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Críticas ordenadas por utilidad
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8
3 de abril de 2014
3 de abril de 2014
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En la soledad del escenario, con el foco como único compañero de espacio y la verdad como alma desnuda ante el público escrutador. Así se concibe y se percibe el trabajo admirable y valiente de Guillaume Galliene, actor criado en la Comédie-Française, en esta adaptación para el séptimo arte del libreto que le dio la fama por los teatros de Francia. Un ejercicio de ácida autobiografía que se mueve cómodamente entre la comedia y el drama, esbozando con mano maestra una narración plagada de momentos hilarantes que, sin embargo, evoca regustos amargos con las reflexiones posteriores de una película más compleja de lo que a priori pudiera parecer.
Considero necesario pues, comentar en este momento de mi crítica la escena con la que se abre la película, pues la considero vital para la perfecta asimilación una cinta capaz de desarmar por su sinceridad a todo aquel que baile al ritmo que impone Guillaume en su relato. Ver al protagonista borrar de su rostro cualquier rastro de una espesa capa de maquillaje es un acto sencillo y en apariencia trivial que se termina convirtiendo en una declaración de principios desnuda de artificios que presenta la honestidad de un personaje que se dispone a hablarnos desde la inmediatez del cara a cara. Sin máscaras. Sin disfraces. A partir de ese momento, asistimos a una sesión de psicoanálisis donde Galliene nos hace participe de sus fantasías edípicas más radicales; sus traumas más desgarradores; sus temores más descarnados; su sinceridad más absoluta y sus sentimientos más profundos. Desgranando su drama personal en episodios que danzan al compás de su tragicómica y por momentos surrealista historia, Guillaume narra sin complejos ni tapujos una historia de complejos y tapujos, que esconde entre sus líneas una hermosa oda a la mujer como maravilla de la creación y elemento estabilizador del universo.
Todo ello, empleando un lenguaje que no esconde su marcado carácter teatral, incorporando mecanismos y formas salidas de las tablas, y que gracias a la pericia de su director, se incorporan a la perfección a la gran pantalla, mostrándonos en acción a una bestia de la interpretación en estado puro. Con un dominio abrumador del lenguaje narrativo y un sentido del humor y de la autoparodia sublimes, "Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!" se presenta como un regalo para el espectador más exquisito, ávido de narraciones valientes, desnudad y cálidas por la cercanía de su tono y la magia de su encanto.
Considero necesario pues, comentar en este momento de mi crítica la escena con la que se abre la película, pues la considero vital para la perfecta asimilación una cinta capaz de desarmar por su sinceridad a todo aquel que baile al ritmo que impone Guillaume en su relato. Ver al protagonista borrar de su rostro cualquier rastro de una espesa capa de maquillaje es un acto sencillo y en apariencia trivial que se termina convirtiendo en una declaración de principios desnuda de artificios que presenta la honestidad de un personaje que se dispone a hablarnos desde la inmediatez del cara a cara. Sin máscaras. Sin disfraces. A partir de ese momento, asistimos a una sesión de psicoanálisis donde Galliene nos hace participe de sus fantasías edípicas más radicales; sus traumas más desgarradores; sus temores más descarnados; su sinceridad más absoluta y sus sentimientos más profundos. Desgranando su drama personal en episodios que danzan al compás de su tragicómica y por momentos surrealista historia, Guillaume narra sin complejos ni tapujos una historia de complejos y tapujos, que esconde entre sus líneas una hermosa oda a la mujer como maravilla de la creación y elemento estabilizador del universo.
Todo ello, empleando un lenguaje que no esconde su marcado carácter teatral, incorporando mecanismos y formas salidas de las tablas, y que gracias a la pericia de su director, se incorporan a la perfección a la gran pantalla, mostrándonos en acción a una bestia de la interpretación en estado puro. Con un dominio abrumador del lenguaje narrativo y un sentido del humor y de la autoparodia sublimes, "Guillaume y los chicos, ¡a la mesa!" se presenta como un regalo para el espectador más exquisito, ávido de narraciones valientes, desnudad y cálidas por la cercanía de su tono y la magia de su encanto.

5.2
17,335
5
22 de febrero de 2014
22 de febrero de 2014
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, dentro de sus muchas virtudes, cumple una importante función narrativa y de divulgación al plasmar en pantalla historias que de otra manera, difícilmente tendrían la repercusión que de una manera u otra merecen. El expolio y robo de nuestra cultura por parte del ejército nazi, y su posterior recuperación gracias al ejército aliado, que pese a todo se repartió el "botín" como buenamente quiso, es en esta ocasión el centro de un relato que busca homenajear a algunos de esos soldados desconocidos que lucharon, sufrieron y, en ocasiones, perdieron la vida en uno de los episodios más funestos de nuestra historia.
George Clooney, protagonista, director, productor, guionista y estrella mediática del firmamento hollywoodiense, busca con su última película recordar con honor y cariño la difícil labor que llevaron a cabo un grupo de antihéroes obligados a vencer las vicisitudes de la contienda para lograr un objetivo más que loable: salvaguardar los restos de nuestra cultura de la barbarie destructora de la desquiciada avaricia del ser humano. Porque la cultura, como expresión de nuestras pasiones, creencias y amores, es una de las bases sobre las que se cimenta nuestra sociedad, un recurso finito pero de proporciones grandiosas en lo que a importancia se refiere. Al fin y al cabo, la cultura de un pueblo, es su manera de entender la vida y afrontarla. Ese mensaje, es una de las mayores virtudes de "Monuments men", una película que sin embargo, pese a aspirar a grandes logros, se queda en pequeños detalles de calidad.
Clooney, amante del cine más clásico, busca en su última cinta, recuperar ese género bélico y de aventuras marcado por títulos como "La gran evasión" o "Doce del patíbulo". Ya desde la presentación de los personajes, hasta la excelente banda sonora de Alexandre Desplat, toda la película busca desesperadamente evocar el aroma de ese cine tan maravilloso. Sin embargo, las hechuras del relato persiguen una grandeza que Clooney nunca consigue alcanzar. Empleando recursos excesivamente formales, y más preocupado por la autocomplacencia ética de su mensaje que por perfilar correctamente los matices del relato, la narración de "Monuments men" llega a resultar atropellada y por momentos carente de tensión dramática, esbozando unos personajes excesivamente arquetípicos que cumplen a la perfección los roles que se espera de ellos.
Por consiguiente, al final la historia resulta ligeramente intrascendente. De ella, sólo permanece en la retina la nobleza de su mensaje y la imagen en pantalla de un reparto soberbio que, aunque se divierten juntos y no desmerecen la grandeza de sus nombres, tampoco llegan a esbozar escenas memorables como su talento podría hacer esperar. "Monuments men" es una película que podría haber aspirado a más, pero que prefiere mantenerse como un correcto entretenimiento de grandes aspiraciones y pocas reafirmaciones. Con la sensación de que la defensa de la cultura, merecía una voz más épica y valiente, Clooney compone una obra menor que decepcionará a aquellos que esperen una obra bélica de las de toda la vida.
George Clooney, protagonista, director, productor, guionista y estrella mediática del firmamento hollywoodiense, busca con su última película recordar con honor y cariño la difícil labor que llevaron a cabo un grupo de antihéroes obligados a vencer las vicisitudes de la contienda para lograr un objetivo más que loable: salvaguardar los restos de nuestra cultura de la barbarie destructora de la desquiciada avaricia del ser humano. Porque la cultura, como expresión de nuestras pasiones, creencias y amores, es una de las bases sobre las que se cimenta nuestra sociedad, un recurso finito pero de proporciones grandiosas en lo que a importancia se refiere. Al fin y al cabo, la cultura de un pueblo, es su manera de entender la vida y afrontarla. Ese mensaje, es una de las mayores virtudes de "Monuments men", una película que sin embargo, pese a aspirar a grandes logros, se queda en pequeños detalles de calidad.
Clooney, amante del cine más clásico, busca en su última cinta, recuperar ese género bélico y de aventuras marcado por títulos como "La gran evasión" o "Doce del patíbulo". Ya desde la presentación de los personajes, hasta la excelente banda sonora de Alexandre Desplat, toda la película busca desesperadamente evocar el aroma de ese cine tan maravilloso. Sin embargo, las hechuras del relato persiguen una grandeza que Clooney nunca consigue alcanzar. Empleando recursos excesivamente formales, y más preocupado por la autocomplacencia ética de su mensaje que por perfilar correctamente los matices del relato, la narración de "Monuments men" llega a resultar atropellada y por momentos carente de tensión dramática, esbozando unos personajes excesivamente arquetípicos que cumplen a la perfección los roles que se espera de ellos.
Por consiguiente, al final la historia resulta ligeramente intrascendente. De ella, sólo permanece en la retina la nobleza de su mensaje y la imagen en pantalla de un reparto soberbio que, aunque se divierten juntos y no desmerecen la grandeza de sus nombres, tampoco llegan a esbozar escenas memorables como su talento podría hacer esperar. "Monuments men" es una película que podría haber aspirado a más, pero que prefiere mantenerse como un correcto entretenimiento de grandes aspiraciones y pocas reafirmaciones. Con la sensación de que la defensa de la cultura, merecía una voz más épica y valiente, Clooney compone una obra menor que decepcionará a aquellos que esperen una obra bélica de las de toda la vida.

6.7
30,944
8
10 de marzo de 2012
10 de marzo de 2012
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya fue avisado en su momento Julio César. Esos días que en el calendario romano eran señal de buenos augurios, pueden volverse en nuestra contra, y traernos la más desagradable de las traiciones. George Clooney, en su tercera incursión en la dirección de un largometraje, destripa una de las mayores traiciones que se conocen. La que continuamente recibimos los ciudadanos de a pie, por parte de un sistema político cargado de corrupción, ambición y abuso de poder. Una realidad que muchas veces nos es ajena, no por desconocimiento, sino por necesidad. Al fin y al cabo, no es plato de buen gusto saber que en esta vida, cuando el poder entra en juego, todo vale.
Por eso, quizás este retrato, sacuda las conciencias de muchos espectadores adormilados que acudan a las salas atraidos por lo bien que vende la imagen de Clooney en el cartel. Pero hay que ser sinceros, Clooney dejó hace tiempo de ser una imagen sinónimo de elegancia y seducción, para ir más allá y convertirse en lo que es, un artista de los pies a la cabeza. Y con sangre fría, y pulso firme, toma los mando de "Los idus de marzo", una película que habla sin tapujos a un país en clara debacle. Acostumbrados al patriotismo y al ensalzamiento de la nación estadounidense, nos encontramos con una cinta que enseña un país que se pudre en su ambición y su necesidad de supremacía. Criticando a su propio bando, los demócratas, y con la posibilidad de establecer muchas conexiones con el presente (Obama, Obama, Obama), el desencanto se hace patente en este thriller soberbio que no da respiro al espectador.
La profesionalidad de Clooney, queda además demostrada en la dirección de un reparto soberbio, con un Ryan Gosling dueño de una mirada perfecta y una carrera imparable; con Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman haciendo lo que mejor saben, retratos perfectos de personajes tortuosos y torturados; y con Marisa Tomei y toda su profesionalidad. Sin obviar la propia labor de Clooney como actor, que es sencillamente maravillosa.
"Los idus de marzo" es cine no apto para galas de premios "oscarizadas" como ha quedado demostrado, pero es cine de extremada calidad. Sus 110 minutos encierran una historia violenta y desagradable en su mensaje, cargada de mucho metraje de gran cine. Sin duda, un paso más para engrandecer más si cabe la carrera de George Clooney, un gran actor, y un director valiente.
Por eso, quizás este retrato, sacuda las conciencias de muchos espectadores adormilados que acudan a las salas atraidos por lo bien que vende la imagen de Clooney en el cartel. Pero hay que ser sinceros, Clooney dejó hace tiempo de ser una imagen sinónimo de elegancia y seducción, para ir más allá y convertirse en lo que es, un artista de los pies a la cabeza. Y con sangre fría, y pulso firme, toma los mando de "Los idus de marzo", una película que habla sin tapujos a un país en clara debacle. Acostumbrados al patriotismo y al ensalzamiento de la nación estadounidense, nos encontramos con una cinta que enseña un país que se pudre en su ambición y su necesidad de supremacía. Criticando a su propio bando, los demócratas, y con la posibilidad de establecer muchas conexiones con el presente (Obama, Obama, Obama), el desencanto se hace patente en este thriller soberbio que no da respiro al espectador.
La profesionalidad de Clooney, queda además demostrada en la dirección de un reparto soberbio, con un Ryan Gosling dueño de una mirada perfecta y una carrera imparable; con Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman haciendo lo que mejor saben, retratos perfectos de personajes tortuosos y torturados; y con Marisa Tomei y toda su profesionalidad. Sin obviar la propia labor de Clooney como actor, que es sencillamente maravillosa.
"Los idus de marzo" es cine no apto para galas de premios "oscarizadas" como ha quedado demostrado, pero es cine de extremada calidad. Sus 110 minutos encierran una historia violenta y desagradable en su mensaje, cargada de mucho metraje de gran cine. Sin duda, un paso más para engrandecer más si cabe la carrera de George Clooney, un gran actor, y un director valiente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Frases y escenas grandiosas nos deja esta película:
-"En esta nación puedes invadir un país, puedes iniciar una guerra sin motivos, pero no puedes follarte a una becaria".
-El gobernador Morris alegando que lo que hace grande a su país es la "integridad" de sus ciudadanos.
-La mirada de Ryan Gosling al escuchar la pregunta que le hacen en la entrevista final: "¿Cuál ha sido su camino hasta llegar aquí?"
-"En esta nación puedes invadir un país, puedes iniciar una guerra sin motivos, pero no puedes follarte a una becaria".
-El gobernador Morris alegando que lo que hace grande a su país es la "integridad" de sus ciudadanos.
-La mirada de Ryan Gosling al escuchar la pregunta que le hacen en la entrevista final: "¿Cuál ha sido su camino hasta llegar aquí?"
20 de julio de 2012
20 de julio de 2012
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora todo ha acabado.
Mi corazón sigue golpeando con fuerza en mi pecho, mientras poco a poco me recupero de algo difícil de describir sin dejar de hacer justicia a todos sus elementos.
Todo lo que rodea a TDKR es parte de mi memoria, y ahí permanecerá para siempre.
Para siempre estará Christopher Nolan a los mandos de una trilogía que dignificó un género largamente denostado como el de las películas de superhéroes. Con no poco riesgo, y gracias a un talento desbordante, el director de "Memento" ha hecho historia al convertir a Batman, en algo más que la adaptación de unas viñetas a la pantalla. Con unos guiones que tenían mucho que contar, su Caballero Oscuro ha trascendido las páginas que le vieron nacer para unirse al Olimpo del celuloide, donde si no se encuentra ya en el lugar que se merece, el tiempo le colocará entre los más grandes.
Para siempre asociaremos a Batman con Christian Bale. Durante tres películas, Bruce Wayne ha tomado en el cuerpo de Bale el traje perfecto para esculpir un personaje tortuoso cargado de aristas, donde cada esquina de su personalidad era una ventana al pozo de miserias que acompañaban el alma del multimillonario y su alter-ego. Para siempre quedará también un reparto coral lleno de personajes emblemáticos, amados y odiados, pero siempre interpretados brutalmente. En TDKR, Bale alcanza cotas de excelencia, de la mano de una Hathaway cautivadora; un trío soberbio formado por Oldman, Caine y Freeman; un Joseph Gordon-Levitt terminando de consagrar su carrera; o una Marion Cotillard sorprendente.
Para siempre, recordaremos que esta trilogía, dignificó el papel de los villanos. Desde ahora, el mal tomará caminos más oscuros y violentos. El miedo siempre será Liam Neeson, la anarquía será el Joker (y la nostalgia por la pérdida de un grande). Y en TDKR, Bane ofrece la imagen perfecta de la brutalidad. Hardy esboza un personaje violento, sanguinario y sin compasión, pero con pasiones innombrables. Una nueva némesis para la historia.
Para siempre percibiré esta trilogía como uno de los mejores relatos que he visto en la gran pantalla. "Batman Begins" fue el inicio perfecto para una historia que en "El caballero oscuro" alcanzó un nudo apabullante e inolvidable. Su desenlace no le va a la zaga y no defrauda en un crescendo final que encoge al espectador en su butaca ante una partitura compuesta en la pantalla donde cada pieza termina encajando en un todo que conforma un puzzle espectacular.
Para siempre existirá el debate entre los que consideran a Nolan un gran director,y los que ven en él a un trilero barato. Con TDKR, creo que Nolan nos demuestra que lo suyo, es la magia. El juega con sus manos a través de las imágenes, busca envolvernos con su parafernalia cargada de diálogos que tienen mucho que decir, y de giros de guión constantes para mantener nuestra mente distraida, y de esa manera, noquear con el golpe final. De nosotros depende dejarnos llevar por el juego de magia y disfrutar; o por el contrario, buscar el as en la manga y preocuparnos de desmontar un truco cuidadosamente ingeniado. Yo optó por disfrutar de un cine que ha sabido conjugar a la perfección la comercialidad con ese extra que aporta un guión sólido y una historia magnífica.
Para siempre se tildará a la última entrega de Batman de épica o lenta por un amplio sector del público. Estoy de acuerdo en que esta cinta es mucho más épica que las anteriores, pero gracias a ello, la emoción final que se siente al llegar a los créditos es difícilmente comparable a la de otras trilogías. Cuando todo acaba, la sensación que te queda, es la de grandeza ante lo que has disfrutado. ¿Lenta? ... mejor digamos, bien cocinada. El inicio de TDKR es calmado, sosegado, pausado, para de esa manera, sobrecoger al respetable cuando todo lo que en un principio resultaba intrascendente comienza a cobrar forma para dar como resultado un todo perfecto.
Para siempre quedará una historia que ha ido más allá de lo narrado para buscar el paralelismo constante con una época en la que el mundo en un principio se vio inundado por el miedo, para a continuación encontrar en el caos unas fuertes dosis de brutalidad. Nolan ha hecho de la trilogía de Batman, un mosaico de nuestra historia actual donde Gotham es el retrato de la sociedad occidental y su estructura social difícilmente sostenible. Al final, el mensaje es claro: la esperanza es un bien colectivo que debe servir de cemento para fraguar nuestro futuro. Al fin y al cabo... "la noche es más oscura justo antes del amanecer".
Para siempre y por siempre, Batman y Nolan ocuparán un lugar predilecto en mi filmografía. Ambos serán uno sólo. Gracias por hacerme creer que el cine puede dar más de sí que lo que nos quieren vender por lo general, y sobre todo, gracias por hacerme disfrutar.
Mi corazón sigue golpeando con fuerza en mi pecho, mientras poco a poco me recupero de algo difícil de describir sin dejar de hacer justicia a todos sus elementos.
Todo lo que rodea a TDKR es parte de mi memoria, y ahí permanecerá para siempre.
Para siempre estará Christopher Nolan a los mandos de una trilogía que dignificó un género largamente denostado como el de las películas de superhéroes. Con no poco riesgo, y gracias a un talento desbordante, el director de "Memento" ha hecho historia al convertir a Batman, en algo más que la adaptación de unas viñetas a la pantalla. Con unos guiones que tenían mucho que contar, su Caballero Oscuro ha trascendido las páginas que le vieron nacer para unirse al Olimpo del celuloide, donde si no se encuentra ya en el lugar que se merece, el tiempo le colocará entre los más grandes.
Para siempre asociaremos a Batman con Christian Bale. Durante tres películas, Bruce Wayne ha tomado en el cuerpo de Bale el traje perfecto para esculpir un personaje tortuoso cargado de aristas, donde cada esquina de su personalidad era una ventana al pozo de miserias que acompañaban el alma del multimillonario y su alter-ego. Para siempre quedará también un reparto coral lleno de personajes emblemáticos, amados y odiados, pero siempre interpretados brutalmente. En TDKR, Bale alcanza cotas de excelencia, de la mano de una Hathaway cautivadora; un trío soberbio formado por Oldman, Caine y Freeman; un Joseph Gordon-Levitt terminando de consagrar su carrera; o una Marion Cotillard sorprendente.
Para siempre, recordaremos que esta trilogía, dignificó el papel de los villanos. Desde ahora, el mal tomará caminos más oscuros y violentos. El miedo siempre será Liam Neeson, la anarquía será el Joker (y la nostalgia por la pérdida de un grande). Y en TDKR, Bane ofrece la imagen perfecta de la brutalidad. Hardy esboza un personaje violento, sanguinario y sin compasión, pero con pasiones innombrables. Una nueva némesis para la historia.
Para siempre percibiré esta trilogía como uno de los mejores relatos que he visto en la gran pantalla. "Batman Begins" fue el inicio perfecto para una historia que en "El caballero oscuro" alcanzó un nudo apabullante e inolvidable. Su desenlace no le va a la zaga y no defrauda en un crescendo final que encoge al espectador en su butaca ante una partitura compuesta en la pantalla donde cada pieza termina encajando en un todo que conforma un puzzle espectacular.
Para siempre existirá el debate entre los que consideran a Nolan un gran director,y los que ven en él a un trilero barato. Con TDKR, creo que Nolan nos demuestra que lo suyo, es la magia. El juega con sus manos a través de las imágenes, busca envolvernos con su parafernalia cargada de diálogos que tienen mucho que decir, y de giros de guión constantes para mantener nuestra mente distraida, y de esa manera, noquear con el golpe final. De nosotros depende dejarnos llevar por el juego de magia y disfrutar; o por el contrario, buscar el as en la manga y preocuparnos de desmontar un truco cuidadosamente ingeniado. Yo optó por disfrutar de un cine que ha sabido conjugar a la perfección la comercialidad con ese extra que aporta un guión sólido y una historia magnífica.
Para siempre se tildará a la última entrega de Batman de épica o lenta por un amplio sector del público. Estoy de acuerdo en que esta cinta es mucho más épica que las anteriores, pero gracias a ello, la emoción final que se siente al llegar a los créditos es difícilmente comparable a la de otras trilogías. Cuando todo acaba, la sensación que te queda, es la de grandeza ante lo que has disfrutado. ¿Lenta? ... mejor digamos, bien cocinada. El inicio de TDKR es calmado, sosegado, pausado, para de esa manera, sobrecoger al respetable cuando todo lo que en un principio resultaba intrascendente comienza a cobrar forma para dar como resultado un todo perfecto.
Para siempre quedará una historia que ha ido más allá de lo narrado para buscar el paralelismo constante con una época en la que el mundo en un principio se vio inundado por el miedo, para a continuación encontrar en el caos unas fuertes dosis de brutalidad. Nolan ha hecho de la trilogía de Batman, un mosaico de nuestra historia actual donde Gotham es el retrato de la sociedad occidental y su estructura social difícilmente sostenible. Al final, el mensaje es claro: la esperanza es un bien colectivo que debe servir de cemento para fraguar nuestro futuro. Al fin y al cabo... "la noche es más oscura justo antes del amanecer".
Para siempre y por siempre, Batman y Nolan ocuparán un lugar predilecto en mi filmografía. Ambos serán uno sólo. Gracias por hacerme creer que el cine puede dar más de sí que lo que nos quieren vender por lo general, y sobre todo, gracias por hacerme disfrutar.

6.1
9,172
8
2 de mayo de 2011
2 de mayo de 2011
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Año 2011. La sociedad ha cimentado sus bases en una economía piramidal en la que los que están más cerca de la cúspide, pueden avasallar a todos los que se encuentran un peldaño por debajo. La clase media es aniquilada de manera sistemática para que los sueldos de los dirigentes no se vean resentidos, mientras tienen que sobrevivir en una existencia llena de quieros y no puedo, para mostrar al resto que ellos tienen la clave de la "felicidad": el éxito.
Con este punto de partida, el hasta ahora realizador televisivo John Wells, nos presenta una de las mejores películas en lo que va de año. Un drama que clama al cielo por la insostenibilidad de nuestro sistema económico actual. Y lo hace a través de una película realista, de regusto amargo, que huye de muchos de los convecionalismos de este tipo de cine, para darnos un mosaico fiel de la época que nos ha tocado vivir; porque sí, así son las cosas, les guste a muchos o no. Los que más tienen, más quieren; los que creen tener, se dan cuenta que sólo aparentan tener; y la clase obrera, siempre, es la sólida base sobre la que todos descargan sus angustias, pero ellos, y sólo ellos son los héroes.
Y para traernos este peliculón, John Wells ha reunido un reparto soberbio, que se sostiene en el trío protagonista. Ben Affleck nos presenta en la pantalla una de sus mejores interpretaciones con la que pretende acallar muchas bocas (y si sigue por esta senda, lo hará); Tommy Lee Jones solo merece un adjetivo: perfecto; y Chris Cooper se nos presenta sólido y memorable. Pero el resto del reparto no le va a la zaga, y eso hace que la cinta gane enteros según avanzan los minutos.
La única pega que poner al film, por ponerle alguna, es que el guión en algún momento, se acelera, y no da descanso al espectador, que se ve sobrepasado por tanto realismo, para aceptar su lugar en el mundo. Pero al fin y al cabo, así es la vida. El mundo sigue y no espera a nadie.
Por tanto, termino recomendando esta película a todos aquellos que crean que el cine, sigue siendo cosa de los actores, y que una buena película se cónstruye gracias a un buen guión y a unas soberbias interpretaciones.
Con este punto de partida, el hasta ahora realizador televisivo John Wells, nos presenta una de las mejores películas en lo que va de año. Un drama que clama al cielo por la insostenibilidad de nuestro sistema económico actual. Y lo hace a través de una película realista, de regusto amargo, que huye de muchos de los convecionalismos de este tipo de cine, para darnos un mosaico fiel de la época que nos ha tocado vivir; porque sí, así son las cosas, les guste a muchos o no. Los que más tienen, más quieren; los que creen tener, se dan cuenta que sólo aparentan tener; y la clase obrera, siempre, es la sólida base sobre la que todos descargan sus angustias, pero ellos, y sólo ellos son los héroes.
Y para traernos este peliculón, John Wells ha reunido un reparto soberbio, que se sostiene en el trío protagonista. Ben Affleck nos presenta en la pantalla una de sus mejores interpretaciones con la que pretende acallar muchas bocas (y si sigue por esta senda, lo hará); Tommy Lee Jones solo merece un adjetivo: perfecto; y Chris Cooper se nos presenta sólido y memorable. Pero el resto del reparto no le va a la zaga, y eso hace que la cinta gane enteros según avanzan los minutos.
La única pega que poner al film, por ponerle alguna, es que el guión en algún momento, se acelera, y no da descanso al espectador, que se ve sobrepasado por tanto realismo, para aceptar su lugar en el mundo. Pero al fin y al cabo, así es la vida. El mundo sigue y no espera a nadie.
Por tanto, termino recomendando esta película a todos aquellos que crean que el cine, sigue siendo cosa de los actores, y que una buena película se cónstruye gracias a un buen guión y a unas soberbias interpretaciones.
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