En Legions sucede que nos quieren hacer reír o por lo menos sonreír, y conmigo desde luego no lo consiguen … La película en su intento de arrancar alguna risotada se convierte en un ejercicio un tanto ridículo. Los efectos prácticos de maquillaje están muy pero que muy bien pero algunas partes digitales son bastante cutres y deslucen el conjunto.

Encerrado en un hospital psiquiátrico, Antonio sostiene que es un chamán que ha luchado contra demonios de todo tipo y dice tener poderes sobrenaturales. Obviamente nadie le cree en ese lugar, pero él no quiere rendirse y desea demostrar la verdad, sobre todo ante los ojos de su hija Helena.

Para desarrollar un poco más el asunto del humor fallido, diré que hay personajes, sobre todo en el hospital psiquiátrico que se me hacen muy tontos. Caricaturizados para caer bien, los amigos del protagonista resultan bobos. Esto se agrava con la música que envuelve las situaciones entre ellos, suena a pantomima circense empeorando la sensación de humor flojo. El guion no está mal en conjunto, aunque parte de una idea trillada: loco en manicomio que quizás dice la verdad. Pero es cierto que no da para largometraje tal y como está planteado, le falta algo (a veces uno no sabe exactamente qué).

En cuanto a apartados más técnicos, los efectos visuales los firma Andrés Borghi que también se encuentra este año en proyectos como La Piedad (Eduardo Casanova), o Virus 32 (Gustavo Hernández). Y como decía antes, en lo que a efectos prácticos se refiere es un gusto y no hay nada que decir, pero las partes digitales no son nada buenas. Hubiese sido mejor sacarlas directamente.

Cabe resaltar que algunos de los responsables de esta cinta ya trabajaron en la aclamada Aterrados (Demián Rugna, 2017), como por ejemplo su director de fotografía Mariano Suarez o su propio director Fabián Forte, que fuera Asistente de Dirección en aquel proyecto. Lástima que el resultado no esté a la altura de aquella. Es muy sintomático que una película que no llega a los 90 minutos se haga larga, y este es el caso.

Si os gustan las historias de magia negra y los maquillajes a la antigua usanza quizás disfrutéis de Legions.

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El negocio de la prostitución es algo que mueve dinero a espuertas, millones de billetes y monedas corren de un lado a otro, y en Girl Next encontramos otra forma de crear un mercado que, esperemos, no sea real ya que pone los pelos de punta.

La hermosa Lorian es secuestrada por una organización que se dedica a “fabricar” prostitutas de lujo, hermosas mujeres con el cerebro lavado para ser sumisas y complacer en todo. La llegada de Lorian hará explotar el inestable equilibrio entre Heinrich, Misha y Charlotte, los habitantes de la casa. Drogas, sexo y perversión serán los “rings” de estas luchas de poder.

Zeph E. Daniel escribe el guion, basado en una historia de Michael Muscal; aunque la carrera de Daniel es irregular, hay elementos que emparentan Girl Next con su obra más conocida, Society de Brian Yuzna: las apariencias, la turbia atmósfera, el tema central de que el dinero puede comprar todo… Pero Society es una película que se convierte en un carrusel de diversión gracias a los efectos de Screaming Mad George mientras Girl Next juega a la carta Arty.

Larry Wade Carrel es capaz de generar ambientes malsanos, que a veces lindan con el nihilismo de Harmony Korine, otras veces juega con La Naranja Mecánica, pero la película juega a dar tantas vueltas que al final el espectador puede llegar a irritarse porque empieza con la historia de la Creación de la prostituta perfecta, pero luego introduce el concepto del Mad Doctor, luego llega el momento místico para después meternos en el mundo celos y vuelta al inicio.

La fotografía de Pau Mirabet es uno de los mejores aliados de Girl Next, porque sabe moverse entre los momentos de introspección, el suspense, consigue hermosas postales con los exteriores de la mansión donde se desarrolla la historia, mientras en el interior destacan los momentos de terror – posiblemente la escena de la necrofilia sea la más lograda – y ciencia ficción gracias al tono ácido de la droga azul.

La deriva temática que hemos comentado arriba, se ve perfectamente reflejada en el apartado interpretativo, ya que Marcus Jean Pirau, Paula Marcenaro Solinger y Rachel Alig, los habitantes de la mansión del mal, parecen estar muy pasados de cafeína, especialmente la dominatrix interpretada por Solinger; a cambio la causante del conflicto, Lacey Cofran, es muy hermosa pero se ve incapaz de transmitir al espectador el cambio que sufre. Larry Wade Carrell se reserva un pequeño papel, y claramente su interpretación over the top es la que ha contagiado al resto de su cast, pero en su favor decir que se ve siniestro e imponente en pantalla.

Hay mucha incoherencia visual y narrativa en Girl Next. ¿Obligatorio verla? Pues no, pero es innegable que se pueden descubrir interesantes destellos de ingenio y potencia visual.

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Siendo Víctor Matellano un defensor a ultranza del cine español y el fantaterror hispánico sus acercamientos al género en ¡Zarpazos! y El regreso del Cepa están repletos de información y referencias que agradarán especialmente a los fans de estas películas, pero Mi Adorado Monster puede llegar a un público más amplio ya que el elemento central no es la información o un momento en la historia, sino la radiografía de Arturo de Bobadilla.

El mismo año, 1993, Alex de la Iglesia y Arturo de Bobadilla inician el rodaje de El día de la bestia y Los Resucitados. Veinte años tardó Bobadilla en terminar Los Resucitados, película que para unos es una leyenda, para otros un título de culto…

… y para la mayoría, un sin dios.

La idea de Víctor Matellano y Manuel Tallafé parte de ese elemento en el que se forjan las leyendas: el misterio alrededor de un personaje, en este caso Arturo de Bobadilla, quien es perseguido por el monstruo adorado del título ¿Quién es este monstruo y por qué le sigue? Matellano crea “tramas” que circulan entre la realidad y la ficción, donde unos y otros establecen diálogos como el periodista con Arturo de Bobadilla – donde este explica su fascinación por el poema de Ozymandias – Alaska con un monstruo de Frankenstein, Bobadilla con el monstruo que le persigue y los dos actores que participaron en el rodaje de Alex de la Iglesia y Arturo de Bobadilla: Manuel Tallafé y Santiago Segura.

La obra de Matellano y Tallafé busca ampliar la visión sobre Arturo de Bobadilla y el impacto que Los resucitados tiene en gente que ignora quien es Bobadilla y esto es un error ya que lo interesante NO es la película – todo el segmento de los famosos que ven la película es repetitivo y no aporta – sino el personaje, que Alex de la Iglesia y Bobadilla tomen el mismo camino y luego todo resulte diferente, el miedo a terminar Los Resucitados porque Arturo de Bobadilla actúa en la vida real de la misma forma que el personaje de Paco Rabal en Átame: Tiene miedo de terminar su obra para evitar enfrentarse al vacío que deja.

Ese exceso de elementos lastran la velocidad de Mi Adorado Monster, pero de pronto llega ese momento en el que Alex de la Iglesia y Arturo de Bobadilla se sientan frente a frente, como un espejo: aquí hay energía, magia, nostalgia por el pasado e incertidumbre del presente; el plano final de este bloque es perfecto para cerrar la película, pero a partir de ahí solo va hacia arriba y la confesión de Arturo de Bobadilla, el descubrimiento de la identidad del monstruo que le sigue, el futuro, se convierte en el punto álgido de Mi Adorado Monster debido a la humanidad y emoción que desprende.

Lo más acertado de todo es que Mi Adorado Monster intenta analizar un personaje como Arturo de Bobadilla y sirve para que este descubra que no es Ozymandias sino otro personaje más cercano a su espíritu y al país en el que nació.

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David Casademunt debuta en el largometraje con El Páramo, una cinta de terror en la que brillan una serie de cosas y otras no tanto. Vamos a empezar por las más positivas. De entrada un diseño de producción exquisito, dónde cada detalle está cuidado al máximo. Con la ayuda de una gran fotografía, a cargo de Isaac Vila, logra una profundidad visual que hace que la sensación de aislamiento alcance un gran nivel. Esto es un peso muy importante dentro del film. De hecho podríamos considerar al páramo como un personaje más, cosa muy necesaria dada la escasez de protagonistas.

Una familia vive aislada en un desolado páramo. La aparición de una criatura que mora en el lugar, hará que se vean afectadas las relaciones entre sus miembros.

Estamos ante un terror muy tenue, tanto que podría pasar sin esa etiqueta perfectamente si no fuera por la escondida aparición del monstruo de turno. Su relato, algo repetitivo por cierto, se basa principalmente en la relación entre Lucía y Diego, madre e hijo. De manera muy lograda, nos va mostrando como esa relación va degenerando, cosa que, enmarcada en un drama, funcionaría con bastante más fluidez.

La falta de contundencia y el excesivo cuidado en no asustar demasiado le va bastante en contra. De todas maneras, el guion está muy bien estructurado aunque abusa en mostrarnos desde todos los puntos de vista, la ya mencionada relación materno-filial. Ligeros toques de terror van salpimentando la cinta que, a pesar de sus noventa y dos minutos de duración, se va tornando algo repetitiva y, en cierto modo, tediosa. Salva los muebles un suceso que, entonces sí, hace derivar todo hacia una cinta de género, pero queda muy oculta, casi la tenemos que imaginar, para desencanto de todos aquellos a los que les gusta la contundencia, la mala leche y la repulsión. Quizás esto último no fuera la premisa principal en la génesis del proyecto, pero si te introduces en el terror tienes que hacerlo hasta las últimas consecuencias.

Destacar el papel algo secundario de la figura del padre. Parece colocado por no haber más remedio. Una presencia suya más influyente sin duda habría llevado la historia hacia derroteros más perturbadores. Todo esto dicho sin ánimo de desmerecer el trabajo de unos actores, el cual detallo a continuación.

Encabeza el reparto una gran Inma Cuesta (Águila Roja) en el papel de Lucía. La evolución de su personaje está muy conseguida, aportando al mismo las tablas de una brillante trayectoria. No iba a ser menos Roberto Álamo (Que Dios nos Perdone) que se aparta, en esta ocasión, de la contundencia a que nos tiene acostumbrados. Cierra el reparto en los papeles principales el jovencísimo y brillante Asier Flores (Dolor y Gloria) en una performance de altura.

El Páramo es una cinta indicada para todo aquel que quiera ver algo que se aparte de las últimas producciones del cine español, dicho esto como un claro homenaje a los excelente thrillers patrios.

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Para mí, James Wan ha escrito tres párrafos en el cine de terror: Saw, Insidious y The Conjuring. Estas tres películas – sin entrar en secuelas y universos – están repletas de grandes aciertos e incluso me jugaría el cuello a que The Conjuring entrará con honores en las listas de las mejores películas de terror de la historia gracias a…

¡Espera!, que he venido a hablar de Maligno.

Madison empieza a sentir que alguien la vigila y acecha, alguien relacionado muy de cerca con los brutales asesinatos que están teniendo lugar en la ciudad de Seattle. Cuando varias evidencias señalan a Madison como posible asesina, esta debe tomar cartas y buscar las respuestas en su pasado. El tiempo corre y nadie está a salvo.

El propio James Wan había decidido alejarse del terror, tal vez por hartazgo o por buscar nuevos horizontes, e incluso rodó Aquaman que me parece divertidísima… Y de pronto vuelve al terror, con una película que se llama Maligno, y que parece dirigida por cualquier otro. Son muchos los errores - ¿o debería decir horrores? – de Maligno.

El guion de Akela Cooper, con historia del propio Wan e Ingrid Bisu, echa demasiados elementos en la coctelera: unas pocas peleas, gabardinas molonas al estilo giallo, historias del pasado, ecos de los niños chungos de los setenta, muchos VHS que lo retro siempre vende… Y el resultado es indigesto porque el guion es muy predecible y tan repleto de chorradas (perdón si molesto pero la palabra es chorradas) que la relacionan con ese mundo desinhibido de las películas directas a videoclubs; pero, sin embargo, aunque el humor le hubiera venido bien, Maligno se toma en serio a sí misma, todo el mundo tiene gesto circunspecto, siempre llueve y la protagonista, Madison, es la mujer más gris que ha asomado a la pantalla en mucho tiempo. Ah, y los policías encargados del caso son unos inútiles y solo molan por sus nombres – Kekoa Shaw y Regina Moss – ya que las respuestas vienen de personajes que no son policías.

Cuando uno sabe el secreto – muy predecible a partir de un momento de la película – debe quitarse el sombrero ante la pericia visual de James Wan, un tipo al que no le da miedo arriesgarse y buscar nuevas fórmulas, pero tengo la impresión de que Wan ha utilizado Maligno como laboratorio visual en el que buscar trucos para sus próximas películas. El director de fotografía Michael Burgess le ayuda con ese universo oscuro, repleto de neones y sombras; el compositor Joseph Bishara, quien ayudó a crear los ambientes terroríficos de Insidious y The Conjuring, se nota con el piloto automático y su música suena a la de Charlie Clouser para la saga de Saw: va por libre.

El casting, igualmente, es poco acertado y se nota que no hay dirección ya que todos van de un lado a otro poniendo caras o gritando. Annabelle Wallis carga con el personaje protagonista pero resulta anodina, George Young y Michole Briana White son la pareja de policías y puedes sacarles de pantalla que no se nota; Maddie Hasson es el único personaje con algo de interés y, por ello, su interpretación es la más valorable.

Maligno tiene momentos interesantes, pero el conjunto de despropósitos es tal, y está tan repleta de malas decisiones que casi prefiero que James Wan vuelva a las películas de acción y no emborrone su legado con producciones como esta.

https://www.terrorweekend.com/2021/12/maligno-review.html