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Rusia Rusia · Stalingrado
Críticas de Ferdydurke
Críticas 2,922
Críticas ordenadas por utilidad
3
11 de enero de 2018
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si asesinarles yo, con calma y esmero, dejarles que se mueran solos, o morir yo con ellos, tres pájaros de un tiro.
Ir a ver funerales (sesiones funerarias) como deporte. Por varias razones:
- Por la comedia, por la forma, por los gestos gastados, repetidos hasta el infinito.
- Por el morbo. Por la tensión de los rostros y el sentimiento que pugna por salir a borbotones de impremeditación.
- Por la tristeza. Que te arropa y acoge en su seno maternal y líquido. Un océano de paz azul.
- Por la compañía. Muchas (o no tantas) personas juntas y uniformadas con un fin común, solemne, organizado, con sentido, con fin, con un fin.
- Por el rito. Por la pompa. Por el ornato.
- Por la charla. Por los discursos.
- Por el negro. Por el color.
- Por el silencio. Si lo hay. Hoy día escasea. Es un bien preciado. Hay que atraparlo donde aparezca fugaz. Como un raro milagro que se nos escapa de entre las manos, culebrea.
- Por el futuro. Común a todos. Demócrata. Democrático.
- Por el presente. La muerte siempre es en directo, en vivo, actual, radiante, triunfante, resplandeciente, invencible, inviolable, saludable, eterna, atenta, auténtica, verdadera.
- Por el pasado. Con la mayoría.
- Por la familia. Casi todos tenemos alguna, algo, algún legajo, gajo.
- Porque sientes que quizás puedas captar algo que se te escapa, que esquiva lo pautado. Un haz.
Ñoñeces de pájaros, dice él.
Y se queda corto.
Ñoñeces de todo, digo (diría) yo.
Poses, gestos, muecas, frases, dichos, hechos.
Artificial, impostado, hueco. Afectado, pedante, redicho. Cursi, amanerado, cargante.
Una representación sobreactuada, pija, boba.
Es la resaca del sentimiento. Es la constatación del autosuficiente ensimismamiento. Es la caricatura de la parodia de lo falso.
El humor inteligente como ocurrencias producidas en serie, de forma industrial.
Es el miedo al vacío, al verdadero silencio, a la auténtica nada, que hay que llenarla de desesperadas palabras.
Son sketches, gags, escenas cerradas, autónomas, sumadas, a cachos, juntadas, sin nada más que códigos, fórmulas, maquinaria gastada para tratar de (no) mancillar el misterio, lo innombrable, la muerte. La real, no este espantajo de anuncio inflado, de lado, fofo, flojo, embobado.
¿Cómo es posible que vaya de independiente y sofisticada y caiga en todos los tópicos de la narración amorosa con la muerte de frente?*
Esa muerte aséptica, indolora, funcionarial, ausente, elegante, abstracta, higiénica, metálica, robótica, como si fuera un ente aparte, afuera, a otro, lejana, que se manifiesta en un solo momento, que no es esa cosa que a todos nos cerca con paciencia y fiereza desde la primera luz, sin prisa o con pausa pero siempre dentro, indivisible, sangre de tu sangre, inseparable de la vida, unida a ella, juntas en el mismo proceso, material equivalente, átomos y células, genes, fluidos y polvo indiferente.
No es un alienígena, no es un extraterrestre, eres tú mismo, el rostro que te refleja, el tiempo que te da forma, lo que sabes y todos temen.
Eso que aquí se convierte en un fantoche manufacturado y deprimente, por cobarde, romo y plastificado, por tahúr y mendicante.
Vale. Basta ya de muerte.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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3
19 de noviembre de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es bien sabido que el talento verdadero es escaso y esquivo. También es conocido que no conviene adentrarse sin fundamento en la oscura y enmarañada selva de los símbolos, acostumbrada a tragarse de un bocado veloz a los incautos de muchas ideas y poco seso, tan arrojados y elevados que casi no tocan el suelo mientras les van comiendo las piernas y el cerebro se les seca.
Aquí Francisco nos presenta (el cine siempre es en un eterno presente más o menos resplandeciente) esta película con una fina, escurrida línea dramática, pretexto del que se sirve para ir sumando ocurrencias un poco al tun tun, como en racimo o tal poema, por asociación de pensamientos y afectos, de músicas e imágenes. Un revolverse hacia dentro y salir disparado hacia fuera, un envolverse, mirada abierta pero reconcentrada y opresiva, luminosa a veces y otras más oscura como delirio surrealista, bien mal humorada y negra y española y bruta.
Bambolea, se menea, ahí va caminando surcada por un costumbrismo adusto y chocarrero, aliviada en las aguas bellas de Puccini y la monumental catedral y perdida definitivamente entre pedantes gestos, muy simbólicos ellos, recargados, que se lucen y se afeitan, contentos de haberse conocido, buscando nuevas tierras yermas o baldías todavía sin habitar.
Concha en sus mejores años, dueña de la situación, con un Rabal ya castigado y feroz y un Escrivá relamido y petimetre de marca mayor.
No sé, más bien no, la cosa resultante, la cuenta final, valga la vulgaridad, es deficitaria, un ansia de trascendencia que choca con limitaciones de todo tipo y que prefiere dejarlo estar, no decidirse ni explicarse, antes que hablar y no decir nada, avergonzada de su incompetencia y altivez retorcida, no vaya a ser que se den cuenta de que poca cosa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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5
2 de marzo de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Había calladas sospechas de que el último trabajo de los Coen solo nos iba a deparar alguna sonrisa compungida. Y así fue, casi tristeza más que risa; una sensación de desdicha, de fiesta recién acabada, de sucia colada, de obra poco trabajada, sin terminar, perezosa, desganada, completamente fallida.
Es decir, está todo su cine concentrado: el gusto por el género negro, la imaginación desbordante, el humor, la fábula, el juego feliz de las ideas, la suma de bobos tramando tontadas..., pero descafeinado, pobremente representado; sin fuerza, alma ni verdad; una pequeña estafa, perdonable por su muy brillante trayectoria, pero indudable, evidente. Un todo deshilachado.
Quizás uno de los problemas, por lo menos el más importante, radique en su falta de claridad, en el no saber si tirar por la sátira descacharrante o por el homenaje candoroso. Ahí, en esa duda, en esa tibieza, la historia se pierde y se ahoga; muerta de indecisión. Como si el descarado cariño que tienen hacia el cine de antaño, la nostalgia por unos tiempos en los que se creaban películas puramente evasivas y fastuosas, sin ninguna coartada ni necesidad realista, magia desnuda, como si todo eso que se perdió por el camino y nunca más volvió, la fuerza de la inocencia, el desparpajo juvenil, el péplum, los bailes acuáticos con sus sirenas, los musicales gloriosos, los wéstern tiernos, las canciones, toda esa parafernalia y desvarío circense, se hubiese impuesto, hubiese sodomizado sus habituales ganas de esperpento y juego, de farsa y despelote crítico. Algo hay, claro, no lo vamos a negar, pero muy limado y aguado, apenas recordable. Sí, algo se dice de la trastienda chusca de las estrellas, de sus líos de faldas, sus escasas luces, su desvergüenza y chapuza. Pero brillan más, mucho más, los remedos de películas antiguas, claramente.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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8
13 de febrero de 2016
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diástole y raspado.
Entre Porky´s y los hermanos Marx, esta sátira desmadrada, guarra y cafre acaba siendo no ya un claro corte de mangas al ejército, la guerra y todos los horrores que la rodean, sino además una gran carcajada en toda la cara de la vida/muerte, ahí es nada.
Desde el alucinante comienzo musical, ya se juega fuerte, no se disimula ni se esconden: el suicidio no duele, es estupendo, sin duda lo mejor. Por lo tanto, todo lo que vendrá a continuación ya no podrá sorprender ni escandalizar/molestar a nadie (salvo a los más puritanos y pacatos, claro); después de semejante enmienda bromista a la totalidad, al sentido mismo de toda la creación, o a su indigna perpetuación, el resto será un juego de niños, un pellizco de monja, cura sana, culito de rana.
Y de eso se trata, de reírse a calzón quitado, como jóvenes granosos y pajilleros, gamberros a tiempo completo, el humor como aguafuerte o esperpento disolvente, de toda forma de orden, autoridad, solemnidad, pomposidad o hipocresía, es decir, de todas las máscaras que adoptan los oportunistas y miserables, tantísimos, para tratar de salirse con la suya/sacara ventaja y convertirlo todo en un aberrante, y muy aburrido, valle de lágrimas, que nos quieren robar la primavera los muy cabrones.
Ya que una guerra es la prueba irrefutable de lo ridículamente absurdo, dolorosamente sarcástico y, en el fondo, cómicamente triste que es el mundo entero, muy al completo, como diría, más o menos, el bueno de Vonnegut, pues, entonces, dediquémonos a lo que de verdad importa; a jugar, reír, follar y compartir; a tratar de hacerlo todo más llevadero, a quitarle peso a las cosas, liberarlas de toda la carga de impostura, mendacidad, mediocridad y seriedad granujienta que acarrean debido al trabajo incansable, como hormigas obedientes o mansos borregos, de todos los innombrables severos.
No hay sutileza ninguna, aquí no cabe, no hay medias tintas ni medida, es una enorme y grosera bufonada. Pero es el espejo justo y necesario, el más apropiado, para el engendro más atroz que ideó el hombre, esa monótona y monstruosa carnicería, ese grotesco teatro bélico que nos ha acompañado desde el principio de los tiempos (y que lo hará hasta el fin, de eso no cabe duda posible).
P.D.: Los médicos que hicieron/protagonizaron esta función, los inmortales Hawkeye, Trampero, Sin dolor... y las maravillosas camaradas enfermeras que los acompañaron con tanto rigor y garbo, y dieron, además, mucho calor y regocijo, declaran, en bien de la comunidad y como urgente medida sanitaria, que esta obra inmarcesible no es recomendable, contraindicada más bien, para esa gente sensible, buena, melindrosa o con una gran conciencia. Menos todavía para madrugadores, abstemios o seres responsables y maduros; ni hablar de solidarios o tolerantes, vade retro a todos ellos. En casos parecidos el riesgo de epidemia, llantina y mareos enfebrecidos es alto, muy probable seguramente. Mejor dejar el juguete solamente para el recreo/manejo de todos los desastrosos/desesperados bufones que lo perdieron (casi) todo por el camino, hasta, hay que joderse, la puta vergüenza y el elevado decoro y, no por ello, hay que ver, dejaron de reír.
Ferdydurke
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2
31 de julio de 2015
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profunda película religiosa, deslumbrante abismo psiquiátrico, apabullante pintura distorsionada sobre la (falta) de identidad, tremendo retrato de la pesadilla norteamericana... Un sinfín de capas y lecturas, como una sinfonía abigarrada de temas que van y vuelven en armoniosa dulzura y en continuo juego de referencias, un artefacto iluminado.
Es, también, un intento, casi logrado, de ser la obra perfecta (mente mala). Un autorretrato del (mal) arte.
De entrada, vamos con lo importante; con Dios, no me quiero extender demasiado en este obvio asunto, pero hay datos meridianos: Jordan, como es bien sabido por todos, llevaba el 23 a la espalda y jugaba en los rojizos Bulls (de ahí el rojo rabioso del libro y las paredes), así como 9 títulos (6 anillos, 2 Olimpiadas y 1 cetro universitario) colectivos y 14 individuales (6 MVP de las Finales, 5 de la RS y 3 del All Star) consiguió para un total de 23; y metió 32 mil puntos, 23 al revés. Lo dicho, no os quiero marear con redundantes e infinitas cifras si la conclusión siempre es la misma: sí, es cierto, el 23 es un número sagrado; y así fue: Dios, justo después de morir, decidió reencarnarse en jugador de baloncesto; son tantas las pruebas y evidencias que sonrojarían a los más escépticos y melindrosos, no quiero insistir, llueve sobre mojado, el terreno está arado.
Pero el problema de esta película es su origen, ya que es una obra del Anticristo (que vive en Hollywood con todos los gastos pagados, a cuerpo de rey, y quiere destruir a su némesis celestial, afearle su conducta, rebajarle, ensuciar su buen nombre, poner una mancha en su historial impoluto); por eso esta historia, su extrema bajeza, su chapuza inmisericorde, su vergüenza, su ristra de disparates, socavones, sabañones, juanetes, tantos desatinos y muchos horrores.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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