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Desperate Outpost

Bélico. Acción. Comedia Cuando el hermano del sargento Okubo es asesinado en un puesto de avanzada japonesa en el norte de China durante la Segunda Guerra Mundial, Okubo se hace pasar por corresponsal de guerra y busca al asesino de su hermano. (FILMAFFINITY)
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Críticas ordenadas por utilidad
29 de agosto de 2023
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La Guerra Sino-Japonesa, terrible, despiadada y caótica se mire por donde se mire.
Sin embargo hay quienes tienen su propia visión, original, extravagante, de lo que significa una contienda sin descanso entre dos bandos enemigos.

Tras los pasos de Kihachi Okamoto nos introducimos en ella, quien tiene 35 años y ha realizado sin descanso cuatro películas en plena dinámica de estudio, la mayoría comedias y dramas de éxito moderado en taquilla. Entonces el productor y colega Tomoyuki Tanaka le anima a escribir su propio guión prometiéndole libertad creativa y mayor presupuesto; darle carta blanca fue una "caja de Pandora" que desató un genio sin precedentes en la historia de Toho. Atormentado por sus recuerdos de guerra, donde participó cuando ya estaba en sus últimos estertores, inventa una historia en escenario bélico con la intención de desvirtuar por completo el género.
Esto fue un paso importante en la industria japonesa ya que esto siempre se había enfocado desde la pura propaganda y el sentimiento patriótico, conceptos que el director, ferviente idealista, detestaba. Fanático de los maestros del "western", en "Dokuritsu Gurentai" también imprime una fijación especial por la influencia del cine americano que pronto se adoptaría en la productora y en muchas otras; nada mejor lo ejemplifica que ese inicio donde un vívido y descarado Makoto Sato (en reemplazo de Tatsuya Nakadai, quien rechazó el papel) salta desde una colina a la silla de su caballo y cabalga raudo por los amplios desiertos de la ocupada Manchuria.

Su papel en esta película no es, sin embargo, el de un héroe desinteresado u honorable. De este hombre pronto sabremos se trata de un desertor del ejército, sin embargo el guión juega a la ficción "noir" y el espectador casi nunca averiguará algo si no es por medio de la propia mirada del protagonista, esencial para ocultar los muchos misterios de una trama enredada hasta lo inexplicable. Pero lo más importante es el enfoque socarrón del personaje, que usa su desparpajo disfrazándose de corresponsal de guerra para obtener información de los oficiales de una base militar (Shogunbyo).
A partir de este escenario, Okamoto da rienda suelta a su corrosiva denuncia de esos individuos despiadados que se aprovecharon de la guerra para simplemente saciar su sed de sangre; el estómago se revuelve al ver al teniente Fuijoka hacer prácticas de tiro al blanco con prisioneros chinos. Es este un sistema militar corrupto que pretende derribar el bueno del protagonista; el guión, sin embargo, ve necesario otorgarle una subtrama romántica, y de ahí la introducción de Tomi, otrora enfermera de vida trágica ahora dedicada a la prostitución pero que sin ella el argumento principal no sufriría cambios de ningún tipo.

Mientras, la guerra en Manchuria está en una última fase cruda, pero Okamoto ni siquiera rasca la realidad histórica, a él lo que le importa es distorsionarla a conciencia para introducir una intriga más propia de la ficción detectivesca: ¿quién es ese sargento Okubo supuestamente muerto en un doble suicidio con una prostituta china que tanto le interesa al falso corresponsal? Para esta distorsión se emplea un tratamiento casi onírico del paisaje, ese desierto de interminables dunas que tantos peligros alberga en su interior y donde el personaje sólo da vueltas en círculos, como si fuese un lugar suspendido en el tiempo y el espacio.
Por otra parte se desliza a través del humor una visión absurda de la guerra y la vida militar. Diálogos afilados, actuaciones exageradas y algunos divertidos "gags" visuales suponen una revolución absoluta para el género bélico en territorio nipón (destaca el cameo de un autoparódico Toshiro Mifune como ese comandante Kodama que perdió el juicio por un accidente en la batalla). Pero siempre seguimos al héroe en sus arduas pesquisas, casi en una aventura de tradición "western", de un lado a otro del desierto, contactando con grupos a cada cual más curioso (desde bandidos a desertores, mercenarios chinos o soldados un poco descerebrados) y siempre acompañado en la distancia de su amor Tomi.

Lo malo es que, al querer abarcar tanto, Okamoto se pierde en una escritura algo irregular, y ello se incrementa al llegar el falso corresponsal a un puesto militar fronterizo en sus últimas horas. Se empiezan a acumular demasiados personajes secundarios, y como la intriga sólo avanza con las acciones y averiguaciones del anterior, el ritmo se ralentiza (pese a las concesiones cada vez más grandes al absurdo), e incluso su papel pierde el peso que tenía al principio al tomar más importancia los de Fujioka y el sargento Ishii (Ichiro Nakatani se gana a pulso nuestra simpatía con su agradable soldado).
Y es que ahora éstos, testigos de un modo u otro de los hechos, resultan ser vitales para desentrañar la misteriosa muerte del sargento Okubo (no obstante la verdadera solución al caso aparece en la historia de una forma aleatoria e increíble gracias a ese personaje de conveniencia encarnado por Misa Uehara); la guerra, por desgracia, se encarga siempre de interrumpir la investigación, en lo que el cineasta resuelve haciendo buen uso del presupuesto y cientos de extras desatando espectaculares secuencias de acción a lo largo de las cuales se recrea el lado más salvaje y sangriento de la guerra (inolvidable el asedio al cuartel recordando a los clásicos del "western").

Esto acabó siendo un inconveniente para los productores de Toho, ya que recibieron malas críticas acerca de la violencia mostrada en el film tratándose de una supuesta sátira anti-belicista; sin embargo los resultados en taquilla hicieron de "Dokuritsu Gurentai" uno de los mayores éxitos del año y dieron a Okamoto sus galones de director de primera clase.
Tal fue ese éxito que al año siguiente llegaría una secuela compartiendo a casi todo el equipo artístico, aunque a partir de una historia diferente y haciendo más énfasis en la comedia y el absurdo.
Chris Jiménez
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