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Críticas 97
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
8
4 de febrero de 2014
19 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi opinión, Murphy no nos ha decepcionado y nos ha ofrecido imágenes interesantes, frases de esas para la posteridad, unos decorados escalofriantes, un toque kitsch súper petardo, finas dosis de humor inteligente, un delicioso elenco femenino en estado de gracia, un vestuario y unos looks estupendos, sean o no de Balenciaga, y mucho, mucho glamour.

Hay que decir que su premisa resulta altamente atractiva. Una academia de brujas, a lo Hogwarts, pero situada en una magnífica y blanquísima casa Victoriana de New Orleans, con escaleras glamourosas, lámparas de araña, y con una grandiosa Jessica Lange (aka Fiona Goode) como Suprema de este Aquelarre. La serie arranca con la llegada de Zoe Benson, interpretada por Taissa Farmiga (la chica del "coño asesino" ¿se puede decir "coño" en un blog para todos los públicos?, bueno ya lo pensaré mañana cuando el post esté irremediablemente publicado...). Allí entra en contacto con otras alumnas aventajadas con superpoderes bastante originales. Madison Montgomery (interpretada por Emma Roberts), una deslenguada y superficial ex-niña prodigio del cine echada a perder con poderes telequinéticos, Queenie (interpretada por Gabourey Sidibe), una especie de vudú humano y Nan (interpretada por Jamie Brewer), una chica con Síndrome de Down que posee poderes clarividentes. En la casa también vive la hija de Fiona, Cordelia (interpretada por Sarah Paulson), que viene a ser una especie de protectora de las alumnas, adoptando un papel casi maternal. Se dice que cuando una nueva Suprema comienza a florecer, la vieja Suprema empieza a desvanecerse y este es precisamente el elemento detonante de toda la trama: Fiona se está debilitando, su trono se está desmoronando, y eso sólo puede significar una cosa, que ha llegado una nueva bruja para ocupar su lugar. Pero la Suprema no se lo pondrá tan fácil a esa perra e intentará matar a todas aquellas brujas listillas que se le crucen por delante cuando sospeche que ésta haya venido a intentar arrebatarle el trono.

Ni hace falta decir que Jessica Lange está descomunal y que sólo perdono que no haya ganado el Golden Globe este año porque se lo llevó Elisabeth Moss, que me cae muy simpática. Lange es la Suprema, su cara angulosa, esa mirada felina, esa voz algo carajillera pero sumamente sensual, esa elegancia innata (como fuma, como se desliza por la pantalla como si se tratara de una serpiente venenosa, que lo es...), todo, todo en ella es puro talento y virtuosismo de la interpretación. Por favor, que instauren una nueva categoría en los Oscar a Mejor Actriz de Televisión, sólo para que la Lange pueda subir al escenario del Academy's Samuel Goldwyn Theater a recoger la dorada estatuilla mientras nos lanza unas de sus fulminantes miradas. Obviamente el equipo de guionistas de Murphy no ha querido desaprovechar la ocasión de tener una artistaza de este tamaño para dejarle soltar verdaderas joyas con su lengua viperina.

Pero también quiero destacar a Frances Conroy interpretando a Myrtle Snow, la jefa del Consejo de Brujas, enemiga desde la infancia de Fiona, ya que ambas luchaban por ocupar el lugar de la Suprema, pero Fiona con sus malas artes consiguió el preciado trono. El look de Myrtle, con su peluca crespada de color rojo Pipi Langstrump y su colección de gafas asimétricas no tiene parangón. La Conroy es un animal todoterreno, puede interpretar lo que le echen, en SFU ya mostró que funcionaba tanto en la tesitura dramática como en la cómica, pero AHS está siendo la plataforma de lucimiento ideal para ella, porque puede interpretar a los personajes más variopintos. Hay que decir que en esta temporada se ha llevado la palma: esa amplia gama de cambios y modulaciones de la voz (sonidos guturales, casi animales, inhumanos), su abanico de acentos, todo. Esta actriz es un verdadero camaleón de la interpretación y espero que su talento sea reconocido porque en AHS está que se sale interprete lo que interprete.

Para finalizar, quiero hacer incapié en la maravillosa estética de la serie. Esas imágenes grabadas con perspectivas angulosas o distorsionadas a través de cámaras con lentes de ojo de pez, han dado un tono onírico, deformado, surrealista, casi expresionista a la serie. Y también cabe destacar su vestuario, que va alternando elegantes trajes chicle de color negro para la Lange, enormes gafas de sol, una interesante colección de sombreros, ropas africanas, trajes de época del siglo XIX, vestimentas hippies, y los extremados conjuntitos de Myrtel con combinaciones de colores a lo Ágatha Ruiz de la Prada. Era un gozo ver la serie por sus elementos visuales y sonoros: la incómoda intro, la música, los dos vídeos musicales que se pegaron en la serie con la cantante Stevie Nicks, en el último episodio cantando su tema "Seven Wonders", muy apropiado para la trama, ya que las aspirantes a Suprema tienen que poseer y dominar siete poderes para reunir los requisitos necesarios para ser la nueva Suprema.
17 de febrero de 2014
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la primera temporada, pudimos comenzar a ver cómo el matrimonio Underwood (Frank y Claire, Spacey y Wright, respectivamente) iban hurdiendo un maquiavélico entramado para ascender en la Casa Blanca. Para ello, son necesarios todo tipo de recursos: la extorsión, el chantaje, la manipulación e incluso el asesinato. El matrimonio Underwood es el mal en estado puro y no se parará ante nada ni ante nadie, no tiene ningún tipo de escrúpulos, ningún tipo de principios, pasan por encima de cualquier obstáculo que se les ponga delante, y poco a poco van colocando milimétricamente todas las piezas de su complicado castillo de naipes, con el fin de llegar a la carta más alta sin que su obra se desmorone por el camino hacia su implacable ascenso. Lo más inquietante de todo ello es que, como espectadores, vamos asistiendo a este imparable proceso como si estuviéramos viendo un documental del National Geographic, en el que observáramos a cámara lenta cómo una Boa constrictor, con su atractiva coloración, siempre en solitario y siempre por la noche, prepara una emboscada a su presa para luego acabar matándola por constricción hasta estrangularla completamente.

El rostro del mal en esta serie tiene dos caras. Por un lado, la de un "sospechoso habitual", Kevin Spacey, interpretando a Frank Underwood (o Francis, como sólo le llama su esposa, con un tono de los más escalofriante). En mi opinión, éste es el personaje más terrorífico de la carrera de Spacey, mucho más que su Keyser Söze de "Sospechosos habituales" o que su John Doe de "Se7en". Spacey nos lo sirve con una elegancia, una mirada y una voz inquietantemente irónicas, como de alguien que se ha estudiado el manual del arte de la manipulación página por página, convirtiéndose en un ser que podría convencernos de que nos voláramos la tapa de los sesos con sólo unas pocas palabras. Es una persona ambiciosa, culta, experimentada, que conoce todos los mecanismos de la personalidad humana a la perfección y que por ello puede conseguir lo que quiera de las personas, siempre en beneficio propio, parece que no sea capaz de sentir empatía o compasión por nadie. Su arma más letal es su inteligencia. Me encanta cada vez Frank rompe la cuarta pared de la pantalla y se gira hacia la cámara para comentarnos con sorna y sarcasmo lo fácil que es manipular a la gente, a veces nos comenta que lo que acaba de decirle a alguien es todo una sarta de mentiras o simplemente se nos queda mirando, intentando que los espectadores nos convirtamos en cómplices de su maquiavélico plan. De hecho, es sólo en estos momentos en los que se dirige a la cámara cuando vemos al verdadero Frank, sus verdaderas intenciones, pero también su vulnerabilidad.


Pero, Frank no sería el que es sin su esposa, Claire Underwood (maravillosamente interpretada por Robin Wright, quien recientemente ha ganado el Golden Globe a Mejor Actriz Dramática por este papel). Claire es como una gata depredadora, se mueve elegantemente, sale a correr por las noches, largos paseos durante los cuales planea, hurde, trama. Al principio de la serie, parece un personaje más inocente, más vulnerable, que vive a la sombra de su marido, pero Claire es mucho más que todo eso, Claire es la otra cara del miedo, de una belleza abrumadora y una elegancia deslumbrante, pero igualmente voraz, despiadada, infalible, la gran mujer que hay detrás de todo gran hombre. Digamos que la princesa Buttercup de "La princesa prometida" se ha convertido en una reina malvada que hace que Cersei Lannister parezca Bambi a su lado.

Juntos son como Glenn Close y John Malkovich en "Las amistades peligrosas", una pareja de nobles, cuyo mayor poder no es su estatus social, sino unas mentes pensantes que son capaces de cualquier cosa, más allá de lo que un ser humano corriente sería capaz de imaginar. Sus escenas cuando se reencuentran a altas horas de la madrugada en su casa junto a la ventana, compartiendo un cigarrillo, cruzándose pocas pero punzantes palabras, forjando nuevos planes para conquistar el poder, resultan totalmente perturbadoras. Forman un tándem perfecto, sabiendo qué pieza del tablero de ajedrez han de mover en cada momento para terminar tumbando al Rey. Es un matrimonio peligroso, con una relación casi enfermiza, a veces tienes las sensación de que se quieren, otras de que se detestan, pero siempre te das cuenta de que se comprenden a la perfección, porque ambos comparten un mismo propósito: llegar a conquistar el trono del poder. Está claro que Frank quiere llegar a ser el Presidente de los Estados Unidos y Claire su Primera Dama y para ello destruirán a quien haga falta, sin ningún tipo de remordimiento, sin mirar atrás, sin contemplar las vidas que han destruído durante ese cruel camino hacia el poder absoluto.

Se trata pues de una compleja intriga política con constantes giros de guión y con muchos personajes (es de esas series que te hacen preguntarte constantemente ¿Y este quién era?). Sus diálogos tienen la mala leche que es de esperar de un drama de estas características, parecen diálogos escritos por Aaron Sorkin, aunque en este caso no lo son, pero está claro que beben de su influencia, porque son rápidos, concisos y están repletos de inteligentes dobles intenciones. Está claro que Sorkin ha comenzado a crear escuela.

Let the butchery begin!
10 de junio de 2014
11 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo que de pequeño el naranja era mi color favorito. Le pedía a mi madre que me lo comprara todo de color naranja, los jerseys, las camisetas, los calcetines, los bañadores, las toallas, todo... Con la adolescencia todo esto pasó, hasta que llegaron Netflix y Jenji Kohan para revolucionar la televisión con todos estos personajes femeninos que visten monos naranjas a todas horas, y con ello han conseguido que el naranja volviera a ponerse de moda.

La serie tiene como punto de partida el momento en que Piper Chapman decide entregarse por su participación en un crimen relacionado con el tráfico de drogas que cometió hace diez años, cuando era una joven lesbiana loca de amor. Piper ahora es una especie de rubia princesita Disney pija, a punto de casarse con Larry que se dedica a vender pastillas de jabón de calidad. Claramente alguien poco preparado para vivir dentro de una cárcel de mujeres peligrosas. Pero poco a poco irá sacando la lesbiana fuerte que lleva dentro y se convertirá en una desgreñada peligrosa que pateará los culos que haga falta para mantener un cierto estatus dentro de la prisión. Así es como Piper entra dentro de un microcosmos llamado cárcel, donde existen diferentes tribus o ghettos: las religiosas, las latinas, la chicas de oro, las asiáticas, etc. Un mundo donde todo está magnificado (un pequeño gesto de gentileza puede llegar a parecer algo enorme). Un mundo donde los verdaderos sentimientos y las verdaderas intenciones de la gente salen a la luz.

Uno de los puntos fuertes de la serie es su reparto, lleno de rostros femeninos poco conocidos, pero que desprenden un gran talento. Son personajes que resultan extremos, porque extrema es la situación en la que viven. Son singulares, pero no por ello están mal dibujados, ni resultan caricaturescos. Todos están dotados de una gran profundidad, todos tienen detrás su historia, algo que los humaniza, que hace que los entendamos; y a todo ello debemos otorgarle el mérito por un lado a los guionistas y por otro al maravilloso trabajo que hacen todas y cada una de las actrices que aparecen en la serie. Así se nos va mostrando continuamente flashbacks de los personajes para situarnos en sus complejos mundos interiores, para que podamos dotarlos de humanidad y para que podamos entender las decisiones que tuvieron que tomar en un momento determinado de sus vidas y que acabaron llevándolas a prisión.

Así encontramos a interesantes personajes femeninos como Crazy-Eyes, que se enamora de Piper nada más verla y que quiere que ésta sea su esposa en la cárcel a cambio de su protección. Hilarantes resultan todas aquellas escenas en las que Crazy-Eyes realiza una especie de ritual de cortejo sexual y por ello decide entrar en la celda de Piper, bajarse los pantalones y ponerse a mear, como marcando territorio, rollo "¡tú eres mi hembra!", o cuando le compone una canción de amor donde hace rimar cosas hermosas como que juntas se mezclarán como el chocolate y la vainilla. Incluso alguna vez ha conseguido llegarnos al corazón, como cuando le pregunta a Piper por qué todo el mundo la llama "Crazy-Eyes"..., qué pobre la pobre...

Tenemos a Sophia Burset, una transexual interpretada por Laverne Cox (transexual en la vida real). Su dolorosa historia sobre cómo tuvo que luchar para convertirse en la persona que realmente quería ser logra llegarte al corazón. El momento en que Sophia decidió dejar de ser un bombero casado y con un hijo y revelarle a su esposa que realmente se sentía mujer. Especialmente desgarradora resulta la imagen en la que Sophia le pide a su esposa que le ayude a provarse su primer vestido de mujer, una escena dura, pero emotiva, que nos demuestra que el amor de verdad va mucho más allá de lo físico. Como curiosidad, destacar que en el episodio en el que se nos muestra su historia anterior, se usó a su hermano gemelo para interpretar a su yo antes del cambio de sexo.

Tasha Jefferson o "Taystee" es uno de los personajes más divertidos, por su alocada manera de ser. Consigue salir de la cárcel durante unas semanas, pero acaba volviendo, alegando que nada era como recordaba, que en prisión se siente como que le importa a la gente, mientras que fuera no significaba nada para nadie. Sus intervenciones siempre consiguen hacerte reír, como cuando le suelta a otra reclusa: Esto no es "Criadas y señoras", pero ya te digo yo que te comerás mi mierda!

Pero la lista de personajes interesantes no termina aquí. Así tenemos a "Red" la cocinera rusa, que se convierte en una figura maternal para las reclusas de la prisión, una verdadera Matrioska, aunque a veces hago uso de métodos algo cuestionables. Lorna Morello que sigue soñando con una boda que nunca sucederá y que sigue esperando a su prometido que no la visita desde hace mucho tiempo. Alex Vause, la ex-novia de Piper, que (gran recurso de los guionistas) casualmente también se encuentra cumpliendo sentencia en la prisión Litchfield y por la que se da cuenta que aún tiene un montón de sentimientos no resueltos. Luego está la historia entre Daya y el oficial Bennet, los Romeo y Julieta de la serie, un amor imposible entre una reclusa y un celador.

La serie difumina por completo la línea divisoria entre el drama y la comedia, mezclando ambos géneros con un humor negro, pudiendo resultar a ratos hilarante y a ratos despiadada, y no por ello deja de tratar temas importantes como el racismo, el sistema de justicia, la diferencia de clases, etc. Por los dos episodios que he podido ver de esta segunda temporada, la serie no ha perdido ni un gramo de su calidad y además ya ha sido renovada a una tercera temporada. Buenas noticias para todos los fans de la serie, entre los que me incluyo yo, por supuesto!
16 de marzo de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando Todd Solondz dirigió en 1998 una película llamada "Happiness", está claro que en realidad quería decir unhappiness. Pues bien, cuando los hermanos Duplass (Jay y Mark) crearon esta serie y la llamaron "Togetherness" (algo así como unión o compañerismo) en realidad querían decir disaffection o distanciamiento, que es de lo que habla esta nueva serie de la cadena privada HBO, estrenada en enero de este año y que el pasado domingo emitió su octavo y último episodio de la primera temporada. La serie ya ha sido renovada a una segunda.

El género de la dramedy, esa combinación perfecta de drama y comedia, está dando muy buenos frutos, y la HBO, junto con Showtime, parece que se está especializando en ello. En este caso, la serie se centra en el matrimonio Pierson (Brett y Michelle), que por circunstancias de la vida han acogido en su casa al mejor amigo de Brett (Alex Pappas), que es casi como un hermano para él, y a la hermana de Michelle (Tina Morris). De esta manera, se ven obligados a vivir bajo el mismo techo, intentando lidiar con sus relaciones y perseguir sus sueños a nivel individual, algo nada fácil... Todos los personajes se encuentran en esa delicada frontera entre los treinta y los cuarenta. Una etapa de la vida en la que se está a vueltas de todo, ya nada parece que surja de manera natural, nada fluye, la llamada crisis de la mediana edad. Esa fase en la que la sociedad asume que tienes que tener tu vida encauzada, cuando a veces resulta que es cuando más patas arriba la tienes... La monotonía del matrimonio, la sensación de que deberías haber encontrado ya a tu persona, la sensación de que deberías haber encontrado ya tu vocación y por supuesto un trabajo definitivo, la sensación de que los sueños que tenías en tu juventud no parece que vayan a cumplirse jamás...

Los hermanos Duplass han creado, pues, una serie que supura verdad por cada una de las hondas heridas de sus personajes y esa es una de las grandes bazas de la serie, esa y la mezcla de vulnerabilidad, rechazo y adorabilidad que pueden causar sus personajes, porque todos sabemos que la frontera entre el cariño y el desprecio es una delgada línea muy fácil de cruzar, por lo que muy posiblemente tendremos sentimientos encontrados hacia los cuatro protagonistas. Así, por un lado, tenemos a Brett (Mark Duplass) y Michelle (Melanie Lynskey, para mí la mejor de la serie, su historia es la que más me ha enganchado), un matrimonio que lleva diez años juntos, y que ha perdido la chispa, la llama de la pasión. Michelle no quiere mantener relaciones sexuales con Brett. Ambos quieren arreglar la situación sin llegar al divorcio, porque se quieren, se tienen cariño, pero parecen más compañeros de piso que un matrimonio.

Por otro lado, tenemos a Alex (Steve Zissis), un hombre rechonchín y poco agraciado que sigue persiguiendo su sueño de convertirse en un actor de renombre. Está harto de que le llamen para castings de secundones graciosillos, quiere un papel protagonista. Alex está enamorado secretamente de Tina (Amanda Peet), la "hermana guapa", pero no por ello menos desequilibrada, de Michelle. Tina busca el amor, pero los hombres sólo la quieren por su belleza exterior, ninguno se toma la molestia de ver cómo es por dentro. Bueno, Alex sí, pero ella ni se fija en él, lo ve como su amigo regordete y simpático. La química entre Zissis y Peet traspasa la pantalla y claramente, en mi opinión, es uno de los platos fuertes de la serie, uno no se cansa de ver a estos dos.

No hace falta decir que todos los actores muestran sus defectuosos personajes con naturalidad y sinceridad y todo ello encaja a la perfección en esta especie de producción independiente para la televisión, que no tiene nada que envidiar a algunas de las joyas del festival de Sundance. Una serie donde lo verdaderamente importante no es lo que se cuenta, sino cómo se cuenta. Lo verdaderamente importante no es el lugar donde ocurre todo, sino los personajes a los que les ocurre todo, unos personajes con lo que podemos empatizar, a los que odiaremos y amaremos a partes iguales. Nadie es juzgado por cometer actos moralmente cuestionables. Podemos entender cuando alguno de los personajes quiere cometer adulterio, podemos entender cuando alguien quiere seguir en una relación que no funciona, sentimos todos y cada uno de los sentimientos encontrados de los cuatro personajes protagonistas, porque, como he dicho antes, la serie rezuma verdad, y ante eso la originalidad de las situaciones deja de ser un factor importante.

Una serie sobre la conexión humana, sobre la cercanía que buscamos cada día con la gente que nos rodea, gente que busca el contacto físico, una caricia, un abrazo, y no lo encuentran en la persona que tienen a su lado y con la que comparten la mayor parte de su tiempo.
22 de mayo de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En un momento de la serie, Brenda Chenowith hace una interesante reflexión "Cuando te quedas sin padres eres huérfano, cuando muere tu pareja eres viudo o viuda, pero ¿cómo se te llama cuando pierdes a un hijo?, supongo que es algo demasiado horrible para ponerle un nombre", a lo que yo añado: ¿cómo se te puede llamar cuando te quedas sin SFU?, una serie cuyo humor se viste de luto para hablarnos de la muerte desde una perspectiva nunca antes mostrada en TV y para la que la punzante y firme mano de su creador Alan Ball, quien recién venía de celebrar su éxito como guionista de la oscarizada "American Beauty", tenía el pulso perfecto. Una impecable mezcla de géneros: el drama, la comedia negra y el realismo mágico se entrelazan para recordarnos que cada día que pasamos sobre la tierra es un buen día.

SFU fue de principio a fin una historia sobre la Muerte, cuya premisa es que la única garantía que se tiene en la vida es que vamos a morir:

1) Los exquisitos títulos de crédito de la "intro", con la magnífica música de Thomas Newman (compositor también de la banda sonora de "American Beauty"), que muestran todo el proceso de la muerte: el alma que abandona el cuerpo, el cadáver llevado a la morgue, su embalsamamiento, el funeral y el entierro, todo ello a través de imágenes simbólicas: un cuervo, luces brillantes al final del túnel, flores marchitándose, viejas fotos...

2) Las muertes iniciales en los episodios, unas veces cómicas, otras desagradables, otras que se convertían en el centro de la trama del capítulo; una especie de juego macabro rollo "adivina quién va a morir". Empezar cada episodio con una muerte ya asentaba un tono único en la serie.

3) La muerte como negocio y como modo de vida. La familia Fisher regenta una funeraria, por eso se dan situaciones que pueden resultar hilarantes, como que muchas conversaciones importantes tengan lugar en la sala de embalsamaje donde se reconstruyen los cadáveres o que Claire vaya al instituto con un coche fúnebre de color verde lima, dentro del que experimentará con las drogas, se liará con chicos, etc.

Pero SFU también es la historia de la muerte de una relación, la de Nate y Brenda, algo que desde casi el principio sabemos que va a suceder, es la crónica de una muerte anunciada. Quizás en algunos momentos vemos un resquicio de esperanza, pero éste es sólo un espejismo que no podrá detener el inevitable desenlace de esta relación. Sin embargo, el espectador sigue queriendo con testarudez que sigan juntos, porque empezamos ese viaje con ellos dos al principio de la serie.

Parecen una pareja imperfecta, pero a veces son justo lo que uno necesita del otro. Ambos cometen muchísimos errores durante el camino de su relación. La pareja se une, se rompe, se une y se vuelve a romper, con terapias para parejas, grupos de adictos al sexo, operaciones quirúrjicas de vida o muerte, embarazos fuera de la pareja, abortos, muertes muy muy sórdidas, bodas, divorcios, porque al fin y al cabo SFU también es un culebrón que tiene todo lo necesario para mantenernos enganchados a la muerte.

Se trata de una relación dibujada con muchos momentos honestos, con unos personajes tan bien escritos y tan bien interpretados por sus actores, con tantos defectos y tantas frustraciones, que parece que estemos ante una pareja de verdad. En un momento determindo, Nate suelta la perla "El amor no es algo que sientes, es algo que haces, si la persona con la que estás no lo quiere, hazte un favor a ti mismo y guárdalo para otra que lo quiera". ¡Madre mía, yo de mayor quiero ser guionista de SFU!, piel de gallina al escuchar lo bien que escriben estos señores y señoras.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Su relación comienza estigmatizada por una muerte, la del padre de Nate (Nathaniel Fisher), noticia que Nate recibe cuando prácticticamente todavía está dentro de Brenda, tras mantener relaciones sexuales con ella dentro del cuartito de la limpieza de un aeropuerto. Así la relación tendrá una serie de puntos clave que marcarán su evolución y su destino.

1) Nate va a Seattle por cuestiones de trabajo y allí visita a Lisa, una antigua amiga. Unos cuantos episodios más adelante, Nate se encuentra con ella en un supermercado de L.A, ésta le dice que se ha mudado allí y le suelta de golpe que está embarazada y que el bebé es suyo, mostrándole la panzota que oculta bajo su vestido "hippiolo".

2) Brenda, alentada por una clienta suya que es prostituta, hace un verdadero descenso a los infiernos de un escabroso mundo de sexo anónimo, orgías y otros morbosos paraísos sexuales, al más puro estilo de Michael Fassbender en "Shame". Además estas experiencias despiertan su inspiración a la hora de escribir una nueva novela.

3) Al final de la cuarta temporada, Nate descubre cómo murió Lisa, más o menos, porque en ningún momento tenemos la reconstrucción de los hechos a lo CSI, así que nunca llegamos a saber del todo lo que sucedió realmente aquel día en la playa entre Lisa y su cuñado.

4) La boda de Brenda y Nate, dos días después de que Brenda sufra un aborto. Brenda intenta que le retiren el pequeño cadáver de su hijo antes de la ceremonia, pero resulta imposible, así que decide seguir adelante con la boda y casarse llevando el cuerpo sin vida de su hijo en el vientre, convirtiéndose así en una doble ceremonia: por un lado, el enlace de su "amor" y por otro, la muerte de su primer hijo. Esta situación da lugar a momentos bastante siniestros, como cuando Brenda mancha un poco de sangre su blanco vestido de boda, o como cuando la siempre oportuna Ruth pide a Brenda y a Nate hacerse una foto juntos para que queden inmortalizadas las tres generaciones de Fishers, desconociendo ésta que una de ellas ya no está realmente en la foto...

La serie contó con uno de los mejores finales de la historia de la TV, fue el final perfecto para una serie perfecta. Esos últimos siete minutos que ofrecen nuevas direcciones para todos y cada uno de los personajes. El famoso montaje de escenas final con la canción de Sia "Breathe" (nunca más escucharás esa canción sin tener flashes de ese final). Resulta imposible no romper a llorar viendo esos últimos minutos, y no sabes si lloras por las imágenes que estás viendo o porque te has quedado huérfano de SFU. Ese final elevó una serie brillante a la categoría de perfección.

Seguiremos esperando que una serie sea capaz de cerrar una historia como lo hizo SFU o que el Sr. Ball vuelva a sorprendernos con una creación tan lúgubremente hermosa como esta.
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