Haz click aquí para copiar la URL
España España · Shangri-la. Andalucía
Críticas de Maggie Smee
<< 1 70 71 72 73 76 >>
Críticas 376
Críticas ordenadas por utilidad
9
17 de octubre de 2013
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine español es un gran desconocido incluso para los propios españoles. Hay un buen número de películas, no ya actuales, sino incluso rodadas hace décadas, que podrían haber obtenido ya el rango de “clásicos”, pero que no se explotan de ninguna manera, no ya en un canal público que es donde debieran exhibirse, sino en ninguna plataforma y ni están en venta, en resumidas, ni se conocen. Para rematar la desdicha, al menos en el caso de “La pecadora”, incluso en el conocido Diccionario Espasa de Cine Español que revisó y actualizó en noviembre de 1996 su autor, Augusto M. Torres, donde hace hueco incluso a algunos profesionales irrelevantes y/o impresentables, de su director, Ignacio F. Iquino, dice que tiene una extensa pero poco interesante filmografía y ni menciona, siquiera en un mísero renglón, este título y ni, por ejemplo, tampoco a su espléndida protagonista Carmen De Lirio, lo cual sentencia definitivamente al olvido esta película.
Y es injusto porque “La pecadora” es un drama que parece haber sido concebido casi como una respuesta al mejor cine americano de la época, no como imitación sino como demostración de que aquí incluso éramos capaces de “competir” con ellos, no con el mismo presupuesto, pero sí con las mismas armas. La película comienza en tiempos remotos, casi en plan De Mille y con música de corte de películas bíblicas americanas, donde se nos muestran estupendas coreografías en suntuosos palacios y donde María de Magdala hace gala de su crueldad junto a su amante. En pocos minutos, y tras esa estupenda introducción, nos sumerge en tiempos actuales donde su misma protagonista, ella también se llama Magdala, mantiene una borrascosa relación con el mismo amante y nos llevarán a desfile de bofetones, gritos, improperios y tropelías inusuales en la producción española. Para ello, sobre todo en el caso de De Lirio, su personaje se confeccionó al estilo de las arpías que encarnaban Anne Baxter, Bette Davis o Barbara Stanwyck (yendo a la última moda incluso), y claro, aprovechando que la película contaba con asesoría eclesiástica para la posible redención de Magdala, su maldad se desbarra por minutos y se recurre incluso a la blasfemia, algo sorprendente, sobre todo teniendo en cuenta la fecha de producción y de cómo pudo sortear la censura. Película muy amena de ver y desde su modestia, con planos que emulan a Welles, sobre todo en sus interiores, donde se recogen hasta el techo de las estancias, y con una buena dirección de Iquino, que por aquel entonces andaba inspirado. Creo que, aparte de cinéfilos, estudiosos y curiosos de lo desconocido o inclasificable, su visión sería recomendable desde a los directivos de ciertas empresas, entidades bancarias, pasando por chorizos que andan mangando sin piedad o incluso a la cerda de mi hermana. Muchas de las barbaridades que se cometen en el film se siguen practicando casi con impunidad, tales como el desahucio, y no estaría mal que escucharan al sacerdote las réplicas que le da a la responsable por si se quieren dar por aludidos, aunque ya sería un milagro que llegasen al Acto de Contrición.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
12 de noviembre de 2016
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da la impresión de que se ha instaurado en Europa un tipo de cine independiente, por aquello de tener un presupuesto muy ajustado, nada más por esa razón, pero que a la par es parco también en objetivos, que pretende plasmar “realismo” pero sin querer mojarse, sin describir claramente a sus personajes para luego no adoptar ninguna posición, puede que para no ofender a nadie. Y el cine independiente creo que debe ser todo menos eso. El exponer meramente una situación para que luego se debata, por un público, como en este caso, de festivales asiáticos por donde la película sobre todo ha circulado, habrá sido interesante, pero en definitiva poco aporta y, lo peor, al final de la película poco importa.
Guillaume Senez, quizás influenciado por el tipo de cine que también hacen los hermanos Dardenne, también belgas, ha construido con “Keeper” un film correcto, con sus agujeros en la narración y un final algo insulso, que deja en evidencia incluso su título, que pretendidamente quería abarcar la relación del joven protagonista con el mundo del fútbol al que se quiere dedicar, (keeper se podría traducir como portero, rol que desea desempeñar profesionalmente), además de guardián o cuidador, ya que, aún a pesar de ser un quinceañero como su novia, ambos se ven envueltos en un inesperado embarazo.
Lejano al cine sin rodeos de Larry Clark, sin entrar en valoraciones si es necesario o no esa línea, o al complaciente resultado de “Juno” made in Hollywood, Guillaume Senez parece instalado en un terreno cercano al docudrama aséptico y visto en muchas ocasiones, alejado de la polémica, cosa que puede ir en su beneficio, pero también lejos de calar en el espectador, por más que evidencie deficiencias en las normativas que nos rigen ante ciertos problemas, como el embarazo juvenil. De hecho me interesó más la opinión de un señor que era orientador y que manifestaba su impotencia al pretender ayudar a los chicos, ya que las chicas son las que deciden en todo momento qué hacer en una situación así y ellos poco pueden aportar o comentar, tanto si ellas quieren o no abortar, darlo en adopción o tenerlo como cualquier pareja. Tema complejo en el que aún nos queda camino por recorrer.
Los actores encarnan sus personajes sin que destaquen demasiado, así como la utilización de las canciones, ya que la mayoría de los temas que suenan pero sin sacarles del todo partido, poniéndolos y cortándolos cuando le viene bien porque dan la impresión de estar cubriendo tiempos muertos más que dándoles un sentido.
Quizás Senez en un futuro, con más experiencia y con las ideas más claras, pueda proporcionarnos un cine con más vida y con más interés, pero “Keeper” parece más bien hecha por un joven arriesgado que por un tipo con cierta edad y que, para colmo, que ha hecho sus deberes, informándose con ciudadanos envueltos en esta problemática. Puede que tenga que tener en cuenta también que un guión, mientras más cerrado esté mejor, porque el dejarse llevar ante la “improvisación natural” en sus ensayos e incluir esos fogonazos de espontaneidad, no le va a dar mayor credibilidad.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
27 de marzo de 2015
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El año más violento” podría despistar a más de un espectador que espere una película más de tiros. No se trata de una acción a lo Steven Seagal, por ejemplo. Es un cine que disecciona hechos, cuya acción transcurre en el interior de los personajes, que se desarrolla en invierno, en la década de los ochenta y aunque un subtítulo nos indique que se trata de la ciudad de Nueva York, no sale nada que el espectador pueda identificarla con lo que en el cine habitualmente muestra de ella: polígonos industriales, camiones cisterna, contenedores, óxido, nieve sucia, y barrios abandonados, medio derruidos, todo alejado de la imagen más turística de la ciudad o de sus barrios habituales, aunque sean barrios marginales. De hecho hay parte visualmente sacada de Detroit, una ciudad con barrios fantasmas, destilando en todo momento un tono de desencanto, de rompimiento del sueño americano dorado, decadente, como por ejemplo ya ocurría en la ya no tan reciente “Mátalos suavemente”.
Su ritmo es realista, a veces pausado aunque no llegue a ser lento, pero su principal característica es que es extremadamente gélida, tan pretendidamente glacial porque J. C. Chandor ha antepuesto esta intención tan cortante como un cuchillo para ayudar al clima analítico que se requería, y eso ya la hace diferente, pero también es una barrera de hielo transparente para que el espectador medio pueda participar de ella. Sus personajes, casi todos de dudosa honorabilidad se mueven por intereses oscuros, brillando con luz propia sobre todo Oscar Isaac en el difícil cometido hombre honrado. Se ha dicho de él que recuerda al Pacino de los setenta (y a mí también me sonaba a Alfred Molina en algunos momentos), cierto es. Chastain, que da la réplica, hace de su mujer, paseando constantemente preciosos modelitos exclusivos de Armani con un personaje, que como el resto, se ven tan vulnerables como ambiciosos, y su frialdad innata le ha beneficiado. También se ha comparado la labor de J. C. Chandor con renombrados directores como Lumet o Coppola, pero me temo que eso ya eso sí que no. Sigue un estilo muy en la línea de estos y otros directores en la década de los setenta, pero compararlos con ellos iría en detrimento de Chandor, aún sin un estilo tan depurado, aunque interesante. Su fotografía intenta contribuir a ello de manera evidente, pero creo que es su banda sonora la que más ayuda a recrear esa visión entre arrumbada y fantasmal, muy en la línea de los años ochenta, y es más que acertada.
No me extraña que finalmente no haya obtenido ninguna nominación a los Oscars a pesar de otros premios y menciones conseguidas. Ya figuraba “Foxcatcher” que es otra muestra, para mí más conseguida, de esa América a la que la industria del cine no le conviene mirar y que el espectador tampoco va a buscar. Pero si es verdad que si le hubieran hecho un hueco, aunque fuera como mejor película, quizás hubieran abierto una brecha, un estilo de cine que pertenece, más que al gremio comercial al cine independiente, algo que desde hace décadas ya hacían también Bogdanovich o Huston por ejemplo, con excelentes resultados, pero que por ello tuvieron que pagar peaje.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
4 de noviembre de 2022
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Los años jóvenes” es un ejemplo de ese cine que tuvo su auge en los sesenta, no solamente como un intento de renovación del género musical, si no que servía de promoción para un cantante o grupo musical, en este caso de Cliff Richard, vocalista junto a The Shadows y que triunfaban en las listas de éxitos de discos más vendidos y escuchados.

No siempre ha sido un género rentable. La fórmula, ya entrados en la década de los setenta, fue a pique y algunos títulos, como “Head (Cabeza)”, de Bob Rafelson, con The Monkees, a pesar de ser realizada un par de años después tras la exitosa serie, resultó un fiasco, dando paso a documentales más que a películas con argumento.

Fue un “género” que se cultivó en muchos países, y que alcanzó la cima en Reino Unido con The Beatles. Incluso fue imitado en España, por ejemplo, con José María Forqué con su “¡Dame un poco de amooor...!” con Los Bravos, aunque la mejor española fue, al menos para mí, la inolvidable “Un, dos, tres... al escondite inglés”, de Zulueta.

Pero volviendo a “Los años jóvenes”, Sidney J. Furie fue el elegido por el productor Kenneth Harper, director que cultivó toda clase de géneros en cine y la televisión. El film se convirtió, a pesar de su modesto presupuesto, en el mayor éxito que cosecharían The Shadows con Cliff Richard, siendo la tercera película británica más taquillera de ese año, por detrás de “Los cañones de Navarone” y “Agente 007 contra el Dr. No”.

La siguiente, “Vacaciones de verano”, fue la primera que dirigió Peter Yates, pero no triunfó en Estados Unidos, lo que motivó que volviese a ser de nuevo Sidney J. Furie el director para rodar “Días maravillosos”, con Cliff Richard y The Shadows, que para ellos era la quinta película y continuaban en la cresta de la ola.

Lo más curioso de este film es que la coreografía corre a cargo de Herbert Ross, que luego se convertiría en famoso director de cine, el cual propone, sin conseguirlo, para el papel protagonista femenino a una joven, desconocida por aquel entonces, Barbra Streisand. Su productor quería a Audrey Hepburn, lo cual era bastante descabellado, yendo el papel finalmente para Carole Gray, famosa bailarina del West End teatral londinense. Su coreografía se inspira, sin pudor, en “West Side Story”, así como el vestuario elegido, su colorido y algunos de sus temas, que incluye un tema “mambo” que parece sacado de la partitura de Bernstein.

El guion, que no depara muchas sorpresas, empieza como una película que va a tratar de la juventud londinense en los sesenta, con coreografía “moderna”, y da un giro, cuando encuentran el teatro donde ensayar, al “inspirarse” argumentalmente en “Los hijos de la farándula (Babes in Arms)”, de Busby Berkeley, con coreografías que dan un paso atrás y que parecen más inspiradas de manera pobre en films de Kelly, Donen o Minnelli, como para salir del paso sin demasiada complicación y echando más azúcar en lo que ya se había contado, que era bastante “light”.

Llama la atención el que haya una escena en un lago británico y se intente dar una imagen como si fuera lo mismo estar allí como en la costa californiana, eso sí, estando la pareja protagonista rodeada, sin sentido, por niños que parecen abducidos. Escena que contrasta con otras, como los bailes en el local, que están mejor llevadas a cabo, con más brío.

Y si eso era lo más curioso, lo más logrado es la fotografía en color de Douglas Slocombe, genio de la fotografía británico, que falleció a la edad de 103 años, y cuyos trabajos ya pertenecen a la historia del cine, que van desde clásicos británicos de la década de los cuarenta a por ejemplo al blanco y negro de “Mandy” o “El sirviente” hasta la espectacularidad de otro musical filmado en Todd- Ao, como el ya clásico “Jesucristo Superestar”. Llama la atención las pocas nominaciones que consiguió de Hollywood, y perdió injustamente la ocasión de ser galardonado por “En busca del arca perdida”. Su trabajo en este caso, como hemos dicho, es muy destacable.

Reseñable que su banda sonora o ninguna de sus canciones llegaran a ser nominadas al “Oscar”, sobre todo la mítica y archiconocida “The Young Ones” que da título al film y que ha sido versionada por miles de cantantes, quizás porque por esa época Hollywood anteponía sin pudor sus intereses a cualquier industria que supusiera una competencia, porque ya con The Beatles, que clama al cielo, no fueron capaces de nominarles por ninguna canción de sus célebres films.

¿Y qué decir de su reparto? Pues que los secundarios destacan más que su protagonista, como era de esperar. Cliff Richard cumple su cometido, pero es más en plan mírame pero no profundices mucho. Robert Morley, como su padre, muy bien, como es habitual en este gran actor, y el resto cumple sin más, aunque una década después, Richard O´Sullivan, alcanzara la gloria internacional con la serie “Un hombre en casa”, demostrando que era más que una divertida promesa.

Antes de acabar, me gustaría hacer mención a algo difícil de volver a ver, y es que recuerdo un videoclip de un tema de Cliff Richard con The Shadows, interpretado por las marionetas protagonistas de la serie “Guardianes del espacio (Thunderbirds)” que era maravilloso y no sé de qué manera se podría visionar.

Musical intrascendente, correctamente realizada y agradable de ver, aunque sin duda para los más nostálgicos sea imprescindible. La copia remasterizada y rescatada por Netflix es muy buena. La verdad, da gusto ver cine en tan buenas condiciones.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1
1 de abril de 2021
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una buena película, es obvio, que puede salir tanto de un gran estudio con gran presupuesto como de un circuito independiente. Muchas veces, es el cine independiente es el que la proporciona, aunque por desgracia, no es obligatorio que el que provenga de ahí sea ningún signo de garantía.

“Placeres vespertinos”, también conocida por su título original “Afternoon Delight”, proviene del cine independiente. Llama la atención que incluso ha obtenido algunos premios, como por ejemplo, el de mejor director en el Festival de Sundance de 2013 e incluso fue nominado como mejor guión novel en la edición, también de ese año, de los premios Independent Spirit. Su director y guionista, Joey Soloway, posteriormente fue creador de series y ha ido trabajando hasta hoy día, que está preparando un “reboot” de “Red Sonja”, en España titulada “El guerrero rojo”, de 1985, correspondiente a la peor época en la trayectoria de Richard Fleischer.

Se me ocurrió escribir este comentario, sobre todo, para que sirviera como un aviso a navegantes, pero ya veo que han habido varios usuarios que previamente ya lo han hecho, porque “Placeres vespertinos” es una de las películas, si es que se le pudiera llamar así, más malas y repulsivas que últimamente haya salido del cine independiente. Sus distinciones, francamente me asombran, no sé si han sido por amiguismo o suerte, pero lo que “Placeres vespertinos” hubiera merecido, al igual otras porquerías que se han rodado, es el olvido más extremo, cosa que, injustamente, le ha ocurrido a muchos films mejores que este.

Lo peor es su pésimo guión, un canto a la burguesía más estúpida y deleznable, con personajes huecos que tienen mucho tiempo libre, sin imaginación para nada y sin conflicto real: una pareja, que ya tiene un hijo, van a un club, por sugerencia de una de las gilipollas amigas de ella, para que una stripper le haga un “show” privado a la mujer y así, posteriormente, se lo haga a su marido, porque son muy antiguos y raritos: cuando tienen un orgasmo, ella cierra los ojos, o algo así, ya ni me acuerdo bien. Luego, por una serie de circunstancias, la protagonista, que es de alma cándida, le sugiere a la stripper, que se ha quedado en la calle, que vaya a vivir con el matrimonio. No ya el matrimonio, si no también los amigos y todo lo que pasa, es tan irrelevante como casposo... No cuento más de su historia y su final, y no reviento nada, es rematadamente asqueroso.

Su dirección es rutinaria. De su “casting”, ellas no resaltan, y ellos están aún peor, gracias a un guión, como hemos dicho, horrendo, unos personajes absurdos y unos diálogos vomitivos. La mediocridad infecta al equipo artístico al completo, donde no hay nada que reseñar, y sus noventa y pico minutos de duración pesan como una losa, como si durara el doble.

Por desgracia mi mala memoria además me traiciona, pero hay una entrevista en el que un director de cine, creo que John Landis, pero no las tengo todas conmigo, confesaba que se veía todo lo que estrenaban. Un día, fue al cine con un amigo suyo, habitual acompañante, y al cuarto de hora, su amigo le dio un codazo, le miró y le hizo una señal con la cabeza para irse de la sala. Fue la primera vez que se salió de un cine, cosa que sonaba casi a sacrilegio, y descubrió que no era así, que eso, al igual que el quedarse dormido, era en algunos casos una bendición. Este director aprendió que no estaba obligado a verlo todo. Pues bien, no fue con esta película, no decía con cuál le ocurrió, pero hay que estar aleccionado para hacer eso en casos como el presente.

Cualquier bazofia de serie Z es más entretenida y merece más respeto que “Placeres vespertinos”, cosa que si la hubiera dejado al cuarto de hora, me hubiera ahorrado tiempo, este comentario/advertencia y el estómago revuelto, sensación que no me deja ni el peor telefilm que proyectan de madrugada para rellenar horas de emisión de emisión, porque para colmo, Joey Soloway, se toma muy en serio todo y es gratuitamente pretencioso. En resumidas, mierda de la peor calaña, malsana por sus monsergas y mensajes cavernícolas, que levantan en mí los peores sentimientos.
Maggie Smee
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 70 71 72 73 76 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow