Cosmos: Mundos posibles (Serie de TV)

Cosmos: Mundos posibles es la nueva entrega de esta serie documental que ha inspirado e inspirará a tantos niños, adolescentes y adultos que se interesen por el maravilloso mundo de la ciencia y el conocimiento del universo. Espectacular tanto para atrapar nueva audiencia, como para emocionar a los seguidores de Sagan y amantes de la ciencia.

Si bien esta entrega es bastante más especulativa que las anteriores y tiene altibajos a lo largo de los 13 episodios, sigue teniendo relatos muy atrapantes y bien construidos, con un gran trabajo del apasionado Neil deGrasse Tyson.
Mención aparte merecen las animaciones, con una calidad asombrosa, realmente se disfruta el nivel de detalle y perfeccionamiento que le dieron.

Lo mejor: algunos episodios memorables (como el último), que honran la memoria de Carl Sagan y me han hecho erizar la piel y reflexionar profundamente.
En pocas palabras, Cosmos sigue más vigente que nunca, emocionando e inspirando a diversas generaciones.

Cuando Neil deGrasse Tyson se hizo con los mandos de la gran obra de divulgación científica, tuve la certeza de que la nave que Carl Sagan había pilotado en los años 80's estaba en buenas manos. Y en ese sentido la nueva 'Cosmos', que vio la luz en 2014, no me decepcionó. Era un documental que continuaba el proyecto del famoso astrónomo estadounidense, pero actualizando lo que ahora ya sabemos del universo. Porque desde 1980 muchas cosas habían cambiado: habíamos aterrizado en Titán, habíamos acabado con la maldición de Marte, estábamos a punto de llegar a Plutón... y así un sinfín de avances científicos, nuevo descubrimientos e importantes cambios en diversos paradigmas de la ciencia. Y por todo eso yo tenía tantas ganas de ver qué nos traería su nueva temporada. Qué gran decepción.
Al principio de este año, y después de más de un lustro de espera, por fin llegaba la nueva temporada con Neil de Grasse Tyson como maestro de ceremonias. Y yo, ingenuo, esperaba que traería el mismo nivel de contenido y la misma calidad técnica que la temporada anterior. ¿Nos hablarían de Plutón, del Sol, de las ondas gravitacionales o de los agujeros negros? Tenía muchas ganas, pero muy pronto vi mi gozo en un pozo. Primero fue descubrir que se llamaría 'Otros mundos' y después fue confirmar mis mayores temores con el primer capítulo. Imprecisiones científicas, conceptos erróneos, uso de hipótesis no confirmadas como si fueran ciertas... Pero, sobre todo, especulación. Mucha especulación. 'Cosmos: Otros mundos' ha sido demasiado especulativa para tratarse de un documental serio que debería informar en lugar de desinformar, que debería ponernos al día con los últimos avances y descubrimientos, y no perder el tiempo sobre hipotetizar cómo podría ser la vida en otros planetas, si hay o no vida inteligente en otros lugares del cosmos o sobre creencias sin confirmación.
'Cosmos: Otros mundos' ha sido una gran decepción en la que solo en contadas ocasiones he visto el espíritu del proyecto que me cautivó de niño, el espíritu de un visionario como Carl Sagan. Es cierto que su calidad técnica es impecable, que tiene ritmo y sabe cautivar, e incluso Sagan está muy presente en ella, pero lo que me cuenta muchas veces no es verdad y la presencia del antiguo astrónomo ya fallecido es como la persona que fue, no como el científco que era. Y ha sido una pena, porque tenía muchas esperanzas puestas en algo que ha resultado estar bien, pero que dista mucho de ser brillante. Y es posible que, por ello, este haya sido mi último viaje en la nave que hace 50 años puso en marcha y pilotó el gran Carl Sagan. 'Otros mundos' posiblemente sea mi última temporada de 'Cosmos' porque no me han quedado ganas de seguir con ello.

Como ya he dicho en otra ocasión, desde el 2015, si quieres dinero para producir una serie o una película, el guión y los personajes tienen que ser lo más woke posible. Incluso rayando la estupidez absoluta.

Que lo que supuestamente es una serie de divulgación científica, sea expuesta y contada bajo los estándares de esta ideología como una verdad absoluta, la deslegitiman completamente.

En cuanto leí en los créditos de presentación, donde figuraba el oportunista woke Seth MacFarlane, cuya influencia para conseguir la inversión financiera del clan woke de holywood para su realización, fue decisiva, me esperé lo peor. Y se confirmó.

Todos los buenos medios y tecnología cinematográfica aplicados en la serie, se diluyen en una charca de agua empantanada, al utilizar, la obra de Sagan, para adoctrinar.

Como siempre, bajo esta ideología, todo lo que escuchas de Neil deGrasse Tyson, es para decirte lo que ineludiblemente tienes que pensar para entender, y tira a la basura con absoluto desprecio, lo que Carl Sagan te transmite en su obra desde la primera página: Cómo tienes que pensar para valorar la objetividad del conocimiento.

Llega la tercera temporada de la famosa serie “Cosmos” que grabara Carl Sagan a finales de los años 70 y viera luz en 1980. Y pues ni más ni menos, más de lo mismo de lo proclamado en las otras 2 entregas, repetitivo al extremos, pero vayamos por partes.
Volvemos a tener de nuevo de predicador del “nuevo evangelio escéptico científico” a Neil deGrasse Tyson, que aún no resuelve su asunto de acoso sexual a varias mujeres, pero aquí está. Y volvemos a tener de vuelta como guionista a la gran predicadora del evangelio científico a Ann Druyan, una de las tantas ex esposas de Carl Sagan y viuda del mismo.

Volvemos a lo mismo, pero ahora a lo bestia. Ahora nos plantea a la Ciencia como una víctima de persecución por parte de los “ignorantes creyentes” (en su mayoría católicos). Según la gran Ann Druyan, la Ciencia durante toda su historia y sobre todo ahora mismo sufre una persecución mortal que nos está aniquilando como sociedad, pues si no hay ciencia no puede haber nada.
El presentador y a veces mal comediante Neil deGrasse Tyson, nos relata lo mismo que Sagan y que él mismo en las anteriores temporadas: las paranoias y obsesiones de la pareja Sagan – Druyan, sólo que ahora con más mentiras y más victimizaciones. Ahora ya no se nos presenta la historia de Giordano Bruno como el perseguido por el mal católico, esta vez es Baruch Spinoza el personaje a victimizar, sacando completamente de contexto su vida (tipo serie de Netflix) y poniéndolo como la victima a la medida de la señora Druyan.

Y es que en un contexto más amplio este programa es un compendio (como les comenté anteriormente) de las paranoias y obsesiones del difunto Carl Sagan y Ann Druyan. Si se ponen a analizarlo desde una perspectiva más completa sabrán a qué me refiero. Esta pareja se autoproclamó (y ahora lo sigue haciendo ella y su comediante Neil) como los mesías de una nueva religión para intelectuales: el escepticismo científico. El escepticismo como tal no es algo nuevo o que hayan fundado ellos, es una corriente filosófica antigua, muy antigua. Pero la que ellos practican es llevada a lo bestia, y rodeada de una aurea científica, osea que todo lo que nos digan en esta serie es verdadero porque es ciencia y si dudas de la ciencia (osea que eres escéptico, pero de ciertos conceptos o teorías científicas) eres un ignorante creyente…
La paranoia y obsesión con el mal que es ser creyente o practicante de alguna religión aquí ya es un concepto cansado, Neil se pasa los episodios “educándonos” sobre el terrible efecto que la fe tiene en el ser humana y en la cultura en general.
Las civilizaciones antiguas (según ellos) eran una especie de comunismo y eso era “bueno”, porque el capitalismos es algo terrible y nuestra sociedad anticiencia al parecer también es capitalista.
Hablando de civilización antiguas y desarrollas, por cierto, nunca se ha mencionado como eran todas tan avanzadas más que la nuestra actual. Al parecer les da temor tratar ese tema, puesto que para ellos la evolución es un hecho lineal. La arqueología prohibida y los verdaderos misterios del cosmos y del planeta no son importantes para el escepticismo. Mejor burlémonos de los creyentes de nuevo.
Trata tema relacionado al Cosmos y es de lo que menos habla, de civilizaciones extraterrestres, vestigios o posibles contactos, menos aún. Según ellos, eso no es serio ni científico.
El tema de Dios es ridiculizado al extremos, si tú crees en algo parecido (según Neil y Ann) algo mal debe andar en ti, no hay ninguna prueba de ello y por lo tanto es un tema no sólo descartable sino bastante penoso. ¿Quién en pleno siglo XXI puede seguir creyendo en seres imaginarios? Reza el nuevo evangelio según Cosmos…


Vaya, creo que ya ha sido demasiado por mi parte, que el nuevo evangelio escéptico de Neil y Ann los acompañe y los ilumine entre tanta oscuridad.
Que vaya que tienen muchos fans desde las épocas del señor Sagan, quién al parecer ya ha dejado de ser escéptico de forma permanente.

Por cierto, usuario amigo, deje su dedito abajo para saber que mi crítica lo hizo llorar y lastimó sus sentimientos.