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6.3
15,157
7
19 de diciembre de 2011
19 de diciembre de 2011
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no imaginó alguna vez con tener la posibilidad de reescribir su propia vida? Seguramente muchos de nosotros, aunque menos lo habrán hecho para ser solamente espectadores de ese fenómeno y seguir con su cruz a cuestas. Esto mismo nos plantea, sin estridencias y con cimientos de melodrama, el debutante Cahill, valiéndose de un imposible fenómeno astronómico y sin necesidad de recurrir a mayores artificios que lo que le permita nuestra imaginación de simples espectadores de su ópera prima.

5.7
7,377
3
20 de diciembre de 2011
20 de diciembre de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asombra que alguien se hubiera animado a trasladar al cine un guión de esta naturaleza, próximo al ridículo, y menos que una persona que recorrió tanto camino como Foster se haya parado detrás de cámara y elija para manipular a la marioneta que da título a la película, a un protagonista tan sobreactuado y poco creíble como Mad Max Gibson. En fin, los resultados están a la vista y, al fin y al cabo, la que pareciera estar verdaderamente chiflada es Jodie, la que firma este trabajo, y no el personaje que malinterpreta su amigo en la vida Mel.

5.6
6,817
4
10 de agosto de 2012
10 de agosto de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
El protagonista de esta historia de ficción, que recrea los últimos días de vida del afamado escritor norteamericano Edgar Allan Poe, es él mismo, aunque jugando un rol más cercano al de su propio personaje C. Auguste Dupin, ese detective salido de su pluma que debutara en “Los crímenes de la calle Morgue” y que seguramente inspiró a tantos otros, entre ellos a la prolífica criatura de Sir Arthur Conan Doyle: Sherlock Holmes.
Sobre esta idea germinal se fabrica un relato clásico detectivesco que hoy resulta muy remanido, básicamente por los recursos tan desgastados a los que apela, y utilizando una estética muy emparentada a la del atlético y taquillero Holmes de Guy Ritchie.
Al australiano James McTeigue no le alcanzan los 110 minutos que dura la cinta para captar la esencia de la obra que, de algún modo, se impuso homenajear y, mucho menos, para resultar genuino y original en algún tramo de su relato, donde todo huele a “esto ya lo vi” y cuyo formato es netamente comercial.
Ni aún la devoción que entrega John Cusack para componer este apasionado e hiperactivo Poe, ni la credibilidad ganada de Brendan Gleeson para cumplir su oficio, por breve que resulte, logran inclinar la balanza a favor, y el producto final dista mucho, muchísimo, de honrar la obra de quien es considerado el padre del relato detectivesco.
Sobre esta idea germinal se fabrica un relato clásico detectivesco que hoy resulta muy remanido, básicamente por los recursos tan desgastados a los que apela, y utilizando una estética muy emparentada a la del atlético y taquillero Holmes de Guy Ritchie.
Al australiano James McTeigue no le alcanzan los 110 minutos que dura la cinta para captar la esencia de la obra que, de algún modo, se impuso homenajear y, mucho menos, para resultar genuino y original en algún tramo de su relato, donde todo huele a “esto ya lo vi” y cuyo formato es netamente comercial.
Ni aún la devoción que entrega John Cusack para componer este apasionado e hiperactivo Poe, ni la credibilidad ganada de Brendan Gleeson para cumplir su oficio, por breve que resulte, logran inclinar la balanza a favor, y el producto final dista mucho, muchísimo, de honrar la obra de quien es considerado el padre del relato detectivesco.

5.5
14,570
5
10 de marzo de 2012
10 de marzo de 2012
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mucho más creíble el Alfa (líder) humano, interpretado por Liam Neeson, que el Alfa canino digitalizado de la pluma del también director Joe Carnahan, esta aventura desempolva la vieja historia del hombre contra la bestia, tantas veces contada por el cine y abordada desde todos los ángulos imaginables.
En este caso, los hombres deben lidiar con una manada de lobos (casi lobizones) hambrientos, organizados y más astutos que el tiburón de Spielberg y, por si fuera poco, con las adversidades de un ambiente inhóspito.
Pero lo dicho hasta aquí, no conmovería a más de un ciudadano de este castigado mundo que tiene que enfrentar muchas más cosas para conservar un trabajo digno, alimentar a una familia y llegar a fin de mes. Por eso es bueno aclarar también que los desdichados de esta historia son, además, sobrevivientes de un desastre aéreo, con el trauma y las secuelas físicas que esto provoca.
Aunque esta otra situación tampoco conmueva a muchos más, no vaya a creer que con ir al cine a verla va a cambiar demasiado la cosa, ya que no hay mucho más y, encima, va a tener que prescindir de unos minutos de acción al final, ya que se asume obvia (?) y Carnahan prefirió dejarla a gusto del espectador inquieto que se levanta de su butaca antes que corran los créditos, ya que para los pacientes que todavía siguen dando cuenta del pochoclo o esperan que se vacíe la sala dejó una pista.
Del lado positivo, se cuenta con una buena fotografía y correctos escenarios, algunos pocos momentos de tensión logrados y una aceptable -aunque nunca exigida- interpretación, con un Neeson convincente (aunque con una calma y lucidez envidiables y poco creíbles). Del otro lado, faltó un mejor desarrollo de caracteres y del guión, los lobos digitalizados y su comportamiento no funcionan, y apela a recursos y situaciones ya usados en otras películas del género (principalmente “The edge” y “Alive!”).
Resumiendo: Aunque no va a ver nada nuevo, entretiene sin muchas pretensiones y con altibajos.
En este caso, los hombres deben lidiar con una manada de lobos (casi lobizones) hambrientos, organizados y más astutos que el tiburón de Spielberg y, por si fuera poco, con las adversidades de un ambiente inhóspito.
Pero lo dicho hasta aquí, no conmovería a más de un ciudadano de este castigado mundo que tiene que enfrentar muchas más cosas para conservar un trabajo digno, alimentar a una familia y llegar a fin de mes. Por eso es bueno aclarar también que los desdichados de esta historia son, además, sobrevivientes de un desastre aéreo, con el trauma y las secuelas físicas que esto provoca.
Aunque esta otra situación tampoco conmueva a muchos más, no vaya a creer que con ir al cine a verla va a cambiar demasiado la cosa, ya que no hay mucho más y, encima, va a tener que prescindir de unos minutos de acción al final, ya que se asume obvia (?) y Carnahan prefirió dejarla a gusto del espectador inquieto que se levanta de su butaca antes que corran los créditos, ya que para los pacientes que todavía siguen dando cuenta del pochoclo o esperan que se vacíe la sala dejó una pista.
Del lado positivo, se cuenta con una buena fotografía y correctos escenarios, algunos pocos momentos de tensión logrados y una aceptable -aunque nunca exigida- interpretación, con un Neeson convincente (aunque con una calma y lucidez envidiables y poco creíbles). Del otro lado, faltó un mejor desarrollo de caracteres y del guión, los lobos digitalizados y su comportamiento no funcionan, y apela a recursos y situaciones ya usados en otras películas del género (principalmente “The edge” y “Alive!”).
Resumiendo: Aunque no va a ver nada nuevo, entretiene sin muchas pretensiones y con altibajos.

6.3
29,192
6
19 de febrero de 2013
19 de febrero de 2013
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta nueva aproximación cinematográfica a uno de los presidentes más recordados de la historia de los EE.UU. que ahora nos ofrece Spielberg, intenta recrear los últimos cuatro meses de su vida, abocados a la abolición de la esclavitud en su país como arriesgada jugada estratégica para inclinar a su favor los resultados de la cruenta y prolongada guerra civil que ensombrecía su gobierno.
Dicho esto, pareciera que el título de la película es desacertado. Y ciertamente lo es, ya que el filme gira en torno a las negociaciones políticas que se llevaron a cabo para introducir un nuevo artículo en la Constitución (resultó ser la 13ª enmienda) que declarase la abolición de la esclavitud.
Pero a juzgar por el excelente trabajo que, como es habitual, pone de manifiesto Day-Lewis para componer su personaje, resulta lógico apelar a la argucia comercial de mandar a imprimir los afiches promocionales del filme con su notable caracterización y la redundante leyenda “Lincoln” (“La 13ª enmienda”, aunque más preciso, hubiera significado un galimatías allende esas fronteras).
Spielberg también cumple su parte, y nos entrega un trabajo sobrio (con pinceladas de una obra de teatro llevada al cine) y bien ambientado, aunque, es justo reconocerlo, se ve opacado con la versión sesgada de la realidad que nos ofrece el guión de Tony Kushner, nutrido a su vez del libro de Doris Kearns Goodwin (“Equipo de rivales: El genio político de Abraham Lincoln”).
Ahora bien, más allá de la dudosa precisión histórica del relato, pero subrayando el destacado trabajo del elenco (donde también sobresale un Tommy Lee Jones tan entonado como Day-Lewis) y del prolijo trabajo detrás de cámara, hay que reconocer que esta no es una película dirigida para aquellos espectadores que se fatigan con muchos parlamentos y, aún menos, para aquellos poco interesados en los vericuetos de la emancipación de la gente de color en aquellas tierras.
Inclusive, más de un amante de Spielberg se verá defraudado o, cuanto menos, confundido, ya que esta vez abordó un libro que lo lleva por un camino poco transitado en su extensa filmografía, alejado de las formas espectaculares que lo hicieran popular (y millonario) aunque nuevamente se revela comprometido con el problema racial, sin el almibaramiento de “El color púrpura” y “Amistad”, pero con el lirismo de “La lista de Schindler”, si valen las comparaciones.
Dicho esto, pareciera que el título de la película es desacertado. Y ciertamente lo es, ya que el filme gira en torno a las negociaciones políticas que se llevaron a cabo para introducir un nuevo artículo en la Constitución (resultó ser la 13ª enmienda) que declarase la abolición de la esclavitud.
Pero a juzgar por el excelente trabajo que, como es habitual, pone de manifiesto Day-Lewis para componer su personaje, resulta lógico apelar a la argucia comercial de mandar a imprimir los afiches promocionales del filme con su notable caracterización y la redundante leyenda “Lincoln” (“La 13ª enmienda”, aunque más preciso, hubiera significado un galimatías allende esas fronteras).
Spielberg también cumple su parte, y nos entrega un trabajo sobrio (con pinceladas de una obra de teatro llevada al cine) y bien ambientado, aunque, es justo reconocerlo, se ve opacado con la versión sesgada de la realidad que nos ofrece el guión de Tony Kushner, nutrido a su vez del libro de Doris Kearns Goodwin (“Equipo de rivales: El genio político de Abraham Lincoln”).
Ahora bien, más allá de la dudosa precisión histórica del relato, pero subrayando el destacado trabajo del elenco (donde también sobresale un Tommy Lee Jones tan entonado como Day-Lewis) y del prolijo trabajo detrás de cámara, hay que reconocer que esta no es una película dirigida para aquellos espectadores que se fatigan con muchos parlamentos y, aún menos, para aquellos poco interesados en los vericuetos de la emancipación de la gente de color en aquellas tierras.
Inclusive, más de un amante de Spielberg se verá defraudado o, cuanto menos, confundido, ya que esta vez abordó un libro que lo lleva por un camino poco transitado en su extensa filmografía, alejado de las formas espectaculares que lo hicieran popular (y millonario) aunque nuevamente se revela comprometido con el problema racial, sin el almibaramiento de “El color púrpura” y “Amistad”, pero con el lirismo de “La lista de Schindler”, si valen las comparaciones.
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