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7
12 de diciembre de 2021
12 de diciembre de 2021
39 de 63 usuarios han encontrado esta crítica útil
“De qué va la película”
Biopic sobre el padre de las tenistas negras Venus y Serena Williams, un padre y tutor inasequible al desaliento, un hombre perseverante que planeó meticulosamente la crianza y la educación de dos de las deportistas más importantes de todos los tiempos.
Cuentan que un día, el Sr. Williams, viendo la TV, se tropezó con la tenista rumana Virginia Ruzici, y a partir de ahí decidió tener dos hijas más para que llegaran a ser las mejores tenistas del mundo.
Algunos comentaristas dicen que las ilusiones y anhelos de Richard eran fantasías de un excéntrico. Richard se serviría de métodos poco convencionales, y diseño un meticuloso plan, que impulsó a Venus y Serena Williams al estrellato del tenis mundial.
“Dirección y reparto”
Reinaldo Marcus Green lleva a buen puerto esta biografía con un Will Smith canoso y casi irreconocible en el papel principal. Green (“Monsters and Men”, 2018), construye una apasionante historia con un buen guión de Zach Baylin que sabe aglutinar los muchos flecos del relato; una historia de tintes clásicos agradable de ver.
Además de un Smith rotundo y metido en su rol de padre obstinado, la otra figura que centra el rodaje es una excelente Aunjanue L. Ellis que pone en su lugar el papel jugado por la madre en la carrera de las hijas.
“Puntos pedagógicos de la peli”
1) El método William controló gran parte de la carrera profesional de sus hijas, incluso inmiscuyéndose en el trabajo del entrenador Rick Macci.
2) Las alejó de los torneos nacionales juveniles para protegerlas del ambiente racista de un “deporte de blancos”.
3) Nunca desatendió la educación ni el disfrute del propio juego en sus hijas.
4) Junto con su esposa Oracene ‘Brandy’ Price basaron la crianza de sus hijas en el “Triángulo de vida de los Williams”: compromiso, confianza y coraje, tres valores unidos por la fe. Porque, al final del día, ganar no era lo más importante.
De modo que tiene la obra importantes mensajes pedagógicos, de formación (les hacía ver a las hijas la película Disney La Cenicienta para que aprendieran a ser humildes), el sesgo religioso y siempre, el respeto por el contrincante.
“Racismo”
Hay un importante mensaje que subraya el problema del racismo en los EE. UU. De hecho, el padre inculca en Serena y en Venus la idea de que sus carreras deben servir para alentar a los afroamericanos a ejercitar deporte e insertarse con más facilidad y con la cabeza alta socialmente.
Los valores son igualmente importantes y el filme alzaprima no dejarse llevar por la codicia, ni por las prisas, no dejarse tentar por lo fácil y elegir el camino correcto, aunque sea más dificultoso.
“Conclusión”
En 2002, Venus Williams se convirtió en la primera jugadora afroamericana en ser número 1 de la clasificación de la WTA (Women’s Tennis Association). Serena Williams lo consiguió el 8 de julio de ese mismo año y se mantuvo ahí por 57 semanas consecutivas.
La profecía de Richard se cumplió. Aún hoy, las hermanas William son consideradas dos de las mejores jugadoras de la historia del tenis.
La cinta tiene toda la aprobación de Venus y Serena, que acordaron convertirse en productoras ejecutivas y ayudar en el proceso; Dieron su Visto Bueno, esta era la historia que ellas querían contar. No sólo de su padre, también de su madre, y cómo la familia en su conjunto, incluidas las hermanas, las convirtieron en estrellas del deporte y en referentes para muchas chicas y chicos alrededor del mundo.
“Oscar”
Esta película de Reinaldo Marcus Green posee los elementos y cualidades que gustan a la Academia de Hollywood. También un gran mensaje que cala profundo en el público, pues es diferente a los dramas biográficos deportivos que se centran únicamente en los triunfos y en las adversidades.
Biopic sobre el padre de las tenistas negras Venus y Serena Williams, un padre y tutor inasequible al desaliento, un hombre perseverante que planeó meticulosamente la crianza y la educación de dos de las deportistas más importantes de todos los tiempos.
Cuentan que un día, el Sr. Williams, viendo la TV, se tropezó con la tenista rumana Virginia Ruzici, y a partir de ahí decidió tener dos hijas más para que llegaran a ser las mejores tenistas del mundo.
Algunos comentaristas dicen que las ilusiones y anhelos de Richard eran fantasías de un excéntrico. Richard se serviría de métodos poco convencionales, y diseño un meticuloso plan, que impulsó a Venus y Serena Williams al estrellato del tenis mundial.
“Dirección y reparto”
Reinaldo Marcus Green lleva a buen puerto esta biografía con un Will Smith canoso y casi irreconocible en el papel principal. Green (“Monsters and Men”, 2018), construye una apasionante historia con un buen guión de Zach Baylin que sabe aglutinar los muchos flecos del relato; una historia de tintes clásicos agradable de ver.
Además de un Smith rotundo y metido en su rol de padre obstinado, la otra figura que centra el rodaje es una excelente Aunjanue L. Ellis que pone en su lugar el papel jugado por la madre en la carrera de las hijas.
“Puntos pedagógicos de la peli”
1) El método William controló gran parte de la carrera profesional de sus hijas, incluso inmiscuyéndose en el trabajo del entrenador Rick Macci.
2) Las alejó de los torneos nacionales juveniles para protegerlas del ambiente racista de un “deporte de blancos”.
3) Nunca desatendió la educación ni el disfrute del propio juego en sus hijas.
4) Junto con su esposa Oracene ‘Brandy’ Price basaron la crianza de sus hijas en el “Triángulo de vida de los Williams”: compromiso, confianza y coraje, tres valores unidos por la fe. Porque, al final del día, ganar no era lo más importante.
De modo que tiene la obra importantes mensajes pedagógicos, de formación (les hacía ver a las hijas la película Disney La Cenicienta para que aprendieran a ser humildes), el sesgo religioso y siempre, el respeto por el contrincante.
“Racismo”
Hay un importante mensaje que subraya el problema del racismo en los EE. UU. De hecho, el padre inculca en Serena y en Venus la idea de que sus carreras deben servir para alentar a los afroamericanos a ejercitar deporte e insertarse con más facilidad y con la cabeza alta socialmente.
Los valores son igualmente importantes y el filme alzaprima no dejarse llevar por la codicia, ni por las prisas, no dejarse tentar por lo fácil y elegir el camino correcto, aunque sea más dificultoso.
“Conclusión”
En 2002, Venus Williams se convirtió en la primera jugadora afroamericana en ser número 1 de la clasificación de la WTA (Women’s Tennis Association). Serena Williams lo consiguió el 8 de julio de ese mismo año y se mantuvo ahí por 57 semanas consecutivas.
La profecía de Richard se cumplió. Aún hoy, las hermanas William son consideradas dos de las mejores jugadoras de la historia del tenis.
La cinta tiene toda la aprobación de Venus y Serena, que acordaron convertirse en productoras ejecutivas y ayudar en el proceso; Dieron su Visto Bueno, esta era la historia que ellas querían contar. No sólo de su padre, también de su madre, y cómo la familia en su conjunto, incluidas las hermanas, las convirtieron en estrellas del deporte y en referentes para muchas chicas y chicos alrededor del mundo.
“Oscar”
Esta película de Reinaldo Marcus Green posee los elementos y cualidades que gustan a la Academia de Hollywood. También un gran mensaje que cala profundo en el público, pues es diferente a los dramas biográficos deportivos que se centran únicamente en los triunfos y en las adversidades.

7.8
10,950
8
24 de febrero de 2019
24 de febrero de 2019
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película intensa y desgarradora. Como su propia directora ha declarado: “Todos los días vemos a nuestro alrededor pobreza, niños que intentan lavar el parabrisas. Los tenemos delante, pero no los vemos, son invisibles y viven al margen de la sociedad”. Nadine Labaki se acercó a las zonas más desfavorecidas de Beirut para conocer a estos niños y saber de sus necesidades y sufrimientos. Lo que vio fueron niños sin voz, pues son siempre los adultos quienes hablan por ellos. Niños sin representación a los que Labaki les pidió que contaran su historia para hacerlos visibles.
La cinta cuenta la historia de un niño de 12 años que solo ha conocido penuria y ultraje. Después de haber cometido un delito y hecho preso, presentará una demanda ante el juez contra sus progenitores por haberlo traído al mundo. El niño exige justicia y que esa justicia prohíba a sus padres tener más hijos. Es el final de la infancia del protagonista, si es que fue niño en algún momento.
La dirección de la conocida actriz y directora Nadine Labaki está conducida por un guion de su propia autoría y de Jihad Hojely (la historia es suya), de lo cual resulta un libreto inteligente y con una potente carga afectiva –no sé si en exceso- que logra tocar la fibra sensible del espectador. Labaki consigue una narración palpitante que toca la más evidente fibra sensible que anida en nuestro ánimo, hasta arañarnos por dentro. Con un niño que habla con la honda sentimentalidad de su mirada y un increíble bebé negro a cuestas y las desdichas que pasan ambos, donde la fábula se entrelaza con un estilo documental efectivo. El desprecio social que padecen ambas criaturas, el escarnio de quienes les rodean, la actitud inmisericorde y hostil de la familia, todo ello hace de esta película una especie de tormenta que desprende rayos de intranquilidad, tristeza a raudales y un profundo penar cuyas fuertes implicaciones van de la pantalla directamente al corazón del espectador. La realidad de una historia yerma, de una niñez ultrajada en el Líbano actual. Algo que se repite en miles de países y lugares del mundo, incluyendo el nuestro. Un lugar que es similar a muchos otros rodeados de crisis económicas y políticas. Una obra a caballo entre el melodrama y el documental; y es que hay documentales de ficción que superan a los reales.
Gran fotografía de Christopher Aoun con la cámara lenta y a la altura de los ojos de los niños, arropada por la preciosista música de Khaled Mouzanar. Ambientación perfecta de barrios lumpen, paisajes lóbregos, los arrabales más misérrimos con gente mendicante acuciada por la necesidad de lo más elemental. Todo ello envuelve al espectador en una nube de desolación y zozobra.
El reparto en sus planteamientos generales corre a cargo de aficionados, destacando por encima del resto de protagonistas la figura de un niño que sintoniza con la cámara y puede expresar lo más profundo del abanico emocional humano con una maestría inaudita; es el actor sirio Zain Al Rafeea, un niño que tiene magnetismo y transmite veracidad: un gran descubrimiento para el cine; sin olvidar que para llegar a este resultado Labaki debe haber invertido paciencia y maestría a raudales; también con el prodigioso bebé negro tan afable y simpático, Boluwatife Treasure Bankole. Junto a ellos, en forma coral, excelentes actores y actrices como Yordanos Shiferaw, que está sublime como la mamá somalí.
Es una película en la que se pasa mal, que afecta al público. Para mí fue un alivio el buen final del niño que por primera vez sonríe y fue un alivio poder salir a la calle y respirar el aire fresco de la noche granadina.
Contundente trabajo de Labaki, una propuesta extrema e hiperrealista que habla sobre la inmigración ilegal, la trata de personas a toda escala, los niños abandonados, los matrimonios forzados para las niñas y la esclavitud. Un relato que asemeja un thriller judicial cuya trama va de atrás a delante en el tiempo. Un juicio conmovedor y a la vez aleccionador. Un mensaje sobre las líneas rojas que no hay que traspasar.
La cinta cuenta la historia de un niño de 12 años que solo ha conocido penuria y ultraje. Después de haber cometido un delito y hecho preso, presentará una demanda ante el juez contra sus progenitores por haberlo traído al mundo. El niño exige justicia y que esa justicia prohíba a sus padres tener más hijos. Es el final de la infancia del protagonista, si es que fue niño en algún momento.
La dirección de la conocida actriz y directora Nadine Labaki está conducida por un guion de su propia autoría y de Jihad Hojely (la historia es suya), de lo cual resulta un libreto inteligente y con una potente carga afectiva –no sé si en exceso- que logra tocar la fibra sensible del espectador. Labaki consigue una narración palpitante que toca la más evidente fibra sensible que anida en nuestro ánimo, hasta arañarnos por dentro. Con un niño que habla con la honda sentimentalidad de su mirada y un increíble bebé negro a cuestas y las desdichas que pasan ambos, donde la fábula se entrelaza con un estilo documental efectivo. El desprecio social que padecen ambas criaturas, el escarnio de quienes les rodean, la actitud inmisericorde y hostil de la familia, todo ello hace de esta película una especie de tormenta que desprende rayos de intranquilidad, tristeza a raudales y un profundo penar cuyas fuertes implicaciones van de la pantalla directamente al corazón del espectador. La realidad de una historia yerma, de una niñez ultrajada en el Líbano actual. Algo que se repite en miles de países y lugares del mundo, incluyendo el nuestro. Un lugar que es similar a muchos otros rodeados de crisis económicas y políticas. Una obra a caballo entre el melodrama y el documental; y es que hay documentales de ficción que superan a los reales.
Gran fotografía de Christopher Aoun con la cámara lenta y a la altura de los ojos de los niños, arropada por la preciosista música de Khaled Mouzanar. Ambientación perfecta de barrios lumpen, paisajes lóbregos, los arrabales más misérrimos con gente mendicante acuciada por la necesidad de lo más elemental. Todo ello envuelve al espectador en una nube de desolación y zozobra.
El reparto en sus planteamientos generales corre a cargo de aficionados, destacando por encima del resto de protagonistas la figura de un niño que sintoniza con la cámara y puede expresar lo más profundo del abanico emocional humano con una maestría inaudita; es el actor sirio Zain Al Rafeea, un niño que tiene magnetismo y transmite veracidad: un gran descubrimiento para el cine; sin olvidar que para llegar a este resultado Labaki debe haber invertido paciencia y maestría a raudales; también con el prodigioso bebé negro tan afable y simpático, Boluwatife Treasure Bankole. Junto a ellos, en forma coral, excelentes actores y actrices como Yordanos Shiferaw, que está sublime como la mamá somalí.
Es una película en la que se pasa mal, que afecta al público. Para mí fue un alivio el buen final del niño que por primera vez sonríe y fue un alivio poder salir a la calle y respirar el aire fresco de la noche granadina.
Contundente trabajo de Labaki, una propuesta extrema e hiperrealista que habla sobre la inmigración ilegal, la trata de personas a toda escala, los niños abandonados, los matrimonios forzados para las niñas y la esclavitud. Un relato que asemeja un thriller judicial cuya trama va de atrás a delante en el tiempo. Un juicio conmovedor y a la vez aleccionador. Un mensaje sobre las líneas rojas que no hay que traspasar.

6.3
7,858
8
2 de junio de 2024
2 de junio de 2024
23 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos en los años ’90 en Granada, los pubs de la calle Pedro Antonio de Alarcón, también Plaza Nueva, y discotecas o tugurios como el Planta Baja o el Pata de Palo donde se fumaban muchos porros y se bebía.
En esos años, según nos muestra la película, un grupo de música vive sobre el filo de la navaja. Nacían Los Planetas, banda indie rock granadina. Melodías dulces, guitarras grunge, amateurismo y letras opacamente introspectivas.
Pero no pintan bien las cartas: la bajista May (Magnin) ha decidido dejar tanto a su novio, el cantante (Ibáñez), como a la banda para volver a la universidad. El grupo también necesita un nuevo baterista; y el cantante atraviesa una crisis artística; el Guitarrista (Cristalino) se autolesiona y se pasa con los estupefacientes.
El sueño de la banda es ir a Nueva York a grabar, pero el sello discográfico no aportará el dinero. No es ninguna revelación decir que Los Planetas finalmente llegan allí y que el álbum resultante, “Una semana dentro del motor de un autobús” de 1998, es un clásico de la música indie española.
Cuenta la peli lo que le pasó al grupo de rock granadino mientras confeccionaba el mencionado disco estrella. Mientras lo hacían, se pelearon, se partieron en dos.
"Dirección, guion y otros aspectos técnicos"
La dirección Isaki de Lacuesta y Pol Rodríguez resulta atrevida y reconfortante, conducida por el guion del propio Lacuesta y Fernando Navarro (biografía sobre Los Planetas).
Lacuesta, que durante el rodaje pasaba por un momento delicado declaró que el rodaje estuvo mediatizado por la enfermedad de su hija. Por desgracia su hija Luna murió y la película está dedicada a ella.
El reparto está compuesto por actores, la mayoría varones, que en la realidad son músicos pues como Lacuesta – Rodríguez dicen, era muy difícil captar escenas de ensayos y conciertos con actores que no conocen los instrumentos ni el oficio. Las sesiones de ensayo se sienten muy auténticas.
La puesta en escena y la recreación de locales y ambientes de la Granada de aquella época son admirables, la terraza de la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras, algunos rincones del Albaicín, tugurios de aquellos entonces, es asombroso, pues no son documentos antiguos sino rodados en la actualidad.
Sensacional fotografía cuasi sepia de Takuro Takeuchi que nos devuelve a ese tiempo y, además, el trabajo de cámara Takeuchi es inquieto y fluido, como el estilo general de la película. Envolvente y sensacional la música de Susana Hernández “Ylia”, y por supuesto las canciones de Los Planetas.
"La leyenda de Los Planetas"!
Cada uno de los componentes de la banda cuenta, en off, sus propios recuerdos de esta historia, cada uno parece desafiar la verdad de los recuerdos de los demás. Escenas del pasado, presente y futuro chocan, restallan y resuenan. Encuadrado todo en un marco de poesía visual que atrae y seduce.
En pantalla, todo lo que se oculta detrás de su leyenda, las complicadas relaciones entre ellos, sus acuerdos y discrepancias, sus tensiones, sus heridas, sus divisiones, conflictos no resueltos, algunos misterios, buenos y malos momentos como grupo y como amigos. Todo esto a través de una narrativa que se atreve a ir más allá del biopic convencional.
"Más allá de Granada"
Uno de los personajes exclama que Granada es la única ciudad española con el nombre de un explosivo. También se dice que de Granada sólo se puede salir por el cielo (en alusión a Lorca).
De otro lado, el espectador no tarda en apercibirse del contraste entre esta ciudad antigua, nada explosiva, de calles estrechas y una atmósfera de piedra y monumento, lo cual se siente en extraño contraste con la vanguardista música del grupo.
Una escena asombrosa muestra a los músicos mirando con admiración y espiritualidad la imagen de un Cristo (el de los gitanos) durante las procesiones de Semana Santa, y dando la sensación de que a la vez que están tratando de escapar y volar a New York, son también esclavos del peso de las tradiciones de la ciudad.
El guion de Lacuesta y Navarro, encuentra espacio para pequeños/grandes homenajes a Granada, bien por el poeta Federico García Lorca -quien también soñó con Nueva York- o del cantaor de flamenco Enrique Morente (con una obra maestra de fusión rock/flamenco que influyó a la banda); y en fin, un libreto lleno de matices granadinos evidentes.
Aunque la película toma sus referentes de Granada, la ciudad natal de la banda, y su cultura, las muchas virtudes de esta obra viajarán seguro más allá de una audiencia local e incluso nacional.
Trayectoria que se verá favorecida por los premios que ha conseguido en el Festival de Cine de Málaga: Biznaga de Oro (Mejor película), y Biznagas de Plata a Dirección (Lacuesta-Rodríguez) y Montaje (Javier Frutos) en su estreno mundial.
Publicado en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/segundo-premio-3/
En esos años, según nos muestra la película, un grupo de música vive sobre el filo de la navaja. Nacían Los Planetas, banda indie rock granadina. Melodías dulces, guitarras grunge, amateurismo y letras opacamente introspectivas.
Pero no pintan bien las cartas: la bajista May (Magnin) ha decidido dejar tanto a su novio, el cantante (Ibáñez), como a la banda para volver a la universidad. El grupo también necesita un nuevo baterista; y el cantante atraviesa una crisis artística; el Guitarrista (Cristalino) se autolesiona y se pasa con los estupefacientes.
El sueño de la banda es ir a Nueva York a grabar, pero el sello discográfico no aportará el dinero. No es ninguna revelación decir que Los Planetas finalmente llegan allí y que el álbum resultante, “Una semana dentro del motor de un autobús” de 1998, es un clásico de la música indie española.
Cuenta la peli lo que le pasó al grupo de rock granadino mientras confeccionaba el mencionado disco estrella. Mientras lo hacían, se pelearon, se partieron en dos.
"Dirección, guion y otros aspectos técnicos"
La dirección Isaki de Lacuesta y Pol Rodríguez resulta atrevida y reconfortante, conducida por el guion del propio Lacuesta y Fernando Navarro (biografía sobre Los Planetas).
Lacuesta, que durante el rodaje pasaba por un momento delicado declaró que el rodaje estuvo mediatizado por la enfermedad de su hija. Por desgracia su hija Luna murió y la película está dedicada a ella.
El reparto está compuesto por actores, la mayoría varones, que en la realidad son músicos pues como Lacuesta – Rodríguez dicen, era muy difícil captar escenas de ensayos y conciertos con actores que no conocen los instrumentos ni el oficio. Las sesiones de ensayo se sienten muy auténticas.
La puesta en escena y la recreación de locales y ambientes de la Granada de aquella época son admirables, la terraza de la cafetería de la Facultad de Filosofía y Letras, algunos rincones del Albaicín, tugurios de aquellos entonces, es asombroso, pues no son documentos antiguos sino rodados en la actualidad.
Sensacional fotografía cuasi sepia de Takuro Takeuchi que nos devuelve a ese tiempo y, además, el trabajo de cámara Takeuchi es inquieto y fluido, como el estilo general de la película. Envolvente y sensacional la música de Susana Hernández “Ylia”, y por supuesto las canciones de Los Planetas.
"La leyenda de Los Planetas"!
Cada uno de los componentes de la banda cuenta, en off, sus propios recuerdos de esta historia, cada uno parece desafiar la verdad de los recuerdos de los demás. Escenas del pasado, presente y futuro chocan, restallan y resuenan. Encuadrado todo en un marco de poesía visual que atrae y seduce.
En pantalla, todo lo que se oculta detrás de su leyenda, las complicadas relaciones entre ellos, sus acuerdos y discrepancias, sus tensiones, sus heridas, sus divisiones, conflictos no resueltos, algunos misterios, buenos y malos momentos como grupo y como amigos. Todo esto a través de una narrativa que se atreve a ir más allá del biopic convencional.
"Más allá de Granada"
Uno de los personajes exclama que Granada es la única ciudad española con el nombre de un explosivo. También se dice que de Granada sólo se puede salir por el cielo (en alusión a Lorca).
De otro lado, el espectador no tarda en apercibirse del contraste entre esta ciudad antigua, nada explosiva, de calles estrechas y una atmósfera de piedra y monumento, lo cual se siente en extraño contraste con la vanguardista música del grupo.
Una escena asombrosa muestra a los músicos mirando con admiración y espiritualidad la imagen de un Cristo (el de los gitanos) durante las procesiones de Semana Santa, y dando la sensación de que a la vez que están tratando de escapar y volar a New York, son también esclavos del peso de las tradiciones de la ciudad.
El guion de Lacuesta y Navarro, encuentra espacio para pequeños/grandes homenajes a Granada, bien por el poeta Federico García Lorca -quien también soñó con Nueva York- o del cantaor de flamenco Enrique Morente (con una obra maestra de fusión rock/flamenco que influyó a la banda); y en fin, un libreto lleno de matices granadinos evidentes.
Aunque la película toma sus referentes de Granada, la ciudad natal de la banda, y su cultura, las muchas virtudes de esta obra viajarán seguro más allá de una audiencia local e incluso nacional.
Trayectoria que se verá favorecida por los premios que ha conseguido en el Festival de Cine de Málaga: Biznaga de Oro (Mejor película), y Biznagas de Plata a Dirección (Lacuesta-Rodríguez) y Montaje (Javier Frutos) en su estreno mundial.
Publicado en revista ENCADENADOS: https://encadenados.org/criticas/segundo-premio-3/

6.0
1,405
7
5 de mayo de 2019
5 de mayo de 2019
17 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es una obra que habrá de interesar y agradar sobre todo a cierto corte de edad y a espectadores que gusten del arte y la danza. La cinta hace un recorrido biográfico del famoso bailarín ruso Rudolf Nureyev, desde sus primeros aprendizajes cuando era niño hasta su viaje crucial a París. Aunque aborda elementos que tocan el tema político, en lo esencial, el foco se sitúa en el mundo del ballet, que está tratado con solvencia y calidad.
Estamos en 1961 cuando en la URSS gobernaba el aperturista Presidente Nikita Khrushchev. El más famoso bailarín ruso Nureyev viaja a Francia con la compañía Kirov Ballet Company, es su primer viaje al exterior. Su espíritu aperturista y el entorno parisino, sus amistades, lugares nocturnos de diversión, museos que visita, etc., le hacen tomar conciencia del espíritu de libertad que anida dentro de él. Aunque el KGB vigila sus pasos, Nureyev decidirá arriesgar en aras a su emancipación. Una difícil decisión que habría de cambiar su vida.
El conocido actor y director Ralph Fiennes se convierte en un director temático que apunta el objetivo hacia un personaje importante, para adentrarse en él y entender así mejor, la disciplina artística en la que destaca. En esta cinta adapta la novela biográfica de la sudafricana Julie Kavanagh, “Rudolf Nuréyev: The life”, para profundizar en el mundo del ballet.
El libreto del dramaturgo y guionista David Hare resulta bueno, con alguna irregularidad, y acierta a retratar a un Nureyev narcisista y engreído, orgulloso y tirano, pero con unas dotes para la grácil danza como pocos. Diálogos bien llevados y quizá un exceso de flashbacks que, empero, hacen a la revisión de la vida del protagonista. A la vez, el guión trenza épocas diferentes en la vida del bailarín y estados de ánimo que ondean al son de los acontecimientos según la etapa de su vida.
Este filme supone el debut de Oleg Ivenko, el bailarín profesional ruso que da vida al legendario Rudolf Nureyev, que realiza un excelente trabajo como bailarín y hace una labor digna encarnando a Nureyev. Magistral un Ralph Fiennes sembrado que borda el rol del profesor de ballet Aleksander Pushkin, que soporta una gris y tediosa vida conyugal. Me ha gustado la actriz Adèle Exarchopoulos, que en un estudiado hieratismo da vida a la señorita franco-chilena enamorada, Clara Saint, que fue quien ayudó a Nureyev en su huida. Acompañando un reparto muy bueno con actores y actrices de gran nivel como Louis Hofmann, Sergei Polunin u Olivier Rabourdin entre otros.
Fiennes se luce con una cámara atenta a la danza, una cámara que va por encima de los escenarios y los bastidores, admirando la belleza corporal del bailarín, la perfecta musculación fibrosa o los tendones y articulaciones flexibles al modo de las esculturas y pinturas que el joven Nureyev miraba atentamente en Museos y salas de exposiciones; y el movimiento omnipresente, dando la sensación por momentos de que los danzantes levitan venciendo la ley de la gravedad.
De igual manera Fiennes acierta a incursionar en el mundo interno de Nureyev, su enérgica y egoísta personalidad plagada de dudas personales; su rebeldía y terquedad en lo artístico; su desconcierto y sus vacilaciones en momentos cruciales, como cuando ha de decidir si quedarse en Francia o volver a la URSS; en fin, un retrato por derecho que roza lo implacable.
Al final hay un momento culminante y muy emocionante propio de un thriller político que viene a servir de contraparte al tono de la película hasta ese momento. Es el punto en el cual le es comunicado a Nureyev que volverá a la URSS sin viajar con el resto de la compañía a Inglaterra. La escena de la deserción, hace pasar al espectador por unos momentos de enorme angustia, instantes de enorme voltaje y el momento más decisivo en la vida de Nureyev, el primer gran artista soviético que escapó al mundo occidental. En la escena Nureyev, se aleja del grupo del KGB que lo vigila estrechamente, y aleccionado por sus amigos se dirige hacia unos policías de paisano que aguardan a su espalda y grita: “¡Quiero quedarme en su país”. Cuando los miembros del KGB se abalanzan sobre el bailarín, el inspector francés en un alarde de diplomacia dice: “No lo toquen señores, estamos en Francia”. Y ahí se obró la deserción. Más de uno que peine canas recordará sin duda el sensacional suceso que fue aireado por la prensa internacional y que supuso un serio revés para la tensa Guerra Fría. Este hecho me ha recordado otra excelente película titulada “El último bailarín de Mao” (2009), de Bruce Bresford, en la cual el bailarín clásico Li Cunxin de Pekín, tras su viaje a los EE.U., decide no volver más a su país (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/898471.html#rev76327183).
En definitiva Fiennes ha realizado una película sobre el arte esencialmente, pues aunque haya elementos de la narración que rozan el cine de espionaje o político, el espectador interesado en esta cinta es esencialmente el amante al arte y particularmente a la danza. Un amor al arte como el que Nureyev busca con denuedo y de manera infatigable, no sólo en la música, también en la pintura, la escultura, las vidrieras de Notre Dame, cualquier rayo de hermosura como luz de inspiración a su irrefrenable fuerza física en busca de lo excelso.
Estamos en 1961 cuando en la URSS gobernaba el aperturista Presidente Nikita Khrushchev. El más famoso bailarín ruso Nureyev viaja a Francia con la compañía Kirov Ballet Company, es su primer viaje al exterior. Su espíritu aperturista y el entorno parisino, sus amistades, lugares nocturnos de diversión, museos que visita, etc., le hacen tomar conciencia del espíritu de libertad que anida dentro de él. Aunque el KGB vigila sus pasos, Nureyev decidirá arriesgar en aras a su emancipación. Una difícil decisión que habría de cambiar su vida.
El conocido actor y director Ralph Fiennes se convierte en un director temático que apunta el objetivo hacia un personaje importante, para adentrarse en él y entender así mejor, la disciplina artística en la que destaca. En esta cinta adapta la novela biográfica de la sudafricana Julie Kavanagh, “Rudolf Nuréyev: The life”, para profundizar en el mundo del ballet.
El libreto del dramaturgo y guionista David Hare resulta bueno, con alguna irregularidad, y acierta a retratar a un Nureyev narcisista y engreído, orgulloso y tirano, pero con unas dotes para la grácil danza como pocos. Diálogos bien llevados y quizá un exceso de flashbacks que, empero, hacen a la revisión de la vida del protagonista. A la vez, el guión trenza épocas diferentes en la vida del bailarín y estados de ánimo que ondean al son de los acontecimientos según la etapa de su vida.
Este filme supone el debut de Oleg Ivenko, el bailarín profesional ruso que da vida al legendario Rudolf Nureyev, que realiza un excelente trabajo como bailarín y hace una labor digna encarnando a Nureyev. Magistral un Ralph Fiennes sembrado que borda el rol del profesor de ballet Aleksander Pushkin, que soporta una gris y tediosa vida conyugal. Me ha gustado la actriz Adèle Exarchopoulos, que en un estudiado hieratismo da vida a la señorita franco-chilena enamorada, Clara Saint, que fue quien ayudó a Nureyev en su huida. Acompañando un reparto muy bueno con actores y actrices de gran nivel como Louis Hofmann, Sergei Polunin u Olivier Rabourdin entre otros.
Fiennes se luce con una cámara atenta a la danza, una cámara que va por encima de los escenarios y los bastidores, admirando la belleza corporal del bailarín, la perfecta musculación fibrosa o los tendones y articulaciones flexibles al modo de las esculturas y pinturas que el joven Nureyev miraba atentamente en Museos y salas de exposiciones; y el movimiento omnipresente, dando la sensación por momentos de que los danzantes levitan venciendo la ley de la gravedad.
De igual manera Fiennes acierta a incursionar en el mundo interno de Nureyev, su enérgica y egoísta personalidad plagada de dudas personales; su rebeldía y terquedad en lo artístico; su desconcierto y sus vacilaciones en momentos cruciales, como cuando ha de decidir si quedarse en Francia o volver a la URSS; en fin, un retrato por derecho que roza lo implacable.
Al final hay un momento culminante y muy emocionante propio de un thriller político que viene a servir de contraparte al tono de la película hasta ese momento. Es el punto en el cual le es comunicado a Nureyev que volverá a la URSS sin viajar con el resto de la compañía a Inglaterra. La escena de la deserción, hace pasar al espectador por unos momentos de enorme angustia, instantes de enorme voltaje y el momento más decisivo en la vida de Nureyev, el primer gran artista soviético que escapó al mundo occidental. En la escena Nureyev, se aleja del grupo del KGB que lo vigila estrechamente, y aleccionado por sus amigos se dirige hacia unos policías de paisano que aguardan a su espalda y grita: “¡Quiero quedarme en su país”. Cuando los miembros del KGB se abalanzan sobre el bailarín, el inspector francés en un alarde de diplomacia dice: “No lo toquen señores, estamos en Francia”. Y ahí se obró la deserción. Más de uno que peine canas recordará sin duda el sensacional suceso que fue aireado por la prensa internacional y que supuso un serio revés para la tensa Guerra Fría. Este hecho me ha recordado otra excelente película titulada “El último bailarín de Mao” (2009), de Bruce Bresford, en la cual el bailarín clásico Li Cunxin de Pekín, tras su viaje a los EE.U., decide no volver más a su país (https://www.filmaffinity.com/es/user/rating/559502/898471.html#rev76327183).
En definitiva Fiennes ha realizado una película sobre el arte esencialmente, pues aunque haya elementos de la narración que rozan el cine de espionaje o político, el espectador interesado en esta cinta es esencialmente el amante al arte y particularmente a la danza. Un amor al arte como el que Nureyev busca con denuedo y de manera infatigable, no sólo en la música, también en la pintura, la escultura, las vidrieras de Notre Dame, cualquier rayo de hermosura como luz de inspiración a su irrefrenable fuerza física en busca de lo excelso.

6.4
5,231
7
31 de octubre de 2021
31 de octubre de 2021
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interesante película que se desarrolla en los años de la Guerra Fría. Filme de Domique Cooke con un trabajado guion de Tom O'Connor. En ella, el M16 (servicio de inteligencia británico), repara en Greville Wynne, un comercial y vendedor, y lo convence para que haga las veces de espía en la URSS. Es la época de la denominada crisis de los misiles de la URSS en Cuba.
Aunque Greville se niega, pues no se considera cualificado, logran convencerlo diciéndole que él puede inclinar la balanza a favor de EE. UU. e Inglaterra, poniendo a salvo a Occidente de una conflagración mundial.
De esta guisa, Wynne comienza a trabajar con la CIA, yendo y viniendo de la URSS a la que iba supuestamente como vendedor de diversas marcas, para filtrar información sobre el plan que tienen en marcha los rusos en Cuba, con un Nikita Krusschev como presidente soviético eufórico y desvariado, que pretende montar en la isla caribeña (lo cual fue así) misiles nucleares apuntando a Norteamérica, con la oposición de J.F. Kennedy.
Esta película de espionaje llega con casi con dos años de retraso, desde que se estrenara en el Festival de Sundance. Es una obra muy interesante que cuenta mejor que bien la sorprendente pero auténtica historia del comerciante británico Wynne, fichado durante la Guerra Fría por el MI6 inglés, para que hiciera viajes a Moscú, donde se encontraba con un disidente que le pasaba información muy sensible.
Algo digno de subrayar es la sensacional actuación de Benedict Cumberbatch, que hace un trabajo de lujo como Wynne, el comercial-espía.
Y la suerte de estar acompañado por otros intérpretes sensacionales como Rachel Brosnahan, estupenda como Emily Donovan, mujer fuerte agente de la CIA; ella manifestó: “Trabajar con Benedict ha sido un auténtico placer; es un compañero muy generoso y tiene un talento extraordinario”. Excelente Jessie Buckley, como esposa. Merab Ninidze posee un rostro muy expresivo y de gran repertorio, encarnando al obscuro coronel soviético que le pasa la información. Y acompañando actores y actrices de primera como Angus Wright, Kirill Pirogov o Elina Alminas.
La película está compuesta por dos historias muy diferentes. La primera parte es una especie de comedia feliz, pese al marco difícil en que se desarrolla (guerra fría, etc.). Pero no tarda en ponerse feo el asunto cuando los irreflexivos jefes del servicio de inteligencia ingleses caen en la cuenta de la locura de haber enviado a un civil sin adiestramiento a un frente como la URSS, país con enormes controles del KGB e incluso de todo ciudadano, dispuesto a denunciar cualquier paso extraño.
La puesta en escena, la recreación de la época y de la atmósfera social en el mundo soviético, es impecable. Esplendorosa e intensa música Abel Korzeniowski y una gran fotografía de Sean Bobbitt.
Tal vez sea bueno aceptar reír inicialmente para luego soltar alguna lágrima en la última parte. Ya verás como saborearás esta película, basada en un episodio real y casi desconocido, que apenas figurará como una anécdota en los libros de Historia.
Aunque Greville se niega, pues no se considera cualificado, logran convencerlo diciéndole que él puede inclinar la balanza a favor de EE. UU. e Inglaterra, poniendo a salvo a Occidente de una conflagración mundial.
De esta guisa, Wynne comienza a trabajar con la CIA, yendo y viniendo de la URSS a la que iba supuestamente como vendedor de diversas marcas, para filtrar información sobre el plan que tienen en marcha los rusos en Cuba, con un Nikita Krusschev como presidente soviético eufórico y desvariado, que pretende montar en la isla caribeña (lo cual fue así) misiles nucleares apuntando a Norteamérica, con la oposición de J.F. Kennedy.
Esta película de espionaje llega con casi con dos años de retraso, desde que se estrenara en el Festival de Sundance. Es una obra muy interesante que cuenta mejor que bien la sorprendente pero auténtica historia del comerciante británico Wynne, fichado durante la Guerra Fría por el MI6 inglés, para que hiciera viajes a Moscú, donde se encontraba con un disidente que le pasaba información muy sensible.
Algo digno de subrayar es la sensacional actuación de Benedict Cumberbatch, que hace un trabajo de lujo como Wynne, el comercial-espía.
Y la suerte de estar acompañado por otros intérpretes sensacionales como Rachel Brosnahan, estupenda como Emily Donovan, mujer fuerte agente de la CIA; ella manifestó: “Trabajar con Benedict ha sido un auténtico placer; es un compañero muy generoso y tiene un talento extraordinario”. Excelente Jessie Buckley, como esposa. Merab Ninidze posee un rostro muy expresivo y de gran repertorio, encarnando al obscuro coronel soviético que le pasa la información. Y acompañando actores y actrices de primera como Angus Wright, Kirill Pirogov o Elina Alminas.
La película está compuesta por dos historias muy diferentes. La primera parte es una especie de comedia feliz, pese al marco difícil en que se desarrolla (guerra fría, etc.). Pero no tarda en ponerse feo el asunto cuando los irreflexivos jefes del servicio de inteligencia ingleses caen en la cuenta de la locura de haber enviado a un civil sin adiestramiento a un frente como la URSS, país con enormes controles del KGB e incluso de todo ciudadano, dispuesto a denunciar cualquier paso extraño.
La puesta en escena, la recreación de la época y de la atmósfera social en el mundo soviético, es impecable. Esplendorosa e intensa música Abel Korzeniowski y una gran fotografía de Sean Bobbitt.
Tal vez sea bueno aceptar reír inicialmente para luego soltar alguna lágrima en la última parte. Ya verás como saborearás esta película, basada en un episodio real y casi desconocido, que apenas figurará como una anécdota en los libros de Historia.
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