia negra, entre rituales y hechizos llevados a cabo para crear otro slasher con estilo ochentero. Aquí Hasty se estrena para ofrecer al público una historia sobre unos matones, que tienen la tradición y mala costumbre por Halloween de patearle el culo a personas discriminadas. En Candy Corn veremos caras conocidas como las de Tony Todd (Candyman, 1992 - Destino Final, 2000) o la conocida P. J. Soles (Carrie, 1976 - Halloween, 1978). La seña y la identidad de Candy Corn, es un claro homenaje que Hasty plasma y concreta sobre filmes y detritos humanos puestos a la vista en películas de Carpenter o Zombie, demostrando su admiración a estos cineastas y músicos, fidelizando su respeto por el culto al celuloide de lo macabro y lo repulsivo. Hasty es el responsable del tema musical de su filme y el guionista de su obra. Las escenas más explícitas de la cinta de Hasty no están tan claras, detalladas e insinuadas como para expresar lo cruento y sanguinolento de terminar con las vidas de los que se cruzan en la senda del asesino, mas bien son flojas y poco compactas. Este slasher es pequeño en su capacidad para asustar comparado con otras pelis de psicópatas, aquí los brutalmente asesinados no dan lástima ni tristeza por ninguno en especial. La película no está destinada para fanboys o entusiastas del derramamiento de sangre en cantidades ingentes, pues solo veremos chorritos de ella en la película de Hasty.