"A cambio de Nada" está lleno de maravillas.

Los protagonistas, si fueran aún más creíbles, se te aparecerían en la próxima visita que hicieras a la mesa de camilla de tu abuela; y te contarían una historia con la gracia fresca de su juventud y el laborioso transcurso de los años que aún se mueven sabios, los de Antonia Guzmán, la maravillosa abuela del director. Y es que no se puede disfrutar la vida sin niños (o no tan niños) y sin nuestros mayores.
Tampoco sin animales.
Una de esas pocas películas que no usa a los animales como payasos adiestrados o elementos arrojadizos.
Hay un vicio ya casi formal dentro del cine. Si no se trata de cine infantil, familiar o comedia ultra-amable, animal que sale, animal que acaba palmando por ajuste de cuentas mafiosas, venganzas psicópatas, accidentes traumáticos o, en "el mejor" de los casos, arrojados al vacío en algún sketch supuestamente chispeante.

Pues he aquí Tyson, un perro que sólo es un perro, que sobrevive acompañando a su amo, que no ha sido entrenado para saltos mortales ni entretener al personal, que se limita a hacer lo que hace cualquier can: dar besitos a los humanos e intentar pinchar con su especie.

A Cambio de Nada. Tan entrañable, dura y auténtica que se deja robar.

Emily es la protagonista de su vida aunque todo indique lo contrario. Como núcleo, una madre biológica fallecida y unos adoptivos que dan a luz toda la atención en la futura promesa masculina de la familia. A su vez, este único hermano también la ignora y cree tener un fascinante sentido del humor cuando se ríe de ello.
Emily sólo parece existir para su adorable gato epiléptico.

La historia de su vida se ignora hasta en dimensión técnica, no hay saturación gráfica, ni cámaras voladoras, ni tensión melódica para ella. Todo se vuelca en mister_brother Tayler.

Fuck! Fuck! Fuck!
Hasta que llega el tsunami. Y Emily, tan apartada, tan poco estimulada, llega a creer que es su responsabilidad no haber parado la ola devastadora.
Justo antes del arrase Emi tiene la suerte de conectar y despedirse a la vez de su destino, se le concede un primer plano en un abrazo hermosísimo con el supuesto protagonista.
Cada circunstancia se transmitió con tal efecto que en este breve gesto de amor, palpamos toda la presión con la que crece Tyler, presión capaz de bloquear la relación fraternal más valiosa que pueda experimentarse.

Tras ese abrazo Emily se ve por fin. Cierto que dentro de una sobresaturada pesadilla, pero al fin tiene cara, gestos y un alma preciosa capaz de hacerse por completo no solo con su propio relato, sino con el de toda la prole.
Su humilde pero determinada actuación la lleva a conocerse por fin a sí misma. A través de la fortaleza, la prudencia, la lucha, la valentía, el perdón y la negra esperanza.
No es una crucificada que va a expiar los pecados de la familia a través de sus propios sacrificios. No es una traumada por mucho que el designio se empeñe, pues no teme amar, follar y fluir en éxtasis.

No parece que sean dos películas, veo una, tal vez tan grande que parece doble, pero en cualquier caso ambas son de Emily.
Es ella la que se descubre sin ayuda, la que destapa el brillo del padre y madre, es ella la que tiene el poder de reconstruir la trama despiadada que ha heredado.

Crear un guión consistente en el desconcierto de lo marginal, puede ser crear demasiado. La mayoría de vidas han de funcionar sin él, sujetándote a la fuerza de las imágenes (de lo único que se declara Gabi fan, en lo único que no miente), agarrándote a las obsesiones incompletas y a las frases indeterminadas.
Los cuatro protagonistas parecen entenderlo, aunque como personajes de sus subpasajes sean lo único que entiendan.

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"Ardiente Paciencia" es la primera adaptación en cine de la novela de Pablo Neruda del mismo nombre, luego vendría IL POSTINO (El cartero, 1995).La historia se sitúa en el Chile de 1969-1973 (año en el que derrocan a Salvador Allende y muere Neruda), en un pueblo llamado Isla Negra. El cartero de la zona Mario Jiménez queda impresionado al conocer a Neruda y descubrir el poder de la poesía; enamorado de Beatríz González encuentra en esta expresión todo lo necesario y más para conquistarla.Mario quiere aprenderlo todo acerca de las metáforas, a su inquietud Neruda le contesta con un "Para aclarártelo más o menos imprecisamente, son modos de decir una cosa comparándola con otra". Los hechos históricos que se retratan son la Presidencia de Allende, el premio Nobel de literatura, nombramiento de Neruda como embajador de Chile en Paris, muerte de Allende, muerte de Neruda, transición política del país.


Me quedo con la interpretación de la madre de Beatriz y el momento en el que se enfrenta a Neruda:
-Desde hace algunos meses merodea mi hostería ese tal Mario Jiménez. Este señor se ha insolentado con mi hija de apenas dieciséis años.
-¿Qué le ha dicho?
La viuda escupió entre los dientes:
-Metáforas.
El poeta tragó saliva.
-¿Y?
-¡Que con las metáforas; pues don Pablo, tiene a mi hija más caliente que una termita!
-Es invierno, doña Rosa.
-Mi pobre Beatriz se está consumiendo entera por ese cartero. Un hombre cuyo único capital son los hongos entre los dedos de sus pies trajinados.

Si las incalculables marcas numeradas uniformaban a las víctimas del holocausto y las convertían en idénticas piezas del mismo ganado condenado, cada uno de ellos ha sobrevivido al horror con tácticas tan diferentes que, paradójicamente, la distinta manera de enfocar lo sufrido y lo insufrible los ha convertido en seres humanos no excepcionales, directamente, exclusivos.

Aquellos horrores no pueden describirse por mucho que nos impresionen los testimonios. En éstos la superviviente Zoka Levy menciona el deseo de ser perro para poder catar el calor de una hoguera entre otros lujos salvajes... Es cierto que aquellos pastores alemanes estaban muy por encima de los aniquilados, tan cierto como peligroso es creer que Hitler y el resto de nazis fueran defensores de la vida animal, comparación manipulable que algún degenerao ha usado incluso para atacar a los proteccionistas-animalistas.

Qué peligroso es considerarlo así, pues quienes protegemos también a los animales no humanos lo que menos amamos, sin necesidad de desprecio, es la cuna en sí. Sabemos que priorizar pedigrí es caer en la misma máxima por la que ellos masacraron, si crees que la "ideología nazi" tenía tendencias pro-animalistas sólo porque explotaban a pastores alemanes con menos crueldad que la aplicada a los humanos sin pedigrí, compartes entonces con ellos la creencia de que amar la raza significa amar la especie.

Es posible que los nazis admiraran unas cualidades animales que inconscientemente identificaban superiores a su propia monstruosidad, que por acariciar insistentemente sus inocentes hocicos algo bueno se les pegaría.

Documentales como "Numbered" nos demuestran una vez más, y las miles que quedan, que amar la raza y sus características vinculantes es el único consuelo del que no puede aspirar a lo más alto: cuidar la raíz y base a la que todos pertenecemos.
Un eterno infierno del que nunca se harán suficientes documentales, el puto horror de una realidad inalcanzable.

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