“Yo solo conduzco” espeta el protagonista y pone un careto indescifrable, tan enigmático como el de Norman Bates, en el que no sabes si demuestra timidez o está perdonando la vida a su interlocutor, pero la verdad es que no solo conduce el conductor, pues al cabo de un ratito demuestra que también sabe repartir leña como un auténtico héroe de acción.

I es que sin duda el film gira alrededor de este conductor con doble vida, durante el día se dedica a trabajar como doble en películas de acción y por la noche explota su enorme talento con los vehículos para ayudar a los delincuentes con sus hurtos, pero se enamora de la chica equivocada y sin comerlo ni beberlo se ve envuelto en un follón con la mafia local.

I aunque la trama puede resultar simplista y un poco vacía, no puede condenarse como una tont película de acción, pues tiene algo más, aunque me cuesta descifrarlo; quizás sea una crónica negra en medio de una ciudad hipnótica donde la mafia al estilo Sorpano se las tiene con nuestro anti-hereo, quizás sea un retrato de un grupo de perdedores en apuros, quizás sea por su estética bien ejemplarizada por la chaqueta del escorpión o quizás sea por la exagerada pero eficaz banda sonora pero lo que es seguro es que disfruté viéndola.

Cronenberg parece no envejecer, cerca de 70 años me vuelve a sorprender, no es un viejo director que repite fórmulas que últimamente le han funcionado, se aleja del Thriller o de la violencia que tan buenos resultados le han dado en “historia de violencia” o “Promesas del este”, para adentrarse sin pudor en un fantástico drama psicológico.

El film se centra en retratar los lazos afectivos que Carl Justav Jung, Sabina Spielrein y Sigmund Freud tuvieron en el primer tercio del siglo XX, especialmente la tormentosa relación entre los dos primeros. La enfermedad mental, la pasión sexual, la admiración y la rivalidad profesional se entremezclan a través de sesudos diálogos sobre el psicoanálisis, que si bien pueden ser complejos, son perfectamente asumibles para un coeficiente normalito como el mío y altamente recomendable para los interesados en el tema.

La ambientación y recreación del espacio, la gente y el carácter de los protagonistas en relación a la época que les toco vivir es fenomenal, pero la extrema cortesía y educación en las formas de los personajes se transmite al resultado de la película, que resulta fría, pues no consiguió que generará en mi empatía con la suerte de los protagonistas.

En conclusión, un film brillante en forma, ejecución y finalidad pero fría en el resultado. Creo que Risto Mejide, utilizó el calificativo de “como un consolador” para valorar una concursante de operación triunfo que criticó en el mismo sentido

Lars Von Trier puede resultar provocador, prepotente y pedante y sus obras suelen ser pretenciosas, pero su visión cósmica del ser humano es revelador, cruel y absolutamente necesario en el actual mundo del cine, excesivamente invadido por lo palomitero y políticamente correcto. Sus polémicas declaraciones, no deben empañar una muy interesante carrera alejada del cine convencional, con cada película Trier azota nuestras bienestantes consciencias , y Melancolía es otro ejemplo.

A mi entender, Melancolía plantea la actitud humana ante la muerte, i por ende ante la vida a través de dos hermanas de personalidades antagónicas; Justine perturbada, inestable, apasionada pero cruelmente sincera con el mundo que la rodea, y su contrario Claire, controladora, protectora, y temerosa ante el destino trágico de su familia.

Melancolía es muy poderosa y en la medida que se acerca a la tierra para destruirlo, embruja a sus dos hermanas, hasta que al final las dos hermanas invierten sus papeles, Justine encuentra la paz y la felicidad, mientras que su hermana se desmorona. El trabajo de Kirsten Dunst y Charlotte Gainsbourg en la interpretación de las hermanas es impresionante, y no resultaría extraño que se dediquen a coleccionar premios en los próximos meses.

Procedente de “la Masia” del cine catalán, l’ESCAC, Kike Maíllo se arriesga y después de varios años dedicados a la publicidad, se atreve con una gran producción de ciencia ficción, un loable intento para superar algunas barreras del cine local, pero se queda en esto, en intento, y a pesar de mis mejores intenciones no acabo de engancharme a una historia a la que le falta garra.

La trama es floja y no da para mucho, pondera más el drama amoroso que la ciencia ficción, pero se queda cojo en ambos estilos: Àlex (Brühl), un genio de la robótica, es contratado para diseñar un revolucionario prototipo de niño robot, para ello deberá volver a la ciudad de la que 10 años anteriores huyó y en la que dejo cabos sueltos con su examante y su hermano que ahora deberá encarar. A pesar del prometedor inicio y de la potencialidad de la historia, la falta de punch provoca, que poco a poco, vayas perdiendo interés con la suerte de los protagonistas.

Gran parte de la culpa la tiene el reparto, los actores no parecen los adecuados para los personajes que deben interpretar, a Brühl le falta madurez necesaria para hacer creíble sul personaje y Marta Etura tampoco está a la altura. Especialmente Penoso es el papel de Eva, trabajar con niños es siempre un hándicap para cualquier proyecto, y esta película es un buen ejemplo. Tampoco es demasiado afortunada la interpretación cómica de Lluis Homar, si bien de cuando en cuando consigue arrancar alguna sonrisa.

Para no ser tan duros con la obra de Maíllo, cabe felicitar por la estética retro-moderna; un mundo donde tecnología y humanidad conviven sin exageraciones, muy razonable aunque a veces poco verosímil.

La apruebo con un 5, más por voluntad de premiar el intento que por convicción en su resultado. Al fin y al cabo, Spilberg, intento algo parecido con IA, y personalmente su producto me resultó bastante más aburrido.

Con cada film Balagaró se consolida como el gran gurú del terror español y su filmografía va completando todas las especialidades; zombies, casas malditas,.. Ahora aterriza y da toda una lección de Thriller psicológico al más puro estilo Polanski.

El protagonista, César, es un portero de un bloque de pisos del eixample barcelones cuya enfermiza personalidad le impide ser feliz y trabaja con esmero para que los que le rodean tampoco lo sean, su reto es derrumbar la vida de sus vecinos, especialmente la vitalidad de Clara, la disponibilidad de las llaves de los pisos le permite introducirse en sus casas, sus vidas, conocer sus interioridades y saber donde puede hacer más daño.

Sin duda, el director juega con el espectador al ponerlo claramente al lado de César, sintonizando con el mal, sufriendo cuando sus planes se tuercen o están a punto de pillarle.

La presencia de Tosar ante las cámaras, como en anteriores ocasiones, es magnética, su maldad es contagiosa; Si Balagaró se está convirtiendo en un especialista del terror, Tossar se está convirtiendo en un experto actor el mal; Malamadre, Te doy mis ojos. Debería preocuparse? Que ven los del casting en las cejas del actor?.

Sin embargo y por desgracia, su compañera, Marta Etura, no está a la altura y su actuación ayuda aún más a empatizar con el malo.