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Críticas 137
Críticas ordenadas por utilidad
Críticas ordenadas por utilidad
9
29 de julio de 2017
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando salí de ver The Amazing Spider-Man 2, debo confesar que, aunque Spidey es mi superhéroe favorito junto a Batman, me daba absolutamente igual si hacían una tercera parte o cualquier otra cosa relacionada con el héroe arácnido.

El enfoque de Sony en aquel momento no era el correcto para mí, perdiéndose en lo que no se debía perder, copiando lo que no se debía copiar y dando la sensación de hipertrofiar la trama sin entender lo que hacía bueno al Trepamuros.

Por suerte, todo esto cambió cuando se anunció el acuerdo entre Sony y Marvel Studios para realizar un segundo reboot de Spidey, en este caso, dentro del Universo Marvel Cinematográfico. Si Capitán América: Civil War nos dejó con ganas de más Cabeza de Red, Spider-Man: Homecoming cumple con la promesa y los aficionados deseamos volver a ver a Peter en Infinity War y cuando haga falta. Tenemos, por fin, después de mucho tiempo (desde Spider-Man 2 de Sam Raimi) una buena película del superhéroe creado por Stan Lee y Steve Ditko.

Un reinicio necesario

Uno de los principales puntos fuertes es que la nueva película se siente JOVEN (sí, así, con mayúsculas). No hay actores de treinta años fingiendo ser chavales de quince ni da la sensación de que todo tenga que ser un falso drama teen. Hay humor, respuestas descerebradas, momentos en los que importa más todo lo demás que lo auténticamente crucial y los personajes tienen que habitar esa jungla que llega a ser un instituto. Y es todo un punto positivo, porque veremos a Peter crecer, igual que en las viñetas y sin tener que cometer el error de, por ejemplo, insertar a un Spider-Man de treinta tacos en el Universo Marvel Cinematográfico (“eh…, sí, he estado de fiesta mientras Hulk y Abominación destrozaban Harlem y estaba fuera también cuando los Chitauri… Ya se sabe”).

No obstante, hay gente se queja del espíritu adolescente del film e imagino que son los mismos que no son muy partidarios de la esencia del personaje: un superhéroe adolescente con el que los fans se pudieran sentir identificado por su edad, gustos, comportamiento, visión del mundo hacia los superhéroes consagrados, etc. Y el director de Spider-Man: Homecoming, Jon Watts, aprovecha para rendir homenaje a grandes pelis adolescentes de los ’80 como El Club de los Cinco (el personaje de Zendaya, Michelle, no deja de ser la oscurilla del grupo) y Ferris Bueller's Day Off tiene un guiño tremendo en la escena del vecindario, pero todo ese aroma desenfadado se nota en cada minuto y le sienta perfectamente a la cinta.

Y es que a estas alturas el reinicio dentro del Universo Marvel pintaba muy bien siempre que contase algo bueno. Y el guion está muy bien, tiene los elementos claves y no deja de ser una aventura que podríamos haber visto en nuestras viñetas. Estuve toda la mañana antes de ver la película leyendo los cómics de Stan Lee y Steve Ditko y, al ver la cinta, sentí que estaba viendo otra aventura más (sí, con elementos Ultimate, pero una aventura de Spider-Man). Es decir, para mí han conservado todo lo mejor del personaje y sin hacer cosas extrañas como en The Amazing Spider-Man. ¿Llega al nivel mítico del Spider-Man de Raimi? El problema es que la obra de Raimi tiene ya más de quince años y el tiempo juega a favor de las viejas glorias en muchas ocasiones y no permite ver con claridad. Para mí, hay muchos puntos en los que este Spider-Man me parece más Spidey que los dos vistos con anterioridad y mirad que era fácil haberla liado por culpa de tener seis guionistas (Jonathan Goldstein, John Francis Daley, el propio director Jon Watts, Christoper Ford, Chris McKenna, Erik Sommers) y tener que incorporar el personaje al Universo Marvel Cinematográfico, pero gracias a Kevin Feige, arquitecto del UMC, esto no ocurre y sienta como una pieza perfecta y, para mí, no es en ningún caso un defecto. Que Spidey forme parte del UMC es natural y le da una sensación original a la propuesta, orgánica, por eso me creo a este Spider-Man como si fuera el primero, ya que el Trepamuros siempre se ha paseado por distintas cabeceras.

Hay gente que se queja (oh, deporte internacional) de que regrese Iron Man, Happy y Pepper y la sombra de Los Vengadores se proyecte todo el rato, pero es que ¡es natural que así sea! ¿No sería raro que ni se les nombrase tras los eventos de Civil War, por ejemplo! Y Spider-Man siempre ha buscado la admiración de los grandes superhéroes y el ejemplo claro está en esos primeros tebeos donde se colaba en el Edificio Baxter para ver si podía formar parte de Los Cuatro Fantásticos y ganar algo de pasta o se dedicaba a hacerle la vida imposible a la Antorcha Humana (por no mencionar un enfrentamiento con el mismísimo Doctor Victor Von Doom). Es decir, Spider-Man, desde sus orígenes, se interrelacionaba con el resto del Universo Marvel y, si en el cinematográfico no tenemos a los 4F, los encargados de su tutelaje son los más grandes: los Vengadores. En consecuencia, no, no siento que esto sea Iron Man 4.

Además, la película sabe captar el mensaje de un gran poder conlleva una gran responsabilidad que aparecía en el último cartucho de la última viñeta de la primera historia de Spider-Man y dicho mensaje sigue vigente, siendo el resumen de parte de la mitología de muchos grandes personajes. Peter es joven e inexperto y comete errores, como la escena del ferry, por no mencionar el llegar a volverse un engreído. Debe aprender a continuar siendo Spider-Man y eso supone todo un mensaje positivo (aunque muchas veces le salga todo mal).

Noto, eso sí, que hay algunas escenas de los tráileres y de las imágenes filtradas que se han quedado en la sala de montaje (como el traje completo de Shocker o el Conmocionador, o Iron Man y Spidey recorriendo la ciudad codo a codo), pero esperamos recuperarlas cuando la cinta salga en DVD o Blu-Ray.
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spoiler:
Estoy de acuerdo con aquellos que dicen que Spider-Man: Homecoming actualiza muchos puntos del personaje, pero sin llegar nunca a sacrificar lo más importante: el espíritu de la obra original. Peter continúa siendo un chaval pringado, intentando asumir que un poder conlleva una gran responsabilidad y sí, aunque nunca se dice esta frase en toda la película, es el leitmotiv de ella sin tener que recurrir constantemente a diálogos donde se pretende decir eso sin decirlo (véase al pobre Martin Sheen como tío Ben en The Amazing Spider-Man)

Imagino que habrá gente que se esté quejando del cambio de raza de algún personaje y solo me hace pensar más en cómo algunos nunca entienden la ficción ni algo tan elemental como el cambio de los tiempos. Algunos se quejan de integración y representación (como si fueran malas), cuando ya es un tema de credibilidad. ¿Estamos hablando de que Queens no tenga a latinos, asiáticos, negros o descendientes de nativos americanos, por poner solo algunos ejemplos, en sus aulas? ¿Es Liz menos Liz por no ser blanca y rubia? Por ese mismo motivo, muchos deberían “indignarse” con que Betty Brant sea una adolescente, no la secretaria de Jameson (aún), y tenga el aspecto angelical de Gwen… Pero es que la ficción no va de eso e innovar y recrear son elementos claves en el proceso de adaptación de historias tan grandes.

Eso sí, tened cuidado con los destripes que empiezan a plagar Internet. Por suerte, no me llega a tragar ninguno en su momento y lo agradezco, ya que hay un giro final en cuanto al Buitre que me ha parecido fantástico por cómo juega con el espectador y le añade algo sumamente original a esta película que sabe muy bien jugar con los diferentes géneros: un poco de suspense, mucha acción, mucha comedia, alguna escena más intimista… Y todo ello funciona, por suerte.

Otras críticas en: http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/07/spider-man-homecoming.html
13 de enero de 2018
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La protección de los padres sobre sus hijos es una especie de imperativo que muchas veces se ve destruido por la sobreprotección o por la negligencia. La barrera entre el libre albedrío y la esclavitud está borrosa para unos padres preocupados por lo que le pueda pasar a su hijo: tener miedo por un perro, ver imágenes violentas, descubrir el sexo, comenzar a mentir, ir detrás de las drogas... ¿Puede un padre convertirse en el ángel de la guarda de su hija? Por desgracia (¿o por fortuna?), somos humanos (con lo que eso conlleva).

Arkangel es uno de los capítulos de la cuarta temporada que más nos acerca a los dilemas éticos que nos planteaba la serie en sus inicios: ¿cómo podemos depender tanto de la tecnología como para convertirnos en pequeños monstruos que creen el caos a su alrededor, mientras procuramos hacer el bien? ¿Recuerdan los mitos griegos donde el héroe tenía una visión del futuro y, al luchar por evitarla, acababa causándola? Ese es el mensaje que queda tras ver Arkangel, el capítulo donde una madre intenta hacer todo lo posible por proteger a su hija.

Jodie Foster nos sitúa en este mundo donde el miedo de una madre desencadenará una tragedia cuando lo único que pretende es el bien de su hija. A su imagen y semejanza. Es incapaz de aceptar que esta tenga una vida propia. ¿Quién podría cuando la tecnología le permite espiarla todo el día? ¿Dónde está el límite entre la protección y la falta de privacidad? Es complicado discernir ese punto, pero una vez procura crearle una burbuja a su hija, el daño ya está hecho.

Charlie Brooker siempre ha sido hábil a la hora de crear dilemas: ¿qué haríamos nosotros con una tecnología similar a la presentada en Arkangel? ¿Es lícito lo que hace la madre? ¿Es comprensible lo que hace su hija? Cada uno tiene respuestas y Brooker logra que pensemos, algo que no suelen hacer la mayoría de las series. ¿Cómo sería ese mundo utópico donde no existe la violencia y sí una censura marcada por lo que creemos mejor? ¿Cómo sería ese mundo que quieren crear las asociaciones de padres que, por ejemplo, buscan hacer desaparecer la violencia de la ficción sin percatarse de que esta continúa en la realidad y todo pasa por la educación? Arkangel va de eso.
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Hay un par de situaciones incómodas en este episodio que nos dirige hasta un desenlace macabro, aunque previsible, donde la madre termina gritando por la desaparición de una hija que ya vio como se perdía en el pasado. Y la pesadilla se repite. Ya no es una grabación lo que rebobina, sino nuestra propia vida. La tragedia vuelve. Una vez más.

Publicado originalmente en: https://goo.gl/k5Yj46
9 de septiembre de 2017
11 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de varios años intentando llegar a la gran pantalla y con nombres como Cary Fukunaga en el proyecto, finalmente sería Andy Muschietti (director de Mamá, tanto el film como el corto original) el encargado de dirigir la película dividiendo la obra en dos líneas temporales, una primera parte que tratará de la infancia de los Perdedores, y una futura secuela con ellos de adultos. En el libro, ambas confluyen en un experimento muy difícil que King desempeña con una enorme maestría. En el cine han preferido esta fórmula a la hora de tener más tiempo de conocer a esos chavales que hicieron frente a un temible monstruo que encarnaba sus propios miedos. Y, por suerte, pese a los cambios en la preproducción y las adaptaciones varias, IT funciona.

Andy Muschietti, apoyado en la fotografía de Chung-hoon Chung (el hombre encargado del mismo apartado en películas como Stoker, Oldboy...), cuenta de modo solvente esta aventura que se apoya en los recursos habituales del género de terror en sus momentos más oscuros y con los matices de otros géneros cuando se centra en los amigos; por fortuna, sin perder el aura de Stephen King incluso cuando añade escenas o cambia hechos. Hay dos momentos del montaje que me sacaron levemente de la película (la música de New Kids on the block en el cuarto de Ben o la cámara lenta del duelo a pedradas), pero, de resto, la dirección es oportuna hasta cuando se mueve por los lugares comunes de las fórmulas de los directores de terror a la hora de asustar.

Hay varias escenas potentes como ese arranque ya conocido, con el pequeño Georgie persiguiendo el barco de su hermano y encontrándose con Pennywise, o la visita a la antigua mansión de Neibolt Street o el viaje hasta las sombras de cada uno de los niños cuando se encuentra con sus monstruos; quizás el momento cumbre con esa pobre Bev en el baño o Bill en el sótano persiguiendo al pequeño Georgie. No siempre se abusa del miedo más fácil, pese a usar técnicas como el enfoque irregular o seres con movimientos extraños.

Sobre el guion, la atmósfera de King, como decía, continúa vigente y eso se nota cuando la importancia de la trama de los amigos es tan importante como Pennywise. Hay varios cambios, pero todos permisibles para llevar una abrumadora novela de ingente cantidad de páginas al cine. Puede que para alguien que conoce la obra, no haya muchas sorpresas salvo ver los nuevos miedos y monstruos que han decidido tomar (aunque haya algún guiño al final, por ejemplo, a la momia que veía Ben en el libro) y que hayan decidido centrar también la obra en el misterio de Pennywise y dejar de lado instantes que solo funcionarían en un libro o una hipotética serie (cuando Bill y compañía se dedican a hacer su pequeña presa). No obstante, sobrevive el aura de King incluso en ese maléfico padre de Bowers, reconvertido en policía, o en esa pequeña Bev y su tiránico progenitor.

Un punto a favor del film es que logra, gracias al guion y la química de sus actores, que sintamos que realmente son esos amigos que pensábamos que eran en el libro. Cuando uno lee It, siente que tiene esos amigos de papel y tinta. En el film, los notamos como compañeros de celuloide y se consigue transmitir ese mensaje, desde el heroico Bill el Tartaja (encarnado por Jaeden Lieberher) pasando por el bocazas de Ritchie Tozier (estupendo Finn Wolfhard, conocido por Stranger Things), sin dejar a la espléndida Bev de la mágica Sophia Lillis o el tímido Ben (un simpático Jeremy Ray Taylor), o el temeroso Stanley (Wyatt Oleff), el hipocondríaco Eddie (Jack Dylan) y el valiente Mike (Chosen Jacobs). Y si hablamos de ellos, también tenemos a los matones, la panda de Bowers, que cumple, sobre todo, en el caso del jefe, interpretado por Nicholas Hamilton, a riesgo de dejar momentos tan espeluznantes como la muerte de Patrick (Owen Teague) en el libro, pero recuperando otros del libro como la marca con la navaja en el pobre Ben.

Me parece muy loable también el papel de Bill Skarsgård como Pennywise. Más allá de las comparaciones con Tim Curry (muchos cometen el error de pensar que este film es un remake de aquella miniserie y no una nueva adaptación de la obra original, ay), el joven actor de veintisiete años logra crear a un Pennywise que, más allá del maquillaje y el vestuario, resulta terrorífico e inquietante, divertido, perturbador y, a la vez, atroz; un ser que no es de este mundo como no lo era en el libro y que, aunque aparece lo justo (¿quizás demasiado para algunos habituados a la carnicería fácil?), consigue una tensión única y perturbadora en las escenas que solo le pertenecen a él, haciendo que los chavales tengan un enemigo a la altura (véase la cara de terror de la pobre Sophia Lillis cuando se cruza con el actor de Pennywise en más de una escena).

IT dura dos horas y, desde mi punto de vista, nunca se hace larga. Cabría destacar que aquel que espera sustos y matanzas porque sí, sin contar con la historia de los amigos, acostumbrado a que los personajes sean solo carne de cañón con un solo plano de sí mismos, se sientan engañados por un film y una novela que no van sobre eso, sobre la sencillez de un género maltratado en el cine... Por suerte, para el que busque el espíritu de IT, este sigue vigente a lo largo del metraje por mucho que la edición haya quitado algunas escenas, como, seguramente, el regreso de Bowers o el papel de sus compañeros en el punto final de la trama.

Continúa en la zona de spoiler por falta de espacio.
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spoiler:
Hay puntos en el libro original, no obstante, que son inadaptables o que se juega con ellos de un modo distinto en la película. Muchos señalan el ritual que realiza Bev para unir a los Perdedores (y hay un guiño en el film con el tema del beso), pero creo que otros puntos como la relación enfermiza de Patrick y Henry se dejan de lado por el tono que se ha querido dar de por sí al film y, al fin y al cabo, el espectador siempre tendrá el libro como otra posibilidad de descubrir la historia, ya que una adaptación, por buena o mala que sea, no hace desaparecer o invalida la obra original (menos mal).

La ambientación de los '80 está muy conseguida (atentos a todos los guiños cinéfilos, los pósteres de Beetlejuice, Batman, Pesadilla en Elm Street 5 o Arma letal 2). Donde mejor funciona es a la hora de recrear los pasajes más tétricos, como esa mansión o, sobre todo, el sistema de desagüe de un Derry terrorífico al cien por cien, con una gran conclusión que explica esa frase de "todos flotamos aquí abajo".

Mención de honor para la música de Benjamin Wallfisch, compositor de la banda sonora de varias películas recientes del género de terror como Annabelle Creation, y que aquí juega para mezclar la fantasía de los niños con temores demasiado reales. Agrega el sonido de violines y la tensión en su partitura y aporta varios temas interesantes a IT. Estupendo, además, que se haya retomado temas como el Dear God de XTC o el Six differents ways de The Cure.

IT culmina con el final de un capítulo uno que deja la puerta abierta para ese capítulo dos que narrará cómo los amigos, veintisiete años después, regresan a Derry para hacer frente a Pennywise. Aguardamos que todo lo que ha hecho buena esta película sobreviva incluso al fantasma de IT y tengamos un cierre digno para la adaptación de una de las mejores historias de terror, amistad y fantasía de la literatura y contada, nada más y nada menos, que por alguien con el talento de Stephen King.

El film funciona y creo que recoge perfectamente la metáfora final sobre cómo los niños deben superar sus miedos cuando Bill apunta al fantasma de su hermano con la "pistola" y se despiden para siempre.

Crítica publicada de forma extendida, originalmente, en http://elantrodelosvampirosyotrosmonstruos.blogspot.com.es/2017/09/it-de-andy-muschietti-reviviendo-el.html
19 de septiembre de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ese hormigueo inesperado cuando miramos al vacío. Las náuseas. El miedo paralizante. Nuestra mente pensando en la caída y la muerte. Nuestros sentidos luchando por mantenernos con vida. Eso es lo que sentimos con el miedo a las alturas, eso es lo que siente el protagonista de la película, eso es lo que siente el espectador cuando entra en este film. Eso es Vértigo (de entre los muertos) , una de las mejores películas de la historia.

En su día, Vértigo fue una película incomprendida como tantas otras que consiguieron la fama a posteriori. A las tibias críticas se sumó una pobre taquilla que relegó al olvido una película que juega con el espectador. Sí, que juega, porque cuando comienza, pensamos que es un film de misterio, luego que es una película con dosis de miedo sobrenatural y, por último, es una historia sobre miedos y fobias sexuales. Una tragedia.
Estamos ante la historia de un detective cincuentón con miedo a las alturas desde una persecución por las azoteas de la ciudad que acabó con un compañero cayendo al vacío. Es entonces cuando un ricachón le encomienda seguir a su esposa, la cual según él está siendo poseída por el espíritu de una antepasada. Y ahí está el misterio, que cambia, llega a las entrañas y hace que te guste este film.

El maestro del suspense, Alfred Hitchcock, demostró su inteligencia y suponemos que por eso no fue bien recibido. Sumando la experimentación de los créditos iniciales o la escena de la pesadilla, que debido a su carácter innovador, pasaron a la historia del cine pero tuvieron que ser chocantes para el espectador de la época.

Estamos en un film donde todo está pensando, desde la fabulosa música de (lectores, se levantan y hacen una ovación) Bernard Herrmann inspirado por Wagner, pasando por la puesta en escena o el vestuario, el guion y los actores (James Stewart estaba mal visto por su edad, a mí me encanta; Kim Novak no le gustaba a Hitchcock, a mí me vuelve loco). Estamos ante un enorme truco, donde todo queda explicado y rodeado de un halo de tragedia.

Vértigo (de entre los muertos) nos hablan de los miedos, del deseo de transformar a la gente, de lo extraño, del amor, de la locura, de un asesinato, de un falso crimen, de un secreto… Se revela como un cuento de fantasmas gótico para luego ser cine de suspense y acabar siendo un drama donde los últimos segundos sellan un destino que sabemos que no puede ser bueno y que nos conduce a esa catedral donde terminan las películas desde Metrópolis.

Por si fuera poco quedan las dobles lecturas, desde la importancia del protagonista hasta sus fetiches sexuales (la película está cargada de sexualidad encubierta).

Parte de la sociedad actual nos intenta vender que el cine de hace unos años como Vértigo es un tipo de arte anticuado y viejo, que aburre a más no poder. Se equivocan o nos mienten. Vértigo y tantas otras joyas no envejecen, sino que ganan con el tiempo el título que merecen y, muchas veces, y de forma merecida, es el de obra maestra.
11 de agosto de 2013
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Existió una época donde experimentar con la música y el arte en general, reivindicar el mundo bohemio y vestirse como una mujer luciendo purpurina y espectáculo fue algo original, fue un movimiento: el glam. Artistas de toda una época jugaron a cambiar los convencionalismos, ponerse máscaras y cantar canciones que no hemos olvidado. En esa época, la transgresión valía la pena.

En ese momento, un adolescente admirador de esta música acaba convirtiéndose en un periodista que recuerda su tiempo pasado como algo mejor. Era ese chico que alucinaba cuando veía una entrevista de la superestrella Brian Slade en la televisión. Sí, ese chaval homosexual que encontraba un ejemplo en Curt Wild. Era un chico que huyó de su casa buscando una vida diferente, distinta, y deseando ser el mismo. Terminó siendo un periodista buscando a Brian Slade diez años después de su desaparición, cuando fingió morir sobre el escenario.
La nostalgia de la época en la que fuimos libres y soñamos con el arte. De eso trata Velvet Goldmine, un homenaje al rock glam (no obstante, el título del guion era Glam!), a David Bowie y todas esas figuras que representaron el mundo de la música como si fuese un juego de máscaras e imagen, porque acaso ¿el arte no lo es?

También aborda los desengaños y el hecho de que te rompan el corazón, que es uno de los grandes temas de la música que desborda todo este film y que queda reflejada con el personaje de Mandy (una Toni Collette que nos recuerda a Angela Bowie).

Todo ello a partir de una trama de un periodista que desea encontrar a aquella estrella con la que se sentía identificado. Quizás, el problema del film es la lentitud de algunas partes, no acudir a más fuentes que hubiera hecho más rápida la película y no encontrar un final mejor para todos estos personajes que vieron nacer y enterrar el glam.

El punto más fuerte de la propuesta es la banda sonora, donde se incluyen canciones con Thom Yorke de Radiohead, Placebo, Lou Reed, Brian Eno y otros grandes. Además, el director Todd Haynes intenta copiar el estilo visual y la locura de un videoclip, notándose que se lo pasó bien rodando la película al igual que cada uno de los actores: desde el periodista buscando a su viejo ídolo (interpretado por un más que solvente Christian Bale) hasta un Jonathan Rhys Meyers que consigue crear con su Brian Slade una versión de David Bowie y Ewan McGregor que se convierte en Curt Wild, una mezcla a Iggy Pop, Mick Jagger y Lou Reed (aunque Courtney Love consideró que McGregor se parecía demasiado a Kurt Cobain).

El mejor seguramente sea ese McGregor que consigue como Curt comerse la pantalla como un ser autodestructivo, decadente, pero brillante. Véase la escena del festival donde acaba dándolo todo encima del escenario como fruto de la inspiración y la locura, o quizás el alcohol y las drogas, a lo mejor el arte.

Hay que comprender por tanto la búsqueda de la imagen y la música como una pasión; la frivolidad y la autodestrucción como concepto clave. Solo así se puede entender un film que desde el principio deja claras sus intenciones de juguetear con aquel espíritu extravagante del glam (ese platillo volante). No es raro que el film tome a Oscar Wilde como uno de sus modelos, un hombre adelantado a su tiempo.

Irónicamente, David Bowie no estuvo involucrado en el proyecto, aunque se incluyen numerosos guiños como el propio título (nombre alternativo de una de las primeras canciones de Bowie) o la primera frase que le dijo a su esposa Angela: “Do you jive?”, que es la misma que le dice Brian a Mandy, los personajes fictios. Bowie se negaría por querer hacer una película propia que nunca llegó a ningún lado y porque al leer el guion encontró referencias a una biografía no autorizada y a un libro de su ex mujer.

Velvet Goldmine es un tributo a aquella música que nos cambió para siempre, nos hizo soñar y nos embarcó en un futuro bulevar de sueños rotos.
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Se puede sumar al parecido entre Bowie y Slade que el personaje de Christian Bale llega a pensar que Slade ha vuelto bajo la forma de Tommy Stone, cuya forma de vestir recuerda al the thin white duke de Bowie.
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