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Críticas de Razumikhin
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Críticas 49
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
3
19 de mayo de 2024
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cameron y Colin Cairnes revientan de ganas de hacer algo originalísimo y rompedor. Con un guion que parece escrito por una ameba de fumada máxima (menudo ojo los de Sitges...), los hermanos australianos se estrujan los sesos para servirnos el film definitivo, el horror nunca visto, los misterios de lo oculto, la quintaesencia del mal. ¿Resultado? Fracaso y gordo: un engendro que reúne mal reunidos todos los clichés del cine de terror contemporáneo.

¿Serie B? Serie F y si te pillan en un día tierno. Lo de la serie B no puede ser excusa para sobrevalorar un producto calamitoso que tiene poca comedia, muy poco suspense y ningún susto. ¿Será esa la clave para que una peli que provoca cero miedo sea aclamada como obra de terror? ¿Que no dé miedo?

La peli no empieza mal y engancha rápidamente con su atrevida propuesta que recuerda a Network (1976). Una voz en off exagerada nos introduce en el set de rodaje del late night setentero que presenta Jack Delroy, brillantemente interpretado por David Dastmalchian, sustento y auténtico punto fuerte del film. Seremos testigos de algún gag ingenioso antes de que los elementos de humor vayan dando paso a lo sobrenatural. Y aquí es cuando la peli pierde el Norte y se convierte en un desfase tremendo.

Desde que aparece el terror a mitad del metraje, nos encontramos con un collage hecho con los cuernos, donde el uso del “Found Footage” te hace recordar sorprendido” The Blairwitch Project (1999)” con sentida morriña, donde puede aparecer la casa de Amytiville, la niña del exorcista echando rayos por la boca, el matrimonio Warren o el perro Pluto que te da igual, porque ya te esperas cualquier cosa de esta mezcolanza infecta, de este bodrio nauseabundo. Los efectos son paupérrimos y las actuaciones de los secundarios lamentables, bochornosas. ¿Que se ha hecho aposta? Pues muy bien, un truño buscado, pero truño al fin y al cabo.

¿Gore? Por supuesto, que no falte. Ya se sabe que en estas pelis malas hay que enseñar vísceras para que se entienda que son de miedo. ¡Ah! Y mete unas sectas, que también dan yuyu. ¿Satanismo? Claro. Y Nixon, Nixon acojona a un muerto.

Ver esta peli causa menos turbación que visitar el estanque de los patos, espanta más el abrazo de un oso amoroso. Da menos canguelo que ver llover, provoca menos alarma que Espinete con unos globos. Pierdan el tiempo en cualquier otra cosa. Es más apasionante dar de comer a las tortugas y más provechoso tomar el sol. Mala, mala. Coronada por un final absolutamente incomprensible que acaba por volarte la sesera. Un auténtico disloque.
Razumikhin
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7
21 de abril de 2024
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando los cerdos vuelan, hay que refugiarse bajo los cipreses, porque viene lluvia del Norte. ¿A que parece que la frase precedente dice algo?

Prepárense con Quimera para una ducha que empieza helada y termina en la temperatura justa de confort, para las ideas y el arte personalísimo e intransferible de Rohrwacher.

La directora italiana es una artesana del cine experimental. Se ha estudiado a Fellini, De Sicca o Antonioni, pero lo que realmente le gusta es el surrealismo Tarkovskyano. Como ella es muy original también, se ha puesto a copiarlos. Experimenta con los nombres de los personajes buscando parábolas que quedan cojas. Experimenta con verdades alocadas y mentiras acertadas, con sencillas sinestesias. Experimenta con la fotografía, que resulta barroca, de trazo grueso e infantiloide. Experimenta con la música ecléctica y los silencios “dogmáticos”. Nada no visto ya mil veces antes.
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Toda sentencia es susceptible de ser revisada. Todo juicio de valor, de ser repensado y toda crítica de ser reescrita. La esperanza es lo que no se pierde nunca.
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La directora italiana coquetea con temas que resuenan fugazmente primero y profundamente después en el espectador: vida y muerte; pasado, presente y futuro de un ser humano, de Italia, de la Humanidad toda. La Roma que fue y la Etruria que ¿pudo ser? Amor y pérdida. Gloria y luto. Malo conocido y bueno por conocer. Familias que se eligen o que agarrotan. Alas cortadas. Juegos con y sin premio. Amistades errantes y duraderas. El sueño eterno y la quimera de lo que somos o necesitamos ser. También las quimeras que tuvimos donde descansamos placenteramente y desgastan ya los elementos, la memoria frágil… Hasta un hilo de feminismo adulto hay en este arte bien artesonado y construido con gusto y detalle.

Continuamos nuestra estructurada divagación y reconocemos finalmente que las paradojas están finamente buscadas, que la lírica está hábilmente conseguida. Que en la memoria hay olvido, en la fealdad hay belleza, en la ficción verdad, vida en la muerte y que hemos caído en el embrujo de Alice, que como conejo blanco nos invita a su madriguera mágica donde somos aplacados, seducidos e ilusionados.

Una película que es mucho más que la suma de sus referencias. Un apreciable tostón si te metes en el ajo y no te picas demasiado. Razones hay para las dos cosas.

Todas las incoherencias están buscadas por la autora, pero pueden resultar abrumadoras o inconexas si no terminas de entrar en la sugerente tumba abierta por la italiana. A veces las reglas locas del surrealismo arrojan más luz que otras narrativas más convencionales. A veces una buena copia sí resulta tremendamente original. Ese es el experimento que nos regala Alice.

Gracias por tu verdad, por los recuerdos evocados, por los caminos sugeridos, por esta Quimera tuya que hacemos nuestra.
Razumikhin
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7
31 de marzo de 2024
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
De Polanski sabemos muchas cosas: Que es un director capaz de lo extraordinario: ahí están Chinatown o el Pianista. También sabemos que sus películas más “profundas” suelen salirle más flojas: el quimérico inquilino o el bebé de Rosemary son buenos ejemplos de que Polanski falla cuando se pone trascendente.

En lunas de hiel, nos topamos con el gran cínico que admiramos, envidiamos y extraditaríamos sin pensar si de nosotros dependiera. ¡¿Se puede ser más cabronazo?!

Y no lo digo por sus hazañas personales, de las que no soy gran entendido. Lo digo porque la luna de miel que le hace pasar a Hugh Grant a bordo del transatlántico con destino India y la renovación de un amor que a los 7 años está ya herido, si no muerto, desprende certero ingenio, desasosegante ironía y una mala baba que no se les conoce ni a las orugas procesionarias.

Con la factura de una peli erótica de madrugada, el genio de Varsovia nos regala una disección bizarra y puñetera del amor y del matrimonio en el que el despolle o descoño están asegurados. El caso es perder las nociones de sexo y amor.

No quiero contar mucho de la trama, pero que sepan que, entre hermosas tetas regadas en leche entera, hermosísimos traseros por los que cualquiera mandaría a la mierda a la parienta, imposibles escaladas sexuales de meritoria falta de orgullo y sensibilidad y una preciosssa (léase como Golum) historia de celos patológicos, Polanski nos acerca a la verdad de la monotonía, a la cobardía de la vida cómoda y rutinaria que todos hemos podido llegar a sentir con una pareja. También al furor de lo nuevo, de lo prohibido y lo salvaje.

Con un humor satírico, mordaz, hiriente y catártico, Polanski nos manda al rincón de pensar, donde nos descojonamos como hacía tiempo no lo hacíamos.

Todas las historias de amor empiezan igual. Aquí, una que termina reguleras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Razumikhin
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3
10 de marzo de 2024
23 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Elena Martín guioniza, interpreta y dirige una película que parece autobiográfica. Traumas sexuales nacidos en la infancia, aumentados en la adolescencia y consolidados en la madurez. Mejor os lo cuenta ella misma:

Me pica el coño una barbaridad y la gente no me deja rascármelo a gusto. Si por mí fuera me tiraría toda la vida frota que te frota. El problema es que empecé con esto de la vulva demasiado pronto y ahora necesito un rastrillo para sacarme la calentura.

En la peli os cuento mi vida. Es un coñazo, literal. Pero es mi coñazo así que me da gustito comentaros por qué es particular, por qué no se moja cuando llueve, como el de las demás.

Mi coño está conectado a mi piel, a mis padres, al mar y al mundo en general, así que, si os hablo mucho de él, acabaréis por comprenderlo todo. Comprenderéis que es el falocentrismo lo que me tiene jodida. Todos y cada uno de los tíos de mi vida han pensado sólo en su rabo y nada en lo mío y, francamente, me parece injusto. ¿Qué hay de lo mío?

El caso es que yo no tengo la culpa de nada. Ni soy una salida, ni una guarra, ni una zorra, casi ni soy. Si acaso un pececillo arrastrado por las olas, o, más bien, florecilla al albur de la Tramontana...

Creatura es una película que algunos califican de intimista, sensible y hasta necesaria. Lo cierto es que el espectador no empatiza con los traumas sexuales de la Mila/Elena, no se cree su somatización enfermiza y falsa (desconocida en el manual de enfermedades mentales) y sospecha que va dirigida a alimentar el resquemor entre hombres y mujeres, aprovechando que el concepto vende y capta subvenciones. Ver creatura es una experiencia desagradable, aburrida y autolítica.

Gustará (hasta mucho porque técnicamente es buena: actuaciones excelentes, buena fotografía, buen montaje a base de flashbacks que nos retrotraen a la infancia y adolescencia de la protagonista) a gente que apuesta por la coñocracia, una Sociedad de Responsabilidad Limitada, en la que las mujeres están a verlas venir y a merced de sus circunstancias. En el debate nurture/nature, 100% nurture y 100% mala educación (en este caso sexual).

Así como quien no quiere la cosa, Elena nos presenta a unos gorilas franquistas que se ve que son la fantasía última de las catalanas de pura cepa, novios que no miran a su novia a los ojos cuando follan, incluso cuando son requeridos para ello insistentemente y un chaval al que no tocaría nadie ni con un palo partiendo el bacalao en la pista del peor garito del mundo y que cree que el mundo femenino le debe unas pajillas, por lo menos.

Si eres hombre, no imites los comportamientos masculinos de esta peli. Está feo no, lo siguiente. Si eres mujer, pues tampoco. Vamos, digo yo que no habrá que copiar lo feo ¿no?

Y hablando de copias, todo lo bueno de esta creatura estaba ya en Persona de Bergman y a mí, particularmente, no me gusta el sucedáneo de caviar.

Si me apuran, se aprende más sobre sexualidad femenina con la mítica “La galaxia del terror (1981)”. Sí, la del pulpo espacial más cariñoso y golosón.
Razumikhin
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Pearl Jam: Do the Evolution (Vídeo musical)
Vídeo musicalAnimación
Estados Unidos1998
7.4
1,442
Animación
8
29 de febrero de 2024
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé mucho de música, así que decidan ustedes si les emociona. No soy crítico de arte así que decidan ustedes si la animación es buena. No soy historiador así que decidan ustedes si esto es relato o realidad.

Lo que no puede ser es que esta puta maravilla no tenga más que una crítica en la página.

Parece además de lo obvio, un retrato psicológico y sociológico del ser humano, pero no me hagan caso, una vez maté a una vieja cuando me apetecía sacarla a bailar.

Como mi mamá es mágica, me ha concedido esta canción. Espero que no sea demasiado rencorosa con quienes la llegamos a odiar de tanto quererla.
Razumikhin
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