Una buena película de la factoría Alejandro González Iñárritu que en su afán por elevar la vida de sus personajes al extremo cruel de la dura realidad es todo un maestro. Como ya sucedió con 21 Gramos, además cuenta con el extra de grandes interpretaciones, como la de Javier Bardem.

Un Bardem inmenso en sus infinitos rasgos, caracterizando la tensión, llevando al límite los continuos obstáculos de una vida. Llegando a palpar tú mismo el drama y la dureza en cada acción, en cada silencio, en cada mirada al vacío que nos muestra su personaje.

En fin, que si quieres risas mejor no veas este metraje.

Es irritante, así me parece esta película sobre Steve Jobs. Una película cuya única virtud es ponerte de los nervios a través de una historia que no tiene historia, pues no dice nada. ¿Quien es Steve Jobs?, un tio que sólo hace presentaciones de sus productos y que tiene mosqueado a tres tios, a tres colaboradores suyos. Un tio al que no le aguanta nadie, que trata a sus empleados como si fueran basura, un tio que busca el éxito en cada presentación de sus productos. Pero, ¿cuál es la historia realmente de Steve Jobs?, o mejor dicho ¿qué historia nos quiere contar Danny Boyle?. No lo se porque ni te enterás. Lo que sucede en la primera presentación ocurre en las dos siguientes. Los mismos rasgos, los mismos personajes, las mismas rarezas de su protagonista al que se le presupone que deberíamos conocer, eso es lo que entiende Danny Boyle, que todos deberíamos conocer al menda este, al tal Steve Jobs.
Un Steve Jobs al que acabaremos cogiendo manía, pero no sólo a él, a su colaboradora, a su hija, a los que han trabajado con él y hasta al que lleva el carrito de los helados. Y es que nada avanza en este despropósito cercano a la locura, porque eso es este film, una locura para aquel que crea que va a conocer algo de la historia de Steve Jobs que no sea la de un tio que anda continuamente por las escaleras y los interminables pasillos, que no para de quitarse los zapatos y de hacer estiramientos y que disfruta soltando chorradas a diestro y siniestro.
Se podría hablar de la acertada caracterización de Michael Fassberder en el papel de Steve Jobs y de la siempre eficiente interpretación de Kate Winslet, pero por desgracia no tiene sentido con esta trama. Un film, que si el propio Steve Jobs lo hubiese utilizado para promocionar alguno de sus productos no hubiera vendido ni el envoltorio del mismo, con eso lo digo todo.
Y lo peor, y es por lo que escribo esta crítica es que me considero seguidor de Danny Boyle, un director que cuenta con dos joyas, "Slumdog Millionaire" y como no, "Trainspotting" un hito que marcó a una generación. Pero es que el señor Danny Boyle no tiene remedio, y de vez en cuando se saca de la manga algún film como este, incomible. Aunque para ser sincero, peor que este pocos o más bien ninguno.

Vaya dos horitas que nos ofrece Mad Max, de lo mejor que se ha podido ver estos últimos años en cuanto al género de acción. Porque la película es eso, acción. Algo simple, es cierto, pero no debe serlo tanto cuando últimamente, al menos yo, sólo aguantaba este tipo de películas por los efectos especiales en 3D.
El principio es la ostia, como la cámara va siguiendo a Max mientras va corriendo de sus perseguidores dentro del oscuro pasillo de una cueva, todo rápido pero extraordinariamente visible, para que así puedas sentir esa tensión. Una forma de anunciar lo que va a venir, unos perseguidores y unos perseguidos, no hay más. Y es por eso por lo que mola esta película, porque no hay ninguna pretensión más allá de la acción propiamente dicha.
Bueno y luego está Charlize Theron, cuidado. Lo borda. Esa imagen con el sniper apuntando y dando en el blanco una y otra vez, lo más grande. Todo un acierto que sea ella realmente la que lleve el peso del film, convirtiéndose en la verdadera protagonista.
Y en cuanto a George Miller, director de toda la saga, agradecerle que nos haya vuelto a traer a Max de esta manera, más fresco y fiel que nunca después de treinta años de ausencia, pues ya ha llovido desde Mad Max 3.
La verdad todo un acierto esta película.

Película correcta sin más, que va perdiendo interés según avanza el metraje. Pues quizás le falte algo. Y digo esto, porque sobre el papel tanto su argumento como su puesta en escena parece ser interesante. Incluso su comienzo es esperanzador, con personajes correctamente desarrollados, cada uno con sus problemas y sus propias ambiciones.
Sin embargo, lo que a priori pudiera resultar interesante, comienza a resultar monótono, por no decir pesado.

Pues a la postre, una vez que acaba el film sólo salvas la interpretación de Samuel L. Jackson, dando vida a un mendigo antaño boxeador. Un sueño noqueado, uno más en esta compleja vida de unos y otros, de ambiciones y desengaños.

Erase una vez un crio que a base de un entrenamiento basado en pasear a un perro y vestirse con el traje de la primera comunión fue capaz de salvar el mundo. Y no sólo eso, ¡cuidado!, pues también aprendió a manejar todo tipo de artilugios e inventos. Así es Kingsman, todo un crack del servicio secreto. Su precocidad le ha hecho adelantar al mismísimo Bourne, un hombre atormentado por su pasado y su duro entrenamiento. Porque Bourne no era Kingsman todo un autodidacta en cuanto a las artes del servicio secreto. Bourne se lo tuvo que currar, vaya si se lo tuvo que currar. Y que me dices de James Bond, labrándose a lo largo de los años un curriculum de conquistas e investigaciones que le llevaban de uno a otro lugar. Una perdida de tiempo para Kingsman que en diez minutos es capaz de descifrar la trama, cargarse a los malos y liarse hasta con una princesa. ¡Así es Kingsman!