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7.9
47,916
10
27 de marzo de 2025
27 de marzo de 2025
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Una de las más brillantes muestras del cine negro, probablemente la mejor de todos los tiempos. La interpretación de Jack Nicholson se encuentra en su punto máximo, marcando una de las mejores actuaciones de su carrera. Este trabajo es, sin lugar a dudas, un referente dentro del cine del género y un testamento de su capacidad actoral.
El guion de Chinatown se despliega como un reloj suizo, con giros y revelaciones que mantienen al espectador atrapado cada segundo. Tensión que nunca cesa, donde su narrativa, pulida como un diamante, se despliega de forma natural y brutal, llevándonos a un clímax que redefine el cine, dejando al espectador en un estado de perplejidad que dura mucho después de los créditos finales. La música se cuela como un eco discreto, marcando el tono sin robar la escena.
Este es un recordatorio de que no siempre podemos escapar de lo que nos está destinado. Con una duración perfectamente calibrada, Chinatown es una obra que invita a regresar, descubriendo capas ocultas que Polanski ha dejado con maestría.
Un final tajante, sin adornos, sin réplica... Todo se cierra con la firmeza de lo inevitable.
Un clásico eterno que sigue deslumbrando y dejando una huella imborrable al cinéfilo.
El guion de Chinatown se despliega como un reloj suizo, con giros y revelaciones que mantienen al espectador atrapado cada segundo. Tensión que nunca cesa, donde su narrativa, pulida como un diamante, se despliega de forma natural y brutal, llevándonos a un clímax que redefine el cine, dejando al espectador en un estado de perplejidad que dura mucho después de los créditos finales. La música se cuela como un eco discreto, marcando el tono sin robar la escena.
Este es un recordatorio de que no siempre podemos escapar de lo que nos está destinado. Con una duración perfectamente calibrada, Chinatown es una obra que invita a regresar, descubriendo capas ocultas que Polanski ha dejado con maestría.
Un final tajante, sin adornos, sin réplica... Todo se cierra con la firmeza de lo inevitable.
Un clásico eterno que sigue deslumbrando y dejando una huella imborrable al cinéfilo.

7.7
4,251
8
17 de marzo de 2025
17 de marzo de 2025
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Entre juncos y hierba alta Onibaba envuelve a los personajes en un laberinto opresivo, empleando contrastes de luz y sombras para intensificar una mayor tensión, sumado a una cámara inquieta la que sigue a los protagonistas con planos cerrados atrapándolos en el fatal desconsuelo de la soledad forzada.
La película consigue enlazar al erotismo con la violencia, mostrando como la guerra despoja a las personas de su humanidad. La necesidad de contacto físico surge tanto del deseo como del miedo a la soledad, como un impulso primario. Esto me lleva a reflexionar sobre cuanta soledad manifiesta el alma rota, donde esta ya no acecha desde la sombra del ocaso, sino en su propio olvido.
El viento, como un susurro del presagio, parece hablar en cada movimiento, ¿Qué queda cuando desaparece la esperanza y la pesadilla torna la realidad en castigo? Onibaba.
La película consigue enlazar al erotismo con la violencia, mostrando como la guerra despoja a las personas de su humanidad. La necesidad de contacto físico surge tanto del deseo como del miedo a la soledad, como un impulso primario. Esto me lleva a reflexionar sobre cuanta soledad manifiesta el alma rota, donde esta ya no acecha desde la sombra del ocaso, sino en su propio olvido.
El viento, como un susurro del presagio, parece hablar en cada movimiento, ¿Qué queda cuando desaparece la esperanza y la pesadilla torna la realidad en castigo? Onibaba.
9
9 de marzo de 2025
9 de marzo de 2025
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El filme construye una potente alegoría exponiendo la brutalidad de la tiranía, el abuso de poder y la arbitrariedad de una jerarquía cruel y despiadada. Es un relato imperecedero sobre la resistencia y la búsqueda de autonomía, una confrontación entre el individuo y un sistema que intenta quebrantar su espíritu. Una historia que demuestra que la verdadera prisión no siempre tiene barrotes, sino normas impuestas para doblegar el alma.
Más que una historia carcelaria convencional, esta obra trasciende su género.
Presenta escenas icónicas símbolo de voluntad inquebrantable, respeto ganado a través de su tenacidad, el más allá de la derrota y su incesante deseo de libertad tras una frustración reprimida donde su individualidad es suprimida. Y su impactante desenlace, el dilema entre vivir sometido o morir libre...
Pero si hay algo que eleva este film a la inmortalidad, es la extraordinaria interpretación de Paul Newman. Su presencia en pantalla no solo enriquece la historia, sino que la define. Con una actuación magníficamente profunda, engrandece aún más su mito, consolidándose como una de las figuras más icónicas del séptimo arte. Su legado se extiende a innumerables películas que marcaron una época, y aquí, en esta fábula de rebelión y dignidad, se erige como el emblema definitivo del espíritu indomable.
Más que una historia carcelaria convencional, esta obra trasciende su género.
Presenta escenas icónicas símbolo de voluntad inquebrantable, respeto ganado a través de su tenacidad, el más allá de la derrota y su incesante deseo de libertad tras una frustración reprimida donde su individualidad es suprimida. Y su impactante desenlace, el dilema entre vivir sometido o morir libre...
Pero si hay algo que eleva este film a la inmortalidad, es la extraordinaria interpretación de Paul Newman. Su presencia en pantalla no solo enriquece la historia, sino que la define. Con una actuación magníficamente profunda, engrandece aún más su mito, consolidándose como una de las figuras más icónicas del séptimo arte. Su legado se extiende a innumerables películas que marcaron una época, y aquí, en esta fábula de rebelión y dignidad, se erige como el emblema definitivo del espíritu indomable.
8 de marzo de 2025
8 de marzo de 2025
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Frente a una vasta naturaleza, un hombre se enfrenta a su transformación.
Robert Redford encarna con una presencia imponente a un hombre que busca la soledad pero encuentra un destino marcado por la lucha, la venganza y la grandeza. Su actuación es magnética, transmitiendo con silencios y miradas la transformación de un hombre forjado por la montaña. Convirtiendo a Jeremiah Johnson en historia para sus descendientes.
Aquellos nativos americanos que aportan significado a su viaje, al respeto, los conflictos y las reglas no escritas de un mundo con consecuencias. Cada encuentro deja una huella en su destino, mostrando la dureza de un territorio sin dueño, con silencios que cautivan y llenan de sensación de aventura a uno.
Enlazando su perseguida venganza con cada momento majestuoso, hace del film ser considerada entre los mejores westerns de la historia. Una narrativa intemporal, logra que esta película siga resonando con fuerza sin perder ápice de su atractivo.
Para mí, pocas películas logran transmitir ese sentimiento propicio de ser llamada de una aventura. Una aventura clásica para introducirse en el mundo del western ideal, soledad, lucha y una experiencia que va más allá de la acción.
Robert Redford encarna con una presencia imponente a un hombre que busca la soledad pero encuentra un destino marcado por la lucha, la venganza y la grandeza. Su actuación es magnética, transmitiendo con silencios y miradas la transformación de un hombre forjado por la montaña. Convirtiendo a Jeremiah Johnson en historia para sus descendientes.
Aquellos nativos americanos que aportan significado a su viaje, al respeto, los conflictos y las reglas no escritas de un mundo con consecuencias. Cada encuentro deja una huella en su destino, mostrando la dureza de un territorio sin dueño, con silencios que cautivan y llenan de sensación de aventura a uno.
Enlazando su perseguida venganza con cada momento majestuoso, hace del film ser considerada entre los mejores westerns de la historia. Una narrativa intemporal, logra que esta película siga resonando con fuerza sin perder ápice de su atractivo.
Para mí, pocas películas logran transmitir ese sentimiento propicio de ser llamada de una aventura. Una aventura clásica para introducirse en el mundo del western ideal, soledad, lucha y una experiencia que va más allá de la acción.

8.5
102,778
10
2 de junio de 2025
2 de junio de 2025
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El puente entre dos generaciones de actores.
Paul Newman apareció cuando los iconos clásicos (Bogart, Wayne, James Stewart) estaban en declive, y antes de que surgieran nuevos actores mucho más intensos como Pacino, De niro o Nicholson, él fue el primer galán moderno que también podría ser vulnerable, cínico, frágil o profundamente ético. No necesitaba ser infalible para ser atractivo.
Encarnó al hombre rebelde con alma.
En los años 60, mientras Hollywood aún glorificaba al hombre fuerte y seguro, Newman mostraba personajes quebrados, marginados, perdedores orgullosos, que luchaban contra normas injustas o hipócritas. Eso conectó con la juventud desencantada de la época.
Presencia sin artificio.
Su rostro era bello, pero nunca fue solo una cara bonita. En lugar de explotar su imagen como estrella, se enfocó en actuar con verdad. Usaba el silencio, la mirada, la contención. Fue uno de los primeros actores en los que la pausa decía tanto como una linea de diálogo.
Carisma sin arrogancia, profundidad sin dramatismo.
Sus personajes rara vez eran grandilocuentes. Incluso en su rebeldía o caída, había siempre humildad, ironía y gracia. Era magnético no por dominar, sino por resistir sin perder la dignidad. Podía ser encantador sin tratar de gustar. Eso es raro.
Ética, elegancia y compromiso.
¿Por qué es un antes y un después?
Porque redefinió lo que era ser un hombre en el cine. Demostró que se podía ser fuerte sin ser agresivo, rebelde sin ser destructivo, bello sin ser superficial y famoso sin ser vacío. Fue un ídolo sin impostura. Un símbolo de integridad en una época que empezaba a desconfiar de todo.
El estafador con corazón en The Sting.
En The Sting, Newman despliega una mezcla única de picardía elegante y melancolía contenida que lo hacía inconfundible. Su personaje, un veterano del engaño, tiene el brillo del seductor y la herida del que ya vio demasiado.
Absoluta obra maestra.
El equilibrio dorado.
Si Newman era fuego contenido, Robert Redford fue luz constante. Era la encarnación del hombre integro en sus tiempos confusos, con una mirada que hablaba de justicia, pero también de duda. Su conexión con Newman trascendía la química actoral. Juntos representaban dos formas de resistir sin violencia, de seducir sin fingir, de ser el mito sin perder humanidad.
Paul Newman apareció cuando los iconos clásicos (Bogart, Wayne, James Stewart) estaban en declive, y antes de que surgieran nuevos actores mucho más intensos como Pacino, De niro o Nicholson, él fue el primer galán moderno que también podría ser vulnerable, cínico, frágil o profundamente ético. No necesitaba ser infalible para ser atractivo.
Encarnó al hombre rebelde con alma.
En los años 60, mientras Hollywood aún glorificaba al hombre fuerte y seguro, Newman mostraba personajes quebrados, marginados, perdedores orgullosos, que luchaban contra normas injustas o hipócritas. Eso conectó con la juventud desencantada de la época.
Presencia sin artificio.
Su rostro era bello, pero nunca fue solo una cara bonita. En lugar de explotar su imagen como estrella, se enfocó en actuar con verdad. Usaba el silencio, la mirada, la contención. Fue uno de los primeros actores en los que la pausa decía tanto como una linea de diálogo.
Carisma sin arrogancia, profundidad sin dramatismo.
Sus personajes rara vez eran grandilocuentes. Incluso en su rebeldía o caída, había siempre humildad, ironía y gracia. Era magnético no por dominar, sino por resistir sin perder la dignidad. Podía ser encantador sin tratar de gustar. Eso es raro.
Ética, elegancia y compromiso.
¿Por qué es un antes y un después?
Porque redefinió lo que era ser un hombre en el cine. Demostró que se podía ser fuerte sin ser agresivo, rebelde sin ser destructivo, bello sin ser superficial y famoso sin ser vacío. Fue un ídolo sin impostura. Un símbolo de integridad en una época que empezaba a desconfiar de todo.
El estafador con corazón en The Sting.
En The Sting, Newman despliega una mezcla única de picardía elegante y melancolía contenida que lo hacía inconfundible. Su personaje, un veterano del engaño, tiene el brillo del seductor y la herida del que ya vio demasiado.
Absoluta obra maestra.
El equilibrio dorado.
Si Newman era fuego contenido, Robert Redford fue luz constante. Era la encarnación del hombre integro en sus tiempos confusos, con una mirada que hablaba de justicia, pero también de duda. Su conexión con Newman trascendía la química actoral. Juntos representaban dos formas de resistir sin violencia, de seducir sin fingir, de ser el mito sin perder humanidad.
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