Separemos las cosas: por un lado está el film ‘Hansel & Gretel: Witch Hunters’ y por otro lado el cuento de los hermanos Grimm. No tiene nada que ver el primero con el segundo, salvo por los primeros minutos, antes de que Jeremy Renner y Gemma Arterton empiecen a audicionar para ‘The Expendables 4’ (aclaro que la 2 me gustó y que espero la 3). Ahora bien, seamos sinceros, por cómo se promocionó esta película y con la cantidad de información disponible sin mayor esfuerzo que un click, pensar que alguien fue a ver ‘Hansel & Gretel…’ como una relectura del cuento infantil es ridículo (con el póster ya es obvio). Por lo tanto, atacar a Tommy Wirkola desde ese lugar (como he leído por allí) es aún más ridículo, sería como atacar a Timur Bekmambetov por su relectura de la historia en ‘Abraham Lincoln: Vampire Hunter’.

Una vez asimilado que el cuento popular era sólo una excusa para filmar una película de acción gore en 3D, aún puedo afirmar que ‘Hansel & Gretel: Witch Hunters’ no es una buena película, tampoco es mala. Creo que no es graciosa cuando pretende serlo, pero aún así tiene mucho humor, de hecho, creo que es un film de acción y humor casi en la misma proporción.

¿Dónde está lo bueno? Bueno, además del humor, creo que en los efectos especiales y el 3D, un cierto ambiente burtoniano, el gore (que funciona también desde el humor) y la acción desenfrenada, combinados en una duración de película coherente (no como los 127 minutos de la interminable ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’). Sí, ‘Hansel & Gretel: Witch Hunters’ es un paquete sin nada dentro, pero no pretende ser más que eso, es sincera y nos lo advierte: sólo basta con mirar en el poster a Hansel y Gretel con trajes de cuero y armas.

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Para mi sorpresa (y a pesar del trauma que me generó la estúpida fogata) la película se hace valer con los mejores minutos de, por lo menos, las últimas tres entregas: el cierre épico de vampiros y lobos, arrancándose las cabezas y prendiéndose fuego, sumado a una violencia emocional que no había mostrado la saga hasta ahora, separando con la muerte a las parejas felices. Luego muestra como te ha engañado vil, pero ingeniosamente, a través de Alice. Ahí se terminó el film para mí, el resto es para cumplir con quienes no soportan que los cuentos no tengan final feliz.

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“The Ledge” presenta una historia interesante pero es en su trama, es decir, en la forma de organizar esa historia, en donde presenta irreconciliables limitaciones para el amate de un buen thriller.
El film tiene la forma de varios relatos dentro de un relato mayor, en tiempo presente. Este último, a su vez, involucra el drama de dos personajes centrales, el cual, si bien es diferente para cada uno de ellos, se verá relacionado por una circunstancia: uno de ellos (un policía) deberá evitar el suicidio del otro. Durante la persuasión policial -situación muchas veces llamada por el cine- se darán estos sub relatos que traerán a cuento el porqué tenemos a estos dos hombres en la terraza de un rascacielos. Aquí aparecerán los dos personajes centrales que restan: un fanático religioso que encarna Patrick Wilson y su esposa, en la piel de Liv Tyler.
De a poco, lo inverosímil va ganado terreno, ya sea por las características de una puesta en cuadro que elimina toda clase de intriga (potencialmente podría haber sido mucho mejor explotada en una historia de este tipo), o bien por las interpretaciones de bajo nivel -sobre todo la de Charlie Hunnam- o, en última instancia, por agregados que, lejos de darle más condimentos, terminan causando el desconcierto de una público que empezó mirando un film y termina padeciendo otro.
No todo es malo, además de una historia atractiva el film presenta una temática de fondo que contrapone dos filosofías extremas: el catolicismo extremo y ortodoxo versus el ateísmo enfadado. Los diálogos no son de un alto nivel filosófico (como en el film “The Sunset Limited” por ejemplo) pero allí también encuentra un atractivo más cotidiano y más abarcable. Muchas citas bíblicas, bien elegidas dado el contexto.
Entre medio, un romance que, si bien incluye infidelidad, se desarrolla mediante el llamamiento a clichés y arquetipos. A esta altura, la crítica debería obviar estas cuestiones y considerarlas simplemente inevitables, casi no hay excepciones a esta regla.
En definitiva, sus carencias terminan haciéndola predecible, sus actuaciones no ayudan demasiado. Una aceptable puesta en serie la hacen, por lo menos, “mirable”.