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6.4
10,336
9
3 de mayo de 2015
3 de mayo de 2015
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine, la literatura, el arte es contar las historias desde una nueva mirada, un enfoque que el común de los mortales no veamos, es buscar ese enfoque.
La película habla de una avalancha, pero no bajo un enfoque hollywoodiense, clásico, previsible, nada en esta película resulta previsible, solo la continua sensación de que no puede acabar bien.
La avalancha no llega a tener efectos, el siniestro se vive en el seno de una familia y una pareja a los cuales un sencillo acontecimiento, milésimas de segundo, coger el móvil y los guantes y desaparecer, les cambian, cambian la visión que tenían sobre ellos mismos, se derrumba el castillo de naipes que con tanto esfuerzo y convivencia, día a día, una familia va construyendo sus cementos, su base estabilizadora, cuando en ocasiones una frase, un comentario que no debiera, que no se piensa sino que se lanza, se arroja, una equivocación, una noche o como este caso una avalancha, hace temblar los diques, derribarlos, deja a todos confundidos y desorientados.
Maravilla el lento progreso que hace de las reacciones de ambos, la aparente normalidad con la que continúan, la risa histérica de ella, acompañada con una calma extraña que precede a la tormenta, como él, incapaz de asimilar lo vivido, incapaz tal vez de romper con el rol que se le supuso, la pone en duda, a ella, a su visión, situándola a ella como la débil, la asustada, la exagerada, la hormonal quizá. Mas fácil que enfrentar la realidad que vendrá y que le romperá a él también
,
Pocos films son capaces de hacer sentir como propias las sensaciones que en la pantalla ocurren, Ostlund lo consigue durante toda la película, el espectador siente la incomodad de la conversación con los dos amigos, la risa nerviosa ante el derrumbe del hombre, los miedos de los niños. Todo acompañado de la cotidianidad que encierra la situación excepcional, el cepillo de dientes, la tecnología, junto a una maravillosa fotografía y una música de violines que llena cada resquicio.
Cuesta entender el final, el porque de esas ultimas secuencias que dicen poco o nada con el relato establecido, pero quizá sea esa su función, la vida sigue y aunque los cimientos hayan caído, nada se detiene, van ocurriendo numerosos acontecimientos sin importancia que dejaran lo ocurrido en la memoria lejana, aunque siempre presente, día a día los cimientos volverán a parecer de nuevo sólidos, quizá, hasta la próxima avalancha.
La película habla de una avalancha, pero no bajo un enfoque hollywoodiense, clásico, previsible, nada en esta película resulta previsible, solo la continua sensación de que no puede acabar bien.
La avalancha no llega a tener efectos, el siniestro se vive en el seno de una familia y una pareja a los cuales un sencillo acontecimiento, milésimas de segundo, coger el móvil y los guantes y desaparecer, les cambian, cambian la visión que tenían sobre ellos mismos, se derrumba el castillo de naipes que con tanto esfuerzo y convivencia, día a día, una familia va construyendo sus cementos, su base estabilizadora, cuando en ocasiones una frase, un comentario que no debiera, que no se piensa sino que se lanza, se arroja, una equivocación, una noche o como este caso una avalancha, hace temblar los diques, derribarlos, deja a todos confundidos y desorientados.
Maravilla el lento progreso que hace de las reacciones de ambos, la aparente normalidad con la que continúan, la risa histérica de ella, acompañada con una calma extraña que precede a la tormenta, como él, incapaz de asimilar lo vivido, incapaz tal vez de romper con el rol que se le supuso, la pone en duda, a ella, a su visión, situándola a ella como la débil, la asustada, la exagerada, la hormonal quizá. Mas fácil que enfrentar la realidad que vendrá y que le romperá a él también
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Pocos films son capaces de hacer sentir como propias las sensaciones que en la pantalla ocurren, Ostlund lo consigue durante toda la película, el espectador siente la incomodad de la conversación con los dos amigos, la risa nerviosa ante el derrumbe del hombre, los miedos de los niños. Todo acompañado de la cotidianidad que encierra la situación excepcional, el cepillo de dientes, la tecnología, junto a una maravillosa fotografía y una música de violines que llena cada resquicio.
Cuesta entender el final, el porque de esas ultimas secuencias que dicen poco o nada con el relato establecido, pero quizá sea esa su función, la vida sigue y aunque los cimientos hayan caído, nada se detiene, van ocurriendo numerosos acontecimientos sin importancia que dejaran lo ocurrido en la memoria lejana, aunque siempre presente, día a día los cimientos volverán a parecer de nuevo sólidos, quizá, hasta la próxima avalancha.
24 de marzo de 2020
24 de marzo de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sigo sorprendida, admirada, bastante impresionada. Nunca la hubiera llegado a imaginar, a concebir así al extraerla de la típica lista de películas románticas que ver.
Empiezo por reconcer que su pareja protagonista no me llega a enamorar, tiene a un Jim Carrey, que nunca me ha gustado, muy contenido, que hace perfectamente del chico raro, cohibido, y una Clementine a la que no me siento ligada emocionalmente.
El film muestra, más allá de todos sus juegos, una relación de pareja completa, desde su inicio hasta el fin, un final con esos silencios en las comidas, la irritación que produce cualquier acción de la otra persona, los comentarios hirientes, que cortan como un cuchillo, esas palabras que duelen, que son martillo. La película se parece a una de esas citas, como las que Mary es tan aficionada "Siempre nos engañamos a nosotros dos veces respecto a las personas que amamos, primero a su favor, luego en su contra" (A. Camus) Y entre medio hay espacio para el amor, la dulzura, los juegos, las risas, la compañía, la comprensión, la complementariedad. Incluso queda hueco para otras historias, solo dibujadas, pero suficiente.
Y aunque es cierto que únicamente me emociono en los últimos compases, ese último y magnifico recuerdo, el ¿y si esta vez te quedas?, y el desarrollo final. Su manera de narrar, las conversaciones entre ambos para impedir el olvido absoluto, esos recuerdo enterrados en los que esconderse, la elevan por encima de casi totalmente todas las películas románticas, porque es mucho más que romántica, es real, y triste y jodida, y bonita. Y esta bien que sea así, como las relaciones, como la vida, aunque no nos guste o no nos enamore siempre, aunque en las pelis románticas todo parezca mejor y más luminoso y más absoluto, más como debiera ser, como luego nunca es. Quizá está bien que no me enamore ninguno de la pareja protagonista, tampoco me enamoro de las historias prosaicas que veo a mi alrededor, que al final, son lo que es el amor.
Pd: Hay pocos títulos tan bellos y tan adecuados como este; eterno amanecer de una mente sin mácula.
Empiezo por reconcer que su pareja protagonista no me llega a enamorar, tiene a un Jim Carrey, que nunca me ha gustado, muy contenido, que hace perfectamente del chico raro, cohibido, y una Clementine a la que no me siento ligada emocionalmente.
El film muestra, más allá de todos sus juegos, una relación de pareja completa, desde su inicio hasta el fin, un final con esos silencios en las comidas, la irritación que produce cualquier acción de la otra persona, los comentarios hirientes, que cortan como un cuchillo, esas palabras que duelen, que son martillo. La película se parece a una de esas citas, como las que Mary es tan aficionada "Siempre nos engañamos a nosotros dos veces respecto a las personas que amamos, primero a su favor, luego en su contra" (A. Camus) Y entre medio hay espacio para el amor, la dulzura, los juegos, las risas, la compañía, la comprensión, la complementariedad. Incluso queda hueco para otras historias, solo dibujadas, pero suficiente.
Y aunque es cierto que únicamente me emociono en los últimos compases, ese último y magnifico recuerdo, el ¿y si esta vez te quedas?, y el desarrollo final. Su manera de narrar, las conversaciones entre ambos para impedir el olvido absoluto, esos recuerdo enterrados en los que esconderse, la elevan por encima de casi totalmente todas las películas románticas, porque es mucho más que romántica, es real, y triste y jodida, y bonita. Y esta bien que sea así, como las relaciones, como la vida, aunque no nos guste o no nos enamore siempre, aunque en las pelis románticas todo parezca mejor y más luminoso y más absoluto, más como debiera ser, como luego nunca es. Quizá está bien que no me enamore ninguno de la pareja protagonista, tampoco me enamoro de las historias prosaicas que veo a mi alrededor, que al final, son lo que es el amor.
Pd: Hay pocos títulos tan bellos y tan adecuados como este; eterno amanecer de una mente sin mácula.

7.9
67,780
9
24 de marzo de 2020
24 de marzo de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta cada vez mejor cuanto más se piensa en ella, cuantas veces más la realidad te lleva a recordarla, a asociarla con el mundo de clases y lo que conlleva la lluvia para unos y para los otros.
Bong Joon-ho siempre realiza películas inteligentes, transgresoras, que son mil en una, y quizá ninguna me impactará al nivel que lo hizo Memorias de un asesino en serie, pero Parásitos sigue su gran estela con una capacidad crítica envidiable sobre los tiempos actuales, con sarcasmo y diversión, con uno de los grandes guiones de los últimos tiempos. La capacidad del director de pegar volantazos imposibles, sorprende incluso a quien conoce su trayectoria, uno con lo visto imagina ya un tipo de desarrollo de la película, un posible desenlace, pero de pronto hay un cambio brusco, cambia el ritmo, la forma, incluso el tipo de película que es, y el espectador tiene que cambiar completamente su idea sobre ella y cuando vuelve a sentirse seguro sobre lo que está viendo y a donde lo conducirá, nuevo volantazo. Siempre con maestría, sin perder al espectador, que se mantiene aferrado y en vilo, junto a toda a una sala que comparte sus sensaciones, casi como una verdadera montaña rusa conjunta, no como expresión o frase hecha, sino de manera literal, una atracción en la que Bong nos lleva por donde quiere, donde le place, y al final nos dejamos hacer.
Destaca todo en ella, sus interpretaciones, sus diálogos, sus personajes, el olor, la lluvia, la escena del sexo. Quizá me convence menos el desarrollo final, como si hubiera ido demasiado rápido en este, pero que importa.
Esta película ha hecho mucho más que historia, ha quedado en ella.
Bong Joon-ho siempre realiza películas inteligentes, transgresoras, que son mil en una, y quizá ninguna me impactará al nivel que lo hizo Memorias de un asesino en serie, pero Parásitos sigue su gran estela con una capacidad crítica envidiable sobre los tiempos actuales, con sarcasmo y diversión, con uno de los grandes guiones de los últimos tiempos. La capacidad del director de pegar volantazos imposibles, sorprende incluso a quien conoce su trayectoria, uno con lo visto imagina ya un tipo de desarrollo de la película, un posible desenlace, pero de pronto hay un cambio brusco, cambia el ritmo, la forma, incluso el tipo de película que es, y el espectador tiene que cambiar completamente su idea sobre ella y cuando vuelve a sentirse seguro sobre lo que está viendo y a donde lo conducirá, nuevo volantazo. Siempre con maestría, sin perder al espectador, que se mantiene aferrado y en vilo, junto a toda a una sala que comparte sus sensaciones, casi como una verdadera montaña rusa conjunta, no como expresión o frase hecha, sino de manera literal, una atracción en la que Bong nos lleva por donde quiere, donde le place, y al final nos dejamos hacer.
Destaca todo en ella, sus interpretaciones, sus diálogos, sus personajes, el olor, la lluvia, la escena del sexo. Quizá me convence menos el desarrollo final, como si hubiera ido demasiado rápido en este, pero que importa.
Esta película ha hecho mucho más que historia, ha quedado en ella.

6.2
2,157
7
15 de julio de 2022
15 de julio de 2022
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A cuanto renunciarías por la compañía, por el amor, por la felicidad? ¿Seríamos capaces de renunciar a la verdad, a la complejidad, a la incertidumbre? Unos se mienten, otros siguen siendo infelices mientras se convencen internamente de lo acertado de su decisión, aferrados a una verdad que quizá no sirva para nada.
La película vale más por los interrogantes que despierta en el espectador, por esa soledad, esa melancolía, por la vulnerabilidad de lo fácil que es caer, que por su propio desarrollo, que sin saber definir el porque parece quedar sin completar.
Quizá nos acabaría sucediendo como a Pinocho en sentido contrario, desear siempre que fuera real, que fuera de verdad, pero la vida no es eso, aunque lo deseemos. La pregunta que queda es si uno no acabaría mintiéndose, fingiendo, interpretando el papel solo por esa compañía. Al final ¿qué hay más humano que esa debilidad?
La película vale más por los interrogantes que despierta en el espectador, por esa soledad, esa melancolía, por la vulnerabilidad de lo fácil que es caer, que por su propio desarrollo, que sin saber definir el porque parece quedar sin completar.
Quizá nos acabaría sucediendo como a Pinocho en sentido contrario, desear siempre que fuera real, que fuera de verdad, pero la vida no es eso, aunque lo deseemos. La pregunta que queda es si uno no acabaría mintiéndose, fingiendo, interpretando el papel solo por esa compañía. Al final ¿qué hay más humano que esa debilidad?

6.2
24,984
6
15 de agosto de 2016
15 de agosto de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tosar, fuera de él queda una historia numerosas veces planteada, unos momentos demasiado recargados con la intención de dramatizarlos, donde nada sorprende, donde mi empatía se reduce a la relación de la hija con el padre, consiguiendo trasmitir solo una ligera parte de la ansiedad, la frustración, la impotencia. Cuando el guión se podría haber resarcido otorgándole la complejidad, los giros, la inteligencia necesaria, queda el porque del todo en un tono simplón y moralizante, de aquel que dice lo que se quiere oír a sabiendas de que con ello ganara su apoyo, su comprensión: la crisis, los culpables, 0 responsables. Una salida demasiado fácil
.
Le salva la sensación de sorpresa que deja el que sea una ficción española, si fuera norteamericana sabría previsiblemente el desenlace, pero su origen permite que pueda prever todos los finales dentro de ella, finales que te dejan aguardando el último final. Uno, a mi gusto, demasiado hollywodiense. Simple, fácil, en su conjunto. Pero tiene una suerte, Tosar y siempre hay que celebrarla.
.
Le salva la sensación de sorpresa que deja el que sea una ficción española, si fuera norteamericana sabría previsiblemente el desenlace, pero su origen permite que pueda prever todos los finales dentro de ella, finales que te dejan aguardando el último final. Uno, a mi gusto, demasiado hollywodiense. Simple, fácil, en su conjunto. Pero tiene una suerte, Tosar y siempre hay que celebrarla.
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