¿Dónde está lo divertido en este insulto a la inteligencia de una hora y cuarenta minutos? Otra vez una película precedida de críticas elogiosas que me hacen perder el tiempo de cabo a rabo. Un humor sonso, mediocre, con actuaciones de pacotilla como la del subnormal tartamudo. Lo único que vale la pena son los breves segundos en los que podemos ver a Jamie Lee Curtis-una actriz con cara de chica que no mata ni una mosca- cambiándose de vestido ya que tiene un cuerpo de aquellos. El resto es una seguidilla de gags dignos de peliculita de trasnoche, una estética que resulta prehistórica- si terminé fijándome en ella es porque el resto de lo visto no vale ni medio centavo-, humor remilgado, de ese que se disfraza de interesante sin serlo. Espero que pronto esta crítica llegué al último puesto ya que sólo allí he encontrado las opiniones que me acercan a ver un buen cine y así pueda alumbrar a algún desprevenido.

El problema de sustentar el 90% de los gags o chistes en las diferencias idiomáticas o de pronunciación hace que esta película, fuera de su país de orígen, valga menos que un chicle pegado en el suelo. Resulta que en el norte de Francia vive gente que habla distinto, arrastrán la lengua de otra manera, son más campechanos, qué sé yo, el asunto es que los franceses del sur- gente más refinada, supongo- no entiende nada cuando los escuchan. Y ocurre que a un tarado que trabaja en la empresa de correos lo sancionan enviándolo a trabajar al norte. Entonces se supone que uno debe reírse porque el tipejo no entiende nada de lo que le hablan o porque el lugar es de una hostilidad tan cruel que llueve de vez en cuando y hace un poquito de frío. Todo es simple en esta historieta. Actuaciones normales tirando para mediocres, personajes que encarnan el cliché-ese tipejo que tiene 35 y vive con la mamá dominante ya está podrido de tan visto-y bromas sin sabor al por mayor. Todo esto podría pasarse, pero lo que molesta es ese tono quejoso falso, ridículo y pueríl que hacen que el cambio que sufre el protagonista sea más predecible que el alza del petróleo. Basura en estado puro. Lo más chistoso es que esta película sea la más vista en Francia. Me río a carcajadas. Películas así me hacen pensar que sería necesaria la instauración de la guillotina para los creadores de semejantes patadas en el bajo vientre.
Si quieren ver una comedia francesa decente recomiendo "la cena de los idiotas", de humor universal y diálogos entendibles.

Estamos ante la mejor y más extensa actuación de Bill Murray, un tipo que no sé por qué no es modelo de alguna marca de cremas faciales. El trío de Wilson, Brody y Schwartzman resulta impresionante. Tal es su compenetración que para parecer hermanos la genética se adelantó y les regaló unas narices de antología. En cuanto al tema, que bueno es saber que existen productores desinteresados, gente buena que nada contra la corriente y que no se guía por las modas. Otra cosa es que ahora casualmente todos quieran viajar a la India en busca de un esquivo trocito de espiritualidad. Qué Road Movie, señores! Tiembla pequeña Miss Sunchine; pierdete en el olvido "Thelma y Louise", porque llegó la película de viajes más innovadora de todos los tiempos que resuma creatividad en cada uno de sus poros y que se da el gusto de homenajear a otros filmes. Nada de robos. Sólo sinceros honores como, por ejemplo, el final en el cual se recuerda la maleta del "turista accidental".
Si esto no les pareció gracioso. Entonces no vean este bodrio.

A esta película- retrato brutal del sistema social y educativo escoces de los setenta y que en realidad podría ser cualquier país de sudamérica, Estados unidos o Europa- se le critica el abrupto cambio que sufre el protagonista como si fuera algo inverosímil. Estoy seguro que los mismos que arrojan piedras, al ver películas como el Batman de Tim Burton ni se inmutan ante un villano como el Joquer que es psicópata porque se le da la regalada gana. A esos críticos los invito a vivir con un padre golpeador y borracho, a estudiar en un colegio donde te juzgan por las burradas que hace un tiempo hizo tu hermano y donde tu aguda inteligencia es un estorbo, donde el horizonte es más chato que pulga de enano y les aseguro que hasta un futuro Einstein terminaría fumando porros y resolviendo sus problemas a golpes. Esto es un peliculón. Salpicado de excesos, pero un peliculón. El epílogo sin duda me parece una alegoría innecesaria- ya sabemos que todos esos críos están a su suerte en un sitio peor a la selva ya que en esta última los animales sólo matan para comer y no para acumular u ostentar- . La actuación del protagonista me parece notable. Sabe cambiar de registro, de un tipo tímido y estudioso a un matón de barrio, de manera creíble. Tiene algo a Gerard de Pardieu y eso le da una sólida capacidad de adaptarse a los cambios que experimenta. Indudablemente estamos ante una película violenta y esto porque sabemos que la historia pudo ser cierta, porque no tan lejos de nuestras casas o quizás terriblemente cerca se incuba otro delincuente y no educado, aunque no queramos verlo.

Batman es un héroe de acción por lo que para su interpretación se requiere de un actor en forma, ósea, sin calvicie prematura, no tantas arrugas, una estatura que al menos logre intimidar a un rufián de calle y un poquito de actitud de tipo dispuesto a solucionar las cosas por la fuerza cuando la razón se fue de paseo. Todo esto le falta en el señor Michael Keaton, un horror de Batman. Ahora, si la idea era rememorar a Adam West con su estómago adiposo y cero credibilidad Tim Burton lo ha logrado. La película, que gastó cerros de plata en su realización, se apega a la caricatura, con un Jack Nicholson sobre actuado y cliché- se ríe a carcajadas cuando realiza un crímen, realiza bailes ridículos mientras destruye las pinturas de un museo- Dios mío, ojalá nunca más permitas semejante derroche de mal gusto. Tim Burton está sobrevalorado o esta película es un traspié, mejor dicho, una caída de hocico al suelo en su carrera cinematográfica.
PD: Kim Basinger está fenomenal. Sólo eso vale la pena.