Años setenta. En una ciudad de Colorado se suceden las desapariciones de niños. Finney, un chico apocado, sufre un secuestro cuando regresa a casa del colegio. Encerrado en un sótano por un hombre oculto tras una máscara, recibirá ayuda inesperada para huir.

Scott Derrickson, tras su paso por Marvel, vuelve al terror con una película correcta, que adopta el punto de vista de un crío, enfrentándolo a un monstruo interpretado por Ethan Hawke. El film se toma su tiempo en describir a los personajes, analizar la relación de los hermanos y el padre alcohólico, apuntar la figura de la madre ausente, insuflar emoción a una trama que parece construida a partir de referencias muy diversas. No faltan los momentos truculentos, los sustos, la intriga y las insinuaciones del horror vivido entre las cuatro paredes de ese lugar maldito. Une con acierto el fenómeno paranormal con el mundo de la infancia. Los chiquillos transmiten verdad. La historia huele por todos lados a Stephen King (adapta un relato de su hijo, Joe Hill). No es "Sinister", pero está muy bien.

Jack Cunningham es una antigua estrella de baloncesto que recibe la propuesta de entrenar al equipo del instituto donde estudió.

Por la sinopsis y el trailer parece la típica americanada sobre segundas oportunidades, pero "The Way Back" resulta bastante más: una obra profunda, amarga y sincera. Ben Affleck encarna a un hombre roto que vaga con su dolor a cuestas, esclavo del alcohol, abocado a refugiarse en tugurios de mala muerte donde pasa las horas tristes acodado en una barra mientras su confuso cerebro recuerda tiempos mejores. Y a pesar de sus esfuerzos por reincorporarse a la vida, restablecer lazos con la que fue su esposa, relacionarse con familia y amigos, sólo el baloncesto le devolverá la ilusión.

La plantilla del equipo es heterogénea; los chavales, hijos de barrio obrero, aparecen muy bien retratados, diferenciados perfectamente unos de otros. El entrenador consigue inyectarles orgullo, transformarles en un conjunto competitivo. Se crea una amistad entrañable con algunos de los jugadores. Todo sin caer en sentimentalismos, manteniendo los pies en el suelo. Affleck se come la pantalla, hace suyo el personaje, nos invita a sufrir con él y acoger los rayos de esperanza que se deslizan en el camino. Ya va siendo hora de que se reconozca el talento de este actor que ha ido creciendo con los años, madurando a base de golpes.

Buena película de Gavin O'Connor, quien además nos regala un final admirable, alejado de tópicos.

Dani de la Torre presenta su segundo largometraje tras la prometedora El desconocido. La película está ambientada en la Barcelona de 1921, y comienza con la llegada de un misterioso policía a la ciudad. Cuenta con un reparto, encabezado por Luis Tosar, lleno de caras conocidas.

A pesar del gran despliegue de medios que utilizan para mostrarnos una época -de nuestra historia- que aseguran fascinante, el filme peca de superficialidad, le falta alma. Los personajes son arquetipos, parecen sacados de otras películas; los esperados giros y sorpresas que depara la trama carecen de impacto; todo suena a cartón piedra, a cajón de sastre, a refrito. Entretenida, sí, pero nada más.

Al principio la película se desliza por senderos trillados. El referente es "Memories of Murder". Una investigación criminal en la China rural de la década de los noventa se alterna con escenas de la cotidianidad. Vemos al protagonista comer, trasladarse a un nuevo centro de trabajo (un antiguo cine), llegar tarde a casa, charlar con su esposa. Le observamos inmerso en su rutina. Una bella fotografía ilumina los tiempos muertos. Como dice otra crítica de esta página, los personajes son arquetipos: el loco, el jefe incompetente, el torpe gracioso... de esos que no precisan mayores explicaciones.

Luego, a medida que el caso avanza, la narración se torna confusa. Dejamos a un lado la realidad y nos adentramos en la mente del detective, quien, obsesionado y atormentado por los asesinatos, duda de todo a su alrededor. Las interpretaciones de lo que nos muestran pueden ser muchas. Al final la película nos cuenta lo que cada uno quiera que nos cuente. O sea, nada.

Un diseñador de videojuegos empieza a salir con una joven. Oculta un sórdido secreto.

Una película incómoda, que te remueve. No conocemos el aspecto de los monstruos, por lo que en ocasiones cuesta distinguirlos. ¿Es un monstruo quien reprime sus pulsiones malsanas, combate sus demonios, se conduce de manera amable y atenta, e incluso es capaz de salvar la vida de un inocente? Él exhibe fragilidad y tristeza. Nos provoca un profundo rechazo, aún cuando todavía no haya hecho daño a nadie.

Vermut elige una estructura sencilla y una narrativa elegante para sugerir el horror, evidenciar la monstruosidad que impregna la naturaleza de un ser torturado. Las interpretaciones sobresalientes hacen el resto. "Mantícora" coloca a los espectadores en una posición difícil. El sufrimiento de esa enfermiza criatura nos desconcierta y hace estremecer.