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6.8
32,477
10
24 de marzo de 2019
24 de marzo de 2019
10 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya 20 años, tras ver en el cine "Todo sobre mi madre" (1999, Pedro Almodóvar), que me di cuenta que tenemos en nuestro cine un director con una sensibilidad extraordinaria a la hora de crear historias y trasladarlas posteriormente a la pantalla. No era la primera película que veía de él, pero si fue la primera en que me sentía ligado de una forma especial a esta persona. Ahora, tras ver su última película "Dolor y gloria", esa conexión se ha multiplicado de forma exponencial, ya que la emoción que me ha proporcionado su visionado, ha sido quizás la mayor que he experimentado en una sala de cine.
Salvador Mallo (Antonio Banderas) es un director de cine que se encuentra en el otoño de su experiencia personal y profesional y cuyo éxito como tal, no impide que su vida en este momento preciso, sea un calvario tanto físico como emocional. Su cuerpo le produce un dolor constante, al igual que su mente, por lo que se refugia en los recuerdos de su infancia con su querida madre, mientras se propone corregir, quizás de forma inconsciente, alguno de los errores de su pasado.
Almodóvar se desnuda por completo delante del papel, transformándolo posteriormente en imágenes en movimiento, para mostrarnos su vida tanto pasada como actual, sus sentimientos, sus pesares y alegrías, sus comienzos y finales. Todo un torrente emocional que se transmite al espectador mediante una serie de escenas plenas de verdad, de esas que te parece estar viviendo junto a los actores que ves en la pantalla.
El resultado es una victoria absoluta del director manchego, una de las películas más hermosas, emocionantes y sentidas de nuestro cine pasado y presente. Una historia, la suya propia, narrada de una forma inteligente, original, sensible en grado superlativo, desnudando su alma en la pantalla y creando una oleada de sensibilidad que arrastra al espectador hacia una isla mental en la que no le queda más remedio que replantearse su propia vida.
"Dolor y gloria" se convierte en un acto de contrición propia y ajena, buscando no tanto la enmienda, como expulsar de dentro de sí gran parte de los demonios que le acechan en las largas noches de insomnio. Un acto creado a partir de unos recursos narrativos de una excelencia pocas veces vista en una película. La manera sutil en la que se van hilando los diferentes recuerdos de su infancia y madurez, disolviéndolos entre las escenas de su vida actual, sólo se puede calificar de gloriosa. El director demuestra tener un control total del arte de la dirección cinematográfica, controlando el tempo de la película de forma magistral y llevando al espectador por donde él quiere que vaya.
Las escenas tienen un ritmo pausado, con silencios que incitan al espectador a reflexionar sobre lo que ve y le ayudan a meterse en el cerebro del autor de esta gran obra. Abundan los primeros planos de los protagonistas, de tal forma que es en la mirada de los mismos, donde encontramos las respuestas a lo que no se dice con palabras. Miradas que hieren, que emocionan, pequeños gestos de complicidad entre ellos que potencian el realismo de la historia.
Es curioso que sea precisamente en esta película donde Almodóvar consigue algo que hasta ahora no había visto en ninguna de sus otras obras, que sea el trabajo de los actores el que resalte más que el de las actrices. Tanto Antonio Banderas como Asier Etxeandía están enormes en sus respectivos papeles. Antonio se transforma en Pedro, no sólo en sus gestos o andares, si no también y sobre todo en la mirada y en la forma de expresarse. Por su parte Asier Etxeandía compone un personaje extraordinario, pleno de matices que comparte con Banderas los mejores diálogos de la película.
Sin embargo hay una escena tremendamente especial, que no voy a decir en que consiste para no hacer "spoiler", sólo diré que es el momento que comparten Antonio Banderas y Leonardo Sbaraglia. Esta escena, desde su inicio con ambos actores en planos diferentes, logra emocionar de una manera tal, desde la sencillez más absoluta, que no tuve más remedio que rendirme (una vez más) ante el genio creativo del señor Pedro Almodóvar.
No pude evitar acordarme de Federico Fellini mientras veía "Dolor y gloria", no sólo por esas escenas de la infancia que recuerdan a "Amarcord" (1973, Federico Fellini), o por la desnudez con que se nos muestra la propia esencia del autor, tal y como pasaba en "Fellini 8 1/2" (1963, Federico Fellini). También o sobre todo por esa sensación de estar dentro de la película, de sentirte cerca de los personajes y del entorno por el que transcurre la acción. Sensación que tuve sobre manera con otra película del genio italiano, "Almas sin conciencia" ("Il bidone" 1955, Federico Fellini).
Ahora escribiendo esta crítica, me acuerdo de cuando me tropecé con él por las calle de mi ciudad, fue a mediados de los 90 durante el Festival de cine de Gijón (no recuerdo el año exacto). El iba acompañado de Carmen Maura y de Juan Echanove y me preguntaron a mi y a las dos personas que me acompañaban por el Savoy (local mítico de Gijón), se lo indicamos, nos dieron las gracias y siguieron su camino. Si en ese momento llego a saber todo lo que esa persona iba a aportar a mi vida, le hubiera dado el abrazo que desde ayer, cuando salí del cine, llevo deseando darle.
Almodóvar parece haber presentido que la muerte andaba escondiéndose entre los rincones de su casa y nos ha regalado este testamento vital, por lo que pudiera pasar. Ha querido poner en orden su mente, despejar sus remordimientos y dejarnos claro que escribir y rodar le da sentido a su vida, pero no sólo eso.
Gabriel Menéndez Piñera
Https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
Salvador Mallo (Antonio Banderas) es un director de cine que se encuentra en el otoño de su experiencia personal y profesional y cuyo éxito como tal, no impide que su vida en este momento preciso, sea un calvario tanto físico como emocional. Su cuerpo le produce un dolor constante, al igual que su mente, por lo que se refugia en los recuerdos de su infancia con su querida madre, mientras se propone corregir, quizás de forma inconsciente, alguno de los errores de su pasado.
Almodóvar se desnuda por completo delante del papel, transformándolo posteriormente en imágenes en movimiento, para mostrarnos su vida tanto pasada como actual, sus sentimientos, sus pesares y alegrías, sus comienzos y finales. Todo un torrente emocional que se transmite al espectador mediante una serie de escenas plenas de verdad, de esas que te parece estar viviendo junto a los actores que ves en la pantalla.
El resultado es una victoria absoluta del director manchego, una de las películas más hermosas, emocionantes y sentidas de nuestro cine pasado y presente. Una historia, la suya propia, narrada de una forma inteligente, original, sensible en grado superlativo, desnudando su alma en la pantalla y creando una oleada de sensibilidad que arrastra al espectador hacia una isla mental en la que no le queda más remedio que replantearse su propia vida.
"Dolor y gloria" se convierte en un acto de contrición propia y ajena, buscando no tanto la enmienda, como expulsar de dentro de sí gran parte de los demonios que le acechan en las largas noches de insomnio. Un acto creado a partir de unos recursos narrativos de una excelencia pocas veces vista en una película. La manera sutil en la que se van hilando los diferentes recuerdos de su infancia y madurez, disolviéndolos entre las escenas de su vida actual, sólo se puede calificar de gloriosa. El director demuestra tener un control total del arte de la dirección cinematográfica, controlando el tempo de la película de forma magistral y llevando al espectador por donde él quiere que vaya.
Las escenas tienen un ritmo pausado, con silencios que incitan al espectador a reflexionar sobre lo que ve y le ayudan a meterse en el cerebro del autor de esta gran obra. Abundan los primeros planos de los protagonistas, de tal forma que es en la mirada de los mismos, donde encontramos las respuestas a lo que no se dice con palabras. Miradas que hieren, que emocionan, pequeños gestos de complicidad entre ellos que potencian el realismo de la historia.
Es curioso que sea precisamente en esta película donde Almodóvar consigue algo que hasta ahora no había visto en ninguna de sus otras obras, que sea el trabajo de los actores el que resalte más que el de las actrices. Tanto Antonio Banderas como Asier Etxeandía están enormes en sus respectivos papeles. Antonio se transforma en Pedro, no sólo en sus gestos o andares, si no también y sobre todo en la mirada y en la forma de expresarse. Por su parte Asier Etxeandía compone un personaje extraordinario, pleno de matices que comparte con Banderas los mejores diálogos de la película.
Sin embargo hay una escena tremendamente especial, que no voy a decir en que consiste para no hacer "spoiler", sólo diré que es el momento que comparten Antonio Banderas y Leonardo Sbaraglia. Esta escena, desde su inicio con ambos actores en planos diferentes, logra emocionar de una manera tal, desde la sencillez más absoluta, que no tuve más remedio que rendirme (una vez más) ante el genio creativo del señor Pedro Almodóvar.
No pude evitar acordarme de Federico Fellini mientras veía "Dolor y gloria", no sólo por esas escenas de la infancia que recuerdan a "Amarcord" (1973, Federico Fellini), o por la desnudez con que se nos muestra la propia esencia del autor, tal y como pasaba en "Fellini 8 1/2" (1963, Federico Fellini). También o sobre todo por esa sensación de estar dentro de la película, de sentirte cerca de los personajes y del entorno por el que transcurre la acción. Sensación que tuve sobre manera con otra película del genio italiano, "Almas sin conciencia" ("Il bidone" 1955, Federico Fellini).
Ahora escribiendo esta crítica, me acuerdo de cuando me tropecé con él por las calle de mi ciudad, fue a mediados de los 90 durante el Festival de cine de Gijón (no recuerdo el año exacto). El iba acompañado de Carmen Maura y de Juan Echanove y me preguntaron a mi y a las dos personas que me acompañaban por el Savoy (local mítico de Gijón), se lo indicamos, nos dieron las gracias y siguieron su camino. Si en ese momento llego a saber todo lo que esa persona iba a aportar a mi vida, le hubiera dado el abrazo que desde ayer, cuando salí del cine, llevo deseando darle.
Almodóvar parece haber presentido que la muerte andaba escondiéndose entre los rincones de su casa y nos ha regalado este testamento vital, por lo que pudiera pasar. Ha querido poner en orden su mente, despejar sus remordimientos y dejarnos claro que escribir y rodar le da sentido a su vida, pero no sólo eso.
Gabriel Menéndez Piñera
Https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
9 de agosto de 2021
9 de agosto de 2021
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya he comentado varias veces que el cine Iberoamericano es, sin duda, la cinematografía más emergente en la actualidad, regalándonos todos los años verdaderas obras maestra, las cuales además poseen una libertad artística, que echo muchas veces de menos en el cine europeo, por no hablar del norteamericano claro. Una buena muestra de lo que hablo es "La vida invisible de Euridice Gusmao" ("A vida invisivel de Euridice Gusmao", 2019), en la que el veterano director de cine brasileño Karim Ainouz, da toda una lección de estilo a la vez que dota a sus personajes de una profundidad enorme.
Euridice (Carol Duarte) y Guida Gusmao (Julia Stockler) son dos jóvenes hermanas que viven en el Brasil de los años 50, dentro de una familia de portugueses de estricta moral. Euridice sueña con ser concertista de piano, mientras que Guida anhela encontrar al amor de su vida. Ambas se protegen, apoyan y sustentan la una a la otra, pero un día sus caminos se separan y sus vidas no volverán a ser las mismas.
El guión, escrito a seis manos por el propio director, junto a Murilo Hauser e Inés Bortagaray, está basado en la novela de Martha Batalha y destaca, como ya he comentado al principio, por la profundidad psicológica de sus personajes. Seres vivos, complejos, con defectos, virtudes, dudas, sueños, culpas, deseos y penas.de tal forma que los arquetipos son totalmente desterrados en los dos personajes principales, los cuales son el sustento principal de la narración.
Las dos actrices encargadas de dar vida a Euridice y Guida hacen un trabajo excepcional, consiguiendo dar a sus personajes todos los matices que el guión les exigía. Otro aspecto remarcable de su trabajo es interpretar a las hermanas Gusmao a lo largo de un espectro muy amplio de sus vidas, con la dificultad que ello conlleva.
Pero lo más destacable del film es la dirección de Karim Ainouz, el cual logra dotar de un estilo complejo, a la vez que clásico, a las imágenes que vemos en la pantalla, mediante una puesta en escena a veces arriesgada que consigue introducir al espectador en las escenas que se nos muestran. Así mismo, el ritmo es constante y fluido y, a pesar de su larga duración, consigue mantener la atención del espectador en todo momento. Otro aspecto en el que destaca su trabajo es la atmósfera opresiva que consigue transmitir, gracias ella nos da la impresión de que las hermanas Gusmao están presas en una cárcel, como si sus vidas fueran una mazmorra de la que no parece que puedan escapar.
Película adscrita al melodrama más clásico en cuanto a la historia, pero que rebosa modernidad en su tratamiento formal, en la actitud de sus personajes frente a la cruda realidad y en su modo narrativo. Todo ello nos lleva a la obra de uno de los grandes directores de cine actuales, Wong Kar-Wai, con cuya obra cinematográfica guarda muchas similitudes.
Otro aspecto que quiero destacar es como se integra la música que toca Euridice al piano con las imágenes y la narración. Ello nos da momentos de enorme belleza tanto visual como auditiva a lo largo del visionado. Música que, al igual que las cartas que se escriben las hermanas y que se leen en off, sirven como nexo narrativo y emocional de una manera sobresaliente.
"La vida invisible de Euridice Gusmao" critica abiertamente el machismo imperante en el Brasil de los años 50, en el que las mujeres pasaban de ser propiedad del padre a ser propiedad de sus maridos al casarse y a las que no se les permitía cometer ningún acto que pudiera comprometer la reputación familiar.
Espero que todas las virtudes que he descrito de esta película sirvan para que algunas de las personas que lean estas lineas se animen a buscarla y disfrutar de ella. Esa es una de las razones principales por las que escribo, compartir las hermosas experiencias que disfruto con el arte de hacer películas.
Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
Euridice (Carol Duarte) y Guida Gusmao (Julia Stockler) son dos jóvenes hermanas que viven en el Brasil de los años 50, dentro de una familia de portugueses de estricta moral. Euridice sueña con ser concertista de piano, mientras que Guida anhela encontrar al amor de su vida. Ambas se protegen, apoyan y sustentan la una a la otra, pero un día sus caminos se separan y sus vidas no volverán a ser las mismas.
El guión, escrito a seis manos por el propio director, junto a Murilo Hauser e Inés Bortagaray, está basado en la novela de Martha Batalha y destaca, como ya he comentado al principio, por la profundidad psicológica de sus personajes. Seres vivos, complejos, con defectos, virtudes, dudas, sueños, culpas, deseos y penas.de tal forma que los arquetipos son totalmente desterrados en los dos personajes principales, los cuales son el sustento principal de la narración.
Las dos actrices encargadas de dar vida a Euridice y Guida hacen un trabajo excepcional, consiguiendo dar a sus personajes todos los matices que el guión les exigía. Otro aspecto remarcable de su trabajo es interpretar a las hermanas Gusmao a lo largo de un espectro muy amplio de sus vidas, con la dificultad que ello conlleva.
Pero lo más destacable del film es la dirección de Karim Ainouz, el cual logra dotar de un estilo complejo, a la vez que clásico, a las imágenes que vemos en la pantalla, mediante una puesta en escena a veces arriesgada que consigue introducir al espectador en las escenas que se nos muestran. Así mismo, el ritmo es constante y fluido y, a pesar de su larga duración, consigue mantener la atención del espectador en todo momento. Otro aspecto en el que destaca su trabajo es la atmósfera opresiva que consigue transmitir, gracias ella nos da la impresión de que las hermanas Gusmao están presas en una cárcel, como si sus vidas fueran una mazmorra de la que no parece que puedan escapar.
Película adscrita al melodrama más clásico en cuanto a la historia, pero que rebosa modernidad en su tratamiento formal, en la actitud de sus personajes frente a la cruda realidad y en su modo narrativo. Todo ello nos lleva a la obra de uno de los grandes directores de cine actuales, Wong Kar-Wai, con cuya obra cinematográfica guarda muchas similitudes.
Otro aspecto que quiero destacar es como se integra la música que toca Euridice al piano con las imágenes y la narración. Ello nos da momentos de enorme belleza tanto visual como auditiva a lo largo del visionado. Música que, al igual que las cartas que se escriben las hermanas y que se leen en off, sirven como nexo narrativo y emocional de una manera sobresaliente.
"La vida invisible de Euridice Gusmao" critica abiertamente el machismo imperante en el Brasil de los años 50, en el que las mujeres pasaban de ser propiedad del padre a ser propiedad de sus maridos al casarse y a las que no se les permitía cometer ningún acto que pudiera comprometer la reputación familiar.
Espero que todas las virtudes que he descrito de esta película sirvan para que algunas de las personas que lean estas lineas se animen a buscarla y disfrutar de ella. Esa es una de las razones principales por las que escribo, compartir las hermosas experiencias que disfruto con el arte de hacer películas.
Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es

5.8
17,537
8
13 de octubre de 2021
13 de octubre de 2021
7 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Madres paralelas" es el vigésimo segundo largometraje del director Pedro Almodóvar, en él vuelve a reflejar a la mujer española desde dos puntos de vista muy diferentes. Por un lado, las ya abuelas y bisabuelas que sufrieron en la Guerra Civil española la desaparición, de un día para otro, de su progenitor y vivieron, a partir de entonces, en un mundo matriarcal de madres y tías. Por otro lado, las mujeres de hoy en día, madres solteras independientes que renuncian voluntariamente, a la vida en pareja con un hombre.
Janis (Penélope Cruz) conoce en el hospital en el que va a dar a luz a su hija a Ana (Milena Smit) la cual, como Janis, va a ser madre soltera. Entre ellas se establece una relación de amistad que irá creciendo y enredándose de manera progresiva, según se van desvelando diversos acontecimientos. Al mismo tiempo Janis y Arturo (Israel Elejalde), el padre de su hija, intentan conseguir que una fundación autorice el desenterramiento de una fosa común de la guerra civil, situada en el pueblo natal de Janis.
Lo primero que debo decir es que Pedro Almodóvar vuelve a dar toda una lección de maestría narrativa en esta película. Las escenas fluyen con una suavidad digna de todo elogio, haciendo que la narración avance de forma continua, sin brusquedades, a pesar de existir unos cuantos saltos temporales y dejando que cada escena tenga su importancia en la historia, pero sin renunciar a destacar algunos momentos realmente importantes en la relación entre estas dos mujeres tan iguales y tan diferentes.
Otro aspecto que incluso llegó a hacerme escapar un suave ¡olé! es la increible iluminación de algunas de las tomas en interiores, verdaderos cuadros en (ligero) movimiento, que suponen un gozo absoluto para la vista. Me acuerdo especialmente de la primera escena en la casa de Aitana Sanchez Gijón y la escena en la que ésta ensaya en un escenario su papel en "Doña Rosita la soltera", de Federico García Lorca. Es precisamente este texto del genial escritor granadino otro guiño de Almodóvar a la diferente situación de la mujer, en la sociedad actual y en la de los años 30 del pasado siglo XX.
El director manchego construye un guión sólido, poblado por personajes complejos y con muchas contradicciones, tal como somos el 100% de las personas. Las tres mujeres y el varón que protagonizan "Madres paralelas", se equivocan, son egoístas, no saben como llevar algunas situaciones, pero también buscan arreglar sus errores y, salvo uno de ellos, hacen frente a sus responsabilidades.
Mención aparte para las dos actrices protagonistas, Penélope Cruz y Milena Smit. La primera compone el que quizás sea el mejor personaje de su carrera, a través de una interpretación intensa, dolorosa y muy emocional. La segunda, crea a una Ana, en un principio asustada y débil pero que, poco a poco, consigue hacerse fuerte como mujer, sin perder un ápice de su dulzura y bondad.
Hay dos detalles que me llaman la atención en "Madres paralelas" por novedosos, dentro de la filmografía de Pedro Almodóvar. El primero es el calado político de la película, al denunciar la existencia de miles de cadáveres de la Guerra Civil española, a los que sus familiares no han podido dar sepultura como ellos quisieran. El segundo es el uso de dos temas musicales durante la película, que no son de géneros a los que no se ha acercado antes en sus películas. Estos temas son la versión de estilo blues que hizo Janis Joplin en 1968 (de aquí viene el nombre del personaje de Penélope) del clásico de Gershwin "Summertime" y la versión que crearon Cannonball Adderley y Miles Davis en 1958 del tema francés "Autum leaves" y que, en mi opinión, es uno de los mejores temas de jazz de la historia.
El cine español, de la mano de Pedro Almodóvar vuelve a dar una lección de calidad, de sensibilidad artística y temática, de profesionalidad en todos los ámbitos que rodean a una película y de madurez. Madurez creativa de su director, el cual ha conseguido llegar a un nivel en su profesión, al alcance de muy muy pocos en el mundo. Disfrutemos de ello, algún día lo echaremos muchísimo de menos y nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos.
Gabriel Menéndez Piñera
hiistoriasdelceluloide.elcomercio.es
Janis (Penélope Cruz) conoce en el hospital en el que va a dar a luz a su hija a Ana (Milena Smit) la cual, como Janis, va a ser madre soltera. Entre ellas se establece una relación de amistad que irá creciendo y enredándose de manera progresiva, según se van desvelando diversos acontecimientos. Al mismo tiempo Janis y Arturo (Israel Elejalde), el padre de su hija, intentan conseguir que una fundación autorice el desenterramiento de una fosa común de la guerra civil, situada en el pueblo natal de Janis.
Lo primero que debo decir es que Pedro Almodóvar vuelve a dar toda una lección de maestría narrativa en esta película. Las escenas fluyen con una suavidad digna de todo elogio, haciendo que la narración avance de forma continua, sin brusquedades, a pesar de existir unos cuantos saltos temporales y dejando que cada escena tenga su importancia en la historia, pero sin renunciar a destacar algunos momentos realmente importantes en la relación entre estas dos mujeres tan iguales y tan diferentes.
Otro aspecto que incluso llegó a hacerme escapar un suave ¡olé! es la increible iluminación de algunas de las tomas en interiores, verdaderos cuadros en (ligero) movimiento, que suponen un gozo absoluto para la vista. Me acuerdo especialmente de la primera escena en la casa de Aitana Sanchez Gijón y la escena en la que ésta ensaya en un escenario su papel en "Doña Rosita la soltera", de Federico García Lorca. Es precisamente este texto del genial escritor granadino otro guiño de Almodóvar a la diferente situación de la mujer, en la sociedad actual y en la de los años 30 del pasado siglo XX.
El director manchego construye un guión sólido, poblado por personajes complejos y con muchas contradicciones, tal como somos el 100% de las personas. Las tres mujeres y el varón que protagonizan "Madres paralelas", se equivocan, son egoístas, no saben como llevar algunas situaciones, pero también buscan arreglar sus errores y, salvo uno de ellos, hacen frente a sus responsabilidades.
Mención aparte para las dos actrices protagonistas, Penélope Cruz y Milena Smit. La primera compone el que quizás sea el mejor personaje de su carrera, a través de una interpretación intensa, dolorosa y muy emocional. La segunda, crea a una Ana, en un principio asustada y débil pero que, poco a poco, consigue hacerse fuerte como mujer, sin perder un ápice de su dulzura y bondad.
Hay dos detalles que me llaman la atención en "Madres paralelas" por novedosos, dentro de la filmografía de Pedro Almodóvar. El primero es el calado político de la película, al denunciar la existencia de miles de cadáveres de la Guerra Civil española, a los que sus familiares no han podido dar sepultura como ellos quisieran. El segundo es el uso de dos temas musicales durante la película, que no son de géneros a los que no se ha acercado antes en sus películas. Estos temas son la versión de estilo blues que hizo Janis Joplin en 1968 (de aquí viene el nombre del personaje de Penélope) del clásico de Gershwin "Summertime" y la versión que crearon Cannonball Adderley y Miles Davis en 1958 del tema francés "Autum leaves" y que, en mi opinión, es uno de los mejores temas de jazz de la historia.
El cine español, de la mano de Pedro Almodóvar vuelve a dar una lección de calidad, de sensibilidad artística y temática, de profesionalidad en todos los ámbitos que rodean a una película y de madurez. Madurez creativa de su director, el cual ha conseguido llegar a un nivel en su profesión, al alcance de muy muy pocos en el mundo. Disfrutemos de ello, algún día lo echaremos muchísimo de menos y nos daremos cuenta de lo afortunados que fuimos.
Gabriel Menéndez Piñera
hiistoriasdelceluloide.elcomercio.es

7.2
17,578
8
2 de octubre de 2021
2 de octubre de 2021
3 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
La historia y evolución de E.T.A. es harto complicada, a pesar de que muchos se empeñen en simplificarla en su propio beneficio. La directora vasca Icíar Bollain nos presenta, la que quizás es la mejor película sobre los atentados perpetrados por la banda terrorista ya que, sin pretender justificarlos en ningún momento, nos muestra un punto de vista muy humano de los ejecutores, así como de las consecuencias emocionales que sufrieron los familiares directos de las víctimas.
Maixabel (Blanca Portillo) pierde a su marido Juan María Jaúregui, en un atentado de E.T.A. en el año 2000. Como forma de auxiliar a las personas que han pasado lo mismo que ella, al año siguiente se convierte en la directora de Atención de víctimas del terrorismo. En 2011 recibe la petición de parte de uno de los ejecutores de su marido, de entrevistarse con ella para pedirle perdón. Poco después será otro de los asesinos (Luis Tosar) el que necesite hablar con ella, como única forma de frenar los remordimientos que le asaltan cada día.
Lo primero que hay que decir sobre "Maixabel" es que es una película que trata temas muy serios, y los trata de manera muy severa a su vez. No hay ni un sólo momento de relajación en un film que, es tan veraz y posee tanta verdad en su interior, que a veces parece un documental, más que la representación de un drama basado en hechos reales. El film habla sobre varias vidas destrozadas por un mismo hecho, tanto las de los que lo perpetraron, como las de los que lo sufrieron y yo creo que ese es uno de sus principales valores. Ser capaz de ser ecuánime en el sufrimiento de unos y otros es muy complicado, pero Icíar Bollain consigue moverse en ese fino alambre de manera resuelta y con momentos de delicada belleza dramática.
La película planta sus cimientos en un guión rocoso escrito a cuatro manos por la directora, junto a Isa Campo y que contaron con la inestimable ventaja de poder hablar largo y tendido con los dos protagonistas principales de la historia, hecho que no le resta méritos a su excelente trabajo. Dicho guión se muestra con un talante descriptivo en la primera mitad, para a partir de entonces, cuajar en las sensaciones y pensamientos de los protagonistas y su manera de afrontarlos.
Sirven de apoyo fundamental a lo dicho en el párrafo anterior, las actuaciones del elenco protagonista. Superlativo es la palabra que mejor define la labor, tanto de Blanca Portillo, como de Luis Tosar, en unos papeles complejos por la fuerza tremenda de las personalidades que representan en la pantalla. Así mismo no me quiero olvidar de la labor de María Cerezuela, en el papel de María la hija de Maixabel, la cual expresa a la perfección el contrapunto a la fortaleza emocional de su madre tras el atentado, en el que perdieron a su padre y marido respectivamente. También es destacada la actuación de Urko Olazabal en el papel de Luis, otro de los etarras que acabaron con la vida de Juan María Jaurregui.
Icíar Bollain consigue en éste, su décimo largometraje, crear una obra plena de tensión y dramatismo, con largas escenas repletas de diálogos, captando igualmente la atención del espectador en todo momento. Para ello crea un lenguaje visual sencillo, pero poderoso. Con una luz tenue, casi plomiza, que parece un peso más en los hombros de los protagonistas, atrapados por unos hechos que les cambiaron la vida para siempre.
Hay varios momentos grandiosos durante el metraje, pero hay dos que considero necesario remarcar. El primero es el trayecto en coche que realiza Etxezarreta por un pasaje de auténtico terror, es decir, los escenarios reales de diversos atentados perpetrados por E.T.A. acompañado del sonido de los disparos o explosiones realizados en ellos. El segundo es el encuentro entre Maixabel y Etxezarreta, en el que un largo monólogo por parte de este último consigue ponerte el corazón en un puño, a pesar de conocer el espectador las barbaridades que cometió este personaje tiempo atrás.
En definitiva, "Maixabel" es una gran película por varias razones, unas son artísticas, otras son educativas, pero las más importantes consisten en mostrar que es posible perdonar (e incluso entender) a quien te ha hecho muchísimo daño, algo que en este país mucha gente no es capaz de creer posible y que, a día de hoy, es muy necesario.
Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
Maixabel (Blanca Portillo) pierde a su marido Juan María Jaúregui, en un atentado de E.T.A. en el año 2000. Como forma de auxiliar a las personas que han pasado lo mismo que ella, al año siguiente se convierte en la directora de Atención de víctimas del terrorismo. En 2011 recibe la petición de parte de uno de los ejecutores de su marido, de entrevistarse con ella para pedirle perdón. Poco después será otro de los asesinos (Luis Tosar) el que necesite hablar con ella, como única forma de frenar los remordimientos que le asaltan cada día.
Lo primero que hay que decir sobre "Maixabel" es que es una película que trata temas muy serios, y los trata de manera muy severa a su vez. No hay ni un sólo momento de relajación en un film que, es tan veraz y posee tanta verdad en su interior, que a veces parece un documental, más que la representación de un drama basado en hechos reales. El film habla sobre varias vidas destrozadas por un mismo hecho, tanto las de los que lo perpetraron, como las de los que lo sufrieron y yo creo que ese es uno de sus principales valores. Ser capaz de ser ecuánime en el sufrimiento de unos y otros es muy complicado, pero Icíar Bollain consigue moverse en ese fino alambre de manera resuelta y con momentos de delicada belleza dramática.
La película planta sus cimientos en un guión rocoso escrito a cuatro manos por la directora, junto a Isa Campo y que contaron con la inestimable ventaja de poder hablar largo y tendido con los dos protagonistas principales de la historia, hecho que no le resta méritos a su excelente trabajo. Dicho guión se muestra con un talante descriptivo en la primera mitad, para a partir de entonces, cuajar en las sensaciones y pensamientos de los protagonistas y su manera de afrontarlos.
Sirven de apoyo fundamental a lo dicho en el párrafo anterior, las actuaciones del elenco protagonista. Superlativo es la palabra que mejor define la labor, tanto de Blanca Portillo, como de Luis Tosar, en unos papeles complejos por la fuerza tremenda de las personalidades que representan en la pantalla. Así mismo no me quiero olvidar de la labor de María Cerezuela, en el papel de María la hija de Maixabel, la cual expresa a la perfección el contrapunto a la fortaleza emocional de su madre tras el atentado, en el que perdieron a su padre y marido respectivamente. También es destacada la actuación de Urko Olazabal en el papel de Luis, otro de los etarras que acabaron con la vida de Juan María Jaurregui.
Icíar Bollain consigue en éste, su décimo largometraje, crear una obra plena de tensión y dramatismo, con largas escenas repletas de diálogos, captando igualmente la atención del espectador en todo momento. Para ello crea un lenguaje visual sencillo, pero poderoso. Con una luz tenue, casi plomiza, que parece un peso más en los hombros de los protagonistas, atrapados por unos hechos que les cambiaron la vida para siempre.
Hay varios momentos grandiosos durante el metraje, pero hay dos que considero necesario remarcar. El primero es el trayecto en coche que realiza Etxezarreta por un pasaje de auténtico terror, es decir, los escenarios reales de diversos atentados perpetrados por E.T.A. acompañado del sonido de los disparos o explosiones realizados en ellos. El segundo es el encuentro entre Maixabel y Etxezarreta, en el que un largo monólogo por parte de este último consigue ponerte el corazón en un puño, a pesar de conocer el espectador las barbaridades que cometió este personaje tiempo atrás.
En definitiva, "Maixabel" es una gran película por varias razones, unas son artísticas, otras son educativas, pero las más importantes consisten en mostrar que es posible perdonar (e incluso entender) a quien te ha hecho muchísimo daño, algo que en este país mucha gente no es capaz de creer posible y que, a día de hoy, es muy necesario.
Gabriel Menéndez Piñera
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