Es imprescindible para ver esta película hacer un apagón digital, apagar el móvil, el wifi, y luego bajar las persianas y sentarse en el medio del vértigo diario para ser consciente de tí mismo. Cambiar tu rol y vaciarte la mirada para volver a mirar.
Maravilla hipnótica que no quieres que se acabe nunca. Es un poema multisensorial por las tierras altas del Tibet donde la música de Warren Ellis y Nick Cave se acopla con las imágenes de una forma simétrica y bellísima. Los planos y las fotografías se suceden y lo único que puedes hacer es dejarte arrastrar hacia la deriva, hacia la poesía, hacia lo impenetrable. En este viaje, un fotógrafo y un escritor, de la mano de una directora, te van a mostrar todo un tratado sobre la paciencia. Hacedme caso, no os la perdáis. El poso que deja durará.

Una maravilla. Un dulce y terrible extrañamiento. Es un poema multisensorial donde el aleteo de un pájaro encaja con el atardecer o con el dedo de ella recorriendo en la penumbra iluminada los contornos de un mapa del mundo. En noventa y dos minutos se demuestra empíricamente que el infinito cabe en la estepa de Kazajistán.

Una maravilla de principio a fin. Es un viaje irrechazable hacia el mundo interior de Cuadrado Lomas y la llanura cósmica castellana. El lienzo y el paisaje se van pintando como una forma de trascender. Fotograma a fotograma se aprecia, casi se puede tocar, la honestidad del pintor. Nos cuenta, nos enseña cosas que casi siempre valen la pena. A veces con un silencio suyo (hay unos cuantos y memorables) se derrumba el último palomar de Castilla y se vuelve a levantar. Van pasando los minutos y no quieres que acabe.