Plata quemada

Quisiera hacer una pequeña y discreta reflexión antes de hacer mi crítica.
No entiendo la razón que lleva a algunos a destrozar Plata quemada sin aportar nada concluyente, excepto destilar revancha por una película que pasa absolutamente desapercibida para los que no son homosexuales, ya que ahí se enmarca el argumento principal.
Cuando calificamos una película como mala, por lo general ni nos molestamos en hacer una crítica, excepto que revuelva algo dentro de nosotros. Plata quemada no resulta ofensiva, ni tiene actuaciones repulsivas, ni arrastra hacia lugares que produzcan un rechazo como el manifestado en ciertos usuarios. Tal vez si no tuviera de fondo el tema de la homosexualidad, ni se molestarían en hablar mal de ella... ¿Por qué entonces, escuece?
Correcta con buenos trabajos de todos sus actores, una dirección equilibrada, y un desenlace esperado. Si no tienes complejos o miedo a que surjan fantasmas en tu cabeza, espero tu crítica desde la visión de un heterosexual.

Desde luego, Plata Quemada no es una película para personas con prejuicios morales (a estas alturas de la vida). Temas como el abuso de drogas duras y homosexualidad son tratados desde una mirada sincera, sin exagerar en caracterizaciones fuera de lugar.

La interpretación a cargo de Pablo Echarri con su personaje El Cuervo es simplemente genial. Muestra la picardía de un tipo marginal que logra interactuar de manera excelente con "Los Mellizos" (Dúo compuesto por El Nene y Ángel).

Lo que lamento de esta película es su escasa difusión en países latinoamericanos (teniendo en consideración que Plata Quemada se filmó en Argentina y Uruguay). Siempre trato de leer lo último en estrenos, Plata Quemada es del año 2000 ¡y recién, siete años mas tarde, la vengo a ver!

Plata Quemada: Una muestra de que el amor se manifiesta también en círculos delictuales, con una intensidad desbordante.

Marcelo Piñeyro se basa en una novela para trazar la atormentada huida de una banda de ladrones que organizan el atraco a mano armada de un furgón que transporta una importante cantidad de dinero.
Piñeyro se adentra con bastante acierto en una trama con aire fatalista de film noir, en el que lo más interesante es el trazo complejo de los personajes. Sin otorgar gran prioridad a la acción (que cuando se despliega lo hace de lleno), el realizador concede mucha más importancia al perfil psicológico de los protagonistas y a sus relaciones interpersonales. El deambular de estas personas perdidas en el círculo vicioso de sus almas hundidas en el lodo, es un deambular cargado de peligro, de despropósitos, de sufrimiento y de progresiva autodestrucción. Mientras huyen para ocultarse de la policía, les vemos desvariar, danzar con el dolor y la culpa, jugar con la muerte, causar daño y hacérselo también a sí mismos. Ángel y Nene, "los mellizos", se aman y ese sentimiento es lo único hermoso y auténtico que existe en sus vidas podridas, pero en la huida Ángel oye a sus demonios personales que le alejan de su amor y que levantan una barrera que Nene no puede salvar. El Cuervo, por su parte, desea pasárselo a lo grande y se siente invadir por la locura del riesgo. Fontana, lúcido, enumera constantemente todas las amenazas que tienen encima e intenta hacer entrar en razón a sus díscolos compañeros.
Un amor poblado de tormento que, pese a ser muy intenso y cargado de erótica pasión, experimenta unos obstáculos que lo van destrozando. Unos personajes que escapan sin verdadero objetivo, extraviándose en un viaje amargo y salvaje, al borde del abismo. Un deterioro existencial inexorable persiguiendo riquezas que no proporcionan felicidad, buscando el riesgo y la perdición para tratar de olvidar las heridas de las almas.
Una reinvención del cine negro en su vertiente más áspera y psicológica, adornado de una fotografía de ambientes sombríos, oscuros y sórdidos, de una banda sonora nostálgica y triste con variados temas orquestales y melódicos y, ante todo, del poder de unos actores que ofrecen sus mejores registros.

Empecemos por la sinopsis: una panda de maleantes roban una importante suma de dinero. Dos de ellos son pareja, y todos se van a un piso hasta que se calmen las cosas, o hasta que puedan salir y pasar la frontera.
Pues esto es lo que pasa, ni más ni menos. Una vez que llegan al piso, se quedan el resto del tiempo sin hacer absolutamente nada. En ese plató, como si se tratase de una sala de teatro, pero siendo rodada. Sólo fumando, bebiendo y fornicando. Esperando, lentamente, como el espectador. Esperando, esperando y esperando más hasta que pase algo que nunca pasa. Recuerdo que esta película me defraudó especialmente; la compré original, en vhs y me costó un infierno poder verla entera sin dormirme. Es decir, con paciencia, en varias entregas. No me imagino el suplicio de quienes la vieron en el cine y no tuvieron la oportunidad de pararla y seguir en otro momento.

¡Ay!
¡Como añoro mi querido vhs, cuando dejabas una cinta parada dentro y minutos o días después seguías sin tener que pasar clips o capítulos!

Lo que sí es digno de reconocimiento es el trailer que se hizo en su momento. Estaba muy bien montado; realmente parecía que ocurriese algo en la película, que fuese una historia de criminales más o menos bien desarrollada. Y el título, la portada, todo indicaba que parecía un thriller en condiciones. Que lástima.

La degeneración del cine negro es una constante en la evolución del cine a finales del siglo XX y principios del XXI, y “Plata quemada” es una buena muestra de ello. La trama se enmarca perfectamente en el género policíaco y de gángsters, pero la forma en que discurre es absolutamente confusa. La propuesta no acaba de entenderse, y buena culpa de ello la tiene la ya usual combinación, no ya de géneros, sino de estados de ánimo y reacciones desproporcionadas de los protagonistas, que no llegan a conectar con el público, pues deambulan más cerca de la ambigüedad que de las emociones que presumen mostrar. Y al tratarse de una película de actores, y éstos no cumplir con las expectativas que se les exige por su casi íntegra presencia en pantalla, bien por un guión un tanto equívoco e impreciso, y por unos personajes poco convincentes, convierte a este film argentino en un simple ajetreo de emociones y contratiempos que poco tienen que ver con ese gran género tan reproducido e imitado, pero tan pocas veces evocado con auténtica gracia y serenidad.