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Críticas 44
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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5 de abril de 2021 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La infancia, ese momento vital que marca nuestro devenir durante el resto de nuestra existencia, es territorio fértil para que cineastas, de todos las épocas y procedencias, busquen proyectar sus recuerdos de ella en la pantalla grande. A bote pronto, se me ocurren varios ejemplos de grandes películas con esta característica: "Los 400 golpes" ("Les 400 coups" 1959 Francois Truffaut), "Amarcord" (1971, Federico Fellini), "Adios muchachos" ("Au revoir les enfants" 1997, Louis Malle), "Una historia del Bronx" ("A Bronx tale" 1993, Robert de Niro), "Días de Radio" ("Radio days" 1987, Woody Allen) o "Esperanza y gloria" ("Hope and glory" 1987, John Boorman). Ahora es el director norteamericano, de origen coreano, Lee Isaac Chung el que nos trae una traslación de sus recuerdos infantiles en "Minari. Historia de mi familia" ("Minari" 2020).

Jacob (Steven Yeun) y su mujer Mónica (Han Ye-Ri), junto con sus dos hijos, se trasladan a Arkansas, con la intención de crear una granja en la que cultivar vegetales propios de Corea, su país de origen, aunque los dos niños han nacido en territorio Norteamericano. A partir de ese momento, el espectador observará a través de los ojos de David, el hijo pequeño, las diferentes vivencias y tribulaciones que acompañarán a la familia en esta nueva situación.

Lo primero que destaca al contemplar esta película es el tratamiento de la luz, la cual crea imágenes diáfanas, pero dándole en todo momento una textura que nos recuerda a las películas hechas en la década de los 80 del pasado siglo, época en la que está ambientada la historia. Esto concuerda con el pequeño sueño americano que posee el padre de familia, muy propio de la América de Reagan, en la que parecía que en los Estados Unidos todo era posible, o al menos esa era la imagen que pretendieron exportar.

Otro de los aspectos destacables de "Minari. Historia de mi familia" es el trabajo de dirección de Lee Isaac Chung, el cual crea escenas visualmente muy potentes a partir de actividades cotidianas. Se puede apreciar este aspecto especialmente en las escenas en las que los protagonistas se reúnen alrededor de la mesa para comer o cenar. Son momentos en los que se tratan asuntos importantes, no es una mera rutina alimentaria, si no que es casi un ritual familiar, de ahí su importancia en los recuerdos del director.

El guión, firmado por el propio Lee Isaac Chung, se centra sobre todo en sus recuerdos infantiles, por lo que la película se muestra principalmente a partir de lo que ve y experimenta el miembro más pequeño de la familia y en las vicisitudes que debe afrontar su padre para sacar adelante la granja, así como la repercusión que dichos esfuerzos tiene en el núcleo familiar. Esto hace que tanto la madre como, sobre todo, la hija queden relegadas a un segundo y tercer plano respectivamente dentro de los hechos que se nos muestran.

La película mantiene un buen ritmo de forma casi constante. Sin embargo hay un momento en que la película se atasca, con anécdotas insustanciales vividas por el joven protagonista y situaciones que se repiten. Sin embargo Lee Isaac Chung consigue remontar en un último momento la narración, la cual también había tenido un gran arranque, así como una buena continuación a partir de la aparición del personaje de la abuela materna, procedente de Corea.

Las actuaciones son todas destacables, principalmente las de los tres personajes femeninos. Mujeres fuertes, diferentes entre ellas, pero todas ellas capaces de sacrificarse en bien de la familia. De las tres me quedo con Han Ye-Ri, quien en el papel de esposa y madre, da un recital de como hacer evolucionar un personaje a lo largo del metraje.

En resumen, se trata de una película muy interesante, dirigida con mucho talento y sensibilidad. Una obra en la que se nos cuenta una historia sin épica ni gloria, la historia de una familia. A algunos les parecerá quizás poca cosa para contar, yo opino todo lo contrario.

Gabriel Menéndez Piñera
Historiasdelceluloide.elcomercio.es
24 de marzo de 2019 1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
James Baldwin fue un escritor y activista por los derechos civiles de los afroamericanos en su país durante la década de los 60. Su labor fue más discreta que la de Malcom X o la de Martin Luther King, por eso quizás es el más desconocido de los tres. "El blues de Beale Street" ("If Beale Street could talk") es la adaptación que el director Barry Jenkins ha realizado de la novela escrita en 1974 por James Baldwin. En ella se nos muestra una vez más, el racismo imperante el los Estados Unidos y el sistema casi tiránico que las personas con poder de raza blanca, ejercían sobre sus compatriotas de color.

Alonzo (Stephan James) y Tish (Kiki Layne) son dos jóvenes enamorados que viven en el Nueva York de los años 70. Cada día es una lucha por salir adelante, en una sociedad que ni siquiera ve con buenos ojos que una pareja joven de color alquile un mísero piso en los barrios más pobres de la ciudad. Un día todas sus esperanzas de futuro se vienen abajo cuando Alonzo es detenido por la violación de una mujer, hecho del que es totalmente inocente.

La película es todo un tratado de buen gusto cinematográfico. Cada escena, cada toma, es un disfrute para la vista y un goce para el espectador que sepa apreciarlo. Barry Jenkins vuelve a demostrar que es capaz de crear atmósferas muy intensas en sus películas, apoyándose en actores jóvenes que despliegan una verdad muy poco común en el cine Norteamericano.

Dentro de un reparto coral de gran nivel, destaca la debutante Kiki Layne la cual crea un personaje de pureza absoluta, alguien a quien es imposible no querer tener como amiga, hermana, prima o pareja. La joven actriz consigue transmitir toda la pureza y belleza del personaje con una facilidad insultante, de tal forma que eclipsa a todos aquellos compañeros de reparto que comparten plano con ella. La única que logra mantenerse a su altura durante todo el metraje es Regina King, en su papel de madre de la protagonista, la cual consigue mostrar la determinación y el sufrimiento que sólo una madre puede llegar a sentir.

Barry Jenkins en su doble faceta de director y guionista, nos traslada a ese Nueva York de los años 70 en el que, a pesar de todos los logros conseguidos la década anterior, el racismo sigue campando a sus anchas. Jenkins toma partido claramente por un lado de la eterna batalla, mostrando algunos estereotipos demasiado marcados de la sociedad blanca, gerente del poder y de la mayoría de los bienes necesarios. Esto lo compensa con sus personajes de color, los cuales no carecen de defectos (a excepción de la protagonista) aunque éstos no justifican la actitud de la sociedad hacia ellos, la cual les hace refugiarse en placebos como la religión, el alcohol o las drogas.

La película, plena de lirismo, belleza y dramatismo, está narrada con muchísima clase a través de una narración no lineal, pero que no abusa de los saltos temporales, los cuales son una buena forma de poner en situación al espectador lo antes posible y que no sea de la historia de lo que esté pendiente, si no de como está contada la misma.

Pero es la labor como director de Jenkins lo que más admiración me suscita al contemplar el film. Toda la puesta en escena, los suaves movimientos de cámara entre los personajes, su habilidad para insertar al espectador en la historia me lleva a pensar que lo de "Moonlight" (2016) no fue un golpe de fortuna, si no que estamos ante el desarrollo de un director con mayúsculas, que espero que nos siga dando alegrías muchos más años.

El romanticismo del film y su melancolía me recordó a una de mis películas preferidas. Nada menos que a "Deseando amar" ("In the mood for lovc" 2000, Wong Kar-Wai), ya que en ambas los amantes se ven castrados, ante el destino y ante una sociedad, que les impide desarrollar su amor libremente.

Si tengo que ponerle algún pero a este film, es el hecho de que algunos de los personajes secundarios están bastante infrautilizados y que podrían haber dado mucho juego a la película si se los hubiese desarrollado más. El director ha preferido centrarse en la pareja protagonista y es una opción tan buena como otra cualquiera. Sin duda estamos ante una de las películas americanas del año, pero que me temo que va a pasar bastante desapercibida para el gran público. Yo de ustedes no dejaría que me sucediera eso.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
29 de mayo de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Hay directores en la historia del cine cuya labor nunca ha sido reconocida como se merece, este es el caso del director alemán Paul Leni el cual fue, en mi opinión, uno de los mejores directores europeos de la época del cine mudo. Quizás su temprana muerte en 1929, cuando contaba únicamente 44 años y en el momento en que su obra alcanzaba la madurez, sea una de las causas de su olvido por parte de la mayoría de la crítica cinematográfica. Otra de las causas puede ser la dificultad para visionar algunas de sus obras durante muchos años y algunas de las cuales únicamente se disponían de copias severamente amputadas.

En este caso voy a hablar de "El hombre de las figuras de cera" ("Das Wachsfiguren Kabinett"), obra realizada en 1924 y que es su primera gran película de terror, aunque adolece de algún defecto que el director iría puliendo en sus películas posteriores. La historia es la siguiente: un poeta que deambula por una feria es contratado por el dueño de un museo de cera para que le escriba una serie de historias sobre algunos de los personajes que aparecen en su cámara de los horrores. Así, se nos muestran las historias que el poeta escribe sobre el califa Harun al Raschid e Iván el terrible, sin embargo al final de la noche el sueño le vence y será asediado por la tercera de las figuras del gabinete, la de Jack el destripador.hombre de las figuras de cera11

A primera vista lo primero que llama la atención es el excepcional reparto, compuesto nada menos que por Emil Jannings como Harun al Raschid, Conrad Veidt en el papel de Iván el Terrible, Werner Krauss se pone en la piel de Jack el Destripador mientras que el futuro director de cine William Dieterle es el poeta que además aparece en diferentes papeles en las dos primeras historias que él mismo va escribiendo. Igualmente, Olga Belajelf realiza el papel de la hija del dueño del museo y también aparece en las dos primeras historias.

El guión está firmado por el prestigioso guionista Henrik Galeen, autor de los libretos de dos de las obras fundamentales del expresionismo alemán: "El golem" ("Der Golem, wie er in die Welt Kam" Paul Wegener, 1920) y "Nosferatu el vampiro" ("Nosferatu, eine symphonie des grauem" F. W. Murnau, 1922). Sin embargo en esta ocasión el guión es demasiado simplista y escueto, sin existir un hilo conductor entre las historias que se nos cuentan. Lo que resulta curioso es como las historias van subiendo de tono poco a poco, la primera nos cuenta la pérdida del brazo del califa Harun al Raschid, la cual tiene un tono cómico, casi de vodevil y que nos recuerda un poco a las primeras películas de Ersnt Lubistch en su época alemana. La segunda es más tétrica, mostrándonos los crueles métodos de Iván el terrible. Finalmente, la última historia con Jack el Destripador es horror puro, sin concesiones de ningún tipo, buscando atrapar al espectador de la época en una atmósfera de la que parece imposible salir. Esta es la historia más expresionista ya que se puede ver como los decorados se desdoblan y los edificios se inclinan creando esa atmósfera agobiante que busca el terror más puro, el que proviene de lo más profundo de nuestras pesadillas.

Si hay que destacar una influencia en esta película es la de la obra maestra del expresionismo alemán "El gabinete del doctor caligari" ("Das kabinett des Dr. Caligari" 1920, Robert Wiene). Esta influencia se puede apreciar principalmente en los decorados, creados por el director Paul Leni, los cuales muestran imágenes distorsionadas, con tamaños disonantes con la realidad y angulaciones imposibles. Otra de las influencias que se puede detectar proviene de la película "Las tres luces" ("Der mude tod" 1921, Fritz Lang), la cual también se dividía en tres historias y los protagonistas del nexo común se convertían en los protagonistas de cada una de las historias.

La labor del director no se concreta únicamente en la creación de los decorados, también es destacable la creación de la atmósfera de estilo expresionista con sus luces y sombras presentes en todas y cada una de las tomas. Es esta atmósfera la que, junto con los decorados, constituye el principal atractivo de la película que no llega a cuajar en su aspecto narrativo, pero que constituye una buena prueba de lo que en pocos años sería capaz de conseguir este realizador. No obstante, es remarcable como en esta ocasión el director deja la cámara inmovil todo el tiempo, debido a la sumisión a los decorados creados para el film. Sin embargo en los años siguientes este director destacaría por sus audaces movimientos de cámara y su originalidad en la puesta en escena.

Así, las grandes obras dentro de la filmografía de Paul Leni vienen a continuación de esta película. Estas son: "El legado tenebroso" ("The cat and the canary", 1927), "El hombre que ríe" ("The man who laughs", 1928) y "The last warning" (1929). Es una pena que la temprana muerte de Paul Leni nos haya privado de otras obras maestras de este gran realizador.

Para finalizar, quiero contar que originalmente la película debía constar de cuatro historias en vez de tres, pero se eliminó una de ellas por problemas de presupuesto. Esta historia nos hablaría de Rinaldo Rinaldini, cuyas andanzas están ambientadas en la Italia del Medievo y que iba a ser interpretado de nuevo por William Dieterle. Sin embargo en la escena del principio, en la que el dueño del museo le enseña al poeta las figuras de las que tiene que escribir, aparecen las cuatro figuras juntas. Es la única señal de esa cuarta historia que finalmente no fue rodada.
7 de abril de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
Que la corrupción es un mal endémico de este país (y del ser humano en general) lo saben hasta los adolescentes. Sin embargo, siempre es y será necesario que se nos recuerde y se denuncien hechos como los que se narran en "El reino" (2018, Rodrigo Sorogoyen). En ella, el joven director español vuelve a dar muestra de su talento tanto como narrador de historias, como de creador de secuencias espectaculares a nivel técnico.

Manuel (Antonio de la Torre) es un diputado autonómico, el cual junto a sus compañeros de partido, lleva años cobrando comisiones ilegales en diversos proyectos que se han realizado en su comunidad autónoma. Sin embargo toda su vida se viene abajo de un día para otro cuando, tras unas filtraciones, él y su compañero de partido Paco (Nacho Fresneda), son acusados de corrupción.

Rofrigo Sorogoyen continúa una carrera como director que promete darnos muchas alegrías en los próximos años. Nos sorprendió muy gratamente con "Stockholm" (2013, codirigida con Borja Soler), su debut en el largo y nos deslumbró con la habilidad técnica y su labor con los actores desplegada en "Que Dios nos perdone" (2016) Ahora continúa desarrollando su talento como director en un film cuyo ritmo es constante y creciente, con una calidad técnica de un nivel superlativo y con unas cuantas escenas que dejan pegado en la butaca al espectador.

El guión, escrito como es habitual por Rodrigo Sorogoyen y su fiel colaboradora Isabel Peña, es hábil, inteligente y de mucha calidad. Sólamente el tramo final hace que disminuya su valía, ya que en esa parte el film se "americaniza", convirtiendo al protagonista en una especie de Tom Cruise de turno, que sale airoso de situaciones casi inverosímiles. Así mismo la escena final verbaliza el mensaje de la película y la psicología del personaje de Antonio de la Torre, pero ambas cosas se nos han venido mostrando durante todo el metraje, por lo que esa última escena se me antoja innecesaria.

El título del film es también bastante clarificador de lo que sucede en el film, en el que se pone por delante la supervivencia del reino (es decir del sistema establecido con muchos años de antigüedad) frente a la personas que lo dirigen, sin importar cuantos "reyes" tengan que caer para que triunfe dicha supervivencia.

Como es habitual en nuestro buen cine, el plantel de actores y actrices suman mucho a la puntuación general de la película. De Antonio de la Torre hace tiempo que he acabado los elogios hacia su labor como actor y en esta ocasión no es una excepción. Su trabajo vuelve a ser excelente, pleno de detalles y con una gran variedad de registros a la hora de plasmar el carácter de su personaje. Junto a él una sucesión de secundarios encabezados por otro enorme actor como es Josep María Pou, el cual encarna al presidente autonómico que abandona a su suerte al que iba a ser su sucesor. Pero no es el único, Ana Wagener, Luis Zahera, Monica López y la omnipresente Barbara Lennie completan un cast de altísimo nivel y que da la talla en todo momento.

En la película nunca se nombra de forma directa ni al partido político, ni la comunidad autonómica que dirigen los protagonistas del film. Sin embargo queda bastante claro que toda la película está basada en las tramas de corrupción que el Partido Popular llevó a cabo en la comunidad Valenciana. Dejando aparte el hecho de que varios de los personajes secundarios se insinúan claramente como trasuntos de los verdaderos cabecillas de dichas tramas, hay pequeños detalles que llevan a la conclusión de que toda la trama está situada en Valencia. No sólo la película está parcialmente rodada en dicha localidad, también en un par de segundos se nos muestra muy sutilmente a trabajadores recogiendo naranjas y, finalmente, toda la música que acompaña a la película es música tecno, como la que hizo famosa a esa región en los 90 cuando se formó la llamada "Ruta del bakalao".

Resumiendo, "El reino" es una película necesaria, bien realizada, muy entretenida y que incluso, llega a hacer que el público presente en la sala de cine aplauda cuando se termina la proyección. Sorogoyen no acaba de terminar de hacer una película sobresaliente, pero en mi modesta opinión lleva tres notables en sus tres primeros largometrajes, por lo que creo que dicho sobresaliente debería estar a la vuelta de la esquina.

Gabriel Menéndez Piñera
https;historiasdelceluloide.elcomercio.es
24 de marzo de 2019 Sé el primero en valorar esta crítica
"Green book" es un buen ejemplo de por qué el cine es tan grande, tan universal y tan variado. Una propuesta como ésta, del antaño escatológico Peter Farelly, cuya principal característica es quedarse en medio de ninguna parte, funciona, sin embargo, como un reloj suizo a la hora de calar entre todo tipo de audiencias. Se trata de una "feel good movie", con pareja protagonista cuyas vidas son totalmente ajenas la una de la otra, situación vista cientos de veces en films pretéritos. No obstante, la calidad de varias de las partes que la conforman, hace que ésta sea un buen ejemplo de película que, desde la actualidad, mira al Hollywood más clásico, en cuanto a su planteamiento y al desarrollo del mismo.

La película transcurre en el Nueva York de los años 60, donde Tony "Lip" Vallelonga (Viggo Mortensen) un italoamericano de manual, es contratado por Don Shirley (Mahershala Ali) como su chófer, durante una gira de conciertos que va a dar por el sur de Estados Unidos. Hasta ahí todo normal, si no fuera porque Don es de raza negra y por aquella época no era nada normal, en determinados estados, que un pianista negro fuese el invitado estrella en las reuniones de las mansiones del sur y que además fuese un hombre blanco el que le hiciera de chófer.

Precisamente el título de la película hace referencia a un librito verde, que se vendía a las personas de raza negra que iban a viajar por el sur del país y en que se les indicaba los sitios en que los afroamericanos se podían alojar y comer, sin tener problemas con sus conciudadanos de tez más clara.

Lo primero que me gustaría remarcar es que la película está basada (libremente) en hechos reales. El guión está escrito por el director Peter Farelly en colaboración con Brian Hayes Currie y Nick Vallelonga, el hijo del personaje interpretado por Viggo Mortensen. Guión en el que se han suavizado bastante los hechos acaecidos durante aquel largo viaje, que ayudaron a forjar una amistad inquebrantable, entre el rudo italiano y el sensible pianista afroamericano.

Ambos personajes están representados en la película de forma maravillosa por dos actores en estado de gracia. Tanto Mahershala como Viggo realizan una gran labor interpretativa y la química entre ambos es espectacular. Tal es así, que la película en un principio iba a ser bastante más dramática, pero la conexión entre ambos actores y las bromas que surgían durante el rodaje, hicieron que el tono de la película derivase progrsivamente más hacia la comedia. A ambos les acompaña una deliciosa Linda Cardellini, en el papel de la esposa de Tony y receptora de las cartas que su marido le escribe durante el viaje.

Pero más que las actuaciones, lo realmente destacable de la película es la excelente producción. Todo, absolutamente todo, encaja como un guante en esta historia de amistad. Las calles del Bronx, los parajes del sur, las mansiones lujosamente decoradas, los garitos de carretera, todo ello resalta durante las más de dos horas de duración del film. Un trabajo excepcional que ayuda en gran manera a que la película conecte con el público y a que éste se siente como en un film del Hollywood clásico, de esos que te dejaban con una sonrisa perpetua en la cara.

En el otro lado, nos encontramos con un trabajo de dirección de Peter Farelly bastante mediocre, si lo comparamos con el resto de las piezas de la película. Farelly se limita a rodar a sus protagonistas y a los parajes que visitan en su viaje, pero sin ningún tipo de calidad artística en la puesta en escena o en los movimientos de cámara. Es una pena, que le falte ese toque autoral a "Green book", el cual junto con una mayor vehemencia de su mensaje, podía haber creado una obra mucho mayor de la que finalmente es.

Como anécdota curiosa, me encanta decir que Tony "Lip" Vallelonga fue actor ocasional en algunas de las mejores películas americanas de los años 70. Aparece brevemente en obras como "El padrino" ("The godfather", 1972 Francis Ford Coppola), "Tarde de perros" ("Dog day afternoom" 1975, Sidney Lumet) o "Toro Salvaje" ("Raging bull" 1980, Martin Scorsese) además de otras películas en los 80 y 90. Así mismo ya en este siglo, participaría en la serie de televisión "Los Soprano", como no podía ser de otra manera.

Dejo para el final un aspecto que me llamó mucho la atención y es el apartado de la música. Reconozco que a pesar de ser un amante del Jazz, no había oído nombrar en mi vida a Don Shirley. Por ello, la sorpresa que me he llevado durante el visionado de la película ha sido mayúscula, al descubrir a este músico genial que, al igual que hacía la inmortal Nina Simone, mezclaba la música clásica con el Jazz de forma maravillosa.

En definitiva, "Green Book" no es la mejor película de 2018, a pesar de haber recibido el Oscar a mejor película, pero es una película muy agradable, con una producción fantástica y que me ha hecho descubrir a un músico de jazz al cual no conocía. Sólo por esto último ya tiene todo mi respeto, pero como he dicho antes, además tiene otras muchas virtudes que la hacen bastante recomendable.

Gabriel Menéndez Piñera
https://historiasdelceluloide.elcomercio.es
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