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Seychelles Seychelles · Monchópolis
Críticas de Monchita
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Críticas 86
Críticas ordenadas por utilidad
6
26 de octubre de 2010
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al salir del cine, me sentía con unas ganas enormes de subirme a una mesa, cual Ally Sheedy en “El club de los cinco”, y bailar al son de Simple Minds. Aunque “Rumores y mentiras”, en su conjunto, no me aportara ninguna novedad, me hizo salir de la sala con una sonrisa, todo gracias a la nostalgia, al recuerdo de aquellas pelis de los ochenta tan entrañables.
¿Pegas para la segunda película de Will Gluck? Pues que intenta ir de original, de “guay”. Esto se nota en el diseño de personajes. Los adultos son todos, o en su gran mayoría, gente enrollada, moderna, que entiende a los jóvenes. No pueden faltar, por tanto, esas típicas situaciones graciosetas o chistes ingeniosos – que no originales – con las que el 99% de la sala del cine se ríe y tú te quedas pensando: “¿De verdad esto ha tenido gracia? ¿Ustedes han visto antes alguna de las 21.856.433 de pelis adolescentes que existen?”.
Por su parte, los adolescentes, como en cualquier película del género, están estereotipados: el amigo gay, la amiga salidorra, la antagonista que le hará insufrible la vida en el instituto a la prota... Y luego está ella, Olivia (Emma Stone), una chica con mil tics en la cara, semi-clon físico de Lindsay Lohan, aunque no al nivel del muecas por excelencia, Jim Carrey, una pringadilla que deja escapar el bulo de que ha perdido la virginidad todo por escalar puestos en el estatus social escolar. Su hazaña la hará la más popular del instituto pero eso también le deparará otras consecuencias menos agradables. Y una escena bastante divertida como es la del sexo en la fiesta de una compañera de instituto.
Como leía hace unos días en una revista cinematográfica, esta podría haber sido una peli dirigida por John Hughes, que en paz descanse. Podría haberlo sido, sí, si pasamos por alto que “Rumores y mentiras” no despide esa candidez, esa inocencia, esa simpatía de las pelis teens ochenteras. Le falta fuerza y carisma a sus personajes, sobre todo, para que dentro de unos 25 años esta peli pueda seguir siendo recordada como hoy recordamos el baile de Matthew Broderick en “Todo en un día”, el puño en alto de Judd Nelson en “El club de los cinco” o la cortadora de césped de Patrick Dempsey en “No puedes comprar mi amor”.
Monchita
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8
13 de febrero de 2012
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Baba Yaga es un brujo malo que vive en el bosque.
Dentro de la amurallada ciudad residencial Camelot Gardens, todo el mundo es feliz. Ese gran muro que les rodea les supone la protección necesaria para que ningún elemento del exterior perturbe su supuesta pacífica existencia. Lo que suceda fuera de esas puertas, no existe. Así todos podrán seguir siendo tan hipócritas como siempre; fingir, pretender ser y enorgullecerse de sus ostentosas vidas. Aparentar. Ocultar sus problemas. La hipocresía de las clases acomodadas.
John Duigan trata de poner el dedo en la llaga al criticar el estilo de vida de los “ricos”. No llega a los niveles ácidos y de crítica mordaz del retratista de sociópatas Todd Solondz pero al menos nos hace reflexionar sobre las diferencias clasistas y los contrastes sociales (no hay más que ver la hospitalidad de la gente humilde reflejada en la familia del jardinero). Para ello, el australiano de origen inglés, se vale de una historia contada a modo de cuento pseudo-macabro y fantasioso, con ese paralelismo con el mito eslavo de Baba Yaga, donde una niña (Mischa Barton) entabla una extraña y tierna amistad con un jardinero (Sam Rockwell).
La niña está harta de una madre fingidora y de un padre cobarde con complejo de inferioridad, incapaz de aceptar a su hija a causa de una enorme y fea cicatriz que ésta tiene en el pecho como consecuencia de una enfermedad cardíaca. Es antiestética y los demás no se la pueden ver. Un día, en el bosque extramuros, la niña conoce por casualidad a Trent (Rockwell), el jardinero de origen humilde que cuida el césped de los habitantes de Camelot Gardens. Comprende que ese chico es el único auténtico entre tanta basura, el único que no tiene que fingir ser algo que no es.
Baba Yaga no siempre es malo.
La sociedad de las falsas apariencias es criticada en 'Inocencia rebelde' sin demasiada sutilidad. Si hay un ladrón en una zona rica, ése es sin duda el pobre.¡Hasta regalar una tortuga es más grave que el acoso sexual!
Baba Yaga no es quien parece.
La niña quiere huir de su vida y el jardinero rompe su monotonía. Precioso el momento en que ambos bailan encima de la camioneta.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Monchita
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7
14 de julio de 2013
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
El noruego Petter Næss sorprendió en su país de origen hace poco más de una década con la taquillera 'Elling', su segunda película, que además fue nominada al óscar a mejor film extranjero. Ahora llega a las carteleras españolas con una inteligente historia sobre una extraña amistad en tiempos de guerra. Basada en un hecho real acontecido durante la Segunda Guerra Mundial, 'Perdidos en la nieve' narra las aventuras de cinco hombres – tres alemanes y dos británicos – que, tras derribarse mutuamente con sus bombarderos, se estrellan en las inhóspitas montañas nevadas de Noruega. La casualidad hace que ambas tripulaciones se tengan que refugiar en la misma cabaña. Para poder sobrevivir, los dos grupos son conscientes que deberán dejar de lado sus diferencias políticas y cooperar. Esta colaboración, al principio extremadamente hostil, irá evolucionando debido a las circunstancias hacia una relación cordial y de amistad verdadera.

Este argumento es muy similar al de otras películas no bélicas ambientadas en época de guerra. Sin lugar a dudas, nos recuerda a 'En tierra de nadie' o, sobre todo, a 'Infierno en el Pacífico' (sin el hándicap idiomático de esta última), con la evolución gradual en la actitud de los personajes hacia la aceptación tras la desconfianza inicial de estar atrapado con alguien del bando contrario. De hecho, hasta que los soldados británicos llegan a la cabaña, el espectador no es consciente al cien por cien de que la película está ambientada en plena Segunda Guerra Mundial. La escena inicial no nos mete de lleno en el caos de una guerra, simplemente nos muestra el avión caído del bando alemán y a sus tripulantes luchando por su supervivencia.

El verdadero teniente Horst Schopis (interpretado en la película por un magnífico Florian Lukas) habló con Næss antes de que éste realizara 'Perdidos en la nieve' contándole todos sus recuerdos sobre este hecho que marcó su vida. Suponemos que el director se tomó licencias dramáticas para hacer la historia más atractiva como por ejemplo las divertidas tomas cuando encuentran el alcohol o la preciosa escena con la aurora boreal de fondo mientras el artillero Smith (un des-Ronizado Rupert Grint) entona el 'Over the rainbow'. Y es que, aún estando rodada en su mayoría en interiores, la última película de Næss saca el máximo partido y belleza a los blancos extensos paisajes noruegos y a su naturaleza salvaje las contadas veces que el guión así lo permite.

Como ya apuntábamos arriba, la cabaña es el principal escenario y es el lugar donde se forjan las relaciones entre el quinteto protagonista. Los abundantes diálogos son fluidos y ahondan en la psicología de los personajes. La película funciona por la química entre el reparto; todos los actores consiguen conectar con el público haciendo más creíble su curiosa y atípica amistad. El humor, el drama y la tensión están presentes sin caer en lo absurdo ni en el exceso. Se nota que Næss tiene experiencia teatral y la intensidad en la película se mantiene gracias a su labor y al buen trabajo con los actores. Es sin duda en el plano interpretativo donde 'Perdidos en la nieve' destaca y por el cual merece la pena ir a verla.
Monchita
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6
23 de marzo de 2012
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Diez años han tardado en sacar adelante su proyecto las hermanas Samdereli. Una década llena de decepciones porque veían que, aunque su guión gustaba a las productoras, nadie se atrevía a apostar por él. Hasta el año pasado.
'Almanya' cuenta la historia del inmigrante un millón uno en Alemania. La historia de Hüseyin, un turco que, ante la imposibilidad de alimentar a su familia por la falta de trabajo, decide emigrar al país germano. ¿De qué nos sonará esta situación?
La película nos muestra cómo es en 2011 la familia. Hüseyin, hecho ya abuelo, con su mujer, sus cuatro hijos y sus nietos. A pesar de llevar 45 años viviendo en Alemania, hecha de menos su patria, se siente turco. Por eso, compra una casa en su país natal y decide llevarse a toda su familia una vez más. Durante el viaje, su nieta mayor va relatando cómo fue la llegada de sus abuelos a 'Almanya' a su primo pequeño. Y, de esta manera, el espectador conoce las desventuras de esta simpática familia.
La difícil llegada, con la soledad, el desconocimiento del idioma y, por supuesto, las diferencias culturales y religiosas, son tratados con un tono cómico. Algo necesario para que esta película no acabe convirtiéndose en un drama más sobre la inmigración. De hecho, las hermanas Samdereli incluyeron en el guión un idioma inventado, un galimatías lingüístico, que hablan tanto alemanes como turcos en la película para acentuar la dificultad idiomática. Es bastante divertido ver cómo intentan hacerse entender. O cómo los pequeños se sorprenden y asustan porque los alemanes sacan a pasear a “ratas grandes”, mean en “sillas raras” y adoran a un ídolo de madera.
Los hijos de Hüseyin son los primeros en integrarse en la cultura occidental. Delirante escena la de la celebración de la navidad cristiana, con ese miniarbolito navideño tan cutremente decorado. Este hecho, en palabras de la directora, le ocurrió a ella de pequeña y pensó en lo curioso que le resultaría al espectador ante el surrealismo que supone para los niños.
El toque jocoso es lo que hace que 'Almanya' resulte atrayente porque se ridiculizan los tópicos de la inmigración, los problemas que suponen llegar a un nuevo país, sin reírse de ellos. Una agradable comedia que dejará buen sabor de boca.
Monchita
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5
24 de octubre de 2013
13 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Allá por 2004, un barbilampiño James Wan sorprendió a propios y extraños con su brutal irrupción en el terror de la mano del psicópata Jigsaw y sus macabros juegos en la portentosa 'Saw'. A veces irregular con alguna de sus películas de género, volvió a una senda más madura y terrorífica con 'The Conjuring', consagrándose como uno de los autores a tener en cuenta en el terror. Sin embargo, para fastidio de sus fans, este verano James Wan anunciaba que se retira como director de películas de miedo porque se ha pasado los últimos diez años asustando al público y sentía que ya era hora de evolucionar para no quedarse encasillado. Según él, la secuela de la mediocre -pero exitosa- 'Insidious' es su última incursión en el terror. Su próximo proyecto será la nueva entrega de la longeva saga 'A todo gas', un cambio drástico a lo que nos tiene acostumbrados. No hay que alarmarse; todos sabemos que la palabra de los directores nunca es de fiar al 100%. Ahí, sin ir más lejos, tenemos reciente el caso de Soderbergh, quien ya se ha retirado unas cuantas veces.

Mientras se despejan estos nubarrones, Wan vuelve por segunda vez este año a las carteleras españolas con 'Insidious 2', sin apenas darle tiempo al espectador para reponerse de la sugestiva, espeluznante y efectiva 'The Conjuring'. Esta segunda entrega de 'Insidious' ha sido posible gracias al éxito de la primera a pesar de que ésta adolecía de previsibilidad, uso del sonido alto para los sustos y un giro un tanto ridículo. En la secuela, algunos de estos tics siguen presentes pero se nota un tanto la madurez del director en lo que a creación de ambientes tétricos se refiere. 'Insidious 2' comienza cuando la familia Lambert se muda a casa de la madre de Josh con la esperanza de dejar atrás sus vivencias diabólicas. Sin embargo, pronto descubren que los espíritus aún no les han abandonado. Aunque la familia ignora qué sucede, el espectador ya lo sabe pues así te lo muestran en el final de la primera película. Wan insiste en que la conclusión de Insidious no estaba hecha para una posible secuela pero, ¿a quién quiere engañar? Dice lo mismo de esta segunda parte y tiene un final más que abierto para continuar con la franquicia al poder jugar con los orígenes de los espíritus.

Los sustos comienzan en los primeros compases del film. Al principio, el director sabe recrearse con la sugestión y la tensión, se palpa un ambiente de mal rollo en esa enorme casa con tantos rincones oscuros. Pronto vuelve a caer en los defectos de su primera parte al mostrar, sin pudor y en primer plano, los entes demoníacos y fantasmas a golpe de una chirriante subida de volumen. Con esto, la efectividad de pasar miedo del puro cae ya que no juega tanto con la mente de su público y opta por el convencionalismo intrínseco al género de los últimos años. Todo esto por no hablar de los giros de guión muy risibles que tanto duelen a los amantes de las horror movies (y que no contamos ninguno por no estropear la trama), y otros claros guiños a grandes películas del género como 'El resplandor'. Hay incluso hueco a puntos cómicos con la aparición de los dos parapsicólogos jóvenes que, si bien deberían dar un respiro en la supuesta tensión -ya decreciente a medida que avanza- de la trama, acaban por quedar impostados. El reparto, que repite en la secuela, está bastante creíble destacando la actuación de ese trastornado padre interpretado por Patrick Wilson.

Eso sí, la manera de conectar las dos películas y dar explicación a por qué pasaban ciertas cosas en el pasado, nos ha parecido convincente y bien cohesionada, independientemente de lo ridículas en sí que luego puedan resultarnos. En este sentido, el guión de Leigh Whannell, colaborador habitual de James Wan, intenta no dejar cabos sueltos e ilustrar que todo es posible en el mundo de los seres demoníacos. Al final, el legado “terrorífico” de Wan se va a ver empañado por lo flojito que resulta este segundo capítulo de 'Insidious'. No siempre se puede salir incólume de nuestro tan querido, como denostado, género de terror.
Monchita
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