A primera vista la rarísima película del danés Lars Von Trier parece una tomadura de pelo: unos amigos sin recursos, pretendiendo hacer sus pinitos en el cine, se han instalado en un solar abandonado de lo más precario y han dibujado los escenarios con tizas, lapiceros y carboncillo. Nada que ver con la realidad. Superada esa inicial fase de estupor, contemplaremos que la anómala película de Trier, aún con sus heterodoxos y misérrimos platós de rodaje, es un producto estrella, una película estrafalaria pero sobresaliente e impecable. Sin el embozo coadyuvante de un escenario debidamente pertrechado, los actores están desnudos, y su única arma de seducción es su interpretación. Nicole Kidman, como la desdichada Grace, saca adelante un proyecto arriesgado y difícil de manejar que hubiera sido un tostón insoportable de no contar con su venerable presencia. Se nos presenta una historia fascinante de relaciones humanas, con moralejas y radiografías de la naturaleza humana en su faceta más miserable y vil. La joven Grace, bendecida inicialmente por la solidaridad de un pueblo que decide acogerla para protegerla de unos canallas facinerosos, cae presa de la protervia de los primeros, tan inicuos como los gangsters de quien huía. Dogville es la historia de una perfidia monumental y de la lánguida blandura de la bondad.

Desde la primera escena, donde vemos a una muchacha aterrada que corre por el bosque, ya nos adentramos en una trama pletórica de respingos y sobresaltos a tutiplén. Fantásticas interpretaciones de su elenco protagonista, donde destaca la sobresaliente y preciosa Rachel Hurd-Wood, encarnando a una preadolescente con quien se ensaña de manera brutal un ente invisible. El ritmo de la película no queda menoscabado en ningún momento. Asistimos a un certamen furibundo de portazos, bofetones propinados a una muchachita de faz virginal suspendida en el aire por unas zarpas invisibles, pesadillas escalofriantes y las visitas recurrentes de una niña fantasmagórica. Solomon acierta plenamente con el inesperado giro argumental postrero que dilucida los interrogantes mantenidos en vilo durante toda la cinta.

Brillante trabajo de Verhoeven, quien nos presenta una película de alto voltaje erótico perpetrado por la bellísima y voluptuosa Sharon Stone en una historia de crímenes brutales tras maratonianas sesiones de sexo salvaje amparados bajo un impenetrable halo de misterio. Tratará de elucidarlos un atribulado detective (Michael Douglas), hechizado y manejado como un títere por una sibilina y artera escritora (Sharon Stone) con semblante de mujer fatal e inicuas intenciones que soterrará bajo ademanes de tórrida picardía e inocencia. Magníficas interpretaciones y una trama que engancha desde el primer fotograma. Escenas inolvidables, como el sugerente e impúdico cruce de piernas de Sharon Stone ante una partida de policías babeantes, son ya un clásico que pasará a los anales de la historia del celuloide

Muy entretenida esta original película ambientada en el inmisericorde y salvaje oeste de vaqueros, cazarrecompensas y partidas de canallas y rufianes. El protagonista de esta historia animada es nada menos que un pusilánime, esquelético y blandengue lagarto verde que es más bien reclamo de sornas y chascarrillo entre sus congéneres iguanas. Sin embargo, consciente de su minusvalía anímica, en cuanto a la nulidad completa de gallardía y coraje, nuestro curioso personaje se aventurará por el arriesgado camino de la emulación, y su simulación como valeroso pistolero, preñado de anécdotas asombrosas donde mutltitud de adversarios perecieron bajo la ira de sus balas, revierte en una caricatura de lo más ingeniosa y divertida, que convertirán al presunto "Harry El Sucio" escamado en poco menos que el petimetre que jamás dejó de ser, por mucho que tratara la falaz iguana de recortar los flecos de su pacata figura. Muy entretenida

La historia parte de una trama post-apocalíptica donde hordas de una civilización diezmada y catadura post-apocalíptica sobreviven a duras penas en un mundo permutado, rudo y desapasionado. Se retorna al agua como medio de subsistencia. La idea es buena y está tejida con las mismas hilvanaduras que crearon el mito de culto de películas indelebles como "Mad Max". Idéntica trayectoria en lo que se refiere al contexto general: hombres asalvajados que visten estrambóticas prendas de cuero, latex, hierro, cobre o materiales de desecho reciclados, todo un canto a la extravagancia. La película adolece de buenas dosis de acción, con numerosas contiendas brutales sin desdeñar el romance ni los tópicos típicos de una clásica película de acción. Desafortunadamente, la elección en el personaje principal, a cargo del nefasto actor Kevin Costner, no ayuda a llevar este proyecto malogrado a buen puerto. La película es una plétora de elementos que pudieron revertir en gloria y loas, sin embargo descarriló miserablemente como un fiasco andrajoso y pervertido que nadie se molestó en pulir ni atildar para quedar meramente como una nadería que prometía mucho y se quedó en agua de borrajas.