Maravillosa cinta de Anton Corbijn que da un espectacular salto de calidad respecto a El Americano. Valida y mantiene vivo el género, dándole un giro hacia lo "real", o hacia lo que los civiles creemos que debe ser lo real, de la actividad de los servicios de inteligencia, espionaje y contra-espionaje. Para los seguidores de Homeland, diríamos que el nivel de intensidad del filme se correspondería con la mejor de las temporadas de la mencionada serie, abstrayéndola de fuegos artificiales que desenfoquen la parte de ardua tarea que desarrollan los miembros de estas unidades (de nuevo, supuesta) y cambiando a una excelente Claire Danes por un genial, inmenso, Philip Seymour Hoffman, que nos deja aquí otra perla de interpretación de las que desgranó por su trayectoria, que no debió terminar nunca.

A título personal, quisiera que la cinta fuese un renacer de Robin Wright, pero esa...será otra historia.

Muy recomendable y palomitera.

Sed de Mal hace disfrutar a cualquier amante del cine incluso aunque no sea un amante del cine negro. Los planos largos (qué decir del celebérrimo plano inicial), los planos contra planos, los juegos de sombras, la belleza de Janet Leigh, el, poco más que cameo, de la Dietrich y la maestría de Welles, destacando como actor y director, hacen de esta cinta una de mis preferidas de toda la historia del cine. Imprescindible en cualquier vidioteca.

Si Sir Isaac Assimov levantase la cabeza, además de alucinar con la convergencia asintótica entre la antigua ciencia-ficción y la tecnología actual, tendría que reposarla a continuación para asimilar la escasa calidad que los relatos modernos en torno a estos temas alcanzan hoy en día.
Un ejemplo es esta Ex-Machina que trata de ser, desde el inicio de la cinta, algo que no es. Un juego mental, con la robótica como fondo, donde tratan de plantearse problemas ético-filosóficos mientras el protagonista no sale de ser un mero superdotado que no reprime en absoluto sus instintos más primitivos y su potencial sucesor, que no pasa de imberbe pupilo, se reprime todo lo posible para abstraer su elevado cociente intelectual en busca de las respuestas correctas. La trama se deshace hasta llegar a un final que incluso desmerece el resto de la película.
Altamente prescindible.

Recreación de un hecho histórico, con alguna que otra licencia como no podía ser de otra manera, muy bien ejecutada técnicamente.
No obstante exuda marca España por los cuatro costados: diálogos no demasiado elaborados y donde aparece la palabra que hace referencia al oficio más viejo del mundo demasiado pronto y sobre todo, un heroísmo que, sin paradoja alguna, ralla en la villanía. Todos podemos imaginar que el mismo evento visto y rodado por los americanos, se hubiese elevado a la categoría de hazaña épica.
Por lo demás, los actores están francamente correctos (me ha encantado el adusto papel de Carlos Hipólito), la fotografía, sonido y efectos especiales más que notables. La Banda Sonora intensa y bien enmarcada en la historia pero mejorable.
En suma: documento gráfico que alecciona a algunos y corrobora a la mayoría que los españoles siempre hemos sido capaces de lo mejor y sin embargo, dejamos un reguero de patetismo por doquier.

Tan desarrapada y mal desarrollada es esta película, que la crítica no merece ni siquiera un título mínimamente descriptivo de las breves líneas que le voy a dedicar.

Este destrozo de remake es un retal harapiento y descolorido de la cinta de 1973. Con todas las limitaciones técnicas que pudiese tener la versión original y las muchas dificultades económicas que tuvo de facto, salió adelante con un resultado notable y reconocido. No así esta versión del descolorido Nicolas Cage, que ya estaba en algo más de la mitad de su declive (o debacle, no sé qué palabra describe mejor) de su carrera.
Ningún secundario merece la pena y los diálogos resultan ininteligibles, en lugar de intrincados, llegando a escenas de verdadera vergüenza ajena para cualquier practicante de las artes escénicas.

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