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Polonia Polonia · L'Hospitalet de Llobregat
Críticas de Dave_hospi
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Críticas 24
Críticas ordenadas por utilidad
7
23 de abril de 2010
10 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Greengrass, con un uso de la cámara en mano fantástico, nos acerca de una manera casi documentalista a los terribles hechos que ocurrieron en Irlanda del Norte hace casi cuarenta años, una matanza que incitó a centenares de jóvenes irlandeses sedientos de venganza a entrar a formar parte del IRA y fomentó más si cabe el odio y la violencia contra los ingleses.

En algún momento se peca de cierto maniqueísmo y Greengrass queriendo dar su versión, probablemente la verdadera, cae en la manipulación. No defiendo ni justifico ni mucho menos la actuación del ejercito inglés, más bien al contrario, la condeno, y ya digo que probablemente la visión que se da sea muy próxima a la realidad, pero las historias de mártires muy buenos y verdugos muy malos no suelen ir conmigo. Y digo no suelen porque, cuando eres testigo de una dirección tan alucinante y una puesta en escena tan potente como la que observamos en este caso, no hay historias que valgan, simplemente te dejas llevar por la fuerza y el poder de las imágenes.

Y es que Greengrass se convierte detrás de la cámara en un Ivan Cooper (SDLP) que nos convoca a esa manifestación como a un ciudadano más de Derry. Sentimos las espaldas de esos manifestantes contra nuestro pecho, nos dolemos de algún que otro pisotón durante la marcha, debemos ponernos de puntillas para poder ver por encima de una poblada cabellera que hay ante nosotros qué ocurre unos metros más hacia adelante, experimentamos esa sensación de autorealización reivindicativa mezclada con un nerviosismo temeroso al ver a los ingleses armados. Hasta que el ambiente comienza a complicarse y somos testigos presenciales de un infierno de gritos, disparos, sangre y cuerpos sin vida que caen desplomados contra el pavimento; todo ante nuestros ojos. Después, un silencio de muerte únicamente interrumpido por lloros y sollozos de rabia e IRA.
Dave_hospi
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8
3 de enero de 2010
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
A partir de la leyenda de Camarón, ser eterno que ha quedado impregnado en cada rincón de la isla de San Fernando y que todavía habita en la esencia y memoria de sus gentes, Isaki Lacuesta desglosa brillantemente jugando con el documental y la ficción las historias paradoxales de dos personajes/personas muy distintos entre si, pero que al mismo tiempo guardan diversos lugares comunes.

Israel es un niño gitano de la isla con talento para el cante pero que ha dejado de practicarlo a raíz de la muerte de su padre. Está perdido y sin rumbo, no sabe expresar mediante el flamenco sus sentimientos porque en realidad desconoce lo que siente, quiere dejar atrás el mundo que le rodea y divisar nuevos horizontes desconocidos en otros lugares del mundo. Makiko, en cambio, es una joven japonesa que viaja hasta San Fernando para aprender a cantar y así poder dar forma y sonido a los emociones que residen dentro de ella, principalmente a los sentimientos referentes a la enfermedad de su padre, pero no tiene aptitudes para el cante ya que el flamenco es una concepción de la vida y una cultura absolutamente desconocidas y ajenas a ella, es algo con lo que se nace, es estar envuelto de arte y duende mientras eres amamantado, y aunque se pueda aprender, nunca será lo mismo.

Ambas vivencias se van desgranando compartiendo un confidente común que hace de puente intangible y desconocido entre Isra y Makiko, todo ello bajo la prolongada sombra del protagonista oculto de esta historia, el otro padre perdido para desdicha del flamenco, José Monge Cruz, Camarón de la Isla.

Durante esta corta estancia en la isla, una mirada a pasado, presente y futuro, Isaki Lacuesta muestra un talento y una sensibilidad tras la cámara apabullantes, sugiriendo al espectador infinidad de emociones mediante a imágenes y situaciones que forman parte de nuestra cotidianidad y que a causa de ello no nos paramos siquiera a reflexionar sobre su poder o la magnitud de su belleza. Desde unos jóvenes que intercambian unas caladas al anochecer hablando sin decir nada, hasta el balanceo de una nube disipada entre sus hermanas fruto del empuje del viento.

Pongamos una cámara delante de la vida y hallaremos la más grande de todas las historias, sin artificios, sin diálogos de laboratorio literario.
Dave_hospi
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2
7 de abril de 2009
18 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
La idea argumental es buena y original, daba para hacer algo interesante, pero el inepto de Darren Lynn Bousman se obceca en mandarlo todo al carajo.

El estilo de este tío tras la cámara me pone enfermo. Como ya pudo verse en sus anteriores trabajos en la saga Saw, abusa constantemente del cambio de plano cada pocos segundos haciendo confusa y caótica la acción que se desarrolla en pantalla, mareando al espectador y secuestrando su atención. Además, la fotografía de sus películas me produce repulsión, utilizando esos tonos oscuros, azulados, colores que le dan a la imagen un aspecto enfermizo que combinado con el uso de una iluminación de tonos claros producen un efecto que a mí personalmente me resulta muy desagradable.

El guión es una basurilla. Se abandona pronto la idea de mostrar ese futuro apocalíptico repleto de decadencia y perversión y se tira por la vía fácil, presentando una insustancial trama melancólica con tintes de tragedia clásica protagonizada por unos ridículos personajes poco trabajados. Los números musicales, salvo alguna honrosa excepción, son bastante flojos. Algunos, como el de "tengo 17 años y puedo hacer lo que me salga del pijo" en plan Rebelde Way, son directamente una vergüenza, deberían rodar cabezas. Las canciones carecen de interés por lo anodino de su propuesta, sus ritmos se hacen muy cansinos y algunas coreografías son de función de final de curso. Las interpretaciones de los actores tampoco son nada destacables, joder, ¿qué pinta Paris Hilton en el reparto?

Lo único que destaco de la película es el recurso de presentar los flashbacks que nos acercan a la historia de cada personaje mediante a la utilización de viñetas de cómic animadas -aunque no pegue demasiado con el estilo que se busca a lo largo del metraje- y uno de los números musicales de Sarah Brightman que hay hacia el final de la película. Por lo demás, ¡a la hoguera!, ya que ni tan siquiera consigue entretener.

No faltarán los que la comparen con The Rocky Horror Picture Show (1975) e intenten elevarla a la categoría de "película de culto", ¡ni de broma!
En todo caso, película de bulto, ya que se la puede considerar como un tumor cinematográfico más en la hoja de servicios de Bousman.

Ah, se me olvidaba, tampoco falta el montaje final de imágenes explicativas al más puro estilo Saw que aclaran al espectador lo que ha visto durante los últimos noventa minutos. ¿Hacía falta? pues no, pero mira, al hombre le gustará hacerse collages con imágenes que le sobran y lo pone al final.
Dave_hospi
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8
13 de agosto de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Guardaba un grato recuerdo de mis anteriores encuentros con Siegel ("La invasión de los ladrones de cuerpos", "Fuga de Alcatraz", ...) y lo cierto es que ha vuelto a seducirme (lo siento, tenía que soltar el chiste fácil).

Es una cinta extraña, en cierto modo retorcida, gracias a la atmósfera que crea Siegel principalmente con su heterodoxo y acertado uso de la cámara trasnportandonos a mundos oníricos cargados de celos y sexualidad reprimida. La película tiene defectos, peca en la explicitud y en la obviedad a la hora de retratarnos a los personajes, apoyándose en pensamientos interiores y flashbacks que no dejan al espectador penetrar en la psicología de esos personajes por si mismo, analizando las acciones de éstos y el modo en el que pronuncian sus palabras.
Generalmente este tipo de recursos narrativos más propios de la literatura me producen cierto rechazo cuando son utilizados en el cine, pero en este caso sirven como otro elemento más de mampostería en la construcción de este aberrante universo opresivo, tan opresivo que ni siquiera nadie es dueño y guardián de sus pensamientos.

La belleza está en la imperfección, es una atracción que guarda hasta cierto punto algo de enfermizo, de morboso.

En definitiva, que el binomio Siegel-Eastwood a finales de los sesenta y durante los setenta fue crema, y "El seductor" es buena prueba de ello. Muy buena.
Dave_hospi
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