Tiene la calidad de estas películas donde, incluso varias horas después, incluso después de una noche, la emoción y la fascinación están intactas... Sigo en ello y estoy teniendo problemas, o mejor dicho, no quiero salir...
Ya, el inmenso virtuosismo de la fotografía... Filmada en 35 mm, la imagen tiene la misma calidad aterciopelada y el mismo color de los recuerdos. No los recuerdos de las fotos, no, los recuerdos de nuestros espacios íntimos. Este es el elemento que nos atrapa desde los primeros segundos de la película, nos advierten: a partir de ahora todo serán sólo sensaciones.
Seguimos el personaje de Adam, un autor en fase en blanco (benditos aquellos que nunca han experimentado este vacío abismal y terrible), interpretado brillantemente, brillantemente, extremadamente brillantemente por el actor de teatro y ahora de cine Andrew Scott que, con este papel, borra para siempre el del “cura caliente” que lo había hecho famoso fuera de los decorados del teatro. Él es nuestro vehículo.
Es a través de Adán que toda la historia se desarrollará, como al límite, con delicadeza, con dulzura, en suspenso. Todo habla sólo de un retorno al amor. “El amor es la luz que ahuyenta las tinieblas”. La banda sonora también es increíble, especialmente para cualquier niño sensible que viajó por la tierra de la infancia de los años 80/90...
No voy a hablar de la historia para no estropear la diversión que tendréis viéndola. Además, como ya he leído aquí, intenta escapar de toda la información para sumergirte, libre de todo prejuicio, en esta excepcional aventura cinematográfica.
La química entre los personajes, Adam (Andrew Scott) y Harry (Paul Mescal, el amante perfecto, por supuesto “mantendré a los vampiros lejos de tu puerta”) especialmente, es increíble. Con una fluidez, una naturalidad, una ternura, una belleza que no estamos nada acostumbrados a ver en el cine.
Quiero volver a verlo, volver sobre los pasos, estar atento a todos los detalles... mejor aún, quiero borrarlo de mi memoria para revivirlo.

En el apogeo de su fama, Steven McRae, un brillante bailarín principal del Royal Ballet de Londres, se lesionó el tendón de Aquiles y se desplomó en el escenario. Su carrera parece haber terminado. Sin embargo, tras 2 años de ausencia, acompañado de sus entrenadores y el equipo médico de la empresa, sigue un programa especial para volver a su máximo nivel. A pesar de la adversidad, Steven McRae tiene la intención de volver a los escenarios y volver a bailar los papeles más prestigiosos del repertorio.
STEVEN MCRAE es una estrella en Inglaterra. Creció en Australia, en los suburbios de Sydney. Sus padres son mecánicos y su padre es un fanático de las carreras de resistencia.
Es un niño pelirrojo, enclenque, tímido. Se evoluciona en este mundo de coches, carreras de coches, olores a petróleo, de motores rugientes... Incluso se imagina convirtiéndose en piloto un día porque ama la velocidad. Pero, al ir a ver a su hermana en una clase de baile, tiene una revelación. Como una llamada. ¡Quiere bailar!
"Fue la primera vez que me sentí así. Fue extraordinario y no quería que terminara. Nunca. Bailar era libertad".
Diez años después, a los 17, ganó el premio de Lausana, el concurso más importante de baile para jóvenes bailarines. Al final de la competición, el director de la prestigiosa escuela "Royal Ballet"de Londres le pidió que fuera su alumno... Se mudó a Londres donde trabajó duro hasta convertirse en el bailarín estrella.
El cineasta lo conoció un poco por casualidad en 2011 y el proyecto de hacer una película sobre el bailarín quedó en su cabeza durante mucho tiempo...
Llegó el momento cuándo Steven se lesionó, un tema tabú en los círculos de baile. La idea del documental está ahí y Steven está de acuerdo. Intercambian, se conocen, simpatizan.
El rodaje, sin vergüenzas y sin pudores, profundiza en la intimidad y la sensibilidad de Steven sin hundirse jamás en el voyeurismo.
Steven Carrell muestra y cuenta la fragilidad de la vida, la vulnerabilidad de un hombre pero también su capacidad para volver a levantarse con esta historia fuerte, con poderosas fuerzas narrativas y temas dramáticos dignos de una ficción:

Me gusta encuadrar a la altura de los hombros o dejar el marco vacío alrededor de un personaje. Filmar líneas muy gráficas para dar amplitud a la imagen, cuestionar y sobre todo acentuar la idea de que no contamos una historia como cualquier otra."

Algunas escenas de entrenamiento o baile en las cuales "Steven Mcrae está solo son increíblemente bellas y no tienen nada que envidiar a "Black Swan".

Por cierto, si pensabas como yo que los bailarines clásicos son todos flacos, te sorprenderá: "Mcrae" se parece más a un jugador de rugby, todo en músculos y potencia.

Evidentemente la banda sonora de la película es fundamental y evidencia las emociones (Hay música sinfónica obviamente pero también cuarteto de cuerda y electrónica)

Este documental es todo un hito que recomiendo muchísimo aunque no sepas nada de danza clásica, lo que es mi caso.

Es una (tele)comedia estadounidense dirigida en 1988 por "Paul Schneider para "Buena Vista Television", luego distribuida por "Walt Disney Home Video". Téngase en cuenta que es el mismo año que "BIg" de "Penny Marshell" con "Tom Hanks" que con una trama diferente trabaja exactamente la misma idea.
Nótese también una historia muy similar con el mismo cambio de edad mágico y un título casi idéntico aparece en la película de 2004 "14 Going on 30", obviamente muy inspirada en este télevisivo.
Entonces, ¿qué se puede esperar de un pequeña comedia de finales de los 80?
Me gusta mucho "Big" y cuando comencé a ver esta (por error pensando que era otra película...) pensé que iba a dejarla al cabo de 10 minutos.
Pues bien, a pesar de tener 60 años y pese a mi lado cinéfilo cerebral, constato (con gusto) que no he perdido mi alma infantil y su capacidad a maravillarse:
.Cualquiera que haya estado enamorado no correspondido de alguien completamente inalcanzable, como un profesor o alguien mucho mayor, encontrará esta película particularmente conmovedora.

Al igual que muchos estudiantes de secundaria, a quienes les hubiera encantado tener la oportunidad de dirigir su escuela durante una semana: cambiar uniformes, quitar tareas, introducir media jornada, etc.

Danny está perdidamente enamorado de uno de sus profesores, pero sabe que podría hacerlo. Nunca la conseguirá, no sólo por la diferencia de edad y el hecho de que él es su alumno, sino también porque está saliendo con el entrenador de la escuela secundaria. Como por arte de magia, se convierte en adulto (pero todavía con el cerebro de un chico de 14 años) y comienza a cortejarla.
Es una pequeña fantasía poco exigente, dulce y agradable y ciertamente un poco tonta... Sin embargo, mi sonrisa no me abandonó durante una hora y media.

Hay una buena dosis de optimismo, dulzura y corazón. Es divertida y cálida.

Si "Vice Versa", "De tal padre, tal hijo" o "Big" (obviamente), películas sobre niños que mágicamente se convierten en adultos no te atrajeron, esta no es para ti.

No está hecho para un análisis de la intriga ni para una lección de cine. Pero si puedes suspender tu incredulidad lo pasarás bien.

El descaro del director, J. Nolot, por lo que muestra (sexo masculino furtivo en una sala de cine porno), merece respeto. Desde un punto de vista puramente cinematográfico, la originalidad del dispositivo resulta interesante. Filmar a un público de cine durante una proyección, durante la duración de una película, es una forma de puesta en abismo que nunca antes había visto. El aspecto autobiográfico (incluso ficcionado), el testimonio sobre el miedo al sida, la familia, el paso del tiempo... es conmovedor. Nolot logra mantener una especie de modestia, para evitar el patetismo. El único inconveniente es que la historia de seducción a tres (con la cajera y el joven proyeccionista) no es muy creíble. Una película entrañable, que se puede vincular a todo el cine de autor francés inspirado en el porno (Vecchiali, Breillat, Bonello, etc.).
Prefiero, sin embargo la sexualidad radiante del "Shortbus" de Cameron Mitchell.

Los dos adolescentes se vuelven más cercanos cuando se dan cuenta de que tienen la misma pasión, es decir, escribir fanficcion, pero no cualquiera, ya que son principalmente historias homoeróticas (donde dos enemigos espaciales se embarcan en una sexualidad gay desenfrenada y muy divertida).
“Clay Liford” llevó su proyecto hasta el final, logrando en particular, gracias a la ayuda de los internautas, adaptar a la gran pantalla lo que inicialmente era un cortometraje y convertirlo en algo realmente bueno.
"Slash" no es sólo una película sobre este universo, lo admito, bastante desconocido para mí, es sobre todo una película sobre los que se quedan atrás y sobre el autodescubrimiento con "Neil" que hace muchas preguntas sobre su sexualidad. (¿heterosexual muy indeciso, bi gay, queer? todas las posibilidades están ahí desde el principio...).
Gracias a Julia, que es su contraria, se descubrirá a sí mismo, se afirmará y ganará confianza, en particular publicando sus trabajos en Internet.
La pequeña particularidad de la película que la hace destacar es que cuando se cuenta una historia dibujada por "Neil", ésta se pone en pantalla (como si la tira cómica cobrara vida), lo que le da "estilo" a las escenas. decorados y vestuario de apoyo, eróticos pero en espíritu sólo porque sigue siendo una película convencional sin imágenes no suaves.
Es una buena película, bastante original y a veces divertida, con bastantes referencias y personajes entrañables, una historia de mayoría de edad y de descubrimiento sexual honesta, empática, con un toque de autodesprecio y lo justo de audacia.