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7
2 de junio de 2018
2 de junio de 2018
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Joe Lampton, 25 años, llega de la pequeña y paupérrima localidad de Dufton, su lugar de nacimiento y residencia, a la de Warnley, mejor colocada económica y socialmente (ambas poblaciones son ficticias), para trabajar como administrativo en el ayuntamiento. Lampton, de orígenes muy humildes, solo tiene una idea, hacerse millonario 'cazando' a una rica con quien casarse. Su trabajo trepador no le resultará fácil, la elegida tiene prometido; pero será otra mujer, casada y diez años mayor que él, quien, al cruzarse en su camino, le pondrá muy difícil el alcanzar su objetivo.
Jack Clayton, en su debut en el largometraje, se sirve de la novela homónima de John Braine, con guion de Neil Paterson. El novel director adopta las normas del casi recién creado 'Free Cinema' (movimiento artístico-cinematográfico que se quería apartar de la ficción estadounidense del momento, tratando de acercar el realismo y las diferencias sociales, principalmente, a la pantalla; adoptando, en la forma, un aire semejante a la de la nouvelle vague), si bien en este caso estamos ante una muestra que cae en el melodrama.
El guion es muy fiel a la novela de referencia, tan solo se diferencia en pequeños aspectos. La película está muy bien dirigida y cuenta con un montaje eficaz. Clayton compone unos cuadros bellos y competentes, acompañados de una admirable fotografía; y resalta la actitud y sentimientos de los personajes en todo momento utilizando los primeros planos incidiendo tan solo lo justo en ello.
La historia nos muestra la vida de un don nadie que se cree capaz de llegar a lo más alto de la cima social de una localidad pequeña, apoyado únicamente en su elevada autoestima como seductor, siendo en realidad una persona cobarde y celosa, con un puritanismo y machismo del que no se ha deshecho a pesar de sus aires impostados de liberalismo. Finalmente el cazador resultará cazado y las consecuencias de sus actos irán en sentido contrario a lo que él se había propuesto, haciendo mucho daño en su camino. Las mujeres ocupan un segundo plano en esa sociedad, en muchas ocasiones, tratadas por los hombres como si fueran de su propiedad, si bien son ellas más fuertes que ellos, aunque resulten víctimas de los primeros (en relación a esto último hay que decir que esta cinta fue la primera en el cine británico que mostró un adulterio explícito a la vez que satisfactorio, lo que supuso que fuera calificada con una 'X' durante un período de tiempo).
Buen filme, tanto en lo técnico como en lo artístico, con una gran interpretación de Simone Signoret, pero que no se libra de pasar del realismo pretendido al melodrama.
Jack Clayton, en su debut en el largometraje, se sirve de la novela homónima de John Braine, con guion de Neil Paterson. El novel director adopta las normas del casi recién creado 'Free Cinema' (movimiento artístico-cinematográfico que se quería apartar de la ficción estadounidense del momento, tratando de acercar el realismo y las diferencias sociales, principalmente, a la pantalla; adoptando, en la forma, un aire semejante a la de la nouvelle vague), si bien en este caso estamos ante una muestra que cae en el melodrama.
El guion es muy fiel a la novela de referencia, tan solo se diferencia en pequeños aspectos. La película está muy bien dirigida y cuenta con un montaje eficaz. Clayton compone unos cuadros bellos y competentes, acompañados de una admirable fotografía; y resalta la actitud y sentimientos de los personajes en todo momento utilizando los primeros planos incidiendo tan solo lo justo en ello.
La historia nos muestra la vida de un don nadie que se cree capaz de llegar a lo más alto de la cima social de una localidad pequeña, apoyado únicamente en su elevada autoestima como seductor, siendo en realidad una persona cobarde y celosa, con un puritanismo y machismo del que no se ha deshecho a pesar de sus aires impostados de liberalismo. Finalmente el cazador resultará cazado y las consecuencias de sus actos irán en sentido contrario a lo que él se había propuesto, haciendo mucho daño en su camino. Las mujeres ocupan un segundo plano en esa sociedad, en muchas ocasiones, tratadas por los hombres como si fueran de su propiedad, si bien son ellas más fuertes que ellos, aunque resulten víctimas de los primeros (en relación a esto último hay que decir que esta cinta fue la primera en el cine británico que mostró un adulterio explícito a la vez que satisfactorio, lo que supuso que fuera calificada con una 'X' durante un período de tiempo).
Buen filme, tanto en lo técnico como en lo artístico, con una gran interpretación de Simone Signoret, pero que no se libra de pasar del realismo pretendido al melodrama.
6
8 de octubre de 2016
8 de octubre de 2016
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aksel Borgen reside en Kuala Lumpur, con su mujer, Angie, e hijo, Tim, donde dirige, en su parte económica, una gran compañía china dedicada a la investigación tecnológica. Su vida dará un vuelco cuando desde Lifjord, su pequeña localidad natal noruega, recibe la llamada de William, expresidente de una compañía de investigación ambiental, pidiéndole ayuda, pues esa empresa, que ocupa a buena parte de la población del lugar, se encuentra en situación de quiebra. Aksel, en contra de la opinión de los socios de la firma para la que trabaja, toma la decisión de comprar la sociedad noruega; no solo lo hace para ayudar a su amigo y a su pueblo, sino para regresar a él y enfrentarse, de esa manera, a grandes fantasmas interiores, pues 20 años atrás tuvo que abandonar su país tras ser absuelto como autor del crimen de Karine, una joven de 16 años con la que salía, hija de William y Eva, actual presidenta de la empresa y que nunca ha dejado de creer en la culpabilidad de Aksel como asesino de su hija.
A raíz de la sinopsis expuesta, todo un mundo de emociones, pasiones y situaciones, cada cual más dramática y tensa, se desata en la pequeña Lifjord.
Miniserie de 10 capítulos, de unos 45 minutos de duración cada uno. El guion resulta complejo, se refiere a algo ocurrido con 20 años de anterioridad al presente de la acción, sin utilizar flashbacks, sino tan solo la supuesta memoria de los variados personajes que pueblan el argumento. Miniserie negra en contraste con los idílicos paisajes veraniegos de los fiordos noruegos. Guionistas y directores consiguen un entramado conjunto angustioso sobre las razones y sinrazones de las formas de actuar de cada personaje. Todo ello da lugar a un punto de partida y primeros compases del nudo de la obra muy interesantes, lo malo es que todo ello se irá dilatando con subtramas que no están a la altura del eje de la historia que se nos cuenta, núcleo que también se terminará haciendo reiterativo; en resumen, a mi juicio, sobran capítulos en este relato en el que se llega a un final que resulta creíble, cerrando muchos de los asuntos paralelos abiertos y otros no.
A raíz de la sinopsis expuesta, todo un mundo de emociones, pasiones y situaciones, cada cual más dramática y tensa, se desata en la pequeña Lifjord.
Miniserie de 10 capítulos, de unos 45 minutos de duración cada uno. El guion resulta complejo, se refiere a algo ocurrido con 20 años de anterioridad al presente de la acción, sin utilizar flashbacks, sino tan solo la supuesta memoria de los variados personajes que pueblan el argumento. Miniserie negra en contraste con los idílicos paisajes veraniegos de los fiordos noruegos. Guionistas y directores consiguen un entramado conjunto angustioso sobre las razones y sinrazones de las formas de actuar de cada personaje. Todo ello da lugar a un punto de partida y primeros compases del nudo de la obra muy interesantes, lo malo es que todo ello se irá dilatando con subtramas que no están a la altura del eje de la historia que se nos cuenta, núcleo que también se terminará haciendo reiterativo; en resumen, a mi juicio, sobran capítulos en este relato en el que se llega a un final que resulta creíble, cerrando muchos de los asuntos paralelos abiertos y otros no.
7
14 de marzo de 2014
14 de marzo de 2014
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie policiaca, sueco-danesa en su producción, que tiene dos temporadas, una de diez capítulos (es la que voy a comentar) y otra, posterior, de cinco capítulos. Aunque los protagonistas son los mismos las historias que se nos cuentan en las respectivas temporadas son distintas.
El cadáver de una mujer, eso parece en un principio, aparece cortado en dos en el puente que une Suecia y Dinamarca, justo en su punto intermedio, este hecho hará que intervengan las policías de ambos países.
El caso se irá alargando al tratarse de un asesino en serie, lo que además de alargar la trama la hará más interesante pues éste trata de despistar al escoger a sus víctimas, generalmente, por grupos sociales. Hasta el penúltimo capítulo no se sabrá la identidad del asesino y lo que éste pretende.
La investigación del caso la llevan Saga Norén (Sofía Helin) policía de Malmoe, y Martin Rohde (Kim Bodnia) policía de Copenhague. Ambos policías tienen caracteres muy distintos, Saga sufre el síndrome de Asperger, lo que le dificulta su relación con los demás, si bien posee una gran inteligencia, y Martin es un hombre bonachón que sufre diversos problemas familiares. La relación entre ambos policías tiene tanta importancia en el desarrollo de la serie como el caso en sí y supone la única entrada de algo de humor en el argumento. Aparte de sus distintos temperamentos se resalta la rivalidad existente entre suecos y daneses, pues aunque para la mayoría del resto de ciudadanos europeos o mundiales sean iguales por escandinavos, ellos sí se diferencian, según se apunta en esta historia los suecos parecen tener una mayor fama de rígidos y formales que los daneses, que de alguna manera no parecen tan fríos y cerebrales como sus vecinos del norte.
La serie nos muestra una ambientación fría y gris, como en realidad deben ser esas dos ciudades, Malmoe y Copenhague, una dirección directa, sin evasivas ni oportunismos, una excelente fotografía y una gran interpretación en todos sus papeles.
De 'Bron' o 'Broen' según se lea en sueco o en danés, el año pasado se hizo una versión en EEUU, con mucha mayor diversificación tanto en el argumento como en los personajes, y mucho más dispersa de su trama central que quedaba bastante diluida con tanta tramoya diferente.
El cadáver de una mujer, eso parece en un principio, aparece cortado en dos en el puente que une Suecia y Dinamarca, justo en su punto intermedio, este hecho hará que intervengan las policías de ambos países.
El caso se irá alargando al tratarse de un asesino en serie, lo que además de alargar la trama la hará más interesante pues éste trata de despistar al escoger a sus víctimas, generalmente, por grupos sociales. Hasta el penúltimo capítulo no se sabrá la identidad del asesino y lo que éste pretende.
La investigación del caso la llevan Saga Norén (Sofía Helin) policía de Malmoe, y Martin Rohde (Kim Bodnia) policía de Copenhague. Ambos policías tienen caracteres muy distintos, Saga sufre el síndrome de Asperger, lo que le dificulta su relación con los demás, si bien posee una gran inteligencia, y Martin es un hombre bonachón que sufre diversos problemas familiares. La relación entre ambos policías tiene tanta importancia en el desarrollo de la serie como el caso en sí y supone la única entrada de algo de humor en el argumento. Aparte de sus distintos temperamentos se resalta la rivalidad existente entre suecos y daneses, pues aunque para la mayoría del resto de ciudadanos europeos o mundiales sean iguales por escandinavos, ellos sí se diferencian, según se apunta en esta historia los suecos parecen tener una mayor fama de rígidos y formales que los daneses, que de alguna manera no parecen tan fríos y cerebrales como sus vecinos del norte.
La serie nos muestra una ambientación fría y gris, como en realidad deben ser esas dos ciudades, Malmoe y Copenhague, una dirección directa, sin evasivas ni oportunismos, una excelente fotografía y una gran interpretación en todos sus papeles.
De 'Bron' o 'Broen' según se lea en sueco o en danés, el año pasado se hizo una versión en EEUU, con mucha mayor diversificación tanto en el argumento como en los personajes, y mucho más dispersa de su trama central que quedaba bastante diluida con tanta tramoya diferente.

8.1
36,679
9
18 de abril de 2020
18 de abril de 2020
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antonius Block, caballero que ha luchado en las cruzadas durante diez años, regresa junto a su escudero Jöns a su Suecia natal, tierra asolada por la peste en ese momento, a mediados del siglo XIV. Inesperadamente la Muerte sale a su encuentro dispuesta a llevárselo. Antonius tratará de dilatar ese momento proponiéndole a esta jugar una partida de ajedrez (algo en lo que él es experto). La Muerte acepta la proposición de Block.
Ingmar Bergman toca el tema de la angustia del hombre ante su final de manera frontal. Lo reviste, como a casi toda su obra con un punto de vista existencialista, en la que la creencia, y la duda, en la existencia de Dios, o no, tiene una importante presencia; pero, sobre todo, lo principal en esta obra es la lucha que se establece entre el deseo de supervivencia del ser humano, por muy miserable que resulte su existencia, ya sea creyendo en la trascendencia de esta o no, y la presencia inminente del fin de su vida.
No faltan reflexiones sobre lo cortos que resultan los momentos de placer durante la existencia humana comparados con los acompañados de sufrimiento, ni la visión del clero y su religión como pura superstición, interesada, por cierto, ni el mundo del teatro (esos actores serán los únicos personajes que burlarán los mortales efectos de la epidemia). Tampoco permanecerá ausente la idea del amor (desde el más mundano al más sublimado), ni un fino e irónico sentido del humor en medio de tan magna tragedia. La pureza, tan rara que se le da una apariencia un tanto irreal (en las visiones de Jof, principalmente), que aparece en el matrimonio formado por el citado Jof y Mia, acompañados de su pequeño hijo Mikael, también tiene cabida.
Bergman firma un guion de enorme calidad y le dota de una dirección sublime, con una portentosa composición escénica, con el acompañamiento de la magnífica fotografía de Gunnar Fischer; todo ello en una película que se rodó tan solo en 35 días.
Ingmar Bergman toca el tema de la angustia del hombre ante su final de manera frontal. Lo reviste, como a casi toda su obra con un punto de vista existencialista, en la que la creencia, y la duda, en la existencia de Dios, o no, tiene una importante presencia; pero, sobre todo, lo principal en esta obra es la lucha que se establece entre el deseo de supervivencia del ser humano, por muy miserable que resulte su existencia, ya sea creyendo en la trascendencia de esta o no, y la presencia inminente del fin de su vida.
No faltan reflexiones sobre lo cortos que resultan los momentos de placer durante la existencia humana comparados con los acompañados de sufrimiento, ni la visión del clero y su religión como pura superstición, interesada, por cierto, ni el mundo del teatro (esos actores serán los únicos personajes que burlarán los mortales efectos de la epidemia). Tampoco permanecerá ausente la idea del amor (desde el más mundano al más sublimado), ni un fino e irónico sentido del humor en medio de tan magna tragedia. La pureza, tan rara que se le da una apariencia un tanto irreal (en las visiones de Jof, principalmente), que aparece en el matrimonio formado por el citado Jof y Mia, acompañados de su pequeño hijo Mikael, también tiene cabida.
Bergman firma un guion de enorme calidad y le dota de una dirección sublime, con una portentosa composición escénica, con el acompañamiento de la magnífica fotografía de Gunnar Fischer; todo ello en una película que se rodó tan solo en 35 días.

6.5
589
7
2 de febrero de 2019
2 de febrero de 2019
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediados de Diciembre de 1962. José y Mari Carmen, pareja de novios, él estudiante de Derecho y ella de Filosofía y Letras, en Madrid, toman el tren para pasar el día en Toledo. Por fin van a disfrutar de un día solos alejados de su entorno, aunque para ello Mari Carmen haya tenido que engañar a sus padres diciéndoles que se quedaría a comer en la facultad.
Debut en el largometraje de Francisco Regueiro. Opera prima de gran resultado de este notable director que tan poco se prodigó posteriormente en su trabajo, solo ha dirigido diez películas a lo largo de su carrera, muy a su pesar; muchas menos de las que, por su calidad, hubiese merecido.
El director vallisoletano envuelve su historia, y al espectador, en el ambiente gris, de monótona rutina, de la época. Con una cadencia lenta, pero con el ritmo preciso (excelente la labor de montaje), para mostrar el encorsetamiento de la vida de aquellos tiempos. A la vez se nos narra la historia íntima de esa joven pareja que en unas horas llegará a conocerse más a sí misma que lo que lo había hecho durante el año que llevaba junta.
Visto lo anterior desde la gran distancia temporal transcurrida hay que pensar que ese ambiente era así, generalizando, aunque hubiese, por supuesto, excepciones en las cuales la vida también bullía. Del mismo modo hay que tener en cuenta a la hora de valorar aquella situación el origen social de los protagonistas, ambos de familias pudientes; la mayoría de jóvenes de comienzos de los 60 tenían muy difícil el poder acceder a la universidad, máxime, como en este caso, sin compaginar los estudios con un trabajo.
Francisco Regueiro, en definitiva, describe muy bien un fresco de un período, la dificultad de las relaciones de una pareja de novios, engarzando perfectamente ambos ámbitos, el social y el personal. A la meritoria labor de dirección, con encuadres bien conseguidos, le acompañan en su logro tanto la fotografía en blanco y negro de Juan Julio Baena como el montaje de Pablo G. del Amo. Tres nombres que han quedado escritos con mayúsculas en la cinematografía española.
Debut en el largometraje de Francisco Regueiro. Opera prima de gran resultado de este notable director que tan poco se prodigó posteriormente en su trabajo, solo ha dirigido diez películas a lo largo de su carrera, muy a su pesar; muchas menos de las que, por su calidad, hubiese merecido.
El director vallisoletano envuelve su historia, y al espectador, en el ambiente gris, de monótona rutina, de la época. Con una cadencia lenta, pero con el ritmo preciso (excelente la labor de montaje), para mostrar el encorsetamiento de la vida de aquellos tiempos. A la vez se nos narra la historia íntima de esa joven pareja que en unas horas llegará a conocerse más a sí misma que lo que lo había hecho durante el año que llevaba junta.
Visto lo anterior desde la gran distancia temporal transcurrida hay que pensar que ese ambiente era así, generalizando, aunque hubiese, por supuesto, excepciones en las cuales la vida también bullía. Del mismo modo hay que tener en cuenta a la hora de valorar aquella situación el origen social de los protagonistas, ambos de familias pudientes; la mayoría de jóvenes de comienzos de los 60 tenían muy difícil el poder acceder a la universidad, máxime, como en este caso, sin compaginar los estudios con un trabajo.
Francisco Regueiro, en definitiva, describe muy bien un fresco de un período, la dificultad de las relaciones de una pareja de novios, engarzando perfectamente ambos ámbitos, el social y el personal. A la meritoria labor de dirección, con encuadres bien conseguidos, le acompañan en su logro tanto la fotografía en blanco y negro de Juan Julio Baena como el montaje de Pablo G. del Amo. Tres nombres que han quedado escritos con mayúsculas en la cinematografía española.
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