Despropósito total. Cinco minutos de emoción, plagiados, o como diría Pazos (Airbag) “similarmente idénticos”, de Gravity, no compensan los 142 de peñazo infinito.

La película va dirigida a ningún sitio desde el inicio y tiene un tono sosaina que aburre a las propias piedras de la superficie marciana. El elenco, nada desdeñable, no puede hacer nada ante la ausencia total de guión.
Incomparablemente inferior a la media del género, salvo deshonrosos ejemplos de los 70 y 80 que trataban de perseguir la estela de “Alien” o “2001”.

Por presupuesto, fotografía, vestuario, localizaciones y caché de los actores principales, sin duda alguna: superproducción.
Por el peso (innegable y extemporáneo) del texto, tempo, interpretación y credibilidad, quizás: teatro en pantalla grande.

Como defecto, el exceso de diálogos susurrados. Como mérito, la fuerza de los protagonistas que transmiten todo el poder y la crueldad inherentes a esta obra imperecedera y que no sucumbe ante la impresionante (y en muchas ocasiones deslumbrante) puesta en escena.

Interesante y altamente recomendable.

Más quisiera este engendro ser un espejismo de película. Debería poder ponerse valoración negativa aunque sólo sea porque ver esta clase de largometrajes nos hace perder el tiempo, que es uno de nuestros tesoros más preciados, y que podríamos emplear en cosas más útiles como comprobar, una vez más, que somos incapaces de chuparnos los codos.
ABSURDA, prácticamente INVISIBLE

Menudo petulante el que le colocó el título de Imperium a esta película. Claro está que trata de evocar el rango que los incondicionales de las ideologías totalitarias querrían para su modelo de Estado perfecto, pero este planteamiento, que debería ser el eje central de la trama, más bien aparece como un eje axial. En realidad el protagonista de la historia no abandona el epicentro de la trama y termina por absorberlo; sin que los espectadores esperemos nada memorable ni del personaje, ni, en mi caso, del propio Radcliffe.

A este hombre le está pasando lo que a otros muchos grandes, y mediocres, actores de la industria del cine, su rictus le está encasillando de mala manera. En el caso de Radcliffe es incapaz de abandonar el gesto de susto / pasmo / asombro que le acompaña como una sombra indeleble desde Harry Potter, hasta Jungle, pasando por La Mujer de Negro.

Menos mal que, como último recurso, siempre le quedará la cirugía estética.

Volvemos a los 70 y la gente se permite retitular las películas con una creatividad que escapa al entendimiento profano. Salvado el escollo del título inapropiado, la película invita a relajarse, no tanto como la trama en su parte central, y disfrutar de un cine que evoca aquellas películas que nos hicieron soñar e hicieron soñar a nuestros padres.
Decente guion, lástima que no pase de ahí. La trama no está bien resuelta aunque sí el filme De hecho el final es casi lo mejor. Lo peor: Vincent Kartheiser. Su interpretación del típico detective de novela negra es histriónica e incluso forzada. No sé si es su papel, su físico, sus movimientos, o todo en conjunto pero es casi, casi, el desacierto más grande de la película. Eddie Marsan correcto. No tiene que esforzarse en demasía para que su escuela británica brille sobre el resto del elenco.