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España España · LA CORUÑA
Críticas de migfersaav
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Críticas 114
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
12 de mayo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces se habla del infernal rodaje de esta gran comedia, que es una adaptación del éxito teatral de Samuel Taylor. Pocas veces se dice que uno de sus protagonistas, Bogart, odiaría la película desde el primer día de rodaje, hasta su estreno en 1954, siendo una de sus últimas películas, pues en 1957 murió de cáncer.

Antes de empezar, cabe señalar que Humphrey Bogart cobró alrededor de 200.000 dólares por su interpretación, William Holden cobró alrededor de 80.000 dólares, y Audrey Hepburn no llegó a los 12.000 dólares por interpretar a Sabrina, a pesar de que eclipsa a todos los demás actores, mediando entre Holden y Bogart, a pesar de los ataques de este último.

El director, el genial Billy Wilder, le ofreció primero el papel de Linus Larrabee a Cary Grant (49 años), que lo rechazó poco antes de empezar el rodaje, porque le parecía que era demasiado mayor para compartir pantalla y romance con una Audrey Hepburn, que en aquella época tenía 24 años. Ante la negativa de Grant, Wilder tuvo entonces, la desafortunada ocurrencia de ofrecérselo a Humphrey Bogart (54 años), a pesar de que el curtido actor tenía más edad que Cary Grant, y aparentaba ser incluso mayor, aunque según su agente, a su favor jugaba el hecho de que todo el mundo conocía su relación con Lauren Bacall, a la que le sacaba 25 años.

Bogart aceptó el papel por recomendación de su agente, a pesar de su falta de experiencia en comedias (no había rodado ninguna hasta aquel momento), y las dudas que generaba en Paramount, que no tenía nada claro que Bogart pudiese encajar en aquel papel.

No se conoce muy bien cuál fue exactamente el detonante del disgusto de Bogart, descontento con el guion y la película, ni la causa de los celos que sufría, el desprecio y los continuos enfados y ataques hacia el director Billy Wilder, y hacia los otros actores principales de la película (William Holden y Audrey Hepburn), pero el rodaje se convirtió en un infierno desde el primer día.

La buena relación entre Wiliam Holden y Audrey Hepburn (que mantuvieron un romance durante el rodaje), su incipiente fama y la complicidad entre ambos (que se aprecia perfectamente en los planos que ambos comparten), así como el divismo de Wilder, hicieron pronto mella en Bogart, acostumbrado a que la mayoría de los directores con los que trabajaba se mostrasen humildes ante él, manteniendo un comportamiento grosero, hosco y apático, mostrándose poco implicado en la película.

Así, ya el primer día de rodaje, Bogart invitó a tomarse unas copas en su camerino a una parte del equipo, excluyendo expresamente a Wilder, Holden y Hepburn, ante lo cual los tres se juntaron por su cuenta para tomar unos martinis, sin invitar tampoco a Bogart. Cuando unos días después hicieron extensiva la invitación a Bogart, este la rechazó, por no haber sido la primera opción de Wilder para interpretar su papel en la película, y por no haber sido invitado el primer día a la sesión de martinis por el célebre trío.

Así, y ya a partir de ese primer día, fueron constantes las quejas, los comentarios despectivos y zahirientes de un Bogart que, con un carácter huraño, afrontó el rodaje con desdén, despreciando a sus compañeros y boicoteándolos continuamente.

Wilder y el coguionista Ernest Lehman, se vieron obligados a reescribir el guion mientras rodaban cada día, lo que forzó situaciones de nervios, y llegó a ser necesario que Audrey Hepbrun fingiese una indisposición a petición de Wilder, para poder ganar media jornada extra y continuar la reescritura del guion sin molestar a Bogart.

De hecho, WIlliam Holden y Humphrey Bogart eran ambos consumados alcohólicos, y aunque Bogart lo llevaba y disimulaba algo mejor que Holden, bebía como un cosaco. Sin embargo, en una ocasión en la que Holden no estaba en buenas condiciones para el rodaje, pues se mostraba débil y tembloroso, incapaz de formular sus diálogos correctamente, recibió las burlas de Bogart, que le acusó de haberle dado a la botella, lo que desencadenó una fuerte pelea entre ambos actores, exigiendo un sobreesfuerzo de sus maquilladores, para que no se notasen los estragos de la pelea.

De hecho, unos diálogos modificados por Wilder y Lehman, hicieron que Bogart se encarase con el director, y lo ridiculizó, alegando que parecían escritos por su hija de siete años, llegando a insultar a Billy Wilder, llamándolo "ese hijo de puta nazi", comentario hiriente, cruel y de mal gusto, ya que Wilder era judío, y había perdido a su madre y a su suegro en Auschwitz.

También Audrey Hepburn tuvo que soportar el mal carácter de Bogart, pues continuamente le recriminaba que no tenía talento y que no sabía actuar, y en una ocasión en que olvidó una de sus frases, Bogart aprovechó para tomarla con ella, diciéndole que debería de salir menos por las noches, y estudiar más en casa, lo que le sentó bastante mal a la actriz.

Quizás esta sea la causa de que durante toda la película, Bogart nunca parece empatizar con ninguno de sus compañeros de rodaje, y la mayoría de las veces, nos da la sensación de no entender cómo puede estar Sabrina enamorada del insulso Linus.

Otro de los problemas del rodaje, es que Bogart solía escupir mientras hablaba, un defecto desagradable, que además volver loco al responsable de fotografía, Charles Lang, que trabajaba hasta la extenuación para evitar que la iluminación revelase este problema de Bogart, trajo de cabeza a Wilder, obligándolo a que le pidiese a la ayudante de vestuario de Hepburn, que estuviese preparada con una toalla tras cada toma.

Ya acabada la película, Edith Head ganó el único Oscar de la película, por el mejor vestuario en blanco y negro, sin dedicar una palabra al modisto Hubert de Givenchy, que no aparecía en los titulos de crédito, cuando era sobradamente conocido que los diseños de los vestidos los había realizado el modisto, por encargo expreso de Audrey Hepburn (a partir de entonces. Audrey Hepburn exigió que el diseñador figurase siempre en los títulos de crédito por contrato).
migfersaav
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7
4 de mayo de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seré muy breve. Para que una película de este tipo funcione, es indispensable que haya mucha química entre los actores principales. Y sí, la hay, a borbotones. Mucha. Y eso engrandece esta película.

Una deslumbrante y carismática Anne Hathaway, que hace un papelón, y un Nicholas Galitzine soberbio y espectacular en su papel, hacen de una historia aparentemente simple y poco atractiva, una película que es todo lo contrario. Hay electricidad, hay magnetismo, hay pasión, hay amor, hay momentos para la alegría y la diversión, y momentos de emoción y sentimiento. Sorprende el grado de profundidad que consigue la película, a partir de un inicio plano, que me hacía pensar en la típica comedia estúpida y sin argumento, que caería en todos los tópicos ... y puede que lo haga. Hay varios tópicazos, pero el director los trata con tanta elegancia, tanta ternura y de forma tan brillante, que cuando cae en ellos, los pisa y los reduce a polvo.

Anne Hathaway lo borda. Te la crees. Su coprotagonista, Nicolás Galitzine, consigue algo que parece imposible, estar a su altura, darle réplica, y ser incluso capaz de robarle algún fugaz plano a una Anne Hathaway desatada. En realidad, ambos actores comparten el protagonismo casi por igual (aunque Anne Hathaway está un pelín por encima), con unas interpretaciones electrizantes, desplegando muchísimo carisma, de tal forma que impresiona la química que comparten ambos a lo largo de toda la película, rematado con una secuencia final hermosísima y cargada de sentimiento.

¿Tiene pequeños fallos? ... sí, los tiene, pero son tan pequeños, tan insignificantes, que casi no reparas en ellos. Su inicio, lento y algo inseguro, es quizás la peor parte. Pero luego remonta a lo bestia, poco a poco, con un gran final.

Mucho talento tiene su director. Se nota en los planos, en el cariño que pone en desarrollar a los dos personajes principales, y dotarlos de alma y sentimiento. En el debe, quizás, lo poco que pintan en la pelicula los actores secundarios, muy poco desarrollados, aunque el director consigue arrancar algo de cada uno de ellos en el momento preciso.

Una película muy distraída y romántica.
migfersaav
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6
4 de mayo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una serie que se ve en un suspiro: 4 episodios dura la primera temporada. Una narración demasiado apurada que se ambienta en la Inglaterra de Enrique VIII, nos presenta una historia misteriosa de asesinatos en un monasterio, en la que unos actores decentes (especialmente el siempre solvente Sean Bean, y un Anthony Boyle muy brillante) hacen lo que pueden por sacar a flote una historia cogida con pinzas, en la que se pierden muchísimos matices y detalles, y que trata de emular en esta primera temporada, el éxito de El nombre de la rosa, aunque esta serie está muy, muy lejos (a una distancia sideral), de la genial película de Jean-Jacques Annaud.

La serie adapta la primera novela del tristemente fallecido, C. J. Samson, pero su representación en pantalla, solo rasca sobre la superficie, carente de toda profundidad. No ayuda que sean 4 capítulos, porque la serie se ve forzada a ir a toda velocidad, sin pararse en detalles, ni intentar dar contexto o perfilar a los diferentes personajes de esta acelerada historia, que quedan completamente desdibujados, como si fuesen un decorado. Todo transcurre tan rápido, que a veces produce una risa involuntaria, ante el devenir frenético de la historia, que apenas explota el potencial de la misma.

El guion y el director, apenas dan unos brochazos gruesos para perfilar al actor principal, un poco expresivo Arthur Hughes que interpreta al abogado Matthew Shardlake, y menos aún para su ayudante, un brillante Anthony Boyle, que sin embargo, con un papel aparentemente menor, consigue que su interpretación destaque sobremanera, y es capaz de sacar petróleo de su rol, siendo su interpretación, lo mejor de la serie.

Sin embargo, y esto es lo bueno, la serie se deja ver, y aunque el desarrollo sea a trompicones y de forma muy dispersa y precipitada, lastrada por su corta duración, nos hace seguir la historia hasta la resolución del misterio.

Al final, la serie es un pasatiempo ligero, que quizás con algo más de detalle y cariño por la historia y sus personajes, podría haber sido una buena y más atractiva serie. Se deja ver, pero cuando acaba, te quedas con una cierta sensación de insatisfacción, por el descuidado resultado del producto y su narración dispersa. Sin embargo, a la vez, es lo suficientemente atractiva, para que sientas curiosidad por saber que les deparará el destino a los dos protagonistas principales, y que nuevos misterios les esperan.
migfersaav
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4
22 de marzo de 2024
17 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Comparada con este remake, la película original de 1989, interpretada por Patrick Swayze y Kelly Lynch, parece una puñetera obra maestra, cuando está lejos de serlo. La película original, no era ningún prodigio, pero se dejaba ver, y al menos tenía un guion original y coherente, y era un producto disfrutable y original, con unos personajes muy bien definidos.

Esta película quiere ser diferente a la original, y fruto de ello acaba convertida en un bodrio sin ideas, sin trama, con unos personajes mediocres y mal definidos, cuyas apariciones en la película rozan el absurdo, dentro de una trama incoherente y deslavazada, que nunca te crees, y que parece cortada y montada a machetazos, donde varios de los personajes que aparecen no tienen apenas influencia en la trama y sus hilos argumentales no se desarrollan en lo más mínimo.

Estamos ante una película mediocre, desangelada, en la que nunca te crees a Jake Gyllenhaal en su papel de portero del garito de turno. Al director parece importarle un pimiento el argumento, la historia y sus personajes, y prima por encima de todo un espectáculo visual, con una fotografía demasiado luminosa, que rehúye los ambientes oscuros, más típicos de los locales de carretera. Al final, el director solo se dedica a exhibir los musculitos (y el culo) de unos macarras Jake Gyllenhall y Conor McGregor, y sus ridículas peleas, olvidándose de la historia que debería subyacer en la trama, un hombre duro, que ejerce una profesión dura, y que trata de hacer su trabajo y proteger un local de carretera, del que quiere apropiarse injustamente y por la fuerza, un hombre rico y poderoso.

El problema es que se esbozan diversas tramas, pero todas resultan inconsistentes, inexplicables o sin ningún sentido. Incluso nos intentan colar un atisbo de trama sentimental, metida con calzador, rebuscada y absurda, en la que no te crees a Daniela Melchior, ni al bueno de Jake Gyllenhaal, y en la que los dos protagonistas parecen sentirse ridículos.

Además, casi se abandona por completo la trama del bar, que parece ser una excusa para que su protagonista se convierta en una especie de boina verde ridículo, con conocimientos hasta en explosivos, y cuya única habilidad parece ser la de dar mamporros a diestro y siniestro, aparentando que no le gusta hacerlo, y que su pasado le atormenta.

En cuanto al reparto, pocas veces se puede ver la falta de definición de tantos personajes en una misma película. Se abren varias tramas, y no se desarrolla ninguna. La película está llena de mensajes vacíos que se convierten en eslóganes sin contenido alguno, llena de un montón de ideas sin el más mínimo desarrollo, todas ellas envueltas en unas peleas que la mayoría de las veces rozan la autoparodia.

Vemos a un desenfrenado Conor McGregor, hacer el papel de un descerebrado macarra, que le va como anillo al dedo. Lo malo, es que se nota demasiado que no es actor y carece de dotes para tal menester, y solo es capaz de lucir un único registro de macarra desquiciado-alucinado. Evidentemente no voy a discutir sus dotes para la lucha, pero como no sabe actuar, desde el principio hasta el final su personaje resulta grotesco.

El CGI es penoso. Y las peleas y las acrobacias, producen absoluta incredulidad e incluso malestar. Me revuelvo en el sillón varias veces, viendo las acrobáticas y desmesuradas piruetas aéreas del protagonista y los villanos de turno (por llamarles de alguna manera, por que son más dignos de lástima que otra cosa), y todo ello, viendo a un actorazo como Jake Gyllenhaal, malgastar su enorme talento en este subproducto.

Los malos de esta película, Billy Magnussen y Conor McGregor, en la película parecen un un par de payasos con ínfulas de actores, que sin duda podrían aprender algo de la magnífica caracterización de Ben Gazzara, como el villano de la película de 1989.

Con estos mimbres, es difícil crear algo mínimamente coherente. A sabiendas de ello, el director opta por camuflar la falta de guión, con la vistosidad de las peleas en las que aparece Conor McGregor, y con explosiones e inverosímiles acrobacias aéreas, en las que vemos saltar por los aires a los protagonistas, que se recuperan milagrosamente de aparatosas y mortales caídas, como si no hubiese pasado nada.

Tan absurda es la trama, que podrían haber caracterizado a Jake Gyllenhaal como un ex boina verde, y el resultado hubiese sido seguramente más creíble. Por lo demás, la trama del bar, parece más una excusa, para poder decir que es un remake de la película de 1989, que una parte necesaria del argumento de esta historia.

Se echa mucho de menos el magnífico papel secundario de Sam Elliot en la versión de 1989, que daba mucha profundidad a la película, y que han borrado de un plumazo.

Lo dicho, esta versión es una absoluta mediocridad, indigna de su director, un perdido Doug Liman, que es incapaz de definir una trama o un personaje, en las 2 horas que dura la película.

Lo peor, es que todo apunta a que se acabará rodando una segunda parte. Pero conmigo que no cuenten. Voy a ver si veo otra vez la original de 1989, con Patrick Swayze, para quitarme el mal gusto que me ha dejado esta chorrada.
migfersaav
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7
9 de marzo de 2024
29 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena serie, con un buen reparto y una trama interesante, que mezcla cosas de Layer Cake, y las películas de Guy Ritchie, Snatch. Cerdos y diamantes y, con el mismo título de esta serie, The gentlemen: los señores de la mafia que, todo hay que decirlo, son las tres muy superiores a esta serie.

Pero eso es lo bueno y lo malo de esta serie. Lo bueno, porque es una serie bien hecha, con una trama interesante y un reparto que, en general, está a muy buen nivel. Lo malo es que, Guy Ritchie se copia a sí mismo, y si has visto todas o alguna de las tres películas antes referidas, esta serie te va a sonar a algo ya conocido, y la trama se desvela fácilmente, mucho antes del final.

Aún así, se disfruta de una experiencia de buen cine, porque Guy Ritchie ha rodado algo parecido a una película de 8 horas, en la que sólo el protagonista principal desentona, un Theo James que no da la talla en el papel principal. Aún así, la serie tiene un inicio que te engancha, pero adolece de una notable falta de ritmo, que se acentúa en los últimos capítulos, en los que el guion toma atajos fáciles y malas decisiones, malogrando lo conseguido hasta ese momento.

Además, la serie se deja ver con agrado, y el reparto (a excepción del sosísimo Theo James), hace que sea una experiencia muy agradable y original. Una deslumbrante Kaya Scodelario da un paso más, para demostrar que está a la altura de mayores metas, lista para saltar definitivamente a la gran pantalla. Nunca defrauda, y borda un papel complejo, lleno de matices. Su papel es, junto a Vinnie Jones, lo mejor de la película. Vinnie Jones tiene un pequeño papel, pero su calmada actuación, deja poso y un muy buen sabor de boca. El resto del elenco está muy bien en sus papeles, con unos Giancarlo Esposito y un Ray Winstone encasillados en unos papeles que no están bien definidos y que están llenos de clichés, pero que suman más que restan a la trama, por lo que se agradece su aportación. También luce espectacular una Joely Richardson, que borda su papel.

El principal lunar, como decía, es un Theo James que no está nunca a la altura, y que pone siempre la misma carita de niño guapo, incapaz de imprimirle carácter a su personaje, y que se nos acaba atragantando.

Por lo demás, es una serie muy disfrutable e interesante que, a pesar de incurrir en múltiples clichés, no por ello es menos interesante, y te engancha desde el principio. De hecho, el final es coherente con la trama, y aunque cierra la trama satisfactoriamente, incluso deja una puerta abierta a una segunda temporada.
migfersaav
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