Se cuida mucho la descripción de ambientes en las películas de Garci. Tanta minuciosidad hace que me transporte a la forma de pensar-hacer-vivir de mis abuelos. Eso me fascina. Pues bien, en la última y violenta escena de la película de este clásico con regusto a años 20, aparece en el tablón del atrio de una iglesia de un pequeño pueblo asturiano un cartel de "Octubre Misionero", campaña reciente de la Iglesia para el Domund.
Por lo demás y salvo esta tontería, la película tiene todo lo que ofrece el cine de Garci: Un caramelo para paladear sin prisa y que tampoco produce empacho.

No incluye accidentes de tráfico como nexo de los personajes. No está descompuesta en la sala de montaje para que te toque a tí recomponerla en la butaca. El desenlace no está propiciado por ninguna escena brutal. Tampoco se acerca nada a una ñoña comedia romántica.
Habla del Alzheimer, de la búsqueda de la identidad, del conflicto generacional, de la infidelidad, de aprender a convivir con la enfermedad, ... De todo lo que vemos que ocurre a nuestro alrededor. Los personajes e interpretaciones son absolutamente cercanos.
Pero... desde el principio te vas oliendo que la escena principal transcurrirá bajo una lluvia torrencial, que las casas serán de revista de decoración número Jun-2007 y que todos serán bellísimos. Es una película norteamericana, ¡qué remedio!

El hijo parece mayor que la madre, muy al final de la película. Es algo intrascendente cuando te han hecho pensar durante 100 minutos.Puedes contemplar en qué se pueden convertir 12 días si los llenas de imaginación, amor, fe y confianza. ¡Hala, a verla y a meditar al salir del cine, que a todos nos viene bien!

La primera película de "chinos" que podemos creernos, porque al fin y al cabo son dibujos. Ritmo alto y mantenido, sin enloquecimiento. Filosofía Oriental, que tan ajena nos es y tanto nos aprovecharía. Se hace un suspiro. La media sonrisa se mantiene toda la película. Con este fondo, ¡qué más me da la forma, sobre la supuestamente "anticuada" calidad de la animación!

No hay tacos. Ni uno. Se habla con sutileza de lo que es monotema en el cine español: Sexo. También se tratan más asuntos, con buen gusto y admitiendo todos los puntos de vista. Se respeta la visión de creyentes y de no creyentes. Se admite que existe el Misterio en la vida. No todo es negativo, nihilista, materialista, desesperanzado. Hay creencia y esperanza.
Siendo el cine un negocio, ¿no se dan cuenta de que más del 70% de españoles se declara cristiano? ¿Y no necesitan llenar las salas?
Esta peli parece americana de los años 50, pero ¡qué actual!
Y ES VERDADERAMENTE PARA TODOS LOS PÚBLICOS.