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España España · Madrid
Críticas de Fendor
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Críticas 123
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
25 de febrero de 2018
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El nuevo trabajo de Don Hertzfeldt es —como ya lo fueron en su día cada nueva parte del tríptico denominado finalmente como It’s Such a Beautiful Day o trilogía de Bill— un cortometraje que continúa las andanzas comenzadas por Emily Prime hace 2 años en World of Tomorrow y que está disponible para todo el mundo en la web Vimeo, con el título de World of Tomorrow. Episode Two: The Burden of Other People’s Thoughts, manteniendo en la nomenclatura alguna que otra referencia a la ciencia ficción.

Porque World of Tomorrow (o Mundo del mañana) —cuyo conjunto, sumando las dos partes, ahora llega a los 38 minutos de duración— es una película de animación que mezcla ciencia ficción y fantasía y a ello suma las características y cada vez más conocidas dosis de humor de Don Hertzfeldt —para su bien y el de sus seguidores, que anteriormente tuvieron que contribuir en un crowdfunding para poder poseer algo del material creado por él (en versión original)—. Una especie de post-humor que se recreaba en la incomodidad y en los detalles, en sus inicios, y que no deja de ser, en realidad, el sentido del humor y la forma de ver la vida de una persona en concreto. No una persona cualquiera, claro, porque ha sido capaz de desarrollar su trabajo libre de las ataduras de grandes estudios y siempre acompañado de la libertad creativa máxima que puede conseguir un cineasta, posiblemente (o eso hacen creer los visionados de sus obras anteriores).

World of Tomorrow. Episode Two: The Burden of Other People’s Thoughts, como continuación de World of Tomorrow, carece de la sorpresa inicial de la primera respecto al argumento, pero continúa indagando en la articulación de la memoria y los recuerdos, y sobre todo en su importancia y en la capacidad que tiene en nuestro crecimiento personal y humano. La idea de que retener tanto o tan poco, y que lo llamemos experiencia, no sólo nos define, sino que nos convierte, desde un punto de vista existencial, en algo único, sin serlo, e igualmente perecedero (para lo alegre y lo triste, que con el tiempo tienden a converger en un mismo y extraño sentimiento). Lo que nos diferencia de algunos seres vivos, por ejemplo, unido a la razón, y de cuya mezcla, a menudo, surgen la mayoría de cuestiones psiquiátricas (memoria + lógica aparente).

Eso omitiendo en los 22 minutos de metraje la capacidad para tratar todo ese proceso vital (y más allá) desde una óptica que relaja el tono y hace desatar alguna carcajada y varias sonrisas. Gracias, una vez más, a la sobrina del autor, que de nuevo pone voz a Emily Prime, y a Julia Pott, la ilustradora que da voz al resto de Emily’s adultas (réplicas de la versión original, y de quien recuperan sus recuerdos). Del mismo modo que ocurría en la primera parte, World of Tomorrow. Episode Two: The Burden of Other People’s Thoughts está construida sobre una base de diálogos improvisados con su sobrina y una exploración del medio digital para la animación (World of Tomorrow fue el primer trabajo de animación de Don Hertzfeldt realizado por completo por ordenador), creando así un universo único, especial y memorable, una vez más (y con este ya son unos cuantos en su haber).
Fendor
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Un mundo sin sol
Documental
Francia1964
7.2
62
Documental
6
19 de septiembre de 2017
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuaderno de bitácora, 19 de septiembre de 2017. Reseña de Un mundo sin sol (1964), de Jacques-Yves Cousteau. Alternativa para Jacques (2016), de Jerôme Salle.

01:00 P.M. Anotaciones previas:

Nuestro amigo Jacques Cousteau falleció hace 20 años, en el verano de 1997, hace dos tercios de mi vida, pero me acuerdo perfectamente de él como de otros nombres del documental de entonces… como si, después de todo, les hubiera prestado atención y me marcaran. ¿Qué queda de él y su legado hoy? Cuando era niño (yo), la estantería del salón estaba repleta de cintas de vídeo VHS, en su mayoría de la(s) serie(s) de David Attenborough, aunque también de algunas menos cintas del Mundo submarino (1966) de Cousteau. El resto del espacio estaba ocupado por la enciclopedia de medicina, el diccionario enciclopédico Larousse y algún que otro álbum de fotos familiar. ¿Qué queda de todo aquello? Ahora es digital.

¿Qué queda de una persona que obtuvo tanto espacio en las estanterías de la gente de los 90 con un trabajo realizado décadas antes?

02:39 P.M. Preámbulo:

Después del gran éxito y de la atención mediática que le supuso y generó El mundo del silencio (1956), Cousteau prescinde de la colaboración de Louis Malle y dirige en solitario —como ya hizo en el 43— Un mundo sin sol, la secuela espiritual de su primer largometraje, y la que le abrió las puertas del documental para televisión definitivamente, de donde ya no se movería en los siguientes 10 años de su carrera, todos ellos de una factura impresionante incluso vistos hoy.

02:46 P.M. Documental:

Si el lector de hoy ha tenido a bien leer la reseña de El mundo del silencio disponible en esta página, se habrá dado cuenta de un detalle: lo locos que estaban todos los tripulantes del Calypso y allegados. Si bien su tarea de divulgación era bien clara y no daba lugar a dudas, tanto como su interés y aprecio de la mar y su naturaleza, lo que sorprendía, a nuestros ojos actuales, era la falta de aprecio o respeto por la vida animal, a pesar de ser en sí misma una de las primeras reivindicaciones ecologistas realizadas en el cine.

He ahí la principal diferencia que se atisba en Un mundo sin sol, que no es solo un documental sobre el mundo submarino, sino un acercamiento más serio y más técnico a la vida de los que investigan ese mundo y del mundo que investigan, cámara en mano y omitiendo (la mayor parte de) las conversaciones preparadas como parte del empeño por mostrar el día a día de ese barco, del batiscafo, de la jaula y de la propia profundidad del mar.

Una vez dispuestos, con toda la información necesaria, por fin podremos descender, cual nave espacial hacia el espacio, entre comunicaciones nave a nave, con extraterrestres tan curiosos como los propios oceonautas. Un Gran Hermano donde tienes que tener bien puesta la cabeza para soportar lo que conlleva imaginar estar casi en la nada, vivir en gravedad flotando, y en soledad (de camaradas); en pura monotonía, salvo cuando tienes que nadar. Reflejos terrestres de una existencia marina, poco más, para estudiar el comportamiento animal y para descubrir nuevas especies, si hace falta. He ahí, al final, donde este documental se gana el interés, en esas imágenes magnéticas, casi vacías, a pesar de su belleza y rareza.

Como tal, resulta tan interesante como El mundo del silencio, una extensión complementaria que, de ver, te puede llevar a enloquecer y a enardecer por esa vida, la que llevaba toda esa tripulación, con toda esa presión (en sentido literal, más que figurado). A mí me sigue dando tanto miedo como la primera vez, sabiendo de la fragilidad de la pureza del aire bajo el mar, sin necesidad de valorar hasta qué punto algunas situaciones son reales o ficticias/preparadas, precursoras de documentales posteriores que también han estudiado el comportamiento animal. ¿Cómo puede relajar tanto algo tan asfixiante? Y al mismo tiempo.

03:12 P.M. Legado:

La mayoría de biografías realizadas sobre personajes relevantes de la Historia contemporánea suelen centrarse en su vida personal, a pesar de ser reconocidos mundialmente por su trabajo. La vigencia de Cousteau, a nivel de estudios o fundaciones, parece seguir viva, aunque en nuestros televisores poco quede ya de él (la mayoría de su trabajo, en cualquier caso, se puede encontrar en internet). Sin embargo, la vía que él abrió, profesional y espiritualmente, ha servido para que otros siguieran su camino, descubriendo, estudiando y protegiendo la vida animal y sus entornos. O eso esperamos.

Da la sensación de que, durante su época, la que correspondió con la etapa más prolífica de su carrera, no existiera nadie más que Jacques Cousteau dentro del mar. Han pasado muchos años y con ellos han mejorado la tecnología y las mentalidades (en teoría), pero las ideas y los guiones parecen mantener el mismo estilo y argumentos, ayudando a dormir siestas a millones de personas (y quién sabe si creando sueños en ellas).

03:29 P.M. Comida.
Fendor
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6
21 de octubre de 2016
10 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
A veces uno ya no sabe cómo debe ver películas, o abordarlas, si con el chip de lo políticamente correcto o en modo aceptación, y no ver en los actos un mensaje encubierto de las cosas (o verlo como algo especial y por tanto excluyente, que también puede ser). A un chico le gusta otro y por ese motivo le empieza a hostiar en clase; el otro entiende bien de qué va su compañero y también decide liarse a palos con él. Y así es como surge el amor, rompiendo tópicos y alguna que otra crisma. Serán cosas que se hacen cuando tienes 17 años, peleas que no son palizas, juegos de niños y otras soluciones verbales de menos de un minuto para problemas algo más reales (ajenos a esta cinta francesa).

El cine francés tiene un gran mérito: puede estar una hora y media sin contarte nada relevante y alargando lo que tú ya sabes que debe acabar pasando, para que en la última media hora se salve todo el metraje de algún modo extraño e impreciso —casi se diría que injustificado y caprichoso— y te haga levantarte de tu asiento con una sensación de haber visto una película más o menos aceptable y hasta haber sentido todo lo que te pedía que sintieras. Sensaciones, lamentablemente, que no duran demasiado tras el abandono de la sala, y cuya lección de vida es inexistente.

El otro día escuché, o leí, a un experto en Internet (¿?) diciendo que a los usuarios de Internet no les gusta que divagues con tus contenidos, que lo que ellos quieren es leer algo muy concreto sobre un tema y después volver a su WhatsApp a divagar con sus amigos con las fotos de unos penes negros. Me pregunto si todo eso se podría trasladar al cine (y en general al resto de la vida), y de repente descubrir que todas las conversaciones que uno tiene no te las escucha nadie, porque en realidad están pesando que eres un pesado que no dice lo que tiene que decir en un minuto y ya, a callar después… en el fondo porque a pocas personas les gusta el silencio al estar con los demás, y acaban por sacar temas muy obvios y también muy cortos (que de tal simpleza no dan para divagar con nadie).

André Téchiné tiene más de 70 años y puede que todas estas preocupaciones le importaran un carajo, tanto ahora como antes. Es probable, pero al dirigir Cuando tienes 17 años ha hecho justo eso, una película de adolescentes (quién sabe si también para ellos) que divaga haciéndonos creer que está desarrollando una atmósfera perfecta para el desenlace, pero lo único que hace es empequeñecer su obra en todos los retazos en los que no vemos a Sandrine Kiberlain, cuyo personaje carece de importancia respecto a la trama, pero cuya actriz la hace más grande (la trama), y por eso el hecho de que al final ella cobre importancia (e intensidad) salva lo que hasta entonces era una sucesión de ruptura de tópicos —en muchos casos ya rotos— sobre la adolescencia y la homosexualidad, sujetos a un romance que nunca acaba de arrancar, tan sólo a divagar por la pantalla hasta que un golpe de (mala) suerte nos lo soluciona todo (excepto a Kiberlain).
Fendor
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6
15 de octubre de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ciertos hechos se repiten en las dictaduras, sin importar la época o ideología, y es la facilidad con que hacen desaparecer a las personas más incómodas para su régimen, gracias a seres humanos capaces de matar a otros por mandato superior, culpables de expresar en palabras ideas de libertad y pensamiento crítico. Ese fue el caso del poeta y activista indonesio Wiji Thukul, desaparecido desde 1998, presuntamente secuestrado a la edad de 34 años por militares adeptos al Orde Baru (nuevo orden) del Presidente Suharto, mientras el mismo sistema se hacía más y más insostenible y llegaba claramente a su final, después de que gobernara durante décadas en Indonesia, usando sin reparos la represión contra cualquier persona que se opusiera a él, y en especial en esos últimos años.

Thukul es el personaje protagonista de la ficción Solo, Solitude (presentada en la Sección Oficial del Festival de Locarno de2016), que muestra sus últimos meses de existencia conocida, desde el momento en que aparece en una lista de personas contrarias al Gobierno y que le lleva a ocultarse en casas de amigos y desconocidos, obligado a abandonar Yakarta y huir a Borneo (mientras su mujer e hijos eran vigilados a diario en su hogar), hasta uno de los últimos momentos en los que fue visto con vida, siendo en realidad un retrato pausado, lírico y silencioso de la soledad forzada (Solo, también Kota Surakarta, es el lugar aquí profético donde nació Thukul, aunque en versión original el título significa Descansad palabras, o Palabras de descanso, según la fuente que lo traduzca al inglés, título tomado a su vez de un poema original del autor), una cinta artísticamente muy definida, también desde un punto de vista social y político, que ofrece al espectador de Occidente una historia poco conocida, tratada con delicadeza y profundidad, que nos ayuda a recordar el poder perturbador que las palabras y la poesía pueden tener en cualquier sociedad.

Solo, Solitude puede que no sea más que un homenaje al poeta (y una reivindicación), por su importancia, pero también al resto de personas que lucharon por una nueva forma de libertad; un homenaje humanizado, que no expone esa lucha, sino que muestra la lucha interior de quien se ve obligado a, no sólo vivir sin libertad, también con miedo y en cierto modo abandonado a pesar de los apoyos. Por eso tal vez se trate de una película que no es película sino poesía, una poesía visual sencilla y centrada en la vida cotidiana que no es nada de eso en realidad, que se rebela (como la escrita por su protagonista) contra el poder cuando entiende que este se corrompe, una poesía que no se centra en la belleza, sino en obtener resultados contra la desigualdad y las injusticias que se producen debido a un régimen autoritario. Solo, Solitude, de la mano del director y guionista Anggi Noen, recuerda que la libertad que se respira hoy en día, en muchos países (y no sólo en Indonesia), es el resultado de la lucha y de las vidas de muchas personas.
Fendor
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6
26 de agosto de 2016
19 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace un rato estaba confuso, pero no me refiero a la confusión que me genera el mundo actual y todas sus contradicciones; no es porque en los medios se hable sobre lo malos que son algunos países occidentales prohibiendo el burquini, criticando esa opresión o apoyando esas prendas de vestir en aras de la libertad de decisión del individuo, ni porque a la vez todas las películas que veo últimamente y hablan sobre la falta de libertad de la mujer (o que dejan claro el poco valor que tienen en su sociedad), tengan a mujeres vestidas con esas mismas prendas. Tampoco estaba confuso por todas las explicaciones culturales que se dan para unas cosas y que para otras se evitan. No, porque, de hecho, películas como 10 años y divorciada dejan claro que el burquini es sólo un debate sobre un tema superficial que bien podría hacer de prólogo a otros problemas culturales, sociales y políticos mucho más profundos a los que la sociedad (francesa en ese caso) tendrá que hacer frente en las próximas décadas, y que serán un producto ineludible de su “multietnicidad”. No, porque además el tema de 10 años y divorciada ocurre en Yemen y no en Occidente. Estaba confuso porque, leyendo opiniones sobre esta película (y después de haber recibido un par de mensajes que criticaban mi opinión sobre La estación de las mujeres), pasé por un periodo de incomprensión, hasta que lo he comprendido todo:

Me he dado cuenta de que lo importante de una película es su mensaje y sus intenciones, y no la calidad de su dirección, ni su guion o la calidad de las actuaciones (para mí algo que, antes de ver la luz, era clave para llegar de verdad al espectador de forma duradera). Por eso, en lugar de hablaros de 10 años y divorciada (un melodrama tirando a regulero, y sin embargo la mejor película del año), os dejaré con esto:

1. Si os interesa la historia, existe un libro escrito entre Nujood Ali (protagonista real de la historia) y Delphine Minoui.

2. La niña (ahora joven) se merece un monumento, equivalente antiguo de lo que aquí ahora entendemos como retuits (y más duradero a menos que alguien lo derrumbe).

3. Espero que esta película conciencie a quien más tiene que concienciar (el hecho de su producción ya parece ser un paso adelante), y que estas cosas dejen de ocurrir allí y en todas partes. Eso sí, sabiendo lo que hizo el padre con los royalties del libro de su hija, no sabría qué decir.

4. El mundo está lleno de [insulto inclusivo], pero sobre todo de perversidad.

5. Lo que se ve en pantalla y lo ocurrido en la realidad son los equivalentes de la barbarie en forma humana; no hace falta añadirle más tintes dramáticos que sacan de la historia más que introducirte en ella. Y menos si luego añades un final que aprobaría el Danny Boyle más oscarizable (y que tan criticado fue por eso). Me parece que con algo de auto-tune incluso.
Fendor
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