Una película basada en las emociones, silencios y la capacidad de la pareja protagonista de transmitir genuinamente el dolor ante la perdida de un hijo. Tanto Anaya como Vicuña están sólidos en sus personajes. Las atmósferas generadas por la música y los planos de cámara conducen al espectador a contemplar, "sentir" la tristeza y el procesos de la pareja protagonista de armarse nuevamente ante la adversidad.

Bella fotografía con un Santiago invernal y locaciones del sur de Chile.

El documental aborda un clásico de la ufología chilena incorporando diversas voces que narran la historia. Resultan interesantes las imágenes de archivo -principalmente de programas de televisión- que sitúan al caso en distintos momentos. Si bien la historia es conocida, se abordan detalles y elementos que permiten comprender la construcción del mito y sus consecuencias para quienes de algún modo se vieron inmersos en él.

Creo que fue un acierto abordar al protagonista desde su dimensión personal y política a través de algunas situaciones que permitirán para algunos esclarecer la historia, y para otros acrecentar la mitología en torno al caso y a su principal involucrado.

Gustará a quienes disfrutan de lo paranormal, misterios, ovnis y demases, como a quienes les interese el trasfondo sociopolítico en que se desarrolla la historia.

La película a pesar de su lentitud se deja ver. En ningún momento pensé en poner stop. Es más, esperé que me sorprendiera, algún giro del guíon o un acercamiento previo entre los personajes involucrados; sin embargo, nada de eso ocurrio. Llega al final y terminé con gusto a poco. Muchos silencios que quedan mejor en una película coreana que en esta uruguaya. A mi parecer va a terminar siendo una anécdota dentro del cine de este lado del mundo.

Ay Quentin, como me has decepcionado. Esperaba una película que volviera a tener tu sello, y nos sales que un bodrio de aquellos. ¿Dónde dejaste los dialogos inteligentes y a la vez divertidos?. Basta recordar la conversación sobre Madonna o cuando Steve Buscemi se negaba a dar propina (perros de la calle); la conversión religiosa de S. L. Jackson después de salvar ileso de un tiroteo (pulp fiction) por nombrar algunos. En cambio ahora los dialogos se reemplazaron por burdas conversaciones en torno a sexo, ligar, fumar porros y demases.

Ni siquiera es entretenida. Por lo menos Kill Bill tiene secuencias de artes marciales que te mantenían pendiente de lo que estabas viendo, más una historia bien contada. Por su parte Death Proof se resume en chicas lindas, un loco en la ruta y una persecucion final. Muy poco para lo que nos tenias acostumbrados.

Película que se hace eterna para lo simple de un argumento cargado de buenas intenciones. Aletarga y aburre. Literalmente la pelicula va al ritmo de la cortadora de cesped, y si el protagonista tiene que atravesar mas de 400 kilómetros para llegar a destino, vayan armándose de paciencia para verla completa antes que el sueño los venza.

Se rescata la fotografia y la musica.