No sé si es el tiempo, que trae otras sensibilidades, pero los "tiritos" y las heroicidades de estos pistoleros me han sabido a juego de colegiales. Nada es creíble. El malo es, apenas, un malo de tebeo, que sabemos perdedor desde el principio y los buenos, ni recibiendo diez balazos, nos van a provocar una mínima angustia. Es todo muy bonito pero de Playmobil. Eso sí, con una música memorable.

Todo el refinamiento que la envuelve, la barroca elegancia donde habitan los personajes, los sensoriales placeres que acompañan la vida de estas criaturas vestidas de alta costura, los encuadres precisos, las escenas como pinturas flamencas, las admirables y sutiles interpretaciones de un portento como Daniel Day-Lewis o la menos célebre Vicky Krieps no son suficientes para alentar una historia que a mí me resulta gélida en su brillante envoltorio, una frialdad que no es sólo intencionada formalidad sino vacío, incapacidad para de las imágenes y de la narración para enamorarme la mirada, para acercarme a unas pasiones y sentimientos que se sospechan poderosos y son, a mis ojos y a mi mente, hilos apenas visibles que flotan en la pantalla.

Noventa minutos de agonía emocional y treinta de liberación no compensan la visión de esta nueva entrega del hombre murciélago. Demasiada propaganda panfletaria como de indignados del 15M, demasiada demagogia, demasiado discurso político patriotero y poca heroicidad. ¿Dónde está la aventura? En una esquina, en un rincón, en esa Catwoman que no necesitaba de compañía masculina. En fin, una decepción, porque yo deseaba mucho que me gustara, pero...

Enérgico tráiler de 135 minutos de la película que estábamos esperando.

Personajes tan endebles, vacíos y superficiales como siluetas de papel. Sólo aquellos que tuvieron algo de aliento en el pasado (Harrison Ford o Carrie Fisher) aportan un aliento de vida y de verdad ahora.
Este chico (Boyega) irrumpe en la pantalla tan aturdido y bobalicón como acaba quedándose el resto del metraje.
La pizpireta Daisy Ridley, simpática en su rol de principiante en el manejo de la "fuerza", es capaz de vencer a las primeras de cambio al que se supone es el malo más malo de todas las galaxias. ¡Vamos, por favor!
También el piloto más diestro y con mejor puntería del espacio sideral (Oscar Isaac) exhibe una mirada perdida, o extraviada, o de absoluta indiferencia, ya ardan planetas, repúblicas o imperios.
En fin, que desde el minuto uno hasta el 135 te da exactamente igual lo que suceda, los millones de balas y rayos láseres que sean disparados o los peligros que deban afrontarse, porque hay malos y buenos y a cada uno se le da lo que es suyo, sin sobresaltos, sin angustias, sin un mínimo pálpito de emoción.

Puede entreverse en este esforzado ejercicio de cine clásico la alargada sombra de los grandes directores con los que De Niro ha trabajado. Desde luego, se echa en falta algo más de pulso narrativo, de sabiduría en el ritmo y en el montaje, pero hay más aciertos que errores en el cómputo global. El resultado final es una historia que mantiene el interés del espectador, algo confusa, menos cautivadora de lo esperado, por momentos morosa en el desarrollo, con un ¿actor? Matt Damon muy mal caracterizado en el avance temporal del personaje, una Jolie con unos rasgos poco coherentes en su papel aunque menos irritante que en otras ocasiones, con algunos secundarios mal perfilados y con una falta general de energía "estilo Scorsese" que le habría venido muy bien a todo el filme. No obstante, Robert de Niro demuestra un nivel más que aceptable detrás de la cámara. Delante, en su breve papel, ya nadie espera más ni menos de un icono del cine.