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España España · Barcelona
Críticas de Harry Lime
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Críticas 53
Críticas ordenadas por utilidad
9
26 de julio de 2006
49 de 74 usuarios han encontrado esta crítica útil
La línea que separa la obra de arte del esperpento con pretensiones artísticas es a menudo muy delgada y frecuentemente aparece difuminada. Baz Luhrmann después de su, más aparente que real, transgresora versión de “Romeo y Julieta”, da un paso arriesgado y nos deslumbra con este asombroso y fastuoso espectáculo integral de luz y color, con envoltura de musical a ritmo de videoclip, que es “Moulin Rouge”, que puede gustar o no pero que jamás puede dejar indiferente. Con evidentes referencias al mejor Ophuls de “Lola Montes”, a “La dama de las camelias” de Dumas con ecos de “La traviata” de Verdi y pinceladas del universo felliniano, Luhrmann bebe de las fuentes sin traicionar del todo su espíritu, rindiendo en cierto modo un homenaje a los grandes creadores de belleza de la historia, con un magistral y espectacular despliegue de imaginación y creatividad de rabiosa modernidad. Quizás su mayor merito sea haber sido capaz de conjugar con notable acierto la espectacularidad más apabullante con la profundidad de la bellísima historia de amor contada con un estilo narrativo cercano al clasicismo. Ambientada en el Paris bohemio de principios de siglo, somos mudos testigos presénciales de la intensa, triste y apasionada historia de amor entre Satine, la estrella del Moulin Rouge, y un joven escritor en busca de fortuna. Film hermoso, amargo y profundamente bello, de un romanticismo tan intenso que produce escalofríos, tomamos conciencia del elevado precio que hemos de pagar por amar y ser amados y de la herida permanente que dejan en nuestra alma los recuerdos. Musical extraño y fascinante, con un guión que conjuga con eficacia la estructura poliédrica del film y que destila poesía en sus diálogos, secuencias memorables, planos y travellings imposibles de insólita y acertada función narrativa y la excelente labor de todos los actores sin excepción, donde sobresale la sobrecogedora interpretación de una N. Kidman bellísima que enamora a la cámara, hacen de “Moulin Rouge”, con una banda sonora que combina con habilidad temas que forman parte de la memoria colectiva con una melancólica partitura original, unos memorables diseños de producción y vestuario, una fascinante fotografía y un trepidante montaje, una de las experiencias cinematográficas más discutible, pero también más gratificante e inolvidable de los últimos años.



Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 27 de julio de 2006
Harry Lime
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10
26 de septiembre de 2005
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poderoso melodrama que desafía impertérrito el paso del tiempo. Cumbre absoluta, y jamás igualada, de una forma de entender y de hacer cine, “Lo que el viento se llevó” sigue siendo el mayor monumento erigido a un concepto del espectáculo cinematográfico, que el viento se llevó junto con el Viejo Sur americano, y que desgraciadamente no volverá jamás. Mítica e irrepetible, se ha ido convirtiendo con el paso de los años en un referente absoluto del Hollywood de la época dorada y en icono incontestable, no solo, del séptimo arte sino de la cultura occidental del último siglo.
Película más vista de la historia, ejerce un poderoso influjo sobre los espectadores que generación tras generación se sienten fascinados por esta historia inmortal de pasiones desatadas, de amores y odios, con la Guerra Civil americana como telón de fondo.
Película de productor, con una gestación tan turbulenta y mítica como la propia película, “Lo que el viento se llevó” es el milagroso resultado del encaje perfecto del inspirado trabajo de los mejores talentos de la época, bajo el férreo control del productor David O. Selznick, el hombre que hizo realidad su sueño, y auténtico artífice de la película. Incontestable obra maestra intemporal “Lo que el viento se llevó” se convirtió en pura leyenda del cine desde el mismo día de su estreno. Para la historia nos queda además de algunas de las mejores secuencias de la historia del cine, el extraordinario diseño de producción de W. C. Menzies, responsable de la estética visual del film y pieza fundamental en la asombrosa unidad de estilo que mantiene la película a lo largo de todo el metraje, la absolutamente maravillosa Scarlata O’Hara de V. Leigh, con una interpretación sublime que ha pasado justamente al Olimpo de los dioses, el magistral Rhett Butler de un C. Gable que firma la interpretación de su vida, y el inolvidable tema de Tara compuesto por un inspirado M. Steiner que se erige en síntesis y resumen del espíritu del film, y que representa, no solo, a la roja tierra de Tara sino al CINE con mayúsculas. Una obra maestra total y absoluta que nos transporta a un tiempo pasado donde se podía soñar despierto con solo mirar una pantalla en medio de la oscuridad de una sala de cine. Absolutamente imprescindible.


Francesc Chico jaimejuan

Barcelona 27 de septiembre de 2005
Harry Lime
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7
28 de agosto de 2005
28 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Concebida como un film de bajo presupuesto, aprovechando el gran éxito que supuso el estreno de “En busca del Arca perdida” y el “revival” del cine de aventuras que esto significó, sin embargo “La gran ruta hacia China” se aparta radicalmente de los planteamientos de su famosa predecesora, y en algún aspecto la supera con creces dentro de su falta de pretensiones y sencillo planteamiento.
Sus líneas maestras básicas están mucho más cerca del cine de aventuras de los grandes clásicos, que del espectáculo tramposo del film de S. Spielberg. Dentro de su modestia, el espíritu de la aventura esta mucho mejor captado y es más autentico. Hay acción y aventura, es cierto, pero también hay romance, humor y sobre todo amistad, con un concepto de una forma de convivir con el peligro mucho mejor dibujado a nivel de guión. Sus personajes se acercan bastante, salvando las distancias, a los del cine de un maestro de maestros como fue el gran Howard Hawks. Sus protagonistas conviven con el riesgo, lo tienen asumido, pero también son capaces de amar, reír, emocionarse, y de ser débiles y sensibles, en definitiva “son seres humanos”.
La relación del mecánico amigo del protagonista con el que ha compartido muchas vivencias, que muestra a menudo admiración por el, y que destila un tono entrañablemente paternalista, se acerca en mucho a la que tiene Thomas Mitchell hacia el personaje que interpreta Cary Grant en la maravillosa “Solo los ángeles tienen alas” de Hawks. También el personaje femenino tiene ciertos tintes hawksianos, con fuerza y personalidad suficiente para tratar de tu a tu a su oponente masculino.
En suma, “La gran ruta hacia China” es un film donde el concepto de la aventura y del peligro, como forma de vida, esta notablemente descrito, y que se deja ver con agrado en el marco de su propia ingenuidad y evidente falta de medios. Todo ello potenciado por la labor de unos actores que cumplen perfectamente con su cometido, y de la maravillosa partitura de John Barry que nos transporta al mejor cine “clásico” de aventuras en su concepto más purista. A revisar y disfrutar sin prejuicios previos.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 28 de agosto de 2005
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Harry Lime
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9
4 de mayo de 2006
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Anthony Mann rodó en la década de los 50 una serie de westerns, la mayoría con James Stewart como protagonista, de reconocida fama y prestigio, pero probablemente sea “El hombre del oeste” -el único que rodó con Gary Cooper- el mejor de todos ellos.
La tranquila vida de un pistolero regenerado se ve alterada cuando tiene que coger de nuevo las armas para salvar su vida y la de otras personas inocentes atrapadas en una situación limite. Una historia convencional y con cierto aire a “déjà vu” permite a Mann articular un poderoso y barroco discurso de tintes trágicos sobre la fatalidad y el destino, la lealtad y la traición, la inescapabilidad del pasado y la búsqueda de un futuro mejor.
Film con una gran carga de violencia, física y psicológica, “El hombre del oeste” con un guión sólido y sin fisuras, momentos de escalofriante tensión emocional y una asfixiante y mórbida atmósfera, destaca sobre todo por la utilización que Mann hace del paisaje y de los espacios abiertos -en soberbio cinemascope- que potencian hasta el infinito el dramatismo de la historia. Un pueblo fantasma situado en un marco montañoso, de una desnuda y salvaje belleza, azotado permanentemente por el viento será el incomparable escenario donde un sublime Gary Cooper, de mirada serena pero cansada, se enfrentará a un extraordinario Lee J. Cobb, de sentimientos contrapuestos, en un acto de catarsis que le llevará a enfrentarse por última vez con los fantasmas de su pasado. Soberbio film de Mann, de personajes marmóreos esculpidos de una sola pieza, paso casi desapercibido en el momento de su estreno y reclama hoy un lugar entre los grandes westerns de la historia. Extraordinario film a redescubrir y reivindicar, imprescindible.


Francesc Chico Jaimejuan

Barcelona 4 de mayo de 2006
Harry Lime
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6
5 de junio de 2008
30 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 1184; en tiempo de las Cruzadas: Balian (Bloom), hijo ilegítimo de Godofredo (Neeson), partirá hacia Tierra Santa para servir a la causa de la paz. Allí conocerá y se sentirá atraído por la princesa Sibylla (Green). Tras la muerte del rey Balduino, su hermano, se romperá el frágil equilibrio de paz con los musulmanes y estallará la guerra por la conquista de Jerusalén. Balian liderará la defensa de la ciudad y de sus habitantes.

Retorno de Ridley Scott, tras el éxito de “Gladiator”, al cine épico de gran espectáculo. Pero ni Scott es Mankiewick, ni “El reino de los cielos” es “Cleopatra”. Lejos quedan los buenos tiempos del director que nos sorprendió con “Los duelistas”, nos deslumbró con la inquietante “Alien” y nos marcó a fuego con la sublime “Blade Runner”.

Los bellísimos ojos de Eva Green…

…y poco más, es lo que nos ofrece esta superproducción que naufraga, víctima de sus propios excesos, en su intento de conjugar espectáculo con el retrato intimista de unos personajes difuminados y perdidos entre las paginas de un guión irregular, descompensado y discurso errático, que casi nunca encuentra el tono adecuado.

El cine es imagen, pero antes que imagen es palabra escrita: es GUIÓN, y el guión de “El reino de los cielos” se resiente de la abusiva utilización de la espectacularidad como fin en si misma y de un mensaje confuso, políticamente correcto, que bebe más al sol de los tiempos actuales que de los que se supone transcurre la acción del film.

El film adolece de una dirección un tanto impersonal; un esteticismo cargante; una puesta en escena demasiado condicionada al espectáculo visual; una fotografía barroca y en exceso preciosista; unos movimientos de cámara forzados y de una banda sonora efectista, de reconocibles ecos de auto plagio.

Sin embargo, no todo es negativo en “El reino de los cielos”. Destaca el trabajo de un elenco de secundarios de lujo, con Liam Nelson, Jeremy Irons y un soberbio Edward Norton; el prodigio de sensibilidad de la magistral secuencia de la muerte del rey Balduino, -con mucho la mejor del film-, y la larga, tensa e imaginativa secuencia final, de montaje trepidante y buen pulso narrativo.

Mención especial merece la labor interpretativa de la pareja protagonista: La de un inexpresivo Orlando Bloom que, sin dar la talla, paradójicamente firma su mejor interpretación hasta el momento, y la de “esa locura que atiende al nombre de Eva Green”, -en palabras de Antonio Gasset-, la autentica revelación del film, que compone una fascinante y conmovedora Sibylla. Que inunda y desborda los límites de la pantalla con la luz cegadora de sus increíblemente bellos ojos azules, en algunos de los más impactantes e inolvidables primeros planos que uno recuerda haber visto en años.

Ambicioso y parcialmente fallido ejercicio cinéfilo donde la forma se impone al fondo.


Francesc Chico Jaimejuan
Barcelona, 5 de junio de 2008
Harry Lime
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