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Críticas de Sito
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Críticas 56
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
9
18 de diciembre de 2015
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La nueva película de Star Wars es más vieja que nueva. Tiene nuevos, y viejos héroes, nuevos, pero reconocidos villanos, renovados, pero yavistos bandos en guerra, y sobre todo, una trama que calca casi punto por punto La guerra de las galaxias original. Es esto malo? Personalmente, pienso rotundamente que no. En el tiempo que vivimos de remakes y reboots, Abrams es garantía de éxito para hacer una película de fans y para fans. Nadie puede decir que el director no ha aportado su visión. Esta visión, la de una película que remite continuamente y sin disimulo a sus referentes, es su señal de identidad. Y esto no es malo. Se notan las influencias, los guiños, las referencias. Pero siempre desde una perspectiva de fan enamorado del material que trata. Y esto es muy importante. El amor en la elaboración de una película se nota, y si a esto se le añade talento y habilidad (Abrams no es uno de los mejores de su generación, pero seguramente conoce como nadie sus defectos) nos queda un film que cuida los personajes, que los hace interactuar, vivir y sentir con una naturalidad insultando, nos queda una ambientación fantástica, que nos devuelve al universo de Star Wars original, pleno de contrabandistas, tascas oscuras y malolientes, chatarreros estafadores y explotadores, y una mística en lo referente a la Fuerza muy bien encontrada y actualizada, bien lejos de los malditos midicolrianos. Nos queda una trama sencilla pero vibrante, unos conflictos familiares que, personalmente, me sorprendieron por su justo grado de profundidad, unos personajes, no me cansaré de decirlo, que son de los mejores trabajados de toda la saga. Mención espacial por Kylo Ren. Alejado convenientemente del prototipo de villanos actuales, o locos de atar o seguros de ellos mismos hasta la náusea. Nos encontramos con un malo con una inusual gama de matices muy bienvenida. Nos lo mereciamos, después de soportar Hayden Christiansen haciendo de Anakin (me sigo negando a que aquel flipado fuera Darth Vader). Es ésta verdad que respiran todos y cada uno de los nuevos personajes, y lo bien que encajan con los clásicos, lo que hace que la película emocione y fascine. Porque si bien nos han sacrificado casi cualquier posibilidad de sorpresa, no se ha sacrificado ni un pelo la capacidad de emoción y perplejidad ante una aventura mil veces vista (y no me refiero solo a Star Wars), pero siempre bienvenida. Como aventura fantástica y de ciencia ficción es muy buena. Como dispositivo nostálgico es impecable. No pido más.
Sito
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4
15 de diciembre de 2013
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Qué decepción se lleva uno cuando va al cine a pasar tres horas en otro mundo, a divertirse, a disfrutar, a maravillarse y a emocionarse, y se encuentra con lo que me encontré en la sala. Vista la primera parta, una película no carente de defectos, pero entrañable, divertida y, sobre todo, con un espíritu de aventuras pocas veces conseguida en la saga del Anillo, espeaba encontrarme con una "Desolación de Smaug" que fuera más y mejor, que siguiese el camino de la primera y se adrentara en historias secundarias que nos dijesen más sobre esta Tierra Media que Tolkien nos hizo imaginar y amar, y que a su vez conservara este espíritu de aventura de toda la vida, de ligereza y de humor que tan bien quedaba en la primera parte y que casaba perfectamente con el material literario de partida.

Esta segunda parte también se adentra en historias secundarias, muchas de ellas sacadas de la manga de los guionistas, pero lo peor no es eso, sino lo mal enfocadas que están al no saber encontrar en ningún momento el tono adecuado. Parte de la aventura de la primera entrega se diluye en una suerte de épica, trascendencia y oscuridad (con la manía de querer entroncar con la trilogía del Anillo) que no viene a cuento, porqué la historia no lo necesita, ya que realmente es una trama bastante sencilla y lineal. Así mismo, Jackson prácticamente elimina el humor (salvo alguna bienvenida excepción) de la película, reduciendo más de la cuenta el papel de Bilbo, pese a que Martin Freeman vuelve a estar genial interpretándolo (el mejor hobbit jamás interpretado en cine, eso está claro). Las tramas, pues, tanto las principales (que son dos) como las secundarias (que deben ser unas cincuenta) deambulan sin demasiado rumbo porqué no mezclan bien, no encuentran coherencia las unas con las otras, y salvo algún pasaje, no encuentran tono alguno que valga la pena. Quizá el tramo del Bosque Negro con las arañas, con una atmósfera claustrofóbica muy bien encontrada, y las partes que protagoniza Smaug, en las que Jackson mezcla con certeza humor, terror y peligro, sean las que mejor funcionan, precisamente porqué está muy claro las intenciones que tienen y el tono que usan. En las demás tramas, casi todo es solucionado de la manera más fácil y cobarde posible: con montañas de efectos digitales (algunos de los cuales no son dignos de Weta), con combates circenses de elfos contra orcos o con enfrentamientos mágicos muy cutremente realizados.

Sin embargo, la película tiene cosas positivas que la salvan de la quema y que permiten, pese a la casi constante sensación de decepción, que sea una película bastante entretenida. Hallazgos visuales como el Bosque Negro, la Ciudad del Lago, o el dragón Smaug, hacen que, como mínimo, encuentre alicientes estéticos, alicientes imposibles de encontrar en cuanto a ritmo, narración y tono. El apartado actoral es otro que se salva de la quema. Todos los personajes, pese a que algunos son directamente innecesarios, están interpretados como mínimo, con solvencia. Mención especial a Luke Evans, que encarna a un Bardo muy diferente a los héroes que encontrábamos en las pelis del Anillo, con una apariencia y un rollo más cercano a las clásicas pelis de aventuras que a la épica de ESDLA. Espero que con la tercera película (en la que el Bardo tendrá especial protagonismo) se vuelva a esta senda, la de la primera entrega, donde adentrarse a la Tierra Media suponía diversión y aventuras emocionantes y entrañables, y no sólo persecuciones y combates rellenos de CGI.
Sito
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9
8 de marzo de 2013
21 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
La intensa primera temporada de Sherlock destacó por la fantástica traslación de los personajes de Conan Doyle a la actualidad, sin que se diluyese su personalidad y regalándonos en el caso de Cumberbatch una de las mejores interpretaciones del personaje jamás vistas, con una réplica de Freeman como Watson muy efectiva. El capítulo final introdujo otro personaje clave, Moriarty, dejándonos colgados de un cliffhanger tremendo que nos emplazaba a la segunda temporada . Así pues, este primer capítulo tenía como primera misión la de resolver el cliffhanger, algo que hace de manera un tanto cachondeística pero que deja bastante satisfecho. Lo más importante es que se introduce un personaje clave, otro, del mundo holmesiano para resolver el meollo, y no es otro que la Mujer, Irene Adler, la única fémina que respeta Sherlock, y sobre ella gira el vibrante primer capítulo de la segunda temporada.

El capítulo es un paso adelante respecto a lo que se había visto en la primera temporada en todos los aspectos, con un mejor tratamiento de las tramas, un montaje para quitar el hipo y que se combina con la capacidad deductiva de Sherlock para crear escenas excelentes (la deducción de cierto caso desde su casa y su posterior explicación) y unos personajes con más profundidad, sobre todo en el caso de Holmes, con la llegada de este factor perturbador que es Irene Adler, que deja absolutamente fuera de juego al protagonista. Y es que si bien en el material original la admiración hacia Adler se intuía que era más intelectual que otra cosa, aquí se cambian levemente las tornas para mostrarnos un personaje que descoloca a Sherlock con armas que no son las suyas, en parte con la tensión sexual que aparece entre los dos, en parte por una determinación para conseguir sus objetivos que se equiparaa o superaa las del propio Holmes, pues ante todo es un personaje que lucha por sobrevivir con uñas y dientes en el turbio mundo en el que vive y está immersa. Todo ello aderezado con la coñita de los sms, situación que denota una vez más lo cómodos que están los creadores de la serie al introducir las nuevas tecnologías. Lo mejor de todo esto, sin embargo, es que la relación Irene-Sherlock evoluciona según avanza el episodio casi constantemente, con una habilidad por parte de los guionistas tremenda, que no dejan en ningún momento que la relación se estanque ni que caiga en lugares comunes. Prácticamente cada encuentro entre los dos personajes ofrece algo nuevo, añadiendo matices a su historia, apoyado todo ello por una interprtación por parte de los dos actores perfecta.

Por suerte, el capítulo no se queda solo en eso, y nos encontramos con una trama bastante intrincada y rebuscada, y sin embargo bien resuelta, con otro personaje secundario que adquiere más protagonismo que antes, Mycroft Holmes, que protagoniza escenas de una intensidad dramática sin parangón en la serie junto a su hermano por un lado y con Watson por el otro, además de ser clave para la trama. Si a eso le añades algún que otro guiño a la imagen clásica del personaje, con lo del sombrero de caza (símbolo del fenómeno mediático en el que se convierte, clara referencia al fenómeno literario y social en el que se convirtió el personaje desde su creación), partes cómicas bastante efectivas (palacio de Buckingham mediante y referencias implicitas a la família real), y alguna otra subtrama para definir aún más el personaje de Watson y su relación con Sherlock, nos queda para mí el capítulo más completo de la serie, complejo como él solo, repleto de tramas secundarias e interacciones cambiantes entre personajes. Al final, es la misma serie la que te regala la expresión perfecta para describir la pasión fanboyesca ante tan excelente revisión del personaje:

I’m Sherlocked.
Sito
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8
1 de febrero de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Escuchar las bandas sonoras de la filmografía de Tarantino, al menos un recopilatorio de las mejores canciones de ellas, es algo a parte de totalmente placentero bastante interesante. Mientras escribo esta líneas está sonando en mi Spotify la magnífica canción que introduce esta infravaloada película que es Jackie Brown, Across 110 Street. Precisamente Jackie Brown me viene de perlas para argumentar lo que tengo pensado decir. Y es que se intuye un cambio bastante importante entre las canciones que se incluyen en Pulp Fiction y Reservoir Dogs y las que suenan posteriormente, no solo en Jackie Brown. Dónde en las dos primeras todo era molonidad, coolness que dirían los yankis, tanto en Jackie Brown como en las posteriores se cambia el registro hacia algo más reposado, más “reflexivo” sin dejar de ser canciones enormemente sugestivas y alguna de ellas indudablemente molonas. Lo que yo percibo es que este cambio no se da solo en las canciones, que al fin y al cabo son (entre otros muchos elementos) el reflejo del alma de las películas de Tarantino. Si las dos primeras películas del de Knoxville destacan por lo divertidas, ágiles y graciosas que eran, a partir de JB la cosa cambia un poco y los personajes empiezan a ganar hondura, y las situaciones empiezan a dejar de ser sólo divertidas u ocurrentes y empiezan a ganar en tensión y en cierta gravedad, siempre desde este marco, este peculiar universo creado a partir de la cinefilia de videoclub de Tarantino. También a partir de este momento es cuando empieza una mezcla géneros mucho más descarada que en PF y RD, y que será desde este momento (sobre todo desde KB) seña de identidad del director. Me parece claro y justo decir que, de este modo, Tarantino no se durmió en los laureles del éxito de sus dos primera películas y evolucionó su cine hacia metas estéticas, y por qué no decirlo, éticas, morales y emocionales más complejas. Digo todo esto porque no encuentro justo que se le recrimine a Tarantino que se haya alejado de sus comienzos, cuando me parece que, sean mejores o peores las películas que haya hecho (que hay de todo), el tipo se ha arriesgado y ha hecho un cine nada acomodaticio y libre dentro de los cánones hollywoodienses. “Django desencadenado” es un paso más en esta evolución, y para mí que es la película más profunda y reflexiva que ha hecho jamás este hombre.

Y es que por raro que pueda parecer, Django desencadenado no me parece la película más “westernesiana” de Tarantino, más allá de la localización. Kill Bill v.2 y ciertos pasajes de Malditos Bastardos respiraban más western, sobre todo leoniano, que ésta, pese a un comienzo apuntando muy alto en ese sentido. Django se centra más en el territorio interior de los protagonistas que en el exterior, sobre todo en su excelente segunda mitad, y eso la acerca más quizá a Jackie Brown (película con protagonismo negro y homenaje al blaxpoltiation, como ésta) que a éstas. Así se aprovecha el momento histórico para tratar un tema que el cine americano no siempre ha tratado con la misma valentía que por ejemplo el holocausto judío: el esclavismo. Si en “Malditos Bastardos” Tarantino frivolizaba con la WWII, apuntando al Cine como factor modulador de la Historia y su difusión, en “Django desencadenado” va aún más lejos diferenciando muy bien lo que es la violencia pop típica en él y la violencia real, dolorosa, que sufrieron los negros por culpa de la esclavitud. En MB eso no era necesario al ser el trato contra los judíos un tema ampliamente sobado por Hollywood; Tarantino no lo siente igual con el esclavismo en EEUU. No hay nada divertido, pues, en ver a un negro devorado por unos perros, ni en ver al protagonista recibir latigazos, ni en encerrar a alguien en una caja metálica en pleno Sol sureño. Sin embargo, Tarantino no se escuda en esa crueldad para formar un discurso paternalista hacia los negros. Al contrario, aprovecha que ha dedicado media película a mostrar una al lado de otra los dos tipos de violencia (la “pop” es, indudablemente, la ejercida por Schultz y Django) para plantarnos el que sea probablemente el personaje más fascinante, perverso y malvado que ha creado jamás Tarantino, y no es ese simpático a la vez que odioso paleto interpretado magistralmente por Di Caprio, si no este cabronazo, ruin y maquiavélico personaje interpetado por Samul L. Jackson. Un personaje que cierra el círculo del discurso de Tarantino sobre la esclavitud en sun país de la manera mán incómodo e inconformista posible.

Al final, como no puede ser de otra manera, gana el Cine, la ficción, la “realidad tarantiniana” ante tanta crudeza y dolor, y lo hace a ritmo de rap, de chorros de sangre, y de una explosión cinematográfica sin igual. El resultado es una película magistral, una más, de Tarantino, una que además contrapone en la misma película (y no en las entrevistas dónde le hacen cada vez la misma preguntita de marras sobre la influencia de la violencia en la realidad) ficción y realidad histórica y las hace estallar para que formen un discurso hiperbólico, atrevido, extravagante pero ante todo sugestivo sobre el tema de la esclavitud.
Sito
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7
24 de enero de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si alguna duda tenía de que El Hobbit fuera a ser más de lo mismo creo tener claro al terminar el visionado de que no, efectivamente no estamos ante más de lo mismo. El Hobbitt tiene parecidos y diferencias con la trilogía del Anillo, como es lógico, y más al contar con Jackson en la dirección. Pero a la sensación de encontrarnos en el mismo territorio físico (y bien se encargan de recordárnoslo con la banda sonora) no se suma la sensación de pisar terreno cinematográficamente pisado, al menos no en ESDLA. El Hobbit carece de la épica y grandilocuencia de aquellas, y bueno es que así sea, partiendo del material que adapta. Nos encontramos con una aventura bastante más ligera y con gozosos toques de humor, cachondeo y camadería enanil. No termina todo en esto.

En términos de adaptación me parece que Jackson ha sido bastante más valiente que en la trilogía anterior. No digo con esto que aquellas me parezcan inferiores a esta, si no que Jackson se ha permitido licencias que no se permitía en aquella, y casi todas van en el sentido de centrarse en el detalle, en lo intrascendente, en lo cotidiano: canciones, comidas, historias, apuestas, concilios, etc. Todo esto va en detrimento de la fluidez de la aventura (con lo que muchos se aburrirán en según qué tramos) pero en cambio hace que los amantes de Tolkien y de la Tierra Media gocen, literalmente, como enanos. Y es que todo esto, el Misty Mountains, Radagst, la batalla de Moria, el concilio blanco (alguna de ellas no explícitas o que directamente no aparecen en El Hobbit) dota a la película de un carácter diferencial respecto a la trilogía del anillo.

Si a todo ello le añadimos varias de las escenas más hermosas, sensibles, emotivas a la vez que sencillas de toda la saga (al spoiler), una BSO con las reminiscencias justas a la trilogía pero con suficiente personalidad propia, toda la maravillosa parte de Gollum y a una interpretación de Martin Freeman que supera por bastante lo visto en cualquier otro hobbit, pues nos encontramos ante una entrañable, divertida y bastante emocionante película de aventuras, quizá un poco descompensada en cuanto a duración y con problemas de ritmo por lo explicado anteriormente, pero finalmente totalmente disfrutable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sito
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