Es la historia de una joven finlandesa que quiere ir a ver los famosos petroglifos de Murmansk. Casualmente su amante no puede acompañarla porque le ha surgido algo a última hora por lo que debe emprender el viaje en tren ella sola. Allí coincide con un gañan ruso con el que se ve obligada a compartir varios días de viaje.

Hasta aquí todo normal, la típica historia de 2 personajes opuestos que se ven obligados a convivir, lo que la hace realmente interesante es la maestría con la que Juho lleva la relación de un extremo a otro creando una historia de amor no convencional y lealtad emocionante.

Mención especial a la actuación de los 2 actores principales y especialmente al repertorio de expresiones faciales con el que nos deleita Seidi.

Andrés Wood utiliza la amistad entre un niño indígena (Machuca!) y un lechoso (Gordito) para enseñarnos la realidad social del Chile de principios de los 70. A pesar de pertenecer a diferentes clases sociales (“Cuándo se ha visto que un blanco sea amigo de un indio?”), el bullying que ambos sufren en la escuela les vuelve inseparables.

Nos muestra la división social de la época dentro de esa utopía socialista de los estertores del gobierno Allende (escasez y buenas intenciones) y el vuelco provocado por el golpe de estado de Pinochet. Se ve un país al límite, desesperado, caldo de cultivo para los fanáticos y donde cada uno hace lo que puede para salir adelante.

Una historia entrañable a la vez que cruda y previsible, que intenta retratar antes que tomar partido (se agradece), pero que también cae por momentos en la caricatura.

Amnesia de la última hora y media es lo que uno quiere tras verla.

La idea es original pero su desarrollo es bastante pobre, prioriza la metáfora sobre la construcción de la historia y sus personajes, pero bueno, como es una alegoría todo vale.

Mucho potencial muy poco aprovechado. Película para festivales y amantes del postureo.

Lo mejor es su corta duración, aun así la última media hora es una batalla sin cuartel por mantenerse despierto.

Escrita, dirigida y producida por Brian de Palma. Después de varios éxitos, Columbia le da un cheque en blanco para que haga lo que le apetezca y Brian nos deleita con un fiascazo memorable. En condiciones normales algún productor le habría dicho que la idea no da ni para un corto, pero a ver quién se atrevía a decirle algo al bueno de Brian después de Scarface.

Nominado al Razzie como peor director de ese año, solo una obra maestra como Bolero con Bo Derek y Ana Obregón fue capaz de arrebatárselo. Lo único rescatable es el temazo Frankie Goes to Hollywood y la actuación de Melanie Griffith (por decir algo).

Si todavía te lo estás pensando, no lo hagas, no te hagas daño, nada de lo que hayas hecho merece este castigo.

¡No es otro panfleto feminista sin más!

Guion genial de Mike Mills y grandes actuaciones por doquier ¿qué más quieres?
Impresionante Annette Bening con un papel hecho a medida y gran descubrimiento Lucas Jade con su cara de estar constantemente aturdido.

¿Que hacíamos todos en 2016 que ni nos enteramos de que existía esta película? ¡Cuanto daño hizo La La Land!

La historia gira alrededor de un chaval adolescente y una madre tardía que intenta suplir la falta de figura paternal con la ayuda de otras 2 mujeres más jóvenes. Cada una de ellas le transmite sus neuras intentando crear su modelo de cómo debería ser un hombre. Un plan perfecto y sin fisuras...