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Críticas 427
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
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31 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Una película más bien aburrida, larga, y pesada, que desmerece la fama de Wilder como maestro de la comedia. Además, no sé por qué se empeñaba en filmar todavía en blanco y negro, en plenos años sesenta (como haría más adelante en Bandeja de plata, que tampoco está muy lograda) cuando a este tipo de comedias le sienta mucho mejor el color. Wilder tiene películas fabulosas, pero en los años sesenta perdió un poco el rumbo (despues de haber dirigido las estupendas El Apartamento y Uno, dos, tres), hasta que dirigió la maravillosa aunque trístemente incomprendida La vida privada de Sherlock Holmes.
23 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando Orson Welles acabó de dirigir esta última película que hizo en Hollywood tanto el estudio que la había producido (Universal) como el público la juzgaron insatisfactoria, por lo que se rodaron nuevas escenas con otro director y además se efectuó un nuevo montaje, reduciéndose su duración. La versión que circula actualmente, sin embargo, es una versión extendida y re montada (o re editada) que se hizo en 1998 según las instrucciones que dejó escritas el propio Orson Welles.

Y esa es la versión que yo he visto y debo decir que me ha decepcionado bastante. Lejos de ser una obra maestra, me ha parecido una película más bien aburrida y confusa, con interpretaciones exageradas a veces, y donde prevalece la forma -brillante y vanguardista para la época, todo hay que decirlo- sobre el fondo. Por cierto que esa larga y apabullante secuencia inicial rodada en Venice, Los Angeles, y hecha sin un solo corte me parece más sugestiva acompañada de la música de Henry Mancini que cuando, en la versión de 1998, se prescinde de ella (así como de los títulos de crédito iniciales).

Charlton Heston haciendo de mejicano no acaba de dar el pego y resulta más bien ridículo, porque además de llevar demasiado betún en la cara, no hace el menor intento de hablar inglés con acento mejicano (si le oyes en versión original); y en las contadas ocasiones que pronuncia alguna palabra en español es incapaz de disimular su acento americano. Las interpretaciones, en general, son un poco caricaturescas y exageradas (también la de Welles, y sobre todo la de Dennis Weaver haciendo de encargado de un motel) y no acaba uno de empatizar con ninguno de los personajes. Tampoco juega a favor de la película que los diálogos estén doblados a veces en vez de rodados con sonido directo, como es habitual y preceptivo en el cine estadounidense.

El deficiente guión (escrito por el propio Orson Welles en diez días) no se puede decir que sea demasiado coherente ni apasionante, y además resulta confuso y absurdo en ocasiones (como ese modo que tiene el personaje interpretado por Janet Leigh de meterse en líos ella solita después de que su marido la haya dejado sola en ese pueblo fronterizo y más bien peligroso a pesar de que están de viaje de novios). Eso sí, los planos de la película, tomados uno por uno (exceptuando algunos añadidos a posteriori, como esos planos en que la pareja protagonista está en un coche descapotable y Heston se mete luego en un coche de policía, que se ve claramente que están rodados en otro sitio), estan currados, y abundan en impactantes primeros planos de rostros, picados desde abajo, grandes angulares, algún complejo movimiento de cámara, y dramáticos claro oscuros. Y cosas así...

Pero todo ese despliegue visual resulta demasiado exhibicionista y artificioso, y acaba siendo insuficiente para lograr no ya una gran película, sino una película que se siga con interés. William Wyler o John Ford te hacían una obra maestra apasionante con un trabajo de cámara casi invisible. En cambio aquí el look visual (extremado y original para la época, eso sí) no deja de llamar la atención sobre si mismo en detrimento de la morosa y confusa narración, y de las caricaturescas interpretaciones. El propio Heston, que por lealtad a Welles fue reticente a participar en las escenas adicionales que se rodaron para que la narrativa fuera menos confusa, dijo al ver la película terminada: "Me temo que simplemente no es una buena película. Por supuesto tiene la brillantez que hizo que las visualizaciones (o "rushes") de cada día parecieran tan emocionantes. De hecho, apenas hay un plano aburrido en la película. Pero no se sostiene como historia".

Para acabar diré que si tuviera que puntuar esta película solo con el corazón le pondría un suspenso, pues me he aburrido y estaba deseando que se acabara; pero en atención a su distintivo look visual y a esa primera secuencia inolvidable, le pongo un cinco o incluso un seis. Lo que me parece absurdo es calificar esta película de obra maestra solo porque es de Orson Welles y por su aura de película maldita e incomprendida en su momento. Nadie duda de que Welles es un genio, pero un genio cada vez más errático a medida que fue avanzando en su desigual carrera, y esta película es un claro ejemplo de ello.
12 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Mediocre, morosa, dispersa, y tirando a aburrida película del mítico y poco prolífico director español Victor Erice. Y además es excesivamente larga; para contar lo que nos cuenta hubieran bastado dos horas o menos. Excepto Pou, que me ha gustado, las interpretaciones son un poco eso, interpretaciones, y en ningun momento me ha dado la sensación de que los actores eran personajes reales y espontáneos, sino mas bien actores recitando -bastante bien, eso sí- un papel. El actor protagonista, especialmente, es un muermo de cuidado: paradito, calladito, le falta carisma y prácticamente no he simpatizado con él en ningún momento. Coronado sí tiene carisma, pero la mayor parte de la peli se la pasa haciendo de tío medio zombi que no se acuerda ni de donde tiene el pie izquierdo. En cuanto a Torrent, pone un poco cara de Mona Lisa y parece que actue en piloto automático; nada que ver con aquella niña que nos enamoró en El Espíritu de la colmena, y además está demasiado mayor para hacer de hija de Coronado. Visualmente la película tampoco destaca demasiado, e incluso desprende un aire un poco anticuado a veces (a lo cual contribuye ese desacomplejado modo que tienen los protagonistas de fumar y beber alcohol todo el rato, como si fuera lo más normal del mundo y sin pizca de autoconciencia ni culpabilidad, lo cual a estas alturas resulta un poco ridículo, sobre todo en gentes de su edad). En fin, tenía que verla porque es de Erice, pero esta película, aunque pasable, no está ni mucho menos a la altura de lo que uno podría esperar de este mítico director.
12 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
Cuando la vi hace muchos años me pareció una película estimable pero demasiado ñoña, demasiado azucarada y empalagosa. Hace poco, sin embargo, la he vuelto a ver y me ha gustado bastante más que la primera vez. Quizá porque con los años me he vuelto más sentimental; pero también porque he tenido ocasión de ver la versión integra o extendida de casi tres horas, una versión en la que la historia de amor se narra de una manera más extensa, con lo cual se desvelan algunas claves importantes y todo acaba adquiriendo más sentido que en la versión acortada de poco más de dos horas -y más centrada en la amistad entre los dos protagonistas- que fue exhibida cuando se estrenó.

Como elemento negativo cabe señalar que el actor que interpreta al protagonista de adulto (el rubio y pálido Jacques Perrin) se parece muy poco a los dos morenos actores que interpretan al personaje en la niñez y adolescencia.

Con todo, esta película es un verdadero homenaje y una declaración de amor al cine como se concebía antes: una ceremonia popular y multitudinaria, una comunión de almas que se sumergen a un tiempo en la misma experiencia narrativa y emocional. Y la escena final es realmente antológica y muy emotiva. Tal vez uno de los mejores finales de la historia del cine.
8 de marzo de 2024 Sé el primero en valorar esta crítica
La primera película destacable de Mauro Bolognini fue esta agradable comedia romántica y costumbrista sobre la vida y amores de un grupo de jóvenes que viven en una céntrica plaza de Roma (piazza Montevecchio). Sobresale una bellísima y encantadora Antonella Lualdi, pareja de Franco Interlenghi también en la vida real (se casaron ese mismo año 1955 y participaron juntos en 17 películas). También aparece Nino Manfredi en una de sus primeras interpretaciones. Prácticamente todo está rodado en sugestivos escenarios reales, y me ha resultado realmente fascinante sumergirme en esa Roma neorrealista y pintoresca de mediados de los cincuenta.
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