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Críticas de Elcinederamon
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Críticas 1,665
Críticas ordenadas por utilidad
8
14 de enero de 2016
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi vida sin mí de Isabel Coixet es un drama con toques románticos basado en una joven que descubre que va a morir de cáncer y que cambia drásticamente su actitud en la vida, ocultando además su enfermedad a familiares y seres queridos. Dirigida con un ritmo más bien lento y con el estilo profundo y característico de la directora al plasmar de nuevo los ocultos secretos humanos, es una obra intimista que mantiene al público absorto con una trama provocadora por su cruda realidad que es digna de admiración y encantará sobre todo al público exigente que busque obras particularmente profundas y nada efectistas, concluyendo con ello otro notable film de la directora que siempre quiere calar con sinceridad en el público en lo que ofrece.
La fotografía es oscura y humilde en un evocador trabajo que está estéticamente bien logrado y es idóneo en sus imágenes sombrías, logrando una decente labor visual muy acorde con la trama. La música es hipnótica aunque predominan los silencios para no desviar la atención del espectador, pero usa también según la escena sonidos intensos y turbadores en una profunda y recóndita tarea. Los planos y movimientos de cámara consuman una estupenda tarea técnica a través del uso de la cámara en mano continua, primeros y primerísimos planos, generales, steadycam, tercera persona, subjetivos, seguimiento, detalles, avanti y retroceso que exprime lo mejor de las interpretaciones y su entorno.
Las actuaciones son intachables y oportunas para la trama. Como protagonista absoluta Sarah Polley está verosímil e irreprochable en un sentido papel que no cae en el sentimentalismo barato, siendo buenos también los acompañamientos de Scott Speedman, Mark Ruffalo, Amanda Plummer, Leonor Watling y Deborah Harry entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones comunes en un correcto trabajo que tiene la intención de destacar pero que junto con los decorados y exteriores te transportan eficazmente in situ.
El guion, escrito por la directora y basado en un cuento de Nanci Kincaid, es muy realista e incitador por contar las últimas semanas de una joven con un cáncer terminal que decide no contar a su familia y seres queridos, y todo ello sin caer en lo lastimoso para cautivar al público que busque films sinceros y humanos que no pretendan impresionar, sino más bien contar una dura historia de forma hermosa y a la vez implacable para satisfacción de los cinéfilos exigentes. Esto se lleva a cabo con una narrativa con voz en off de la protagonista que es de lo mejor del film en sus profundas explicaciones que logran una tarea impoluta, siendo el resto natural y familiar en un lenguaje desesperanzador y desde luego de lo más real y sincero.
Concluyendo, la considero una obra inolvidable y hermosa aún dentro de su dureza y extrema realidad que pone personalidad y cuenta atrás a la muerte con mucho acierto y sin caer en lo lastimoso, ya que su protagonista cala con sinceridad en el público buscador de buenos dramas que sepan apreciar un buen cine que pretende gustar y cautivar pero sin añadiduras artificiales que lo estropeen. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que vuelven a Mi vida sin mí, un film imprescindible dentro del cine español, la filmografía de la directora y el drama profundo que no dejará indiferente ni insatisfecho a nadie.
Elcinederamon
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7
21 de julio de 2015
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frenético de Roman Polanski es un drama de intriga basado en un hombre que viaja con su mujer a Paris para dar una conferencia médica, y una vez instalados en el hotel la mujer desaparece misteriosamente dejando solo una pista a seguir que será el comienzo de una pesadilla asfixiante para su marido. Dirigida con un ritmo presuroso y con un estilo más comercial de lo acostumbrado del director que es efectivo en lo que propone, es una obra entretenida por tener un entramado lleno de intriga e incluso suspense para mantener en vilo y tensión al espectador hasta el final, concluyendo un notable film lejos del estilo típico del director que sin embargo ameniza el rato a todos los que se aventuren a descubrirlo por ser una película arrolladora y notable.
La fotografía es evocadora en sus imágenes estéticamente apropiadas para el film, haciendo gran uso de los claroscuros y mostrando algunas imágenes violentas y desde luego idóneas para la trama. La música añade intriga al film e inquieta con sus sonidos turbadores por un lado en una labor variada que pasa de turbadora a nostálgica y emotiva, aunque sobran algunas canciones ochenteras en su acompañamiento. Los planos y movimientos de cámara consuman una labor técnica correcta que exprime lo mejor de las interpretaciones y la historia a través del uso de la cámara en mano, reconocimiento, primeros planos, subjetivos, tercera persona, plano-contraplanos, steadycam y seguimiento.
Las actuaciones son acertadas y están bien trabajadas del primero al último. Como protagonistas Harrison Ford está creíble y convincente en su labor habitual aunque algo más nervioso y atormentado en su personaje y Emmanuelle Seigner está sensual y algo provocadora en su papel, siendo oportunos los acompañamientos de Betty Buckley, John Mahoney, Alexandra Stewart, Robert Barr y David Huddleston. Emplea para estos la dirección artística unos vestuarios y caracterizaciones elegantes y distinguidos que son alusivos a cada personaje según su profesión en una elaborada tarea que junto con los pertinentes decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director junto con Gérard Brach, es atractivo en sus enigmas y averiguaciones que comienzan desde el principio del film y van generando más y más interés hasta el final, logrando mantener al público atento e interesado durante todo la película con una historia provocadora y desde luego arrolladora que deja buenas vibraciones tras su visionado a toda clase de públicos y no solo al cinéfilo comercial. Esto se lleva a cabo con una narrativa variada según la procedencia del personaje en una tarea sugestiva y expresiva. Cabe señalar también, el montaje seguido y acompasado que no da un minuto de respiro al público y expone con dinamismo bastante historia en dos horas de metraje.
Concluyendo, la considero una obra de lo más entretenida y bien llevada en su intriga del director que es de visión obligada para los amantes del género y del director, ya que su entramado te absorbe poco a poco y mantiene la tensión durante todo el film, finalizando una irresistible película que arrolla a todos en su visionado y se recuerda efectivamente. Recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara y narrativa que vuelven a Frenético, un film ameno y lleno de intriga y suspense para mantener al público pegado al asiento.
Elcinederamon
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9
14 de diciembre de 2014
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rififi de Jules Dassin es un thriller de cine negro basado en un hombre que después de cumplir 5 años de condena e intentar reformarse, vuelve al robo con sus viejos compañeros por la falta de dinero. Dirigida con un ritmo tranquilo a lo largo del film y angustioso en el atraco y con el estilo típico del cine noir mezclado con suspense del bueno, es una gran obra en sus géneros que tiene además en su interior detalles cinematográficos sobresalientes, en especial durante el robo por su ausencia total de diálogos y gran sincronización de movimientos, dejando al público en una tensión irrespirable que los hace cómplices del robo, concluyendo con eso y con mucho más, una de las mejores películas que mezclan la intriga con el cine negro.
La fotografía en blanco y negro hace gran uso de los claroscuros, obteniendo un resultado soberbio por sus tonos sombríos que evocan en todo momento tanto al género noir como al lugar en cuestión, ya que sus imágenes repletas de matices son de lo más inspiradoras. La música es melódica y varía según el momento de la acción, de insidiosa y amenazadora por un lado a intrigante en sus ritmos habituales de cine negro por otro. Los planos y movimientos de cámara consuman un trabajo técnico estéticamente admirable con el empleo del seguimiento, primeros planos, avanti, retroceso, cámara en mano, plano-contraplanos, generales, reconocimiento, subjetivos y detalles que exprimen lo mejor de la acción para deleite del público.
Las actuaciones son sobrias y contundentes. Como protagonistas Jean Servais trabaja con carácter en un impecable papel, Carl Möhner está creíble en una labor impasible, Robert Manuel hila una carismática interpretación y Jules Dassin está seductor y remarcable en su tarea, siendo relucientes los acompañamientos de Magali Noël, Pierre Grasset y Robert Hossein entre otros. Para estos emplea la dirección artística unos vestuarios elegantes en trajes y variados según el personaje en una magnífica labor que junto con los pertinentes decorados te transportan in situ.
El guion, escrito por el director junto con René Wheeler y Auguste Le Breton, es absorbente de principio a fin por los preparativos del robo, pero una vez empieza este, los silencios que se suceden en 30 minutos marcan un antes y un después en la historia del cine, tallando una auténtica obra de arte por el suspense y la tensión que se crea con uno de los atracos más emblemáticos del séptimo arte, posiblemente el que más, por estar realizado como una coreografía perfecta de silencios y movimientos que apasionan al público por su enorme realización y perfecto resultado. Esto se lleva a cabo con una narrativa impoluta e inspiradora que con su tono clásico cautiva al espectador, aunque la ausencia de diálogos durante el atraco es lo más llamativo al ser una auténtica genialidad cinematográfica.
En conclusión, la considero una obra indispensable e imperecedera en los géneros de intriga, suspense y cine negro, por exhibir uno de los robos más brillantes de la historia del cine en el que durante 30 minutos aproximadamente, tan solo se ve la acción del robo sin tener ni un solo diálogo, solo silencios para crear una tensión sin precedente en el séptimo arte. Muy recomendable por su dirección, guion, actuaciones, fotografía, música, montaje, planos, movimientos de cámara, vestuarios y narrativa que convierten a Rififi, en una auténtica obra de arte para los cinéfilos más exigentes y los amantes del género, ya que sin lugar a dudas, es una de las mejores en su categoría.
Elcinederamon
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10
16 de mayo de 2014
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
El mundo sigue de Fernando Fernán-Gómez, es un drama familiar basado en dos hermanas que se tienen la una a la otra un odio profundo y una envidia permanente. Dirigida con un ritmo tranquilo pero dinámico, es atrevida y arriesgada para la época, de hecho, es considerada la “película maldita” por problemas con la censura franquista, siendo sorprendente y admirable en un trabajo extraordinario lleno de verosimilitud y dramatismo en estado puro. Realizada de manera irresistible y excepcional, tiene un resultado eclipsante y provocador.
La fotografía en blanco y negro, es espléndida y sensacional, con imágenes evocadoras que son soberbias y maravillosas, ya que están llenas de matices estéticamente apropiados. La música, es variada y rítmica, con sonidos sugerentes y estimulantes que son melódicos pero que es usado en escasas ocasiones en el film. Y los planos y movimientos de cámara, utiliza con maestría el avanti, reconocimiento, circulares, seguimiento, generales, primeros planos y cámara en mano en una labor técnica superior, en la que llama la atención el continuo movimiento de la cámara siguiendo a los personajes.
Las actuaciones, son inconcebibles y deslumbrantes. Con Lina Canalejas clamorosa y resplandeciente en uno de los mejores papeles femeninos del cine español, Fernando Fernán-Gómez admirable y con personalidad propia y Gemma Cuervo cautivadora y con oscuridad psicológica. Siendo sobresalientes los acompañamientos de Milagros Leal, Francisco Pierrá, Agustín González, José Morales, José Calvo, Fernando Guillén, María Luisa Ponte y Pilar Bardem entre otros. Empleando para estos, unos vestuarios elegantes y variados, marcando las personalidades de los distintos personajes ya sea su condición humilde o ambiciosa, en una apropiada dirección artística.
El guion, escrito por el mismo director y basado en la novela de Juan Antonio Zunzunegui, es absorbente y apasionante de principio a fin, con auténticos toques verosímiles e incitadores que muestran el pesimismo y desesperanza de sus protagonistas, penetrando de modo sublime en un espectador entregado e interesado en el desenlace de la trama. Y es llevada a cabo, con una narrativa con la voz en off pensativa de los protagonistas, que muestra al público las ideas retorcidas e insanas de estos, siendo el resto expresivo en sus enormes interpretaciones. Y destacando también, unos diálogos mordaces y punzantes que dan un toque ácido y satírico al film.
Concluyendo, la considero una obra inolvidable y esencial en la filmografía española, por ser excelente y fantástica en todos los sentidos y provocadora en un trabajo extraordinario. Recomendable por su dirección, guion, interpretaciones, fotografía, planos, movimientos de cámaras, vestuarios, narrativa y diálogos que convierten a El mundo sigue, en un film eminente y único en el cine español, y desde luego de visión obligada para los cinéfilos clásicos buscadores de melodramas perfectos, incitadores e indispensables.
Elcinederamon
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9
28 de diciembre de 2013
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
De aquí a la eternidad de Fred Zinnemann, es un drama que toma como base la vida en Pearl Harbor de algunos militares, en la época del ataque japonés. Dirigida con un ritmo lento pero apropiado, es admirable y extraordinaria no solo en su realización, sino en el montaje, con una definición impecable y maravillosa que es, un magistral ejemplo de dirección que gusta ver.
La fotografía en blanco y negro, la cual hace un excelente trabajo de claroscuros, es bella, lumínica e inolvidable por plasmar imágenes para el recuerdo, y desde luego alusiva y llamativa con toques impactantes en el ataque. Y la música, es sensacional y espléndida, usada solo en los momentos de tensión y emotividad, con sonidos hermosos y agraciados que calan en el público por ser encantadores y por acompañar con acierto la trama.
Las actuaciones, son auténticas, convincentes y arrolladoras, en un gran elenco de caras conocidas. Con Burt Lancaster con personalidad, firmeza y brillo en una enorme interpretación, Donna Reed radiante en un oscarizado papel, Deborah Kerr sincera y natural en un papel algo distinto a su línea habitual, Frank Sinatra carismático y genuino en un deslumbrante papel por el que obtuvo el oscar, y Montgomery Clift acertado y propio en un papel con carácter y obstinación. Empleando diálogos típicos de militares pero correctos, ágiles y dinámicos, además de enérgicos y diligentes.
El guion, es apasionante, atractivo y algo comprometedor para la época por los delicados temas que trata, argumentado de forma maravillosa y portentosa, y penetrando con ímpetu en el espectador, ya que va de menos a más, subiendo paulatinamente su interés. Usando para ello, una narrativa sugestiva y académica, además de clásica, militar e impecable. Y destacando el excelente montaje lineal e ideológico, al que no le sobra ni un minuto.
Por último, cabe destacar unos efectos competentes, creíbles y espectaculares que sobrecogen en el ataque japonés, muy conseguidos para la época. Unos vestuarios y caracterizaciones sugerentes y trabajados al detalle en una soberbia y acertada dirección artística en cuanto a lo militar. Y unos planos y movimientos de cámara panorámicos, reconocimiento, planos americanos y primeros planos clásicos y sobrios, pero estéticamente inteligentes.
Por lo que, en definitiva, la considero un clásico irrepetible, indeleble y esencial en la historia del cine, por ser impoluto y cautivador, aunque algo desesperanzador, pero desde luego enorme y provocador. Recomendable por su dirección inigualable, guion sustancioso, enormes actuaciones, perfecta fotografía, narrativa y diálogos, asombroso montaje, y vestuarios y caracterizaciones alusivos. Que, junto con sus 8 merecidísimos oscars, la avalan como una de las grandes obras que merecen la pena ser vistas, al menos una vez por todos los públicos en general, y no solo por los cinéfilos clásicos, que por supuesto vibraran, con una obra tan genial como esta del director Zinnemann.
Elcinederamon
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