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MiniserieDocumental

7.9
8,213
Documental
8
12 de septiembre de 2018
12 de septiembre de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi esta serie documental después de trastear un rato por HBO, pensando en si me valía la pena mantener otra cuenta más... Netflix, Filmin, Prime Video (cortesía de Carla), HBO... y sí, todavía me queda mucho por ver en HBO antes de darle un descanso al estilo de los campos puestos en barbecho. Querría ver Los Soprano, The Pacific, la segunda temporada de El cuento de la criada... mucho todavía por disfrutar.
Recordaba a Andrew Jarecki y al productor Marc Smeling por aquel documental tan bueno y pertubador que compré en DVD allá por 2005, Capturing the Friedmans, de temática no muy distante a The Jinx, sujetos que pierden o no han tenido cordura, que consiguen convivir un largo tiempo en sociedad sin ser "descubiertos", y todas las derivaciones truculentas de sus actos. Buscando un poco (antes de ponerme a ver una serie intento cerciorarme de que las noches de mis próximas semanas no serán en balde), vi que hay una película de Ryan Gosling sobre el mismo tema de la serie, Todas las cosas buenas, de 2010, que pasó por los cines con poca fortuna. El mismo director y productor, o sea que conocían mucho la historia antes de ponerse a crear...
Y aquí creo yo que empieza el problema de la serie, esa sensación de que han volcado todo, TODO lo que sabían a cerca del psicópata en cuestión, el multimillonario Robert Durst. Los capítulos son excesivamente largos, y las escenas o alargadas o muy cargadas de información tal vez poco relevante si no eres el juez al que le tocara semejante caso. Creo que la serie sería una obra maestra si hubieran conseguido hacer los mismos seis capítulos pero de 30' cada uno y no de unos largos 45'. O tal vez sea que soy tan maniático como Robert Durst.
¿Por qué hacer una serie si ya hay una película con Gosling? Pues resulta que Robert Durst quiso entrevistarse con el director para darle su versión. Que el psicópata quiera acudir a las cámaras de Andrew Jarecki es que los pájaros se tiren a las escopetas. Y así ha sido, ese es el desenlace. La entrevista, o entrevistas, aparecen segmentadas entre la historia ficcionada y los testimonios de amigos o familiares de las víctimas, todo muy bien montado.
La serie va a más a partir del tercer capítulo según mi forma de ver. Y Robert Durst está loco, pero no es tonto. Andrew Jarecki tampoco lo es y se dan vueltas como buitres durante la entrevista. Pero finalmente es la voz del loco la que decanta la balanza, inolvidable final para esta serie tan oscura.
Recordaba a Andrew Jarecki y al productor Marc Smeling por aquel documental tan bueno y pertubador que compré en DVD allá por 2005, Capturing the Friedmans, de temática no muy distante a The Jinx, sujetos que pierden o no han tenido cordura, que consiguen convivir un largo tiempo en sociedad sin ser "descubiertos", y todas las derivaciones truculentas de sus actos. Buscando un poco (antes de ponerme a ver una serie intento cerciorarme de que las noches de mis próximas semanas no serán en balde), vi que hay una película de Ryan Gosling sobre el mismo tema de la serie, Todas las cosas buenas, de 2010, que pasó por los cines con poca fortuna. El mismo director y productor, o sea que conocían mucho la historia antes de ponerse a crear...
Y aquí creo yo que empieza el problema de la serie, esa sensación de que han volcado todo, TODO lo que sabían a cerca del psicópata en cuestión, el multimillonario Robert Durst. Los capítulos son excesivamente largos, y las escenas o alargadas o muy cargadas de información tal vez poco relevante si no eres el juez al que le tocara semejante caso. Creo que la serie sería una obra maestra si hubieran conseguido hacer los mismos seis capítulos pero de 30' cada uno y no de unos largos 45'. O tal vez sea que soy tan maniático como Robert Durst.
¿Por qué hacer una serie si ya hay una película con Gosling? Pues resulta que Robert Durst quiso entrevistarse con el director para darle su versión. Que el psicópata quiera acudir a las cámaras de Andrew Jarecki es que los pájaros se tiren a las escopetas. Y así ha sido, ese es el desenlace. La entrevista, o entrevistas, aparecen segmentadas entre la historia ficcionada y los testimonios de amigos o familiares de las víctimas, todo muy bien montado.
La serie va a más a partir del tercer capítulo según mi forma de ver. Y Robert Durst está loco, pero no es tonto. Andrew Jarecki tampoco lo es y se dan vueltas como buitres durante la entrevista. Pero finalmente es la voz del loco la que decanta la balanza, inolvidable final para esta serie tan oscura.

6.4
2,691
9
8 de agosto de 2019
8 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una historia sin maniqueísmos, un dolor sin drama, donde no hay buenos ni malos aunque todos estén interesados en algo o por algo. Retrato de una familia en un momento donde ya nada vuelve a ser igual, y que aunque todos lo anticipen, los pequeños detalles que van apareciendo durante la segunda mitad del film nos muestran hasta qué punto existe desconcierto, melancolía, esa moderada pasión por el recuerdo de lo que un día fuera nuestra vida.
Muestra el dolor pero no hay necesidad de que sea algo terrible. Los lazos de unión familiar, la propia identidad está muy ligada a ciertos lugares de la infancia, o de la paternidad y la edad adulta. Es un proceso desprenderse, dejar salir y dejar de vivir, y que las diferentes ramas del árbol se vayan disgregando. Esta película lo recorre con mucho amor y hermosa facilidad para no caer en el drama. La última escena es muy real y esperanzadora, la vida siempre se abre paso a través y a pesar de los recuerdos.
Muestra el dolor pero no hay necesidad de que sea algo terrible. Los lazos de unión familiar, la propia identidad está muy ligada a ciertos lugares de la infancia, o de la paternidad y la edad adulta. Es un proceso desprenderse, dejar salir y dejar de vivir, y que las diferentes ramas del árbol se vayan disgregando. Esta película lo recorre con mucho amor y hermosa facilidad para no caer en el drama. La última escena es muy real y esperanzadora, la vida siempre se abre paso a través y a pesar de los recuerdos.

7.4
43,394
8
13 de junio de 2019
13 de junio de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Usando esa frase (que terminará siendo famosa) que Pérez-Reverte dice que Pedro Armendáriz le dijo una noche de copas, ''el cine sólo era de verdad cuando era mentira'', se puede explicar que una película así dé tanto miedo. Funny games son los juegos de Haneke con el espectador, al que es capaz de torturar cínicamente y ''cineásticamente'' durante hora y media en la que sólo le falta girar la cámara, mostrarnos el set de rodaje, y luego continuar dándonos miedo, repulsión mientras nos guiña un ojo y nos dice ''no temas, esto no es la realidad... espera, o sí es real si está pasando en la película?'', como sugiere un personaje.
Finalizado el trayecto, cansado, abatido de cine, me pregunto cómo ha conseguido que un género que me aburre y me resulta una parodia de sí mismo me haga sufrir. Si es sólo un juego y me lo está diciendo.
Finalizado el trayecto, cansado, abatido de cine, me pregunto cómo ha conseguido que un género que me aburre y me resulta una parodia de sí mismo me haga sufrir. Si es sólo un juego y me lo está diciendo.
8
7 de enero de 2019
7 de enero de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Acierta mucho el documental acercándonos a Faro a partir de las historias individuales, pues un lugar es sobre todo la gente que lo habita. Y aquí Bergman deja hablar a algunas familias, les tira lo justo de la lengua para que conozcamos sus costumbres, los hechos que han marcado su vida, lo que hubieran deseado hacer con ella y lo que finalmente ha sido. El documental se centra bastante en esto. Diez años antes había grabado otro en el que contaba los problemas y los anhelos de sus habitantes, y se apoya en cortes de esa película para hacer un seguimiento de sus protagonistas diez años después. Esto resulta muy interesante. Qué expectativa se tiene de la vida a los veinte y cómo se termina encauzando diez años después.
Hay personajes en la isla que bien merecían esta narración de sus vidas, como el granjero que ya de bastante mayor descubre a la manera romántica que las musas de la poesía lo estaban esperando, y se convierte en poeta que oficia incluso en funerales (con cierta calidad, poesía directa y concisa, moderna en ese sentido, infantil acaso); o como ese otro labrador-carpintero-ganadero que al fallecer el último familiar decide vivir y trabajar en total solitud, pasamos largos e interesantes minutos viendo un compendio de sus quehaceres a lo largo del paso de las estaciones.
Finalmente el interés decae cuando ya cuenta más al detalle cómo son oficios como la pesca o la ganadería en la isla, la última media hora me suena más a un apoyo a su gente delante del resto del país, pues la cinta iba encaminada a la televisión sueca, y parece que quiera reclamar la atención de su gobierno.
Hay personajes en la isla que bien merecían esta narración de sus vidas, como el granjero que ya de bastante mayor descubre a la manera romántica que las musas de la poesía lo estaban esperando, y se convierte en poeta que oficia incluso en funerales (con cierta calidad, poesía directa y concisa, moderna en ese sentido, infantil acaso); o como ese otro labrador-carpintero-ganadero que al fallecer el último familiar decide vivir y trabajar en total solitud, pasamos largos e interesantes minutos viendo un compendio de sus quehaceres a lo largo del paso de las estaciones.
Finalmente el interés decae cuando ya cuenta más al detalle cómo son oficios como la pesca o la ganadería en la isla, la última media hora me suena más a un apoyo a su gente delante del resto del país, pues la cinta iba encaminada a la televisión sueca, y parece que quiera reclamar la atención de su gobierno.
26 de diciembre de 2018
26 de diciembre de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las consecuencias de la pasión, las dudas sobre los sentimientos, el diálogo como método de reflexión... hay mucho de Rohmer en el cine de Mia Hansen-Love. De lo mejor del cine de Eric Rohmer, ya que las películas de esta directora son más dinámicas (no en vano los actores siempre van de un lado a otro, cuánto se camina en sus películas), con mayor importancia a la música y también a los paisajes e incluso a las estaciones o las ciudades. Sin embargo no llegan a su profundidad, lo que mucha gente suele agradecer, falta de profundidad.
Como pasará en la posterior El porvenir, la película se agranda y sostiene gracias a un personaje principal femenino, allí con Isabelle Huppert y aquí con una tan joven como irreemplazable Lola Créton. No se la puede dejar de mirar en su nostalgia y su abatimiento, en su triste belleza. Comparte delicadeza con Pascale Ogier, en Las noches de luna llena de Rohmer. Tienen un aire dulce y triste estos dos personajes tan antagonistas, pues aquella era el deseo de aventura por encima de cualquier relación que la atara, y Camille, en Un amor de juventud busca atar a su amor romántico, carece de los intereses de la protagonista del film de Rohmer, es una introversión amorosa, de un amor quizá se dirá que mal entendido. Pero cómo negar su existencia, si da y quita el sentido a la vida de esta joven.
Como pasará en la posterior El porvenir, la película se agranda y sostiene gracias a un personaje principal femenino, allí con Isabelle Huppert y aquí con una tan joven como irreemplazable Lola Créton. No se la puede dejar de mirar en su nostalgia y su abatimiento, en su triste belleza. Comparte delicadeza con Pascale Ogier, en Las noches de luna llena de Rohmer. Tienen un aire dulce y triste estos dos personajes tan antagonistas, pues aquella era el deseo de aventura por encima de cualquier relación que la atara, y Camille, en Un amor de juventud busca atar a su amor romántico, carece de los intereses de la protagonista del film de Rohmer, es una introversión amorosa, de un amor quizá se dirá que mal entendido. Pero cómo negar su existencia, si da y quita el sentido a la vida de esta joven.
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