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Críticas 137
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
6
23 de agosto de 2017
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin se ha estrenado The Defenders, una serie en la que yacían muchas de mis esperanzas desde que se anunció el proyecto: cuatro series basadas en personajes de Marvel que se acabarían uniendo en una especie de serie crossover dedicada al mundo más callejero del Universo Marvel... Y quizás mis ganas y expectativas me han jugado una mala pasada, porque si bien The Defenders no es aborrecible, me he quedado con la sensación de oportunidad perdida o de que se podría haber sacado mucho más de sus ocho capítulos.

The Defenders no es un fracaso absoluto. No, tiene muchas ideas interesantes, algunas escenas simpáticas, varias peleas, alguna profundización del superhéroe callejero que le viene bien al Universo Marvel... Pero podría haber sido muchísimo más de lo que finalmente es y no acaba de engancharme como debería a mí, que me he pasado gran parte de mi vida leyendo cómics y disfrutando de sus adaptaciones, salvando incluso a veces lo insalvable de algunas de estas "conversiones".

La serie tarda en reunir a los personajes y en ofrecer lo que cada uno de los espectadores queremos ver: a los Defensores. Hasta el tercer episodio tenemos que esperar para verles entrar en acción y hasta el cuarto no les vemos hablando y tramando planes, peleándose entre ellos, etc. Los dos primeros episodios se dedican a asentar las bases con una calma que puede llegar a irritar en algún momento. ¿Es esta la serie que esperábamos? Por suerte, esto se solventa adelante, como ya comentaba.

Una vez más, destacan Daredevil y Jessica Jones, que, son, a la postre, las mejores series de superhéroes de Marvel en Netflix. Y pese a que no se explota a los personajes todo lo que se debería en muchas escenas, sí siento que es lo que quiero ver en ese momento. Charlie Cox como siempre cumple, mientras los guionistas se dedican a dar pistas de una tercera temporada de DD que seguramente adaptará Born again (atentos al final) y Krysten Ritter sigue con esa detective con mala baba que hemos visto en la primera temporada de su serie, aportando algo de carácter al conjunto.

En cuanto a Luke Cage... Formalmente, detesto que los guionistas tiren siempre por el rap en sus escenas (una vez me vale, pero que al final lo transformen casi en un leitmotiv incluso del grupo lo veo cargante). El actor, en cambio, Mike Colter, me da el pego y se dejan entrever las posibilidades de que Danny Rand y él se unan como héroes de alquiler, que sería, seguramente, para mí, más interesante que una segunda temporada de ambos personajes por separado.

Sin embargo, la gran pregunta de muchos será: ¿arregla de The Defenders el desaguisado que fue para muchos Iron Fist? Finn Jones no lo hace mal, podemos empatizar más con su personaje, aunque, algunas veces, saque de quicio a todo el personal y, en otras, sea la única mente clara que hay en el grupo. Mi gran problema empieza cuando sus poderes parecen que vienen y va (¿no podría haberse liberado de una simple silla?), por ejemplo.

En relación a los secundarios presentes de toda la serie, pienso que Karen y Foggy están para plantear ciertos dilemas a Daredevil, pero tampoco cambian todo el conjunto final. Stick, en cambio, explica un poco más, pero su actitud le conduce a que el personaje al final sirva solo para terminar como termina. En cambio, los guionistas llevan un poco mejor a Elektra, aunque el tema del Cielo Negro, acaba resultando un poco insoportable por ser algo previsible, pero las escenas finales entre ella y DD salvan para mi gran parte de lo visto. En cuanto a los secundarios de Jessica Jones, Patsy Walker y Ruben están para verlas venir, pese a que intenten hacernos pensar que Walker podía dar algo más (¿ni un poco más de la futura Hellcat?). En relación con los personajes de Luke Cage, Misty y Claire (aunque ella salga en todas las series) sí añaden algunos puntos más interesantes y son, sobre todo, útiles, como Colleen Wing, que bien podría haber sido una Defensora (incluso más que Iron Fist y su "me dejo secuestrar por todos").

Y es que ser un Defensor tampoco se define. Son héroes callejeros, sí, pero ¿qué significa realmente esto? Son los superhéroes que hacen frente a las amenazas que Los Vengadores (o lo que quedan de ellos) no, pero nunca se percibe como algo realmente épico (aunque ¿debía serlo?) o distintivo.

Sobre los villanos... La Mano. Ay... Ni siquiera madame Gao, que había sido una de las villanas en la sombra de DD y Puño de Hierro, salva un poco este caos y este plan por la supervivencia un poco extraño que tienen. Nos han vendido que Alexandra era la gran enemiga y siento que llego a empatizar más con ella que con el resto, pero el deseo de hacer el giro inesperado se carga las posibilidades que tiene el personaje interpretado por la siempre grande Sigourney Weaver.

El ritmo es irregular. Hay varias escenas y subtramas que nos hacen sentir que no nos llevan a ningún lugar o no a ninguno que queramos visitar. Hay capítulos que se vuelven tediosos, salvo por los últimos minutos, donde se nos promete más de lo que se llega a dar. Y todo lo que la serie empieza a construir desde el primer capítulo acaba volando por los aires, nunca mejor dicho, mientras nos acercamos al final con un giro que, aunque inesperado, nos hace pensar que la Mano ha perdido mucho poder en esta nueva tanda de episodios.

Crítica ampliada en el blog: http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/08/the-defenders-defendiendo-lo.html
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spoiler:
¿Puede tener algo que ver la perspectiva de la serie? El tono serio con el que se han impregnado las series de Netflix en cuanto a nuestros superhéroes era de agradecer para ofrecer variedad cuando nos llegó Daredevil y Jessica Jones. En The Defenders continúan con lo mismo, pese a que el lado místico que ha traído Iron Fist con el tema de la Mano nos lleva a tener que suspender la credibilidad y creernos que sí, que puede existir esa caverna inmensa bajo Nueva York, que nadie ha hecho preguntas (la Mano supuestamente ha ocultado todo) y que SHIELD y Control de Daños están de vacaciones en una serie que, por cierto, se desvincula bastante del Universo Marvel y ni siquiera se hace una mención a Los Vengadores, aunque sea velada como en las otras series. Parece que la relación entre el universo cinematográfico y televisivo se ha vuelto más tenue.

La acción está vigente en cada capítulo. Hay peleas contra varios asesinos, luchas y duelos contra los líderes de la Mano... Y las coreografías, que quizás era uno de los puntos débiles de Iron Fist, aquí se notan mucho más resueltas e incluso espectaculares, tirando más por lo que ya habíamos visto en las dos primeras temporadas de Daredevil. No obstante, ¿hay alguna escena digna de evocar como las peleas en los pasillos de la serie de DD? ¿El clímax es tan espectacular como debería? ¿No sentimos que juegan con lugares comunes con el tema del edificio y su "cueva"?

The Defenders ya es historia. En el horizonte, la segunda temporada de Jessica Jones, Luke Cage y Iron Fist está ahí, al igual que una tercera de Daredevil, y una primera de Punisher. Nadie descarta el regreso de nuevo de los Defensores y la búsqueda de nuevos villanos que les desafíen. Lo que falta es saber si estarán a la altura.
16 de julio de 2013
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mad Max nos cuenta la historia de un futuro distópico, donde la lucha por la gasolina ha engendrado a unos locos de la carretera y unos agentes de policía que luchan como pueden contra ellos. Hoy, no parece nada muy innovador, pero porque ya ha sido bastante copiado (véase la regulera Doomsday) desde que el director George Miller y su guionista James McCausland encontrasen la fórmula.

Mostrando una economía de recursos (doce semanas de rodaje, 350.000 dólares), pero no obviando la espectacularidad (desde el comienzo, siguiendo al Jinete Nocturno), Mad Max se convierte en una obra con persecuciones trepidantes y una historia de venganza que, aunque típica, nos recuerda el poder de este punto de arranque en el arte.

La película sigue el arquetipo de un western: espacio árido donde un grupo de hombres defiende la frontera del ataque de un grupo de enemigos; aquí unos lunáticos motoristas liderados por Cortauñas (un repulsivo Hugh Keays-Byrne), inspirado en Genghis Khan.

El asesinato de la gente que le importa a Max (un joven Mel Gibson) hará que pierda la cabeza y cruce la línea, dejando atrás la mera justicia y convirtiéndose en alguien tan loco como indica el propio título (o como otros héroes de la ficción, véase Batman). Insisto, si cambiamos un par de conceptos, nos encontramos ante un western que aprovecha el concepto de distopía para remodelar sus bases para un público cansado de las historias de vaqueros, pero no de aquellas de vaqueros que están enmascaradas bajo otro estilo.

La película no pierde el tiempo, sabe la historia que va a contar, pero tras varias escenas inspiradas (como la huida por el bosque), la cinta detona en una venganza llevada en poco tiempo (quizás demasiado). El final es tan atrevido que me atrevo a ponerlo en spoiler. Como conclusión, uno no sabe si, por el bien de ese mundo distópico, lo mejor que le pudo pasar es que Max pierda la cabeza y emplee su “justicia” contra una pandilla de moteros contra los que la ley no ha podido.

Destacar la influencia de Mad Max en el cine (y no solo en el séptimo arte, ya que estamos, también en el cómic. Véase El viejo Logan de Mark Millar y Steve McNiven, que unen a Lobezno con Mad Max y Sin perdón). No se queda solo en el ámbito de Australia, sino que hoy es complicado no imaginarse un mundo postnuclear (donde no se indaga demasiado, solo es el escenario) sin el aspecto de la cinta. Destacar esos policías de cuero que tampoco se diferencian tanto de los pandilleros, anárquicos y lunáticos. Eso sí, como curiosidad, el único que vestía de cuero real era Mel Gibson que era el protagonista, todo ello debido a que el presupuesto no era demasiado alto.

Mad Max se convirtió por derecho propio en una de las mayores muestras de la distopía en el cine, aunque hoy, que la gasolina parece oro, que hay lunáticos en la carretera y gente que se toma la justicia por su mano, no parece más que una adaptación (algo exagerada, por suerte) de nuestro presente.

Crucemos por tanto la autopista como un jinete nocturno, cargado de gasolina y lloremos ante nuestro final.
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SPOILER La crudeza de escenas como la muerte del hijo y su madre, resuelta por un plano del zapato y la pelota del crío, saliendo despedidos, es de gran fuerza. Si fue un plano “artístico” o fruto de la falta de presupuesto para hacer algo “gore”, nunca lo sabremos. Preferimos el resultado que se ve en pantalla.

SPOILER: Uno podría pensar que la venganza contra Cortauñas llevaría más tiempo, pero no es así. Es el penúltimo en ser eliminado, contra todo lo esperado. El último es Johnny the Boy (Tim Burns), el tipo que provocó a Ganso y ha mostrado su locura durante toda la película.

Finalmente, suplica, diciendo que es un enfermo, pero Max toma una medida que fue usada también desde el cómic Watchmen hasta en la película Saw: una cierra, una cuenta atrás, gasolina. Otra muestra más de la fuerza de Mad Max.
13 de julio de 2013
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grumetes, os voy a contar una historia. El reino de Pixar yacía en su esplendor entre crítica y público, pese a que sus últimos movimientos no habían sido deslumbrantes. El imperio Disney parecía solo tener un contrincante en cuanto a animación: los cada vez más poderosos estudios Ghibli. En la sombra, Dreamworks a veces regala algún destello de su botín como El origen de los Guardianes y el hedor de alguna secuela indeseada. Mientras, las aguas parecían tranquilas, pese a los espasmos de la animación menos anclada a los grandes estudios. Entonces, apareció la bandera negra (de plastilina) de los estudios Aardman, los creadores de Wallace y Gromit, y abordaron a una industria demasiado confiada, demostrando que sus piratas han visto tierra y pueden ser un digno adversario en los océanos de la animación. ¡Al abordaje!

Hurm, después de tanto melodramatismo, comencemos.

Lo inesperado, cuando es bueno, se agradece. Esto le ha ocurrido a un servidor con ¡Piratas!, una película caracterizada por un humor subversivo, una buena historia y una animación en stop motion estupenda.

Lejos del humor facilón de propuestas como Madagascar, lo edulcorado de lo último de Pixar o lo cansino de sagas como Shreck, ¡Piratas! se descubre como un producto salvaje, despendolado, que aviva el cine de aventuras, hoy casi extinto por la manía de tanto efecto visual sin alma.

La película nos cuenta la historia del Capitán Pirata (Hugh Grant) y su variopinta tripulación en la que destaca Número 2 (Martin Freeman), que se han presentado al premio Pirata del Año, una especie de Oscars de los ladrones de alta mar. Como el Capitán no es lo que era, decide ir en busca de un gran botín. Entonces, se cruza con el mismísimo Charles Darwin, que está buscando moza -y alguna especie en extinción- (voz en inglés del fantástico David Tennant). Sus pasos (o su trayectoria marítima) les llevarán hasta una Reina Victoria (Imelda Stuton) que odia a los piratas que quedan en el mundo. Fruto de una mezcla imposible, tenemos una trama más interesante, compleja incluso y entretenida que la cuarta entrega de la malograda saga Piratas del Caribe, por poner un ejemplo.

Acción y diversión se mezclan en este barco, demostrando por qué Pixar puede hacer grandes películas, pero nunca sacar una vena tan gamberra como Aardman (véase el London calling, los chistes con respecto a no ligar en alta mar, la animación de las travesías por el mapa, los intentos de abordaje frustrados a barcos como el nudista, ese mayormono que patea el culo al perro parlanchín de Up!, esas bromas sobre la Reina Victoria o el propio Darwin y su evolucionismo…). Uno se imagina que en otros estudios de animación más conservadores habría un señor con una campanita que la haría resonar cuando viera algo “indecente”, como el cura de Cinema Paradiso.

Aardman demuestra un detallismo con su stop motion y una gracia propia de este estilo de animación a reivindicar más allá de los excelentes proyectos de Henry Sellick. Este estudio decide tomarse su tiempo antes de cada proyecto, divertirse con cada uno y darnos lo mejor pese al lustro de trabajo que pueda llevarles. Es ese perfeccionismo y esfuerzo el que se nota en cada fotograma, desde los personajes hasta los ambientes como esas preciosas maquetas del Londres victoriano. Por tanto, el stop motion puede seguir a toda vela.

Los mayores problemas de ¡Piratas!, que no la hacen naufragar no obstante, puede ser alguna falta de ritmo en algún instante o alguna escena donde el gag no funciona del todo.

Por suerte, con ¡Piratas!, Aardman vuelven a demostrar que son un adversario digno y que enarbolan con orgullo su bandera… pirata. Lo bueno de la competencia en el mundo de la animación, sin duda.
12 de agosto de 2017
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién es tu peor enemigo? Tú mismo. Acaso, ¿revelarías a cualquiera cuál es tu mayor miedo? Seguramente no. ¿Jugarías con él a cambio de dinero? ¿Te someterías a una tortura con tal de ganar un videojuego? ¿Cuál es tu límite? Preguntas y dilemas que nos plantea la buena y oscura ciencia ficción de Black Mirror en el episodio de su cuarta temporada: Playtest, que, si bien no es de los mejores (¿no es tan provocador?), sigue siendo bastante atractivo.

A modo de muñeca rusa (y es lo que salva esta historia, los constantes giros), evocando al episodio del castigo eterno de White Bear (de la segunda temporada), la serie de Charlie Brooker nos transporta a un mundo donde los videojuegos basados en la realidad virtual están en auge, tanto que necesitan que alguien pruebe como conejillo de indias. Solo hay que pensar en algunos clásicos del ciberpunk, en las convenciones de fans de los videojuegos de nuestro alrededor o en la premisa de animes como Sword Art Online para hallar un reflejo de todo esto en nuestro día a día.

Siguiendo los esquemas del encierro en la casa encantada del cuento clásico (tener la necesidad de enfrentarse al terror debido a no poder, por ejemplo, pagar un pasaje de vuelta a casa), el protagonista Cooper se somete a una prueba de un nuevo juego de terror que jugará con sus peores miedos. La atmósfera del capítulo, en esta parte, aunque conseguida (gracias a Dan Trachtenberg, director de Calle Cloverfield 10), no logra la profundidad o el desgarro de otros episodios que tiene esta serie, tampoco posee la mordacidad cínica de Charlie Brooker, pero aún así, es un buen capítulo que desvela que nuestra peor pesadilla se puede hacer real. Su protagonista, un parlanchín simpático (bien interpretado por Wyatt Russell), está a punto de experimentar con su verdadero yo, lejos de la imagen que ha querido dar de sí mismo durante todo este tiempo. Parece un joven Juan Sin Miedo, pero pronto la imagen se rompe.

Publicada originalmente en http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/08/black-mirror-3x02-playtest-el-juego-del.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
A través de varios finales, la serie nos acerca al mayor temor de Cooper: ¿es una casa encantada? ¿Una araña? ¿Un abusón del instituto? ¿La chica que le dio una mano? ¿La sombra de la enfermedad de su padre? ¿Perder los recuerdos? ¿No contestar a su madre? ¿Un simple móvil? Capas y más capas donde el espectador se pregunta qué es real y qué no, y que nos encierra en el tormento de los videojuegos del mañana, pero, sobre todo, alertan sobre nuestra mente y los miedos que albergamos en ella. Al fin y al cabo, somos nuestro peor enemigo y no creo que debamos probar eso para saberlo. No, sin duda, no es un juego, pero ¿qué lo es en realidad?
GLOW (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2017
6.9
4,461
Liz Flahive (Creador), Carly Mensch (Creador) ...
8
4 de agosto de 2017
7 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
GLOW tiene mucho de los espectáculos de lucha libre a los que homenajea: es un drama con mucho de comedia y ridículo, pero no puedes dejar de verlos si llegas a encajar con la humanidad que se esconde detrás de todo el show.

Basándose vagamente en el GLOW original, las creadoras de la serie Liz Flahive y Carly Mensch retratan la vida de una serie de mujeres en los '80 que acaban en una prueba para formar parte de GLOW, un show de lucha libre femenino dirigido por Sam, un director de serie b, y producido por un niño de mamá. Ninguna de ellas es luchadora profesional, pero por diferentes motivos acabarán embarcadas en este raro proyecto.

GLOW es una serie entretenida, llamativa y extravagante, que abraza el humor políticamente incorrecto y las situaciones más arriesgadas con tal de obtener un drama sumamente efectivo. Y pese a que a veces toca temas delicados como el aborto, la infidelidad o las drogas, GLOW consigue caer bien al espectador y ser una de esas series que finiquitas sus diez capítulos en muy poco tiempo.

Y es que si GLOW engancha lo hace por unos personajes muy imperfectos y humanos. Nunca sentimos que estemos viendo marionetas del guion, como en otras propuestas. Todo el reparto está genial, cada uno tiene un momento o capítulo para brillar, pero destacan sobre todo Ruth (fantástica Allison Brie), el director fracasado Sam Sylvia (Marc Maron), la especialista Chery Bang (Sydelle Noel), Debby Eagan (Betty Gilpin, a la que vimos recientemente con un papel similar en American Gods) y la heredera de la lucha libre, Carmen (Britney Young). No obstante, también está Justine, Británica, la Mujer Lobo, la ordinaria Melrose...

Pese a que en muchos sitios GLOW se ha vendido como una serie cómica (y sí, tiene mucho humor), esta propuesta de Netflix también tiene mucho drama a lo largo de sus capítulos y, como un auténtico luchador, sabe cuándo debe golpear al espectador (como esa escena con el Under Pressure de Queen y David Bowie). Por el camino, reflexiones sobre el feminismo, la lucha de la mujer por un lugar en el mundo frente al machismo imperante, el mundo del cine, la sátira sobre la guerra fría y la derecha e izquierda en Estados Unidos y mucho más.

Además, la caracterización de los personajes y el mundo de GLOW es todo un acierto, acercándose en aspecto, maquillaje, vestuario y música a la estética de los ochenta, tan de moda gracias a propuestas como Stranger Things o Ready Player One.

A resaltar un dato fundamental: la duración de los treinta y cinco minutos o menos le sienta francamente bien a la serie, lo que hace que el maratón sea inevitable y sea una buena opción frente a otras series de Netflix y otros canales que llegan incluso a la hora.

Crítica publicada originalmente: http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/08/glow-temporada-1-gorgeous-ladies-of.html
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
GLOW culmina con el inicio del espectáculo, pero deja con ganas de más y posibles futuras temporadas donde poder seguir con Ruth, Sam y el resto de los personajes que rodean a esta sátira sobre la humanidad, los ochenta, la lucha libre y todos nosotros.
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