"Furiosamente melodrámatica y violentamente personal", dice Luis Martínez de El Mundo. Descripción realmente acertada. Una disertación sobre el ser y el estar, sobre la concepción de nuestra identidad y el cómo afecta a nuestras vidas. Una fotografía del alma, hecha con una fotografía espectacular, de lo más destacable del film, esos planos desde ángulos imposibles e inigualables. Personalmente, he salido temblando del cine

La perfección de la interpretación: La vida de los otros
La emotividad sin edulcorantes: La vida de los otros
La transición psicológica: La vida de los otros
El alegato por la libertad: La vida de los otros
La humanidad deshumanizada: La vida de los otros
La hipocresía social: La vida de los otros
El todo por los ideales: La vida de los otros
La muerte de la compasión: La vida de los otros
El resurgimiento de la piedad: La vida de los otros
Un perfecto e impresionante Ulrich Mühe: La vida de los otros
Su recuerdo indeleble: La vida de los otros
DEP Ulrich Mühe

A pesar de estar basada en la historia inquietante de un experimento psicológico real no muy ético, el sensacionalismo que le inculca el director a la película la fastidia realmente. La historia de amor sobra completamente, y tiene tintes de americanada fílmica. Pero para quien no conozca el susodicho experimento, es una forma de acercarse e informarse cercana. Por tanto, una película pasable.

Hay tantas y tan malas películas de acción, que ver una como esta, aunque no sea la mejor película del mundo, te deja un regustillo dulce. Las hay más sesudas, filosóficas y tremebundas, pero dentro de su género destaca. Dejemos aparte a Lars Von Trier, Stanley Kubrick y demás genios y comparemos esta película con las americanadas a que nos tiene acostumbrados Hollywood, la mayor parte de ellas haciéndose llamar de acción. Retrata a la perfección el perfil de un sociópata, tiene una fotografía genial, una música maravillosamente elegida, diálogos que dan que pensar y personajes con trasfondo. Para mí todo eso es suficiente para darle un notable.
Lo mejor: La atmósfera que Mann crea de la ciudad de noche, la bonita visión que da de ella a pesar de su lado oscuro, en cierto modo, poética

Aunque a nivel técnico es bastante mejorable, el argumento que desarrolla y entreteje hace que merezca la pena el aguantar esos fallos, ya que es como un jarro de agua fría para el corazón. Una apuesta valiente de Fesser, que no tiene que quedar en el olvido.