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Afganistán Afganistán · Berlín
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Críticas 40
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
8 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
No entraré a valorar su temática ni la polémica que generó. Cinematográficamente Camino es un drama puro y duro que juega sus bazas de forma correcta. Los ingredientes son inmejorables pero no todo el mundo sabe combinarlos y cocinarlos como lo hace aquí Javier Fesser, que además es conocedor de los mecanismos y resortes que pueden provocar emoción en el espectador. Sabe utilizar muy bien los recursos de que dispone y además de forma sobria y comedida, con un ritmo creciente y pausado aunque muy seguro. Es un cine de corte clásico, muy clásico, comercial, que va a lo que va y lo tiene claro, dejando a un lado posibles pretensiones de intelectualidad o de cine de autor e independiente. Para llegar a conseguir lo que busca la elección del reparto ya es todo un acierto pero la gran estrella sin duda es la protagonista. La niña es un sol que brilla con fuerza, bellísima Nerea Camacho que irradia vitalidad y fuerza en cada plano en el que aparece. Esta es una de las pequeñas "trampas" de las que el medio cinematográfico hace uso si el director acierta: una imagen vale más que mil palabras. Lo mismo sucede en el caso de Carmen Elías pero utilizando otro recurso poderoso: la luz y la sombra, una fotografía dura y oscura para remarcar el carácter de la madre, su espíritu sombrío. Para subrayar el carácter del padre, papel interpretado por Mariano Venancio, Fesser echa mano del silencio, de lo no dicho, de lo contenido ante una situación grotesca, cruel y aberrante, con lo que logra situar al espectador al lado del padre generando una empatía sobrecogedora que estremece. Todos estos elementos se combinan majestuosamente apoyados por los conflictos de los personajes que luchan internamente consigo mismos para tratar de sobreponerse a una situación que les supera, a la fuerza, sin maniqueísmos extremos. Es la historia del dolor, del sufrimiento de una niña y de unos padres que hacen todo lo que está en sus manos (adoctrinamiento y condicionamiento moral y religioso incluidos) para vencer a la enfermedad y a la muerte. No pueden hacer más, no saben, son reos de su propia historia personal. Eso les redime de toda culpa y mala intención y el personaje de la madre acaba siendo vista como una víctima más de su propio miedo y condicionamiento. En general, en el entorno familiar, no es una película de buenos y malos pero esto no es así al ampliar el círculo exterior hacia los miembros del Opus Dei. Aquí Fesser hace una excepción y descaradamente señala a estos como los "villanos" de la historia: sus personalidades autoritarias, deshumanizadas, frías, grotescas, manipuladoras, sin empatía alguna con el dolor de una familia los marca claramente. Para algunos puede ser un acierto justificado para trazar una línea divisoria entre lo correcto y lo incorrecto, y para otros un exceso de polarización moralizante que sitúa al espectador mayoritariamente a favor de la familia, logrando así el efecto lacrimógeno y de indignación que persigue desde el principio. Pero en cualquier caso la composición que hace Fesser está perfectamente ejecutada en las formas y en los tiempos. No olvidemos que es una película de ficción, no un documental objetivo de lo que pudo pasar realmente. Esa puede ser otra historia.
3 de marzo de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Penúltima obra para el cine de Berlanga. Aunque no sea una de sus mejores películas sigue siendo mucho mejor que gran parte de las películas del género de comedia que se producen en España actualmente (2020). El sarcasmo, la sátira, la socarronería y la crítica social son elementos que aparecen en casi toda la filmografía de este director sin caer en un exceso de agresividad hiriente. Te puedes reír de la estupidez humana, de nuestra estupidez, con el alivio que le imprime el toque y la visión humorística sin por ello eximir nuestra responsabilidad al respecto de esta estupidez: codicia, corrupción, narcisismo, egoísmo ultra-extremo, infantilismo, cinismo, lujuria sin límites, vanidad, ira... todos los pecados capitales habidos y por haber. Cada película de Berlanga funciona como espejo de nuestra sociedad y nuestro tiempo, un espejo deformante, delirante, esperpéntico, para que podamos reírnos de lo que vemos aunque en el fondo pensemos: "tendríamos que hacer algo...". Hay que tomarse las cosas en serio, pero la mejor manera de hacerlo es con humor, que nos humaniza y nos une. La agresividad, la ira, el ataque, el alarmismo y la acusación del "pero tú más" no deja de ser la otra cara de la misma moneda del lacerante egoísmo del mundo en que vivimos y que queda expuesto en estas películas, para nuestra vergüenza. Berlanga era un maestro en enseñarnos lo más feo de nosotros y hacer que no cayéramos en la inútil culpa sin, a su vez, banalizar el asunto. Y van quedando cada vez menos.
A nivel formal y estructural sigue con su inconfundible estilo de plano secuencia, coralidad de los personajes y diálogos ágiles y brillantes y ritmo delirante. Aunque tal vez aquí sea demasiado delirante y pretende abarcar demasiado con la mirada, con lo que las subtramas se hacen un poco difíciles de entender en algunos momentos y el ritmo de la narración, paradójicamente y a pesar de la velocidad de composición, se ralentiza.
Y qué decir de Saza, Ciges, Sacristán, Alexandre, López Vázquez, Lampreave, Galiardo...
Berlanga, un director único y coherente. Una buena película.
26 de febrero de 2020 2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífico documento de un periodo de la historia de España que está empezando a caer en el olvido. Más cercano a la tragedia humana que a la comedia, El pisito es un filme de corte neorrealista (aunque aquí se le llamara realismo crítico) que con mucha inteligencia logra burlar la censura para retratar a un país en vías de desarrollo (más desarrollo para unos que para otros, por supuesto), mostrando sus carencias, sus miserias, sus tragedias humanas, sus desigualdades sociales. El capitalismo empezaba a emerger (ese cochecito de Avecrem, esas técnicas de publicidad primitivas) como si fuera la esperanza, la panacea a todos nuestros problemas. Hoy se ha visto que no es así, que habremos mejorado a nivel individual pero no a nivel colectivo. Los problemas son los mismos: el empleo, la vivienda, la explotación laboral, la codicia, la pillería y la picaresca para conseguir sobrevivir a costa del más débil. Alrededor del lecho de los moribundos hoy en día muchas familias siguen siendo una imagen fidedigna de los buitres que aparecen en la película a la espera de la próxima y suculenta herencia. Los juzgados están llenos de estos casos. La película es pues un drama al que se le añaden unas gotas de humor para no caer en la total desesperanza, lo que a su vez quizá ayudara a sobrevivir al dedo de la censura (aquello de lo que uno es capaz de reírse tal vez no es tan grave como parece). Pero la trama es cruel y desoladora. La imagen más chocante es la de ese niño cagando encima de la mesa donde se come. Metáfora impagable y genial. Y triste.
López Vázquez está perfecto y comedido, sin las sobreactuaciones a las que muchas veces nos acostumbró. Mary Carrillo parece excederse a veces pero... ¿quién no ha conocido alguna vez a alguien así?
La historia no busca giros extraños ni espectaculares, es ágil y predecible aunque no por ello aburrida. Una joya del cine español que merece un visionado cada cierto tiempo, para no olvidar lo que fuimos, para no olvidar lo que seguimos siendo.
22 de febrero de 2020
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo primero que sentí mientras visualizaba La casa de Jack fue un odio visceral hacia Von Trier y su presuntuosidad. Algo se removía dentro de mí a medida que iba desarrollándose la historia: asco, repulsión, ira, amargura... pero seguí viéndola. Al terminar pensé en si era necesario hacer y ver este tipo de películas. El sabor de boca era terrible, angustioso, desesperanzador.
Pasaron unos días y la película seguía en mí pero se iba metamorfoseando. La crisálida se rasgó y la mariposa echó a volar. La película se mete en tu subconsciente y te cocina, a ti, a fuego lento. Y se convierte en obra maestra del cine moderno. Te habla de la sombra del ser humano, de nuestra propia sombra, sin complejos, sin miedo a aceptarla tal y como lo que es. Es una bomba de relojería que te estalla en la cara. Un test de Roschard. «¿Qué ve usted ahí?» Quizás te haga ver lo que no quieres asumir: tu propia ira interna, tu amargura, tu odio. Es una bofetada a las buenas costumbres, al mundo de (falsa) seguridad en el que vivimos, a la moral y el buenismo burgués. Un desparrame sin límites. Y es que el día en que limitemos la expresión creativa (¿no lo hacemos ya?) el mundo será quizá mucho más peligroso, cruel y brutal de lo que ya es.
No apta para "buenas personas de conducta intachable".
* Pongo nota de valoración porque es obligatorio para poder hacer mi crítica, aunque no crea en el sistema de puntuaciones.
22 de febrero de 2020 2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Verónica logra generar ciertos momentos de tensión, sobre todo cuando como espectador te preguntas a qué se está enfrentando la protagonista sin que obtengas una respuesta clara. Eres sus ojos, sus oídos asustados ante una amenaza invisible y eso Paco Plaza lo maneja muy bien... hasta que vuelve a recurrir, como tantos y tantos directores, a los típicos clichés del cine moderno de terror. La historia es muy atractiva sobre todo basándose en el contexto social de fondo: familia de clase trabajadora, en un barrio humilde, que se enfrenta a sucesos de índole paranormal y fantasmagórico en su hogar. Historias de fantasmas en casas encantadas hay muchas pero suelen situarse en mansiones o en urbanizaciones residenciales (Amityville, etc). Este era un punto a su favor que la hacía muy interesante. Pero no fue más allá. El guion y la trama son flojos, no hay historias secundarias, el personaje de Ana Torrent (la madre) no aporta absolutamente nada más que la de ser una actriz bastante conocida y no se va más allá de los sustos de turno cuando el director ya ha gastado todas sus balas en la creación inicial de la atmósfera como generadora de tensión.
Las actrices pequeñas y el niño están muy bien, eso sí, con mucho desparpajo y muy creíbles. Otra película más que se olvida al cabo de las horas.
* Pongo nota de valoración porque es obligatorio para poder hacer mi crítica, aunque no crea en el sistema de puntuaciones.
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