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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas ordenadas por utilidad
8
19 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Qué debo hacer cuando me he enterado de que mi hijo primogénito, en quien tengo depositadas todas mis esperanzas, ha nacido con una atrofia que podría dejarlo discapacitado para siempre?

Varias cosas se pueden hacer: La primera, buscar ayuda profesional. Pero hay otras cosas que, entre tanto, podrían tomarse en cuenta y la holística las avala como de enorme importancia: La principal, ponerlo en manos de Dios y pedirle que nos ayude a entender porqué sucede lo que sucede. Si usted es una persona de fe, trate de descubrir el beneficio oculto que hay en este mal, el cual, con buena predisposición, es posible entreverlo en un cierto plazo. Para ayudarse en este tema, es de gran eficacia contar con la asistencia de un terapeuta holístico. También sería muy sano que pensara seriamente en modificar su comportamiento, sobre todo si hay acciones suyas que, de alguna manera, perjudican a otras personas. Finalmente, no pretenda forzar situación alguna. Deje lo esencial en manos de Dios, y tan solo permita que Él vea que en usted hay buena voluntad y el más serio compromiso para con su hijo. Si lo que hace es por él… y no por usted, como en realidad actúan muchas personas, le aseguro que comenzarán a moverse las fichas necesarias para que suceda lo que, exactamente, está necesitando la familia entera para su proceso.

Partiendo de estos principios, resulta fácil comprender que, el rumbo seguido por Arnold Boult, no fue más que un prolongado sendero de ligerezas, estimulados por la prepotencia, la autosuficiencia y la total falta de entendimiento de las leyes existenciales. Aunque pareciera hacer lo que hace pensando exclusivamente en su hijo, en realidad, Boult, solo piensa en sí mismo, porque consciente o inconscientemente, teme sentirse inferior ante los demás y no está dispuesto a admitir que alguien pueda verlo como un fracasado. Es esto lo que explica su total falta de escrúpulos para hacer la serie de cosas que termina haciendo… y de ahí en adelante, la larga cadena de atropellos, ligerezas e irresponsabilidades, que es capaz de asumir para hacerse con el “poder” (incluido el nobiliario título de Lord), pretendiendo salirse siempre con la suya. Pero está claro que no es posible levantar un alto edificio sin hacerle a la tierra un profundo hueco. Boult es de aquellos necios que no conocen el límite de las cosas y es entonces cuando, quizás, tome las decisiones más insólitas como aquella de hacerse a las hipotecas del colegio. Como él mismo dice, “no compré la universidad de Oxford porque no resultaba fácil”.

La manera como está planteado el filme, obliga cuando menos a una pregunta: ¿Por qué no vemos en ningún momento a Edward, el hijo? Algún reconocido crítico, afirmó cierta vez que ese había sido un gran descuido del director George Cukor. Al contrario, me parece que es lo mejor que pudo habérsele ocurrido. En principio, tuve la impresión de que el motivo era técnico: Había que conseguir a diversos chicos para poder ilustrar el desarrollo de Edward desde que era un bebé hasta sus 23 años, y eso podía resultar desgastante. Pero enseguida entendí que la razón es puramente psicológica: No es Edward lo que motiva las acciones del errático Lord Boult… es él mismo, es lo que él siente, lo que quiere tener, lo que quiere ser. Por eso, él es el centro de una historia que de nuevo confirma que, si siembras vientos cosecharás tempestades.

El brillante guión, escrito por Donald Ogden Stewart, estuvo basado en la obra ‘Un juego en tres acciones’ que Robert Morley y Noel Langley publicaran en 1948. La dirección de George Cukor resulta intachable en lo formal y en la dirección de actores, y Spencer Tracy nos ofrece otra de esas interpretaciones de nunca olvidar.

“EDWARD, MI HIJO” se aproxima a un tema de gran interés sobre el que las parejas deberían estar muy firmemente preparadas.

Título para Latinoamérica: “EDUARDO, MI HIJO”
Luis Guillermo Cardona
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10
3 de agosto de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el momento de estallar la Revolución Francesa (1789), la cual marcaría las bases de la democracia moderna, entre los prisioneros de La Bastilla se encontraba Donatien Alphonse François de Sade (El Marqués de Sade), un filósofo y escritor que se hallaba allí bajo el cargo de asesinato, pues, se creía que había envenenado con dulces a tres jóvenes prostitutas luego de una orgía a la que también había invitado a su sirviente. Conocido como El Escándalo de Marsella, se dice que éste fue el inicio de una vida considerada por los historiadores como la inspiradora del sadismo (palabra derivada de su apellido) y otros tantos escándalos le serían atribuidos, además de la afrenta que, para la moral de la época, representarían las procaces, irreverentes y descarnadas novelas, cuentos y obras de teatro que ya había escrito y escribiría luego.

Liberado durante la revolución, Sade aprovechó para romper con su matrimonio, arreglado por los suegros, ya que siempre había anhelado casarse por amor; también redactó el discurso que se leyera durante el funeral de Jean-Paul Marat; y escribió “Justine” novela por la que se le mantendría confinado en el asilo de Charenton, un lugar ubicado en la ciudad donde había nacido y que estaba reservado para los enfermos mentales.

Pero, ¿era el Marqués de Sade realmente un demente? ¿Era tan pervertido como se decía? o ¿Era acaso un genio provocador que se rebelaba contra la hipocresía de la época?

Para, Guillaume Apollinaire, fue “el espíritu más libre que jamás haya existido”; Georges Bataille, sostenía que “su obra es una apología del crimen”; y André Breton, lo denominaba “El Divino Marqués”.

En versión libre, <<QUILLS>>, empieza mostrando al Marqués de Sade “cómodamente” instalado en Charenton gracias al aprecio que por el siente el abate, Coulmier, y escribiendo con la ayuda de la lavandera Madeleine LeClerc, quien le lleva papel y plumas, y además se encarga de entregar en secreto los capítulos al mensajero del editor. Lo que sigue, es sorprendente, escandaloso, terrible y paradójicamente divertido… y va a dar cuenta del ingenio y la recursividad de un espíritu libre que se niega a ser acallado, y quizás sirva para descubrir que, el mal no siempre está en el lugar ni en las personas que todo el mundo señala.

El director, Philip Kauffman, nos ha dado una película formalmente intachable que, además, impacta, descorre velos y nos muestra la particular manera como ciertos valores e impurezas lucen invertidos.

Magistral interpretación de, Geoffrey Rush, como el hombre que, valiéndose de insólitos recursos, redacta las historias que otros experimentan. Cálida y espléndida, Kate Winslet, la doncella que valora profundamente el genio del artista. Conmovedor, Joaquín Phoenix, el atormentado hombre de iglesia cuyo fuego pugna por liberarse. Impactante Michael Caine, cuyo Dr. Roger-Collard pondrá a cierta gente ante un espejo. Y muy bella, Amelia Warner (Simone), un angelical rostro con una inspiración que sabe de dulces venganzas.

<<QUILLS>>, es un magistral filme de nunca olvidar.

Título para Latinoamérica: LETRAS PROHIBIDAS
Luis Guillermo Cardona
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8
22 de julio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con mayor frecuencia de la que podemos imaginar, la diferencia entre un policía y un asesino, es tan delgada como la línea que se traza en una hoja con un alfiler, y consiste tan solo en que éste obedeció ya a sus impulsos primarios en contra de lo que reclamaban los principios más ponderados de la sociedad, y el policía los desfoga dentro de la ley, limpiando a la sociedad de individuos “indeseables”. Pero matar es un hecho lamentable tanto si el que muere fue antes un delincuente o un hombre honrado, porque, si bien es cierto que de haber seguido vivos, ambos pudieron seguir siendo lo que fueron, también es factible que el hombre bueno dejara un día de serlo y el delincuente pensara en redimirse. Sé que no es fácil conciliar con este concepto, pero si se mira objetivamente, cabe dentro de lo posible.

El ser humano es irremediablemente dual: Lleva dentro de sí la luz y la oscuridad, la cordura y la locura, el amor y el odio, la capacidad de construir y el impulso de destruir… y cualquiera de estos potenciales puede aflorar en el momento menos predecible. Lo que hace que no tengamos derecho a juzgar, es que esto funciona lo mismo en usted y en mí, en el santo y en el pecador… en el policía y en el asesino.

Lo que más me gusta de “INSTINTO BÁSICO”, es precisamente que muestra la fragilidad humana en ambos bandos y lo mismo te fascinas con la sospechosa Catherine Tramell, que consigues dudar de la integridad del policía Nick Curran. Por igual vemos a la escritora y psicóloga como una posible asesina, mientras que sentimos que Curran tiene la capacidad de aplicar justicia. Y tan criminal puede parecer el policía Gus o el superior Nielsen, como también dudamos de Roxy, de Hazel Dobkins o Elisabeth Gardner.

Por eso, cuando el director nos trampea con la escena inicial y la escena de cierre, de inmediato nos entra la duda, porque según lo que hemos visto acerca de cada uno de los personajes, el potencial asesino está sencilla y llanamente en cada uno de ellos.

Como ya lo han hecho otros grandes filmes, “INSTINTO BÁSICO” tira definitivamente por la borda el viejo, rancio y largo cuento de los buenos y los malos, y nos pone a pisar suavecito antes de emitir juicios categóricos contra persona alguna. Todo aquello que luce como perfectas coartadas que dejan sin sospecha alguna a determinada persona y todo aquello que brilla como pruebas contundentes que demuestran la culpabilidad de alguien, bien que pueden contener un cabo suelto que alguien, en determinado momento, podría poner sobre la mesa para demostrar lo frágil que suele ser todo aquello que se asume como verdad. De aquí lo arriesgada e infame que suele resultar la pena de muerte.

Memorable actuación de Sharon Stone, donde lo relevante no es su exhibición física como tanto se ha resaltado, sino que pesa por la potencia y el encanto de su mirada, por su mágica sonrisa y su manera de besar, con lo que logra seducir y fascinar al más pintado, dejando sus desnudos como algo sin relevancia alguna. Y en esto, definitivamente, trasciende al director Paul Verhoeven, más dado al escándalo que a la perenne y relevante interioridad.

Michael Douglas resulta también muy convincente como el policía de dudosa moral que, mientras se esmera por descubrir a una criminal y hacer justicia, pareciera querer hundirse conscientemente en ese irresistible pecado y posible infierno que Catherine representa. Y lo que resulta difícil negar es que, imaginariamente, nos arrastra con él.

¡Qué bueno si esto sirve para que no volvamos a ubicar a ningún desadaptado más abajo de nosotros! También la tentación puede, a veces, hacer lo que quiera con usted... conmigo... y con Francisco de Asís.

¡No te rías, malvado Luci!

Título para Latinoamérica: “BAJOS INSTINTOS”
Luis Guillermo Cardona
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7
6 de junio de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay ciertos diálogos que definen muy claramente el carácter de las personas. En una conversación en la que, la bella Sydney Fairfield, comenta con su madre y su tía Hester, acerca de la próxima visita que le hará, John Storm -un australiano que ahora es su prometido-, la tía indaga a su sobrina por la familia de su novio, y con sorna ésta le responde:
- Matan canguros con búmerans y posiblemente se los comen… pero tía ¡tienen muchas tierras!
- ¿Cómo las consiguieron? –Sigue indagando la tía.
Sydney la mira y exclama:
- ¡Robándolas, igual que nosotros!

Sydney es franca, conoce claramente su historia, es crítica y escéptica con la sociedad que le ha tocado vivir, y ahora, cuando su madre –quien ha conseguido separarse legalmente de su padre debido a una neurosis que lo retiene en un centro psiquiátrico desde hace 20 años- anuncia su compromiso con Gray Meredith, la chica va a enterarse de que su padre ha escapado y que probablemente estará de regreso.

<<NOTA DE DIVORCIO>>, es una nueva adaptación de la obra homónima que, la novelista y dramaturga inglesa, Clemence Dane (Winifred Ashton, 1888-1965), publicara en 1921, la cual fue un éxito durante su estreno en Londres, y once años después, fue llevada al cine por el director, George Cukor, con John Barrymore y Katharine Hepburn como protagonistas, pero, el pobre resultado económico obtenido por ésta adaptación que había costado bastante, animó a la RKO a intentarlo de nuevo tan solo ocho años después, y se encargó a Dalton Trumbo una reescritura del guion, siendo al director, John Farrow, a quien se le daría el timón.

El aporte de Trumbo fue muy importante, pues, además de que dio una mayor dinámica a ciertos diálogos y los hizo más inconformes con la época, también sustrajo la mayor parte de los elementos melodramáticos de la obra y les dio una dinámica más adulta, logrando así que, el sentimiento de sacrificio y de cierta improcedencia que se captaba en la versión de Cukor, desaparezca por completo.

En cuanto a los protagonistas, Maureen O’Hara (Sydney), irradia un carácter y una ternura que se combinan a partes iguales, y esto aumenta significativamente la vitalidad de su personaje, haciendo mucho más fácil que podamos empatizar con él. Adolph Menjou (Hilary Fairfield), logra por su parte una entrañable figura paterna que deja muy bien explicado por qué su hija tanto lo quiere; y Dame May Whitty, resulta inmejorable como la tía Hester, luchando en vano por preservar la tradición “religiosa” de su apreciada familia… y procurando, amorosamente, que no se olvide nunca el nombre de su hermano en desgracia.

Mi sensación, es que la obra de Dane ha ganado con esta nueva adaptación y creo que, John Farrow, consigue sumar a su historial otra atractiva película... pero, como entre gustos no hay disgustos, quedan las dos versiones para que cada quien elija la que prefiera.

Título para Latinoamérica: LA SONATA DEL LOCO
Luis Guillermo Cardona
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6
26 de mayo de 2015
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Antes de darte la vida ya te había yo escogido. Antes de que nacieras ya te había yo apartado. Te había destinado a ser profeta de las naciones”. (Jeremías 1:5)

“Y si ustedes quieren aceptar esto: Juan es el profeta Elías que había de venir. Los que tienen oídos, oigan”. (Mateo 11:14)

Que la preexistencia y la reencarnación existen, es un hecho demostrado. Lo afirma la misma Biblia (frases citadas y otras) por más que le hayan eliminado muchos textos claves; lo reafirma la experiencia de incontadas personas que han tenido poderosos deja vu; y lo sostienen grandes religiones, como el hinduismo, el budismo, el taoísmo y muchas otras.

La única razón por la que, otras iglesias, siguen sosteniendo la gran mentira de una vida única, es porque consideran que, darle largas a la posibilidad de redención humana permite a la gente relajarse. Cuando el final se percibe cerca –se cree- la intimidación resulta más efectiva. Así, mientras las más puras religiones esperan pacientemente el cambio como una toma de conciencia, las más contaminadas pretenden que el cambio se asuma por puro miedo. Algo así como el que deja de beber porque se vió a punto de morir o como el hombre aplaudido por sus amigos y vecinos cuando volvió con su esposa, pero nadie se enteró de que lo hizo porque los hermanos de ésta juraron que, de no hacerlo, lo caparían.

Con este gran tema, ante el que se abren grandes perspectivas, el director Jonathan Glazer ha logrado un film que te atrapa desde el mismo instante en que, ese niño de diez años llamado Sean, entra en escena para decirle a Anna -ahora comprometida con Joseph- que, él, es el marido (Sean) del que quedó viuda hace algunos años.

El pequeño surge como una suerte de error en el proceso convencional de las reencarnaciones, pero la historia que escriben Jean Claude Carrière, Milo Addica y J. Glazer, abre esta posibilidad convirtiendo la vida de aquella familia en un sorprendente caos. Nicole Kidman vuelve a sorprender con una actuación que se le escapa del alma y con esa mágica belleza que envuelve a plenitud cada escenario en que aparece. Y con ella, Cameron Bright -el pequeño que ya nos sorprendiera en “Gracias por fumar”-, ofrece de nuevo un perfil de niño-adulto absolutamente sorprendente.

“REENCARNACIÓN” nada en aguas de perfecto thriller, se cobija con un romanticismo muy cálido y lleno de añoranza… y al tiempo, se arriesga en ese terreno bastante osado para los nuevos tiempos, donde fácilmente nuestra confundida Anna podría ser tildada de pedófila y deschavetada. Por suerte, Glazer sabe ser sutil, mantiene una gran altura en cada una de sus escenas y su filme se mueve, totalmente, en una plástica hondamente satisfactoria.

Pero, es evidente que Glazer se sintió confundido al momento de cerrar la que venía siendo una muy bella historia, pues a su paso se abrían varias disyuntivas: Mantener la narración como un hecho posible donde los planes de Sean se realicen. Convertir una historia que luce profundamente romántica, en un cuento brutal y de venganza. Hacer que se desvanezca la ilusión y que quede latente una posibilidad lejana. O ¿Qué tal que el niño muera cuando el error ocurrido sea descubierto en el plano astral, sirviendo esto a Anna como una luz y una nueva esperanza para redireccionar su vida?

Algunas de estas perspectivas se le ocurrieron a Glazer o a los guionistas… y al final –de seguro marcado(s) por ciertos temores- se optó por una de las menos atractivas. De esta manera, lo que pudo ser una verdadera joya cinematográfica, quedó convertido en un bello ejercicio algo insatisfactorio. Me acordé de aquellos romances de los que oigo hablar con frecuencia: Empiezan de maravilla… y no tardan en convertirse en verdaderos fiascos.

Reconocimiento a la eterna Lauren Bacall, a quien siempre es grato ver. A Danny Huston (el hijo de John), metido en el absurdo embrollo de que ¡un niño! le esté quitando a la mujer que ama. Y mención especial para Alexandre Desplat por su envolvente partitura.
Luis Guillermo Cardona
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