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Críticas ordenadas por utilidad
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7.2
2,598
7
2 de febrero de 2016
2 de febrero de 2016
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la novela de Larry McMurtry, Hud se puede denominar como un western contemporáneo de la misma manera que películas como 'Vidas Rebeldes' y 'Los valientes andan solos',. 'Hud' fue uno de esos westerns que lamentaba la muerte del mundo libre y abierto del Viejo Oeste, de su código ético. En películas como 'Hombres errantes' y 'Los valientes andan solos' se centras en la robusta figura masculina e individualista, destruñida por un mundo que lo ha dejado atrás en su carrera hacia el progreso. Pero en 'Hud' esa figura individualista se muestra como una fuerza más destructiva. Ambientada en un rincón polvoriento de Texas, donde ganado y Cadillacs recorren las llanuras, 'Hud' se asemeja a una tragedia griega moderna con su historia de una familia conflictiva dueña de un rancho. La película se centra en cuatro personajes en particular, y está dominada por uno, Paul Newman como Hud. Hud es el hijo fuera del control de un hacendado con el nombre de Homer Bannon (Melvyn Douglas). Lonnie (Brandon de Wilde) es el sobrino de Hud y se debate entre su devoción por su tío y de su abuelo, Homer. Quien cuida de ellos es Alma (magníficamente interpretada por Patricia Neal), una dura mujer de buen corazón. Cuando Hud no está trabajando en el rancho, está en la ciudad emborrachándose o seduciendo a las esposas de otros hombres. A medida que avanza la historia, vemos que Douglas representa el pasado (los buenos viejos tiempos de la ganadería, la construcción de las cosasser un hombre y ponerse de pie por sí mismo) que contrasta con Newman que representa el presente (petróleo, dinero, la codicia, la corrupción, el egoísmo), mientras que el sobrino de 17 años, Lonnie Hud (Brandon De Wilde), seducido por Hud mientras admira a Homer, representa el futuro.
Lo que era especialmente notable en esta película fue la presencia en la pantalla por la, tal vez, más atractiva y popular joven estrella de su época, Paul Newman, quien con el director Martin Ritt habían trabajado juntos anteriormente en otras tres películas: 'El largo y cálido verano', 'Un día volveré' y 'Cuando se tienen 20 años' por lo que decidieron formar una sociedad para llegar a un acuerdo con los grandes estudios y producir un puñado de películas. 'Hud' iba a ser su primer trabajo bajo ese nuevo acuerdo a las que siguieron 'Cuatro confesiones' y 'Un hombre'. Posiblemente con 'Hud' consigue una de sus intepretaciones más completas siendo uno de sus personajes en apariencia más repulsivos. Aún así el carisma natural del propio Newman consigue recibir la simpatía del espectador. Por otro lado, un actor popular de la década de 1930 y 1940, Melvyn Douglas en los años 50 afinaba su reputación como un actor de primer orden en el escenario y en la televisión durante más de una década. Su regreso a los largometrajes después de una interrupción de 11 años comenzó con Billy Budd (1962). Decidió seguir con 'Hud', no solo porque le gustaba el guión, sino porque no tenía que hacer nada para convencer Ritt de que podía interpretar ese papel. "Apenas podía creer que estaba tratando con alguien del viejo Hollywood", dijo Martin Ritt. Y así fue como Melvyn Douglas consiguió su primer Oscar. Tb resultó ganadora del Oscar Patricia Neal y la maravillosa fotografía en B/N de James Wong Howe.
Y es que Newman ofrece una intepretación repleta de intensidad, deslizándose entre el salvajismo del personaje y esa sonrisa final. Un actor que desmostraba que no solo era un rostro bonito. Magnífica película, de lo mejor y más atractivo que se haya visto de Paul Newman, definitivamente Ritt sabía extraer lo mejor del actor además de secundado por los intérpretes configuran este más que recomendable drama.
Lo que era especialmente notable en esta película fue la presencia en la pantalla por la, tal vez, más atractiva y popular joven estrella de su época, Paul Newman, quien con el director Martin Ritt habían trabajado juntos anteriormente en otras tres películas: 'El largo y cálido verano', 'Un día volveré' y 'Cuando se tienen 20 años' por lo que decidieron formar una sociedad para llegar a un acuerdo con los grandes estudios y producir un puñado de películas. 'Hud' iba a ser su primer trabajo bajo ese nuevo acuerdo a las que siguieron 'Cuatro confesiones' y 'Un hombre'. Posiblemente con 'Hud' consigue una de sus intepretaciones más completas siendo uno de sus personajes en apariencia más repulsivos. Aún así el carisma natural del propio Newman consigue recibir la simpatía del espectador. Por otro lado, un actor popular de la década de 1930 y 1940, Melvyn Douglas en los años 50 afinaba su reputación como un actor de primer orden en el escenario y en la televisión durante más de una década. Su regreso a los largometrajes después de una interrupción de 11 años comenzó con Billy Budd (1962). Decidió seguir con 'Hud', no solo porque le gustaba el guión, sino porque no tenía que hacer nada para convencer Ritt de que podía interpretar ese papel. "Apenas podía creer que estaba tratando con alguien del viejo Hollywood", dijo Martin Ritt. Y así fue como Melvyn Douglas consiguió su primer Oscar. Tb resultó ganadora del Oscar Patricia Neal y la maravillosa fotografía en B/N de James Wong Howe.
Y es que Newman ofrece una intepretación repleta de intensidad, deslizándose entre el salvajismo del personaje y esa sonrisa final. Un actor que desmostraba que no solo era un rostro bonito. Magnífica película, de lo mejor y más atractivo que se haya visto de Paul Newman, definitivamente Ritt sabía extraer lo mejor del actor además de secundado por los intérpretes configuran este más que recomendable drama.

8.2
14,139
10
29 de agosto de 2016
29 de agosto de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
De todos es sabido que la guerra más cruenta, no sólo del siglo XX sino de la historia, ha sido la Segunda Guerra Mundial. Una sangrienta lucha que se llevó a más de 60 millones de muertos, una contienda donde por primera vez el porcentaje de muertes civiles fue más elevada que las militares. Sus escalofriantes números dan fe de la magnificencia que estos hechos acontecieron en todo el mundo y aún después de 60 años del fin del conflicto siguen teniendo repercusión. Fue una guerra que influyó profundamente en la actualidad que hoy vivimos, su influencia política, económica, territorial e ideológica se mantiene en muchos aspectos. Una nación, Alemania, una ideología, el nacionalsocialismo, se extendió como una plaga por toda Europa bajo, no sólo de la mano de Adolf Hitler, sino también de la gente que le apoyaba: individuos que le seguían ciegamente y que exterminaron a miles de personas en campos de concentración y ejecuciones, llegando a realizar acciones consideradas inhumanas.
El 30 de Abril de 1945, Adolf Hitler y su reciente esposa Eva Braun, se suicidan en el búnker de los jardines de la Cancillería dando así fin a una cruenta lucha en Europa que se extendió durante 6 largos años. De manera inmediata, se produjo la entrada en Berlín del Ejército Rojo y los aliados: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. En un primer momento se dividió Berlín en 4 zonas, controladas cada una por cada país y el paso siguiente fue hacer por primera vez en la historia un juicio a una serie de personas, vinculadas con el Tercer Reich, por crímenes de guerra, algo insólito y de una complejidad enorme. No sólo se dictaron sentencias a Albert Speer, Rudolf Hess o Kaltebrunner, hubo muchos jueces, políticos, etc., que también fueron juzgados.
Después de ponernos en antecedentes históricos, “Vencedores o vencidos” no solamente es una película donde podemos apreciar grandes actuaciones, ya que dentro de ella se plantea un interesantísimo dilema moral e ideológico de diversas connotaciones, ya que no sólo se juzgan a las personas sino también a todo un país, Alemania. Dentro de esta excelente realización hay espléndidos monólogos de una intensidad y credibilidad muy lograda, consiguiendo tener siempre al espectador atento a cualquier aparición e intervención que se realiza en el juicio. Kramer dirige de manera soberbia todos los aspectos, ya que consigue que las casi tres horas de película no resulten en ningún momento pesadas. Además nos ofrece unas pausas indirectas que invitan al espectador a reflexionar sobre lo acontecido en ese momento, es decir, no nos aturde con sólo la filmación del juicio, nos hace plantear preguntas en nuestra mente sobre la veracidad de lo que cuentan lejos de ese espacio reducido. Kramer efectúa un manejo soberbio de la cámara adecuándola en el momento correcto, en la expresión más enardecida, en como los ojos lo muestran todo y recibimos de manera profunda la intensidad que rodea a una película que trata un tema tan delicado.
Una vez vista la película, cada uno puede sacar las conclusiones que pueda pensar que sean ciertas, eso es un logro de la película, ya que consigue plantearte distintos puntos de vista sobre lo que aconteció en esos lamentables años. Tampoco defiende una postura concreta, ofrece al espectador esa libertad, dándonos también momentos paradójicos, como una similitud entre las situaciones vividas entre el juez principal y el principal acusado. También vemos las implicaciones políticas que rodearon a esos juicios y los extremismos de los argumentos de todos los partícipes en este juicio, todos con un convencimiento que algunos creen justo, otros patriótico, otros que dicen que era su obligación.
Toda esta magnífica orquestación de exposiciones argumentales y dilemas, está encabezado por un reparto espectacular, todos rayando a un nivel altísimo, sublime, una lección de interpretación inolvidable, resultando difícil el destacar a alguien. Personalmente me atrae la interpretación del abogado defensor Maximilian Schell, una actuación muy sentida que desborda una gran convicción en todo lo que dice, resultando un contrapunto perfecto para Richard Widmark, el cual hace un magnífico papel de tenaz fiscal. No podemos olvidar la angustiosa interpretación de Judy Garland bajo la presión del dedo acusador de Maximilian Schell, la espectacular intervención de Montgomery Clift, como un hombre de pocas facultades mentales y Marlene Dietrich, actuando en un papel típico de mujer fría alemana, quien en un detalle curioso rememora la mítica canción “Lili Marlene”. Pero las dos figuras principales de la película son Spencer Tracy y Burt Lancaster, este último con siempre una expresión hierática, afligida, pero a la vez rabiosa. Se ve en él a un hombre que está a punto de estallar y que de su boca no puede salir otra cosa que su verdad. De Spencer Tracy, decir que en el último papel relevante de su carrera antes de su muerte, realiza una soberbia interpretación de un juez que tiene en su mano decidir el destino de los hombres que va a juzgar, a pesar de las presiones externas que recibe y finalmente es el personaje que, posiblemente, exprese una mayor sensatez en todas sus conclusiones.
Realmente de esta espléndida película se pueden explotar argumentalmente páginas y páginas, ya que el planteamiento del oscarizado guión es sublime. Faltan calificativos para describir todas las sensaciones que me produce poder disfrutar esta película tan llena de matices interesantes para un simple aficionado como yo a esos acontecimientos históricos. Lejos de esas cuestiones históricas, si queréis disfrutar de un grandísimo drama judicial, lleno de interpretaciones estelares, no podéis dejar de ver “Vencedores o Vencidos”.
El 30 de Abril de 1945, Adolf Hitler y su reciente esposa Eva Braun, se suicidan en el búnker de los jardines de la Cancillería dando así fin a una cruenta lucha en Europa que se extendió durante 6 largos años. De manera inmediata, se produjo la entrada en Berlín del Ejército Rojo y los aliados: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia. En un primer momento se dividió Berlín en 4 zonas, controladas cada una por cada país y el paso siguiente fue hacer por primera vez en la historia un juicio a una serie de personas, vinculadas con el Tercer Reich, por crímenes de guerra, algo insólito y de una complejidad enorme. No sólo se dictaron sentencias a Albert Speer, Rudolf Hess o Kaltebrunner, hubo muchos jueces, políticos, etc., que también fueron juzgados.
Después de ponernos en antecedentes históricos, “Vencedores o vencidos” no solamente es una película donde podemos apreciar grandes actuaciones, ya que dentro de ella se plantea un interesantísimo dilema moral e ideológico de diversas connotaciones, ya que no sólo se juzgan a las personas sino también a todo un país, Alemania. Dentro de esta excelente realización hay espléndidos monólogos de una intensidad y credibilidad muy lograda, consiguiendo tener siempre al espectador atento a cualquier aparición e intervención que se realiza en el juicio. Kramer dirige de manera soberbia todos los aspectos, ya que consigue que las casi tres horas de película no resulten en ningún momento pesadas. Además nos ofrece unas pausas indirectas que invitan al espectador a reflexionar sobre lo acontecido en ese momento, es decir, no nos aturde con sólo la filmación del juicio, nos hace plantear preguntas en nuestra mente sobre la veracidad de lo que cuentan lejos de ese espacio reducido. Kramer efectúa un manejo soberbio de la cámara adecuándola en el momento correcto, en la expresión más enardecida, en como los ojos lo muestran todo y recibimos de manera profunda la intensidad que rodea a una película que trata un tema tan delicado.
Una vez vista la película, cada uno puede sacar las conclusiones que pueda pensar que sean ciertas, eso es un logro de la película, ya que consigue plantearte distintos puntos de vista sobre lo que aconteció en esos lamentables años. Tampoco defiende una postura concreta, ofrece al espectador esa libertad, dándonos también momentos paradójicos, como una similitud entre las situaciones vividas entre el juez principal y el principal acusado. También vemos las implicaciones políticas que rodearon a esos juicios y los extremismos de los argumentos de todos los partícipes en este juicio, todos con un convencimiento que algunos creen justo, otros patriótico, otros que dicen que era su obligación.
Toda esta magnífica orquestación de exposiciones argumentales y dilemas, está encabezado por un reparto espectacular, todos rayando a un nivel altísimo, sublime, una lección de interpretación inolvidable, resultando difícil el destacar a alguien. Personalmente me atrae la interpretación del abogado defensor Maximilian Schell, una actuación muy sentida que desborda una gran convicción en todo lo que dice, resultando un contrapunto perfecto para Richard Widmark, el cual hace un magnífico papel de tenaz fiscal. No podemos olvidar la angustiosa interpretación de Judy Garland bajo la presión del dedo acusador de Maximilian Schell, la espectacular intervención de Montgomery Clift, como un hombre de pocas facultades mentales y Marlene Dietrich, actuando en un papel típico de mujer fría alemana, quien en un detalle curioso rememora la mítica canción “Lili Marlene”. Pero las dos figuras principales de la película son Spencer Tracy y Burt Lancaster, este último con siempre una expresión hierática, afligida, pero a la vez rabiosa. Se ve en él a un hombre que está a punto de estallar y que de su boca no puede salir otra cosa que su verdad. De Spencer Tracy, decir que en el último papel relevante de su carrera antes de su muerte, realiza una soberbia interpretación de un juez que tiene en su mano decidir el destino de los hombres que va a juzgar, a pesar de las presiones externas que recibe y finalmente es el personaje que, posiblemente, exprese una mayor sensatez en todas sus conclusiones.
Realmente de esta espléndida película se pueden explotar argumentalmente páginas y páginas, ya que el planteamiento del oscarizado guión es sublime. Faltan calificativos para describir todas las sensaciones que me produce poder disfrutar esta película tan llena de matices interesantes para un simple aficionado como yo a esos acontecimientos históricos. Lejos de esas cuestiones históricas, si queréis disfrutar de un grandísimo drama judicial, lleno de interpretaciones estelares, no podéis dejar de ver “Vencedores o Vencidos”.

8.2
32,021
10
13 de enero de 2016
13 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Cómo puedo perder? No es suficiente con tener talento. Hay que tener carácter también. Sí, ahora sé lo que es tener carácter. Lo adquirí en una habitación de hotel en Louisville.
Al terminar de ver “El Buscavidas”, te queda siempre esa impresión de pensar que has visto una gran película, aunque la hayas revisionado en multitud de ocasiones. No sólo de las sensacionales escenas entre Newman y Gleason jugando al billar vive el argumento, sino que detrás hay un profundo e intenso melodrama, que funciona de manera soberbia, con seguramente uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine, Eddie “Relámpago” Nelson, maravillosamente interpretado por Paul Newman, justamente nominado al Oscar e incompresiblemente no premiado.
Newman tiene esa cara dulce e inocente que embelesa al espectador y nos oculta tras esa faz una profunda oscuridad de carácter y comportamiento, de alguien muy convencido de sus virtudes, creyéndose invencible con un aire de chulería que produce cierta compasión en sus adversarios, como el Gordo de Minnesota. Newman no sólo nos ofrece esas características interpretativas, además se mueve como pez en el agua por todo el metraje de la película haciendo que parezca sencilla su actuación. Eddie Nelson es un personaje complicado, su vida no ha sido fácil, va de ciudad en ciudad usando su talento innato para el billar para conseguir dinero, pero su soberbia no le permite hacer caso su debilidad, una carencia de autovaloración. No se enfrenta a sus demonios interiores mientras va ganando, ya que si lo va haciendo no tendrá que enfrentarse con su estigma de perdedor. En ese micro mundo que se va creando se encuentra a su alma gemela, Sarah, una mujer solitaria, refugiada en el alcohol, interpretada sensacionalmente por Piper Laurie. Tanto Sarah como Eddie se buscan consuelo mutuamente, siendo egoístas el uno con el otro con sus sentimientos en principio, pero se va iniciando una historia de amor con tintes dramáticos. A ellos se une Bert Gordon, un magnífico George C. Scott, un “hombre de negocios” que se ofrece a Eddie para hacerle ganar más dinero, con una dualidad de intenciones muy clara, siendo alguien ambicioso en todos lo sentidos, no tiene más amor que el dinero.
Del nivel actoral de “El Buscavidas” faltarían adjetivos para definirla. Se podría decir que todos están perfectos, aunque la perfección no exista, pero Newman es mucho Newman, de nuevo hace el personaje suyo, lo llena de matices y expresiones, faltan de nuevo calificativos para poder expresar lo que Newman nos ofrece en pantalla. Que decir de Piper Laurie, el mejor papel de su carrera, una alcohólica que se va hundiendo progresivamente y que en su corazón guarda mucho amor, pero se interfiere en su camino George C. Scott, que encaja perfectamente en un hombre sin escrúpulos, que sólo piensa en su propio beneficio. Jackie Gleason le da una templanza mayúscula a el Gordo de Minnesota y aún siendo el competidor de Newman, en ningún momento sientes animadversión por él, ya que ves que es alguien afable y poco egocéntrico.
Lejos ya de las actuaciones, una de las partes más brillantes de “El Buscavidas” es su fotografía, donde hay una interacción entre luz y oscuridad impresionante, creada por Eugene Schufftan, que ganó el Oscar por su labor. Aunque en 1961 ya existía el color, la película no hubiera funcionado igual, ya que esa sutileza en la utilización en blanco y negro define excelentemente a los personajes, lo envuelve todo en algo sombrío y lleno de sombras. La dirección de Robert Rossen es excelsa, magnífica en todo momento, manejando las elipsis temporales de las partidas de billar con un reloj que gira y gira, añadiendo un montaje sucesivo de escenas entre la disputa de Eddie y el Gordo de Minnesota. Rossen no desvía en ningún momento el eje central de argumento y a pesar de ser un drama, mantiene un ritmo que engancha al espectador, haciendo que los diálogos sean fluidos. Este fue su mejor trabajo y posteriormente fallecería 5 años después.
No se pueden expresar con más palabras lo que es “El Buscavidas” simplemente hay que verla, disfrutarla, ya que es una de los mejores dramas de la historia sin duda. Si quieres conocer el cine clásico, de actores, “The Hustler” es tu película.
Al terminar de ver “El Buscavidas”, te queda siempre esa impresión de pensar que has visto una gran película, aunque la hayas revisionado en multitud de ocasiones. No sólo de las sensacionales escenas entre Newman y Gleason jugando al billar vive el argumento, sino que detrás hay un profundo e intenso melodrama, que funciona de manera soberbia, con seguramente uno de los personajes más carismáticos de la historia del cine, Eddie “Relámpago” Nelson, maravillosamente interpretado por Paul Newman, justamente nominado al Oscar e incompresiblemente no premiado.
Newman tiene esa cara dulce e inocente que embelesa al espectador y nos oculta tras esa faz una profunda oscuridad de carácter y comportamiento, de alguien muy convencido de sus virtudes, creyéndose invencible con un aire de chulería que produce cierta compasión en sus adversarios, como el Gordo de Minnesota. Newman no sólo nos ofrece esas características interpretativas, además se mueve como pez en el agua por todo el metraje de la película haciendo que parezca sencilla su actuación. Eddie Nelson es un personaje complicado, su vida no ha sido fácil, va de ciudad en ciudad usando su talento innato para el billar para conseguir dinero, pero su soberbia no le permite hacer caso su debilidad, una carencia de autovaloración. No se enfrenta a sus demonios interiores mientras va ganando, ya que si lo va haciendo no tendrá que enfrentarse con su estigma de perdedor. En ese micro mundo que se va creando se encuentra a su alma gemela, Sarah, una mujer solitaria, refugiada en el alcohol, interpretada sensacionalmente por Piper Laurie. Tanto Sarah como Eddie se buscan consuelo mutuamente, siendo egoístas el uno con el otro con sus sentimientos en principio, pero se va iniciando una historia de amor con tintes dramáticos. A ellos se une Bert Gordon, un magnífico George C. Scott, un “hombre de negocios” que se ofrece a Eddie para hacerle ganar más dinero, con una dualidad de intenciones muy clara, siendo alguien ambicioso en todos lo sentidos, no tiene más amor que el dinero.
Del nivel actoral de “El Buscavidas” faltarían adjetivos para definirla. Se podría decir que todos están perfectos, aunque la perfección no exista, pero Newman es mucho Newman, de nuevo hace el personaje suyo, lo llena de matices y expresiones, faltan de nuevo calificativos para poder expresar lo que Newman nos ofrece en pantalla. Que decir de Piper Laurie, el mejor papel de su carrera, una alcohólica que se va hundiendo progresivamente y que en su corazón guarda mucho amor, pero se interfiere en su camino George C. Scott, que encaja perfectamente en un hombre sin escrúpulos, que sólo piensa en su propio beneficio. Jackie Gleason le da una templanza mayúscula a el Gordo de Minnesota y aún siendo el competidor de Newman, en ningún momento sientes animadversión por él, ya que ves que es alguien afable y poco egocéntrico.
Lejos ya de las actuaciones, una de las partes más brillantes de “El Buscavidas” es su fotografía, donde hay una interacción entre luz y oscuridad impresionante, creada por Eugene Schufftan, que ganó el Oscar por su labor. Aunque en 1961 ya existía el color, la película no hubiera funcionado igual, ya que esa sutileza en la utilización en blanco y negro define excelentemente a los personajes, lo envuelve todo en algo sombrío y lleno de sombras. La dirección de Robert Rossen es excelsa, magnífica en todo momento, manejando las elipsis temporales de las partidas de billar con un reloj que gira y gira, añadiendo un montaje sucesivo de escenas entre la disputa de Eddie y el Gordo de Minnesota. Rossen no desvía en ningún momento el eje central de argumento y a pesar de ser un drama, mantiene un ritmo que engancha al espectador, haciendo que los diálogos sean fluidos. Este fue su mejor trabajo y posteriormente fallecería 5 años después.
No se pueden expresar con más palabras lo que es “El Buscavidas” simplemente hay que verla, disfrutarla, ya que es una de los mejores dramas de la historia sin duda. Si quieres conocer el cine clásico, de actores, “The Hustler” es tu película.

7.0
411
8
4 de enero de 2016
4 de enero de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿No te dije que había un corazón que late en la ciudad?
Durante los años 30, Warner Bros. se prodigó en realizar las denominadas películas de realidad social, que mostraban como era la contemporánea sociedad americana y que mayormente estaba enfatizadas con problemas derivados de la Gran Depresión, sobretodo de gánsgters como 'Hampa Dorada', 'Los violentos años 20' o 'Ángeles con caras sucias'. New York es posiblemente la ciudad más mostrada en la gran pantalla en la historia del cine y es usada como extraordinario telón de fondo para representar un enfoque realista sobre las ambiciones y sueños de una serie de personas, ínfimas en relación al tremendo tamaño de la ciudad pero enormes y cercanas por la calidad humana que desprenden. Esas ambiciones se centran en tres personas: Danny Kenny como un camionero que se convierte en boxeador, Peggy Nash como una mujer que aspira a ser una bailarina profesional y Eddie Kenny, el hermano de Danny, que aspira a convertirse en un compositor de éxito. Aspiraciones sencillas de gente sencilla que intentan sobrevivir en medio de altibajos emocionales y dificultades que apenas pueden atajar. Es su lucha y conquista de sus sueños, de un permanente contraste entre sus vidas de momentos de éxito y amargura.
Dirigida por Anatole Litvak (un director a reivindicar) de manera muy sobria, cuenta con un reparto bastante bueno, encabezado por James Cagney quien deja atrás sus habituales papeles de mafioso para dar vida a ese camionero humilde que sólo quiere vivir su vida con Peggy aunque sus aspiraciones profesionales sean tan distintas. Cagney, a pesar de ese "cuerpecillo" tan poco lúcido para ser un boxeador, da el tipo bastante bien. Desprense el halo de humildad suficiente, además de un carácter que no se deja avasallar por nadie, un contrapunto casi perfecto al de Ann Sheridan, la cual da vida a una indecisa Peggy. Su corazón se divide entre Danny y su pasión por bailar, a pesar del maltrato recibido por su pareja de baile, un inusual Anthony Quinn. Completa el trío Arthur Kennedy, quien en su primera película interpreta a un compositor muy cercano a la figura que fue George Gershwin, relizando finalmente una composición muy similar al "Rapshody in Blue". Sus composiciones intentan transmitir el espíritu de la ciudad y de los sentimientos que desprende.
El reparto se completa con la curiosa aparición de Elia Kazan en uno de sus primeros papeles como actor. Da vida a Googi Zucco, un matón de porte arrogante. El propio Kazan confesó años más tarde que aprendió mucho de Anatole Litvak en el rodaje, sobretodo en la manera de tratar a una estrella como James Cagney. También hay que destacar a Donald Crisp, que un par de año después recibiría el Oscar por 'Que verde era mi valle'. La fotografía corrió a cargo del excepcional James Wong Howe y la dramática banda sonora la compuso Max Steiner, consiguiendo ser inciso en los momentos dramáticos.
Durante los años 30, Warner Bros. se prodigó en realizar las denominadas películas de realidad social, que mostraban como era la contemporánea sociedad americana y que mayormente estaba enfatizadas con problemas derivados de la Gran Depresión, sobretodo de gánsgters como 'Hampa Dorada', 'Los violentos años 20' o 'Ángeles con caras sucias'. New York es posiblemente la ciudad más mostrada en la gran pantalla en la historia del cine y es usada como extraordinario telón de fondo para representar un enfoque realista sobre las ambiciones y sueños de una serie de personas, ínfimas en relación al tremendo tamaño de la ciudad pero enormes y cercanas por la calidad humana que desprenden. Esas ambiciones se centran en tres personas: Danny Kenny como un camionero que se convierte en boxeador, Peggy Nash como una mujer que aspira a ser una bailarina profesional y Eddie Kenny, el hermano de Danny, que aspira a convertirse en un compositor de éxito. Aspiraciones sencillas de gente sencilla que intentan sobrevivir en medio de altibajos emocionales y dificultades que apenas pueden atajar. Es su lucha y conquista de sus sueños, de un permanente contraste entre sus vidas de momentos de éxito y amargura.
Dirigida por Anatole Litvak (un director a reivindicar) de manera muy sobria, cuenta con un reparto bastante bueno, encabezado por James Cagney quien deja atrás sus habituales papeles de mafioso para dar vida a ese camionero humilde que sólo quiere vivir su vida con Peggy aunque sus aspiraciones profesionales sean tan distintas. Cagney, a pesar de ese "cuerpecillo" tan poco lúcido para ser un boxeador, da el tipo bastante bien. Desprense el halo de humildad suficiente, además de un carácter que no se deja avasallar por nadie, un contrapunto casi perfecto al de Ann Sheridan, la cual da vida a una indecisa Peggy. Su corazón se divide entre Danny y su pasión por bailar, a pesar del maltrato recibido por su pareja de baile, un inusual Anthony Quinn. Completa el trío Arthur Kennedy, quien en su primera película interpreta a un compositor muy cercano a la figura que fue George Gershwin, relizando finalmente una composición muy similar al "Rapshody in Blue". Sus composiciones intentan transmitir el espíritu de la ciudad y de los sentimientos que desprende.
El reparto se completa con la curiosa aparición de Elia Kazan en uno de sus primeros papeles como actor. Da vida a Googi Zucco, un matón de porte arrogante. El propio Kazan confesó años más tarde que aprendió mucho de Anatole Litvak en el rodaje, sobretodo en la manera de tratar a una estrella como James Cagney. También hay que destacar a Donald Crisp, que un par de año después recibiría el Oscar por 'Que verde era mi valle'. La fotografía corrió a cargo del excepcional James Wong Howe y la dramática banda sonora la compuso Max Steiner, consiguiendo ser inciso en los momentos dramáticos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
Y es que como Danny Kenny dice casi al final de la película: "Estoy hablando de, y a, mi hermano. Él realmente inspiró la música que escucharon esta noche. En la historia de su vida estaba una historia de la gran ciudad, como la sentía yo musicalmente. No, él no es músico. No podría leer ni una sola nota pero en su corazón y alma había una riqueza de música. La música de la ciudad. La música que lo llevó a la gloria, a la conquista, a la tragedia y a la derrota. Pero en esa misma derrota, él conquistó. De todos los hombres que he conocido, quienes han amado y perdido este muchacho mantuvo una gran nobleza que superó por mucho a cualquier conquista." Perfecto epílogo para una estupenda película.

7.4
53,045
10
19 de enero de 2015
19 de enero de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cartas desde Iwo Jima" representa algo atípico en las películas bélicas y es el hecho de que un director de otro país nos muestre una película desde el punto de vista del enemigo. Eastwood ha sido ambicioso con este proyecto sobre una de las más sangrientas batalla del Pacífico. Aunque guarda el estilo similar de "Banderas de nuestros padres", la diferencia principal es que con "Cartas desde Iwo Jima", el genial director se introduce más en la intimidad de los soldados y desarrolla de manera más amplia los carácteres de los soldados japoneses, que por otra parte son más ricos de explotar dramáticamente. En ocasiones, a la hora de narrar una película bélica, resulta más interesante relatar la parte de los perdedores. Seguramente sea porque su dramatismo es más personalizado, de verse abocados a un callejón sin salida. En ciertos aspectos, podría recordar a "El Hundimiento", de como unos soldados y oficiales ven todo perdido, sin más salida de provocarse su propia muerte, muchos por una cuestión de orgullo, otros por honor, algunos obligados. El infierno que sufren los perdedores es casi inenarrable.
Eastwood filma una de sus películas más elegantes, pero con un marcado componente dramático, en momentos angustioso y que roza la locura. Nos muestra la historia de unos hombres que resistieron y murieron en una isla en un intento de defender su patria. Asistimos a sus conflictos personales, a la extraña y fanática manera japonesa de entender la guerra, con escenas que incluso resultan incomprensibles por el espectador por su dureza, sintiéndonos a veces incrédulos por lo que es capaz de hacerse a si mismo a un hombre llevado por su loco patriotismo. Eastwood también consigue transmitirnos la presión psicológica que sufrían los soldados japoneses, por culpa del confinamiento prolongado en las cuevas, la privación de agua y comida, además de los persistentes bombardeos. El guión de Yamashita mantiene un foco íntimo dentro de un magnífico contexto, narrando en argumento a través de los sentimientos expresados por los soldados en sus cartas. Esta es una de las grandes virtudes de "Cartas desde Iwo Jima": la fluideza narrativa de su guión, con unas líneas de diálogo que expresan casi a la perfección el sentir de un soldado y su mayor anhelo: regresa a su casa con sus seres queridos.
Otra gran cualidad es el estilo fílmico que escoge Eastwood. La película esta muy cercana en momentos al blanco y negro, con una degradación del color que se acerca al color sepia y al marrón, siendo monocromática en muchas ocasiones. Es un intento por darnos una visión de manera pseudo-documental, muy acertada por otra parte. Eastwood imprime su propio sello en "Cartas desde Iwo Jima". Apoyándose en ese estupendo guión, descarga todo el peso dramático en las magníficas actuaciones de los actores. Ken Watanabe ya demostró sus excelentes cualidades en "El último samurai", confirmando en "Cartas desde Iwo Jima" lo gran actor que es. Su interpretación de Kuribayashi es sublime. Le consigue imprimir al general una personalidad muy marcada de honor, de respeto hacia sus soldados y amor a su patria. Tremendas son esas escenas en las cuales arenga a sus soldados a luchar hasta el fin. Pero finalmente no nos deja la sensación de que fuera un loco suicida. Hizo lo que tenía que hacer. Como comentaba anteriormente, me parece un gran acierto basar el hilo principal en cartas que escribe los soldados. En Kuribayashi, vemos que es un hombre como cualquier otro, con sus sentimientos hacia su familia. Acertados son también los flashbacks que nos recuerdan la estancia del general en Estados Unidos o recordando a su hijo, no interfiriendo para nada en la fluidez narrativa. Aunque en mi opinión, la verdadera historia que nos describe el horror, ya no solo de Iwo Jima, sino de la guerra en si, es la que nos narra Saigo. Es un simple soldado, que como todos sueña con volver a su casa con su familia, pero que ve horrorizado como van muriendo sus compañeros, unos de disentería, otros es unos espantosos suicidios, otros quemados.......es quien nos da la perspectiva más amplia de todo lo que pasa. Es el personaje con el cual conseguimos más empatía. El resto del reparto está francamente bien. El Barón Nishi tiene una personalidad arrolladora, ofreciendo uno de los mejores momentos de la película cuando lee la carta del soldado americano muerto. Esa escena es de una humanidad tremenda.Personalmente, me ha dejado la sensación de ver un auténtico drama bélico. Un relato estremecedor.
PD: La Banda Sonora es buenísima. Intima y muy poética. PD 2: HAY QUE VERLA EN VERSION ORIGINAL
Eastwood filma una de sus películas más elegantes, pero con un marcado componente dramático, en momentos angustioso y que roza la locura. Nos muestra la historia de unos hombres que resistieron y murieron en una isla en un intento de defender su patria. Asistimos a sus conflictos personales, a la extraña y fanática manera japonesa de entender la guerra, con escenas que incluso resultan incomprensibles por el espectador por su dureza, sintiéndonos a veces incrédulos por lo que es capaz de hacerse a si mismo a un hombre llevado por su loco patriotismo. Eastwood también consigue transmitirnos la presión psicológica que sufrían los soldados japoneses, por culpa del confinamiento prolongado en las cuevas, la privación de agua y comida, además de los persistentes bombardeos. El guión de Yamashita mantiene un foco íntimo dentro de un magnífico contexto, narrando en argumento a través de los sentimientos expresados por los soldados en sus cartas. Esta es una de las grandes virtudes de "Cartas desde Iwo Jima": la fluideza narrativa de su guión, con unas líneas de diálogo que expresan casi a la perfección el sentir de un soldado y su mayor anhelo: regresa a su casa con sus seres queridos.
Otra gran cualidad es el estilo fílmico que escoge Eastwood. La película esta muy cercana en momentos al blanco y negro, con una degradación del color que se acerca al color sepia y al marrón, siendo monocromática en muchas ocasiones. Es un intento por darnos una visión de manera pseudo-documental, muy acertada por otra parte. Eastwood imprime su propio sello en "Cartas desde Iwo Jima". Apoyándose en ese estupendo guión, descarga todo el peso dramático en las magníficas actuaciones de los actores. Ken Watanabe ya demostró sus excelentes cualidades en "El último samurai", confirmando en "Cartas desde Iwo Jima" lo gran actor que es. Su interpretación de Kuribayashi es sublime. Le consigue imprimir al general una personalidad muy marcada de honor, de respeto hacia sus soldados y amor a su patria. Tremendas son esas escenas en las cuales arenga a sus soldados a luchar hasta el fin. Pero finalmente no nos deja la sensación de que fuera un loco suicida. Hizo lo que tenía que hacer. Como comentaba anteriormente, me parece un gran acierto basar el hilo principal en cartas que escribe los soldados. En Kuribayashi, vemos que es un hombre como cualquier otro, con sus sentimientos hacia su familia. Acertados son también los flashbacks que nos recuerdan la estancia del general en Estados Unidos o recordando a su hijo, no interfiriendo para nada en la fluidez narrativa. Aunque en mi opinión, la verdadera historia que nos describe el horror, ya no solo de Iwo Jima, sino de la guerra en si, es la que nos narra Saigo. Es un simple soldado, que como todos sueña con volver a su casa con su familia, pero que ve horrorizado como van muriendo sus compañeros, unos de disentería, otros es unos espantosos suicidios, otros quemados.......es quien nos da la perspectiva más amplia de todo lo que pasa. Es el personaje con el cual conseguimos más empatía. El resto del reparto está francamente bien. El Barón Nishi tiene una personalidad arrolladora, ofreciendo uno de los mejores momentos de la película cuando lee la carta del soldado americano muerto. Esa escena es de una humanidad tremenda.Personalmente, me ha dejado la sensación de ver un auténtico drama bélico. Un relato estremecedor.
PD: La Banda Sonora es buenísima. Intima y muy poética. PD 2: HAY QUE VERLA EN VERSION ORIGINAL
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