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España España · OVIEDO
Críticas de ALESNAKE
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Críticas 201
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de enero de 2020
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Zahler vuelve a sus microcosmos sucios, violentos y sórdidos con sus señas de identidad intactas a través de este policiaco de serie B en la mejor tradición -corrompida- del thriller setentero. Todo comienza con un guion muy pulido, donde un excelente diálogo marca el ritmo, a partir de ahí el cineasta es capaz de ensanchar el elemento tiempo mientras construye hábilmente el camino hasta llegar al inevitable final, ejecutado con maestría. El reparto al completo funciona a la perfección, destacando un pletórico Mel Gibson. Realmente buena.
ALESNAKE
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4
23 de agosto de 2018
8 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
-La nueva película de Iram Haq falla por su falta de sutileza y de unos matices muy necesarios.
-Pese a sus profundos problemas es un melodrama desgarrador con revelaciones significativas.

La guionista y directora Iram Haq, nacida en Noruega pero de padres pakistaníes, ya había representado el choque cultural entre la sociedad islámica y el mundo occidental en su ópera prima, I Am Yours. En esta ocasión va más allá y nos cuenta una historia basada en su propia experiencia adolescente cuando a los 14 años su padre la forzó a pasar un año en Pakistán para conocer sus raíces. Por tanto su segunda película tras las cámaras se convierte en todo un manifiesto de denuncia ante las reglas retrógradas de una sociedad que a la directora, como a otras muchas personas, les ha causado un gran sufrimiento. Una meta admirable que se pierde entre la furia del golpe de efecto y la falta de parcialidad.
Nadie duda de que estamos ante una historia difícil, extraída de una dolorosa realidad personal y que debía ser contada. Los problemas de la cinta no vienen de esa historia, sino de una perspectiva unidimensional y efectista que no permite ninguna discusión o reflexión al respecto. Las intenciones de denuncia se verían favorecidas por una observación matizada de los hechos y de los personajes involucrados en ellos, sin embargo el maniqueísmo es más que evidente en el retrato de éstos últimos, que hacen cosas malvadas sin que la película intente siquiera mostrarnos un resquicio de su psicología. Por momentos la cineasta trivializa aspectos fundamentales tanto de las culturas enfrentadas como de situaciones de maltrato y sus protagonistas, convirtiendo una denuncia necesaria en un mensaje peligroso. No hay cabida para la participación del espectador, que simplemente debe permanecer en la butaca soportando el viaje de humillaciones verbales y físicas que sufre Nisha en una espiral de represión e inhumanidad a base de brocha gorda y ciertos subrayados sonrojantes. La visión sesgada de Haq se retuerce hasta convertirse en una execración extrema de la sociedad pakistaní, tan cruda como carente de cualquier arista o claroscuro, el opuesto a una idealizada sociedad occidental donde prima la racionalidad, el respeto y el debate reposado.
La tragedia de Nisha sin duda aterrorizará a cualquier espectador occidental que espere una historia más benevolente o fácil de digerir. Haq sabe como impactar en el público y ante cualquier reproche responde con un golpe más fuerte, pero también es capaz de sacar partido de sus actores y elaborar secuencias muy sólidas que den a conocer situaciones de interés. Todo eso hace más doloroso que la película esté completamente equivocada. Los excesos, la falta de coherencia, la marcada parcialidad y su simplista enfrentamiento entre lo blanco y lo negro corrompen un retrato que nos espabila a base de bofetadas en lugar de darnos espacio para la reflexión, el mejor instrumento para estimular el progreso.
ALESNAKE
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1
6 de febrero de 2017
6 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
-Puede que sea la más aberrante de todas, necesitaría un medidor especial para comparar el martirio y la indolencia que me provoca esta saga.
-Si te estás preguntando porque mi primera frase sobre esta película es negativa, eres una persona con la que no me interesa hablar; ojalá pudiera quitar tu visita de las estadísticas.

Intentaré ser muy breve en mis comentarios sobre este contenido supuestamente audiovisual del cual vengo a blasfemar. Me he dado cuenta de que la vida de un cinéfilo puede ser muy corta según lo que visiona y esta saga me ha estado chupando mi energía vital desde que surgiera en 2002. Pero también informo a cualquiera que se haya adentrado en este articulo, que cuando una película me lleva hasta la arcada o me cabrea especialmente, tiendo a ponerme irascible mientras escribo sobre ella y me alargo con un sinfín de improperios más o menos lúcidos, apreciación que dejo a sus virtudes. Soy un jugador habitual de videojuegos, y me encantaba la saga de Capcom hasta que los “Resident Evil” empezaron a ser juegos de acción dejando muy atrás aquello del “survival horror”. No he jugado a la última entrega que ha salido recientemente, tenía serias dudas acerca de su derecho a pertenecer a la saga, pero le echaré un vistazo, pues la última entrega de la “adaptación” cinematográfica, a cargo de Paul W.S. Anderson, me ha recordado que todo puede ser peor.
Hace un par de líneas he hablado de como estas películas me han ido chupando la energía vital, y respecto a eso tengo la interesante teoría de que Paul W.S. Anderson es un hechicero moderno, que se sirve de las nuevas tecnologías y el cine comercial para difundir su vudú mágico y zombificar al público de esta saga. A menudo pensar ésto me ayuda a comprender porque nadie ha intentando atentar contra su vida por hacer este tipo de “películas” y porque este intento de director y guionista carente de talento no se da cuenta de como infecta la cartelera con cada nuevo producto que saca. Milla Jovovich vuelve a ser Alice, la dura protagonista de esta saga que no solo ha ido endureciendo su personalidad, sino también sus huesos, aunque de eso hablaremos más tarde. Puede que primero deba explicar el motivo por el que me planté en la sala aunque sabía lo que me iba a encontrar. No fue cuestión de demostrar mi resistencia como si me enfrentara a un “Demon Souls” o un “Ninja Gaiden”, la intención era comprobar que esta cosa llegaba a su fin de verdad, que el sufrimiento no se alargaría más, aunque antes tuviera que soportar el clímax. Y si os soy sincero, es muy probable que sea la taquilla la que decida si quiere seguir viendo ésto, y no me fío del gran público, son una masa de idiotas.
Anderson intenta cerrar la saga por todo lo alto, con una montaña rusa de acción en la que el verdadero protagonista resulta ser el despropósito. Además ni siquiera se molesta en intentar estructurar una narración sólida o coherente, sólo una previsible línea recta de chorradas hasta un desenlace conocido y alargado con clones, resurrecciones, dos docenas de huesos rotos que solo enfatizan las ganas de hacer piruetas y una descacharrante aplicación a la que le faltaba algún “dlc” o micropago para funcionar correctamente. La dirección es pésima, tanto que no sé como los equipos tecnológicos no se suicidaban viendo la forma en la que los utilizaban o como la cabina de montaje no reventó en un fugaz intento de reivindicación. La cámara no para quieta ni medio segundo, que es la media de duración de los planos en este batiburrillo en el que nunca se distingue nada de lo que ocurre ni a los implicados. Luego están esos diálogos de serie B, tan absurdos y autoconscientes que rozan el límite de lo tolerable, si hubiera manera de vomitar recuerdos no hubiera dejado de meterme los dedos. Por último, está un trabajo de sonido que bien podría ser condenado por su insana insistencia en dejar sordo al espectador. Puesto que la empatía es imposible con semejantes personajes de cartón y actores de piedra, y se conoce que hay que estar mal acostumbrado o majara perdido para que algo de esto te parezca emocionante, la banda sonora se propone subir los decibelios hasta que sientas algo, si es la perforación del tímpano o algún desprendimiento repentino, al menos te llevas un recuerdo.
Es curioso que en el cine siempre exista una cura para cualquier virus, por desgracia en la vida real está demostrado que no, y por eso esta franquicia sigue extendiéndose. El hilarante rollo religioso y las resonancias del villano, el énfasis de la figura femenina y el insustancial desenlace político-social son solo algunas claves más del verdadero horror que nos ofrece esta película. Si no hay ni un solo plano que no sea vacío y desechable, ni un actor competente, ni una línea de diálogo que se defienda del aplastante y ruidoso absurdo; si sencillamente no hay nada en una película que merezca la pena ser visto ni por el precio reducido de la entrada ni gratis; ni un solo elemento que compense la paciencia imperturbable que exige el producto; entonces es básicamente que no tiene valor alguno. Empieza pronto la carrera por el título a peor película de 2017 y el matrimonio Jovovich-Anderson apuesta muy fuerte. Por favor, esta vez que no reviva.
ALESNAKE
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4
3 de abril de 2020
5 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque cuenta con una premisa interesante y una atractiva factura visual, toda su narrativa gira en torno a una única idea que no acepta matiz alguno ni se desarrolla más allá de su punto de salida.
Se trata de una alegoría oportuna pero muy insuficiente, que prefiere la provocación a la sutileza y opta por la brocha gorda en cada decisión. Meritoria es su forma de sofocar al espectador, de lanzarle a una realidad alienante, cruel y desalentadora que nos dice mucho sobre nuestra sociedad, y de reirse de todo ello con unas gotas de humor negro. Sin embargo conforme subraya más y más los fundamentos y las implicaciones de su mensaje, este se vuelve más tenue y superficial, y la película va haciéndose bola hasta un desenlace mediocre. Una conclusión abierta cuya dualidad responde mejor como término ficcional que como remate sólido al asunto sugerido por su motor simbólico.
El hoyo nos devuelve a la tierra con una idea diáfana: Todo es una mierda. Pues vale.
ALESNAKE
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3
22 de septiembre de 2016
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
-McConaughey lleva las riendas de una película de buenas intenciones pero tibios resultados. Gary Ross no está a la altura de las circunstancias.
-Película fría, errática y aburrida. Entre la biografía solemne y complaciente, la dispersa y superficial lección de historia y los destellos de épica con toque western.

Tengo un amigo que lleva mucho tiempo esperando este proyecto de McConaughey, y creo sinceramente que con la sucesión de conversaciones me ha transmitido su ansia por verlo. La verdad es que no pintaba nada mal. La vuelta de Gary Ross a la dirección tras la sobrevalorada “Los juegos del hambre”, era la oportunidad de descubrir si aún podía brindarnos películas de interés o su descanso tras “Seabiscuit” le arrebató de alguna forma su habilidad tras las cámaras. Además el guión para la historia real de Leonard Hartman, está escrito por el propio Ross. Por último tenemos a McConaughey a los mandos de la historia, seguido de unos competentes secundarios, por ejemplo: Gugu Mbatha-Raw, Keri Russell, Mahershala Ali, Brad Carter y Sean Bridgers. Pese a todo esto, lo más atractivo de esta propuesta no reside en el equipo que la lleva a cabo, sino en la propia historia. Gary Ross recupera -o desentierra- una parte fascinante y relevante de la historia americana. Ahora toca examinar su forma de retratarla.
Y el retrato es torpe, frívolo, oblicuo y condescendiente. Pero vayamos por partes. El inicio de la película es enérgico. El primer tramo entre las trincheras y los instantes iniciales en el pantano me mantienen interesado. También me convence pronto la buena labor del director de fotografía Benoît Delhomme (“Lawless”, “The Proposition”), cuyo trabajo conjunto con Ross consigue capturar los ambientes de la época. Conforme la película avanza me parece estar viendo una mezcla de “Cold Mountain” y el “Robin Hood” de Kevin Reynold, pero sin destacar en ninguno de los aspectos respectivos de ambas cintas. Al mismo tiempo aumentan mis sospechas de que la película se centra más en idealizar al personaje de Knight que contar la magnífica historia que tiene entre manos. Se acaba convirtiendo por tanto en una especie de hagiografía ligera en la que el director transforma incluso los tintes vengativos del personaje en un reflejo de la justicia de una nación. Sería imposible creérselo de no ser por la labor de McConaughey. Así prosigue el filme: cada minuto más desconectado del espectador, más superficial en su mensaje y más desarticulado en su estructura, género y objetivos. Continúa debatiéndose entre la aventura épica y la lección de historia maniquea mientras introduce escenas aisladas que creen reforzar el discurso pero sólo alargan el metraje. Tampoco cree oportuno mostrar el desarrollo del grupo protagonista o que las relaciones entre Knight y sus mujeres sean creíbles ni mucho menos interesantes. Aunque lo problemático es que la emoción queda relegada a un segundo puesto y un servidor mira desde fuera como se suceden los acontecimientos, sabiendo el desenlace y sin importarle demasiado los pasajeros detalles del trayecto. Por todo ello los bostezos se hacen cada vez más largos y numerosos. Gary Ross rompe la linealidad de la historia mediante flashforwards del hijo de Knight, acusado por casarse con una blanca a pesar de tener un porcentaje de sangre negra. Una escenas que sacan todavía más al espectador de la historia que se cuenta aunque colcoadas de otro forma podrían funcionar. La puesta en escena se centra en los planos generales y los primeros planos de la cara de McConaughey, que junto con la disposición de elementos para ensalzar su figura, parecen un intento de Ross para entrar de alguna forma en la carrera por el Oscar. Otra herramienta del director son las fotografías reales que utiliza en sus transiciones históricas por bloques, algo que refuerza el contexto histórico y el alegato. En cuanto al guión, puedo encontrar un buen número de decisiones y virtudes elogiables, sin embargo camina prácticamente siempre por los mismos senderos que otras cien películas, y de nuevo es McConaughey quien lo hace funcionar por encima de sus posibilidades, convirtiendo un diálogo agudo en una declaración poderosa. Aparte del maniqueísmo, hay algunos errores bastante gordos.
Era necesario contar esta parte de la historia, pero no hacerlo de cualquier manera. Ross no está a la altura de lo que pretende narrar y sin duda la complejidad de esta historia del modo que el cineasta ha querido captarla, requería una miniserie y no una película larga, tediosa y superficial. Así pues, aunque bienintencionada y con virtudes, “The Free State of Jones” es una versión terriblemente aburrida y pálida, de una historia sombría, densa e importante. McConaughey entrega una interpretación muy sólida que enriquece el filme, pero esta lección de historia debería impartirla otro profesor, con otro enfoque y distintos recursos.
ALESNAKE
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